[Para más información, leer el capítulo dedicado a Ignacio Larramendi en Los 100 empresarios españoles del siglo XX.]
Abogado y escritor, reconocido empresario cuya labor transformó MAPFRE, una empresa en quiebra en 1955, año de su incorporación, en una de las mayores empresas españolas.
Firme impulsor de la cultura en general y de la española en particular creó instituciones y empresas y llevó a cabo, a partir de ellas, ambiciosos proyectos; supo siempre rodearse de personas muy adecuadas para cada uno de ellos.
Fue educado a través de preceptor hasta poco antes de la Guerra Civil española, en la que se alistó como voluntario a la edad de 16 años con el objetivo de encontrar a uno de sus hermanos, más pequeño que él, que se había enrolado con nombre supuesto en las fuerzas antirrepublicanas.
Después de la guerra, y concluida en tiempo récord su licenciatura de Derecho en 1942, obtiene por oposición el puesto de Inspector de Seguros y Ahorro (1944), recibe en 1947 el primer premio Marín Lázaro por su primer libro El Riesgo catastrófico en los seguros personales (¿1948?), en donde ya señalaba que no se puede resolver todo de modo administrativo y técnico y que el seguro está dentro de una estructura social a la que tiene que ser útil.
Realiza diversas y prolongadas estancias en Londres, donde se familiariza con el mundo del Seguro anglosajón, publicando a su vuelta Tres claves de la vida inglesa (¿1952?), que recoge, entre otras cosas, su particular visión sobre la Corporation of Lloyd’s. Renuncia a la función pública y trabaja, durante un breve lapso de tiempo en la Delegación de Madrid de la Royal Insurance Company.
En 1955, con 34 años, ya casado con la que será su inseparable compañera, Lourdes Martínez Gutiérrez, y padre de cuatro hijos (finalmente tuvieron nueve hijos), recibe una propuesta para ocupar el cargo de Director General de una pequeña mutualidad de seguros con orígenes agrícolas, MAPFRE, que cuenta con 72 empleados y se encuentra en quiebra técnica.
Esta fecha supone el inicio de una nueva etapa profesional que terminaría por convertirle, tanto a él como a MAPFRE, en referentes mundiales del sector asegurador y financiero. Aplica empresarialmente sus principios vitales: importancia de la selección objetiva de directivos y personal, independencia de poderes políticos y religiosos, ética, transparencia, rigor, innovación, descentralización, fomento del conocimiento, y consigue que una empresa en quiebra técnica en 1955 se convierta en una gran compañía aseguradora con 31.000 empleados, presente en 41 países y primera en el ranking español y en el iberoamericano. Los tres puntos clave fueron la implantación de una estructura territorial amplia, la expansión en América y la responsabilidad social empresarial, a través de la creación de las Fundaciones MAPFRE. Cabe citar su nombramiento, en 1979, como presidente de Acción Social Empresarial: “En la empresa es necesaria una preocupación social y societaria. Una empresa vive en un ambiente, en una nación, y no puede jugar sola contra todos. Su actuación debe ser útil para la comunidad, aparte de que lo sea para todos sus componentes (IESE, Primer Encuentro del Sector Asegurador, Barcelona 27 de febrero de 1997)”.
En 1990, un año antes de que le correspondiera de acuerdo con los estatutos que él mismo había contribuido a redactar, cesó en sus funciones ejecutivas en MAPFRE. La empresa quiso dejar memoria permanente de su decisiva labor colocando en 1991 un busto del escultor José María Casanova en la entrada de su sede central de Majadahonda, en Madrid.
Tras la jubilación su actividad continuó, especialmente en el campo cultural a través de las diversas fundaciones que constituyó, como la Fundación MAPFRE América, o la Fundación Histórica Tavera, ambas integradas actualmente en la Fundación MAPFRE.
Entre ellas, la Fundación Hernando de Larramendi (desde 2002, Fundación Ignacio Larramendi), con carácter benéfico-cultural, para honrar con ella la memoria de su padre, Luis Hernando de Larramendi Ruiz, que fuera ilustre tradicionalista, tribuno forense y político, escritor y hombre ejemplar tanto en su vida como en la firmeza de sus principios.
La entonces denominada Fundación Hernando de Larramendi se constituyó formalmente en 1986 con aportaciones de la familia Hernando de Larramendi y derechos concedidos a Ignacio Hernando de Larramendi y Montiano tras su jubilación en MAPFRE.
Su actividad como presidente de esta Fundación se centró, hasta su fallecimiento el 7 de septiembre de 2001, en el desarrollo de sus fines fundacionales y en el de proyectos históricos, en gran parte americanistas, a través de su colaboración con la Fundación Histórica Tavera, también fundada por él como ya ha quedado dicho.
En especial, se preocupaba por la reflexión del pensamiento y análisis sociológico de España y la civilización occidental y el conocimiento de la cultura cristiana y española. Para ello promovió ediciones digitales de temas históricos en la Colección Clásicos Tavera, de textos de polígrafos españoles, hispanoamericanos, portugueses y brasileños, de comentaristas de Aristóteles y pensadores tradicionalistas, dentro del proyecto denominado Bibliotecas Virtuales FHL, junto con un ambicioso proyecto para dar a conocer las aportaciones documentales de la Iglesia Católica a la historia de España y pueblos iberoamericanos.
En 1996 toma la decisión de crear la empresa DIGIBÍS para disponer de un instrumento que, desde una perspectiva empresarial y tecnológica, le permita llevar a cabo los diferentes proyectos que había diseñado para la Fundación Histórica Tavera y para la Fundación Ignacio Larramendi. Con posterioridad, la Fundación que lleva su nombre tomó el control completo de la empresa y ha venido desarrollando, no sólo con carácter instrumental sino mediante iniciativas empresariales y de I+D+i, una importante labor en el campo del tratamiento digital del Patrimonio Histórico español, especialmente archivístico y bibliográfico, y la creación de nuevos productos y aplicaciones que han convertido a DIGIBÍS en una de las empresas líderes del sector, tanto a nivel nacional como europeo.
En 1986 recibió la Medalla de Oro de la Excelencia del The John S. Bickley Founders’ Award. Este premio lo concede la Insurance International Society, Inc., empresa administradora del Insurance Hall of Fame, fundado por John S. Bickley. Recibió además, en 1987 la Medalla de Oro al Mérito del Seguro, en 1996 la Encomienda de la Orden de Isabel la Católica, en 1998 la Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil y en 2002, a título póstumo, la Medalla al Mérito en el Trabajo.