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Obras completas de Menéndez... > BIBLIOTECA DE TRADUCTORES... > II : (DOMENECH-LLODRÁ) > GÓMEZ DE HUERTA, JERÓNIMO

Datos del fragmento

Texto

[p. 133]

Nació este distinguido traductor de Plinio en Escalona, el año 1573. Estudió humanidades y filosofía en Alcalá y Medicina en Valladolid, donde se graduó de licenciado. Ejerció con general aplauso su profesión en Madrid, hasta que, muerta su esposa y entrado en religion su hijo, retiróse, primero a Valdemoro, y después (en 1599) a Arganda, dedicando sus ocios a la traducción de Plinio, cuyos primeros borradores había antes visto y aprobado Felipe II, animándole a continuar en su tarea. Veintidós años permaneció Huerta lejos de la corte, hasta que en 1624 nombróle Felipe IV su médico de cámara. En 1643 murió Huerta, y cuentan que el rey exclamó al saberlo: «No viviré yo mucho, si Huerta ha muerto.» Fué enterrado en el convento de Carmelitas Descalzos.

De este distinguido médico pueden verse algunas noticias en los libros de Morejón y Chinchilla.

Fué Huerta hombre de claro entendimiento, agudo ingenio y mucha variedad de estudios. Elogióle Lope de Vega en el laurel de Apolo por estas palabras:


   Abstracto (sic, por abstraído) de las musas,
Primer estudio de sus verdes años,
A Plinio nos ha dado en nuestro idioma
Gerónimo de Huerta, y las confusas
Enigmas con tan claros desengaños
Que con admiración los tomos toma
Docto médico Phebo,
Y dice: hoy vuelven a nacer de nuevo
(Tanto puede alcanzar industria humana)
Flores de Plinio en Huerta castellana.

En efecto, Jerónimo de Huerta dióse a conocer primeramente como poeta, publicando a la temprana edad de quince años un libro de caballerías en verso así intitulado:

Florando de Castilla, lauro de caballeros, compuesto en octava rima por el licenciado Hieronimo Güerta (sic). Alcalá de Henares, en casa de Juan Gracián, 1588 . 4. º

Consta este discreto poema de 13 cantos y pertenece a la escuela orlándica, aunque con grandes reminiscencias del Amadís y [p. 134] otros libros caballerescos en prosa. De esfuerzo maravilloso habremos de calificarle, dada la temprana edad de su autor, y con justicia ha merecido la honra de ser reimpreso en el tomo de Curiosidades Bibliográficas , 36.º de la Biblioteca de Rivadeneyra.

Las demás obras originales de Huerta son de mérito escaso. Cítanse las siguientes:

Problemas Filosóficos . Madrid, 1628. 4.º Dedicados al Conde-Duque de Olivares. Los problemas están en verso y las resoluciones en prosa, como en los de Francisco de Villalobos.

De immaculata Conceptione B. Virginis Mariae Panegyricum, in quo quid naturale et quid supernaturale in ea fuerit ostenditur. Matriti, 1630.

De la precedencia de España debida a sus católicos Reyes . Dúdase de que llegara a imprimirse este libro que Nicolás Antonio vió manuscrito entre los del Conde de Villaumbrosa. El hijo del autor le aseguró, no obstante, que este tratado había visto la pública luz el año mismo en que murió Huerta.

Traducciones

Las primeras muestras del Plinio , de Huerta, salieron en dos volúmenes así rotulados:

Traducción de los libros de Caio Plinio Segundo, de la historia natural de los animales. Hecha por el Licenciado Jerónimo de Huerta, Médico v Filósofo. Y anotada por el mesmo con anotaciones curiosas, en las cuales pone los nombres, la forma, la naturaleza, la templanza, las costumbres y propiedades de todos los animales... Madrid, 1599, en la oficina de Luys Sánchez, con privilegio . 4. º

Alcalá, 1602, por Justo Sánchez . 334 hojas.

Comprende este volumen la traducción de los libros 7.º y 8.º de Plinio .

Libro Nono de Caio Plinio Segundo, de la Historia Natural de los pescados del mar, de lagos, estanques y ríos, etc. En Madrid, en casa de Pedro Madrigal. Año 1603 . 4.º, 166 hs. Suele andar unido a los dos libros anteriores.

Anuncia Huerta en la dedicatoria de este tomo fecha en Valdemoro, 1602, que tenía traducidos y pensaba publicar asimismo sueltos el libro décimo (Aves) y el undécimo (Insectos) , pero [p. 135] luego desistió de continuar la publicación por fragmentos, y esperó a tener terminado su trabajo para darle a la estampa íntegro. Hízolo en la forma siguiente:

Historia Natural de Cayo Plinio Segundo . Traducida por el licenciado Jerónimo de Huerta, médico y familiar del Santo Oficio de la Inquisición, y ampliada por el mismo con escolios y anotaciones en que aclara lo oscuro, y añade lo no sabido hasta estos tiempos. Dedicada al Católico Rey de las Españas e Indias, Don Felipe IV, nuestro señor. Madrid, 1624, por Luis Sánchez el tomo primero, que consta de XXVIII páginas de preliminares y 907 de texto, y en 1629 por Juan González el segundo, en que los primeros llenan XVI y el texto 720.

Ábrese el primer tomo con el retrato del autor y está exornada toda la obra con grabados que representan aves, cuadrúpedos, peces y otros seres y objetos naturales de los que en el libro se describen. La aprobación está firmada por el Dr. Pérez de San Martín, en Madrid, 7 de mayo de 1622, y acompañan al libro versos laudatorios de D. Alonso del Castillo Solórzano, Fr. Francisco Pinelo, D. Gaspar de Bonifaz, el Dr. Iranzo de Quiñones, Gonzalo de Ayala, el licenciado Martínez Miota, etc. Precede al tomo II un elogio de Huerta y de su trabajo, dirigido a los aficionados a la lengua española por Tamayo de Vargas. Insértase allí un catálogo de traductores, breve e incompleto, pero digno de estimación por haber sido el primer ensayo de semejante tarea.

El primer tomo de la versión de Huerta abraza once libros de la Historia Natural , el segundo los restantes, y todos llevan copiosas anotaciones sobre cuyo valor científico nada diremos. La traducción deja mucho que desear en cuanto a exactitud y buena inteligencia del original, pero está en estilo suelto, castizo y agradable. La culpa de muchos errores ha de atribuirse, más bien que al autor, a los malos textos de Plinio que corrían entonces. De todas suertes, merece grandes loores el licenciado Huerta por haber llevado a término, con regular acierto, la dificilísima empresa de trasladar al castellano la obra grande, erudita y no menos varia que la misma naturaleza del que fué, después de Varrón, el más docto de los romanos. Lo sensible es que ni en el siglo pasado ni en el presente haya habido ningún naturalista español que, aprovechándose de ediciones más correctas de Plinio y de los mayores [p. 136] adelantos científicos, haya procurado llenar el vacío notable que presenta en este punto nuestra literatura, a pesar de los esfuerzos de Francisco Hernández, Huerta y otros eruditos anteriores.

Santander, 20 de junio de 1876.

Notas