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Obras completas de Menéndez... > BIBLIOTECA DE TRADUCTORES... > I : (ABENATAR–CORTÉS) > ÁLAMOS BARRIENTOS, D. BALTASAR

Datos del fragmento

Texto

[p. 42]

Siglo XVI

Fué natural de Medina del Campo. Estudió Leyes en Salamanca, y fué grande amigo del arcediano de Sepúlveda Gonzalo Pérez, intérprete no infeliz de la Odisea, y de su hijo Antonio, secretario de Estado de Felipe II, con cuyo patrocinio obtuvo Álamos altos cargos administrativos. Pero la repentina y extraña caída de Antonio Pérez alcanzó en sus efectos a los amigos todos del privado, y Álamos, que se le mostró fiel en la desdicha, sufrió un encarcelamiento de once años, durante el cual escribió diversos opúsculos políticos y terminó su traducción de Tácito. Al morir Felipe II en 1598, dejó en su testamento encargo expreso de que fuera puesto en libertad Álamos Barrientos, quien desde entonces residió en Madrid, respetado y bien quisto de los Ministros de Felipe III, que le mantuvieron, no obstante, alejado de los negocios públicos. No sucedió otro tanto en el reinado de Felipe IV; el Conde-Duque de Olivares, que tenía en mucho el talento político de Álamos, encargóle sucesivamente la Fiscalía de casa y Corte y la de Guerra, llevándole, por fin, a los Consejos de Indias y de Hacienda. Fué caballero de Santiago. Distinguióse siempre por la madurez, penetración y buen seso; escribía con gravedad y elegancia; en la conversación era tardo y oscuro. Murió a la avanzada edad de 89 años. Los datos biográficos aquí apuntados fúndanse en el testimonio de Nicolás Antonio, que en Sevilla los recogió de labios de D. García Téllez Sandoval, del hábito de Calatrava, yerno de Barrientos.

De las investigaciones modernamente hechas sobre las cosas de Antonio Pérez por los señores Bermúdez de Castro, Mignet y Pidal resulta que Álamos fué procesado por suponérsele, no sin fundamento, complicidad en la fuga de Antonio Pérez a Zaragoza. Uno de los testigos en el proceso de éste, Diego de Bustamante, declara que Álamos y Pérez sostenían secreta correspondencia sobre materias de Estado. En estas cartas expresaba el primero con vehemencia su odio a Felipe II: «Ánimo, señor—decía a Antonio Pérez—que Dios vuelve por nosotros; buena va nuestra causa; plagas vienen sobre Pharaon... V. M. no desmaye, pues [p. 43] Dios le toma por sugeto como a Moisés para castigar la dureza de Pharaon.» El mismo Bustamante da esta otra noticia, que es para nuestro propósito muy curiosa: «Dezía—Álamos—en una carta que andaba ya muy adelante la traducción del Cornelio Tácito, y que debaxo de estos nombres Tiberio y Seyano tocaba muchos puntos de la historia, porque no se tardasse tanto en salir en público algo que entendiesen los amigos, y que sería la señal en la margen.» Y muchas otras cosas se escribían—añade Bustamante como discursos de estado, esperanzas de rebeliones en Aragón y aun en Castilla, de cosas de Francia, del Papa y de Venezia y otras.» [1]

Compuso Álamos buen número de tratados políticos, algunos de los cuales corren manuscritos a nombre de Antonio Pérez, con cuyas ideas concuerdan, aunque varían mucho en el estilo, que es en el famoso secretario cortado y sentencioso, y en Álamos abundante y periódico. Tal vez debiera atribuírsele el Norte de Príncipes, Capitanes, Consejeros y Gobernadores, que se imprimió a nombre de Antonio Pérez, tal como aparece en muchas copias mss. en poder de eruditos o curiosos, pero no nos atrevemos a afirmarlo.

Discurso al Rey Ntro. Señor del Estado, que tienen sus Reynos y Señoríos, y los de amigos y enemigos, con algunas advertencias sobre el modo de proceder y gobernarse con los unos y con los otros. Trabajado por D. Baltasar Álamos de Barrientos, para servicio de Su Majestad y conocimiento suyo. Omnia videte, quod bonum est eligite. Fué escrito y dirigido al Rey desde la Cárcel de Corte, en 7 de octubre de 1598. Hay de él dos ejemplares mss. en la Biblioteca Nacional (E- 29 y 31).

Tal vez este discurso corresponda a los que Nicolás Antonio cita con los títulos de

Advertimientos al gobierno. Dirigido al Duque de Lerma, al comienzo del reinado de Felipe III.

Puntos Políticos o de Estado.

El mismo N. Antonio, menciona otro opúsculo de Álamos, que no hemos visto:

[p. 44] El Conquistador. Discurso sobre la manera de bien gobernar las colonias del Nuevo Mundo.

Traducción

Tácito Español, ilustrado con Aforismos, por Don Baltasar Álamos de Barrientos. Dirigido a Don Francisco Gómez de Sandoval y Rojas, Duque de Lerma, Marqués de Denia &. Con privilegio. En Madrid, por Luys Sánchez a su costa y de Juan Hansrey. Año MDCXIV (1614). Folio, portada grabada, 16 hs. prls., 1.003 páginas y 76 hojas de Tablas. Al fin: Madrid, por Luys Sánchez (1614). Los preliminares son: Dedicatoria. Prólogo. Censura de D. Antonio Covarrubias, Maestre-Escuela de Toledo. Privilegio (28 de diciembre de 1613). Aprobación de Luis Cabrera de Córdoba (10 de octubre de 1614).

