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Obras completas de Menéndez... > BIBLIOTECA DE TRADUCTORES... > II : (DOMENECH-LLODRÁ) > LEBRIJA CANO, JUAN DE

Datos del fragmento

Texto

[p. 279]

Hijo tal vez de Frey Marcelo de Lebrija, comendador de la Puebla en la Orden de Alcántara, y nieto del célebre humanista Antonio de Lebrija.

[p. 280] La Iliada de Homero. en verso suelto endecasílabo castellano. El manuscrito de esta peregrina versión se conservaba en la librería del conde del Águila, en Sevilla. Parecía dispuesto para la imprenta y llevaba la aprobación autógrafa de Lope de Vega, fecha en 7 de noviembre de 1628, y el privilegio a favor de Francisco de Trejo Lebrija, sobrino del traductor, quien, según afirma Lope, «fué docto, herencia de su casa, desde el insigne español Antonio de Lebrija».

Da estas noticias de Lebrija Cano D. Bartolomé J. Gallardo en su Carta sobre el asonante (Antología Española, 1848). Vanas han sido nuestras diligencias para adquirir más noticias de esta traslación de la Iliada.

ADICIÓN
Biblioteca Colombina. HHH- 322-31

Precede al códice, en medio pliego, una carta de D. Cándido María Trigueros, fecha en Madrid, a 23 de junio de 1786, al conde del Águila. En ella se dice que el arzobispo de Sevilla pensó en publicar la Iliada, de Lebrija Cano. Trigueros dice: «Aunque el autor fuese capaz de corregir bien su obra, lo cierto es que no la corrigió: algunos versos están mancos, duros o mal sonantes, algunos pasajes muy oscuros, otros sin sentido: quales traducidos demasiado gramaticalmente, quales, sin consultar el original, por la antigua versión latina, quales perifraseados, quales con una traducción diminuta y encogida.» En la misma carta dice Trigueros que anotará la versión de Lebrixa «aiudándome de la versión de quasi toda la Iliada que tenía yo hecha».

El códice lleva este título: «Traductión fidelissima de los Veinte y Quatro libros de la iliada del famosso y celebrado Poeta Homero, interpretada del Griego en verso suelto Hendecasyllabo Castellano por las mismas letras del Alphabeto en que escrivió esta obra el dicho Poeta. El qual orden y stilo sigue el traductor della, que es el licenciado Jvan de Lebrixa Cano Natural y Vezino de la Ciudad de Placencia. Pone primero el Autor y ansi mismo el intérprete el argumento de cada libro en prosa, y este resume Homero en un verso luego al principio en la cabeça del Libro, y [p. 281] el intérprete en un terceto, y este mismo orden guarda hasta el fin de los Veinte y quatro Libros en que fenesce la Obra. Los quales en suma se comprehenden en los Veynte y quatro Tercetos que aquí se siguen donde se saca y sigue cada Terceto por su Orden a cada Libro.»

Después de estos argumentos en tercetos viene el libro 1.º en prosa. Luego comienza el poema:

Canta, divina Musa, la ira grave
De Achilles el Pelida, que a los Griegos
Dió dolores inmensos, y al infierno
Muchas y fuertes ánimas de Héroes,
Que echó a los perros y aves en pedazos.
Fué el decreto de Júpiter complido
Desde el principio, que divisos fueron
El Rey Atrida y el divino Achilles...
MUESTRA DE ESTA VERSIÓN
Libro 5.º
Despedida de Andrómaca
Salió Héctor presuroso del palacio
Por el mismo camino, otra vez yendo
Por las calles y plazas bien trazadas,
Quando la gran Ciudad corriendo entonces
Llegó a las puertas Sceas, porque él mismo
Había de salir por allí al campo.
Allí la liberal y dadivosa
Andrómaca corriendo fué al encuentro.
De Eetion el valiente era esta hija,
Eetion aquel que en Hipóplaco
El silvoso habitaba, y en las Thebas
Hipoplacias reinando: aqueste mismo
Fué rey de los varones Cilicienses.
Su hija deste pues la mujer era
De Héctor el esforzado y belicoso,
Que le salió al encuentro, y juntamente
Iba con esta misma la criada,
A sus pechos teniendo el tierno niño
Hectórides llamado, único hijo,
A una hermosa estrella semejante.
Héctor a este tal llamó Scamandro,
[p. 282] Pero otros Astianax, porque sólo
Héctor guardaba a Troia y la amparaba.
Reíase en silencio viendo al niño.
Mas junto al mismo Andrómaca llorando
Estaba, al qual teniendo por la mano
Y nombrándole dixo estas palabras:
«Bienhadado y feliz, tu fortaleza
Te ha de acabar a ti: no te apiadas
Del niño infante, y de mi, cuitada,
La qual presto de ti será vïuda,
Porque todos los Griegos insistiendo,
Presto te matarán, y me sería
Muy mejor para mí, quando te pierda
Meterme so la tierra, pues que otro
Consuelo para mí no habrá ya alguno,
Después que tú a tal hado hayas venido,
Sino fueren pesares y dolores
Porque padre ni madre de respecto
No tengo pues mató el Héroe Achilles
A mi padre, y a la Ciudad de Thebas,
Que altas puertas tenía, y bien poblada
De la Cilicia gente, echó por tierra,
Y a Eetión mató sin despojarlo...
Mas antes con las armas quemó al mismo
Y le hizo un sepulcro: en cerco deste
Las Orciadas Ninphas que son hijas
Del Gran Júpiter le plantaron olmos.
Tenía siete hermanos en mi casa
Y todos éstos dentro del infierno
Entraron en un día, porque a todos
Los mató Achilles de los pies ligeros
Como a bueyes recorvos en el paso
O como ovejas blancas juntamente,
Y a mi madre, la qual en el selvoso
Hipóplaco reinava, después que este
La hubo traído acá con grande copia
De otras muchas riquezas, luego él mismo
La libertó, mil dones recibiendo,
Y Diana gozosa con sus flechas
Mató a ésta en las casas de mi padre,
Mas tú, Héctor, me eres padre, madre, hermano,
Tú me eres jocundíssimo marido.
Ten, pues, ora piedad: queda en la torre,
No hagas huérfano al niño, a mí vïuda
Y pon el pueblo junto a las higueras
Cabrahigo silvestre, do es el passo
[p. 283] De la Ciudad contino y más frequente,
Y cursable en cerco la muralla.
Porque tres vezes por aquesta parte
Yendo los que eran más aventajados
Contra los dos Aiaces dieron tiento
Y contra Idomeneo el muy famosso,
Contra los dos Atridas ansimismo,
Contra el hijo valiente de Tideo.
O se lo dixo a aquellos quien sabía
De la adivinación y vaticinios,
O al fin su corazón los movió a esto.»
Respondió a ésta el Héctor animoso
A mi cargo, mujer, está todo esso,
Pero tengo vergüenza grandemente
De los Troianos y de las Troianas,
Si qual cobarde huyo de la guerra,
Ni mi ánimo tal me exhorta y manda,
Porque siempre propuse en los Troianos
Y en el combate hallarme en los primeros,
Llevando yo de aquí gran nombre y fama,
Gran gloria de mi padre, y más la mía.
Y esto más sé, y alcanzo acá en mi mente,
Según lo que yo siento: vendrá día,
Cuando perecerá la sacra Troya,
Príamo y ansimismo todo el pueblo.
Mas no me da cuidado y dolor tanto
De los Troianos ya de aquí adelante,
Ni de Hécuba, Rey Príamo ni Hermanos,
Los quales muchos, buenos y esforzados,
En manos de enemigos fueron muertos,
Quanto sólo de ti, quando ahora alguno
De los Griegos te lleve a ti llorosa,
Privándote y quitando el libre día,
Y texas tela en Argos tú por otra,
Y traigas de la fuente de Mesea
Y de Hiperea el agua, aunque no quieras,
Porque te obligará la fuerza a esto.
Y también vendrá tiempo, quando alguno
Viéndote derramar lágrimas, diga:
«Esta es la mujer de Héctor, que el más fuerte
Era de los Troianos bellicosos
Quando cerca de Troia peleaban.»
Ansí a ti alguna vez te diga alguno,
Y para ti el dolor te será nuevo,
por te faltar entonces tal marido...
Mas la esparcida tierra a mí me cubra
[p. 284] Muerto, antes que yo tu clamor oya
Y el captiverio tuyo y servidumbre...»
Diziendo ansí pidió Héctor a su hijo,
Mas luego el niño se abajó a los pechos
De su ama gallarda y bien ceñida
Gritando, y a su padre el rostro huyendo,
Del acero y celada habiendo miedo
Guarnecido de cerdas de caballo.
Que daba espanto, viéndolas moverse
Desde lo alto del encrestado almete.
Rióse el Padre y Madre honrada y casta,
Luego el Héctor ilustre la celada
Quitó de la cabeza, y en la tierra
Le puso muy luziente a la redonda,
Y traído en sus manos, supplicando
A Júpiter y a otros Dioses, dixo:
«Hazed a este hijo tan honrado
Y tal como yo soy en los Troianos
Y tan bueno en esfuerzo y valentía,
Que mande fuertemente él mismo a Troya,
De modo que en su tiempo alguno diga:
«Muy mejor es aqueste que su padre,
Volviendo de la guerra cuando traiga
Los sangrientos despojos, muerto habiendo
Al enemigo fuerte y bellicoso,
Y en su alma, la madre del se huelgue.»
Diziendo ansí, en las manos puso al Hijo
De su amada mujer, recibióle ésta
Al seno y odorífero regazo,
Con él, aunque con lágrimas, riendo
Compadeciosse della su marido
Y halagando a la misma con la mano
La nombró por su nombre, y luego dixo:
«Infeliz, no recibas dolor tanto,
Porque ningún varón fuera del Hado
Me echará en el infierno antes de tiempo,
No hay hombre alguno que del Hado huya,
Ora sea malo aqueste, agora bueno
Que ansí en su nacimiento fue engendrado.
Pero yendo a tu casa, ten ya cuenta
De tus obras y officios, tela y rueca
Y manda a tus criadas que se vayan.»
Santander, 4 de abril de 1876.

Notas