Álamos nos informa en el Prólogo que tradujo la mayor parte del Tácito en las cárceles, y terminada su versión solicitó licencia para imprimirla en 1594. Felipe II mandó que la obra pasase a examen del docto Covarrubias, que dió acerca de ella favorable dictamen, sin que, a pesar de ello, viese la luz pública el trabajo de Álamos, en vida de aquel receloso monarca, sin duda porque el intérprete había esparcido en comentarios y aforismos buen número de especies políticas contemporáneas, que pudieran inducir a los lectores a formar el paralelo entre Tiberio y el Prudente Rey de España. Así es que la obra no fué restituída al autor y durmió en los archivos del Consejo hasta que recobró la libertad Álamos en 1598. Recogió entonces el manuscrito, corrigió y limó la traducción de los Anales y de las Historias, añadió la de la Vida de Agrícola y las Costumbres de los Germanos, que no había hecho en un principio, suprimió en comentarios y aforismos las frases más directamente alusivas al gobierno de Felipe II y obtuvo en 1603 privilegio por diez años para la impresión, del cual no hizo uso, sin embargo, por causas ignoradas, teniendo que renovarle en 1613.

A pesar de la aprobación dada a los Comentarios, Álamos desistió de imprimirlos, por no abultar el tomo, ya harto voluminoso, reservándolos para una edición aparte, que no llegó a verificarse. Hoy se ignora el paradero de estas notas, que tal vez dieran alguna luz sobre los sucesos de Antonio Pérez.

[p. 45] La traducción que Álamos hizo del Tácito es completa, de igual modo que la de Sueyro, a diferencia de la de Coloma, que comprende sólo los Anales y las Historias. El texto está, en general, bien interpretado, el lenguaje es puro y correcto, pero el estilo se aleja, cuanto no es decible de la frase de Tácito, breve, aguda, recogida y como apresurada, según discretamente advierte el aprobante de esta obra, Antonio de Covarrubias. Emplea Álamos largos circunloquios, períodos numerosos y rotundos, en vez de acercarse en lo posible a la frase cortada, abrupta, seca y preñada de sentencias, que caracteriza al príncipe de los historiadores. No cae, sin embargo, en el vicio (común en otros traductores nuestros) de intercalar pensamientos y amplificaciones de cosecha propia en el texto que traducen, antes bien, cuida de poner entre paréntesis todo lo que añade al original, cuando este le parece en demasía conciso y oscuro. Pero aun así suele ahogar en un océano de palabras las ideas y las sentencias de Tácito, tan admirable por lo que sabe callar como por lo que dice.

Los Aforismos suelen pecar de pueriles, y se reducen a largas explanaciones de los pensamientos políticos que Tácito suele ofrecer como síntesis de sus narraciones. Gozaron, no obstante, grande estimación en aquel siglo, en que tanto cundió la manía de los apotegmas y dichos sentenciosos. Hubo un entusiasta de Álamos, el Secretario Juan de Oñate, que los separó del texto, los distribuyó por clases, corrigió y explanó algunos y pensó dar esta colección a la estampa. Murió sin llevarlo a cabo, pero don Antonio Fuertes y Biota, en cuya biblioteca paró el ms. publicóle con este título:

Alma o Aforismos de Cornelio Tácito, &. En Amberes, en casa de Jacobo Meursio, 1651, 8.º, citado por Pellicer. Tradújolos al italiano Gerónimo Canini D'Anghiari y hállense impresos con la traducción italiana de Adriano Politi (Venecia, por Paolo Baglioni, 1665, 4.º).

La versión de Álamos nunca ha sido reimpresa por entero, pero abundan los ejemplares de la edición de 1614. De la Germania y el Agrícola existen las dos reproducciones, a continuación expresadas:

La Germania | y la vida | de Julio Agrícola, | que escribió Cayo Cornelio Tácito, | traducidas al castellano |  por Don Baltasar Álamos [p. 46] Barrientos | Segunda edicion | acompañada del texto latino; | corregida e ilustrada con la historia crítica de sus ediciones, anota- | ciones, índices, variantes del texto latino... | Agrégase tambien el Diálogo sobre | los oradores, atribuido al mismo Tácito. Por D. Cayetano Sixto, Pbro., y D. Joaquin Ezquerra | Profesores de Letras Humanas. | Con licencia. | Madrid. En la Imprenta Real. | MDCCXCIV. 4.º prolongado. Forma el tomo IV de las Obras de Tácito, con la traduccion de Coloma, y se añadió para completar las producciones del inmortal historiador. La Germania y Agrícola, únicas cosas que hay de Álamos en este volumen, llenan 125 pp. Están expurgadas de la pedantería de los Aforismos.

Barcelona, 1867, imp. del Diario. En el tomo IV de las Obras de Tácito, traducidas por Coloma (reimpresión de la antecedente), con un prólogo de D. Joaquín Rubió y Ors. Sin aforismos, como la de 1794.

Santander, 18 de marzo de 1876.

Notas

[p. 43]. [1] . Mignet, Antoine Pérez et Philippe II, con referencia al tomo XIV de la colección ms. de Llorente, conservada en la Biblioteca Imperial de París, Pidal, Alteraciones de Aragón, tomo 2.º