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DOCUMENTO NÚMERO 1
LÍNEA PATERNA DE MENÉNDEZ PELAYO

Matrimonio: Bernardo Menéndez (Nació en San Julián de Lavandera, concejo de Gijón) y Francisca Menéndez (Nació en San Vicente de Caldones, concejo de Gijón)
Hijo: Francisco Antonio Menéndez y Menéndez. Nacido en San Julián de Lavandera en 25 de agosto de 1787, † en Santander en 1865.

Matrimonio: Pedro Pintado (Nació en Oviedo) y Rosa Fdez. de Llana (Nació en Oviedo).
Hija: Josefa Pintado Fernández de Llana. Nacida en Oviedo en 25 de julio de 1796, † en Castropol.

Matrimonio: Francisco Antonio Menéndez y Menéndez y Josefa Pintado Fernández de Llana. En 1 de Noviembre de 1813

Hijos:

Marcelino Juan Menéndez Pintado (Padre de Menéndez Pelayo)
Nacido en Castropol en 26 de abril de 1823, † en Santander en 13 de mayo de 1899.

Nacidos en Castropol:

Baldomero José. Nacido en 10 de febrero de 1815.
Jovita. Nacida en 10 de julio de 1816
Braulio Julián. Nacido el 26 de marzo de 1819.
Deusdato. Nacido el 12 de diciembre 1819.
Eustaquia Perpetua. Nacida el 28 de septiembre de 1821.

Nacidos en Torrelavega:

Lino Nilo Diego. Nacido el 23 de septiembre de 1825.
Antinógenes Francisco José. Nacido el 4 de octubre de 1827.
Evilasio Fermín. Nacido el 12 de enero de 1831.
Gaspara. Nacida en 6 de enero de 1835.

El úndecimo hijo del matrimonio solamente vivió unas horas; ricibió el agua de socorro, pero no se le impuso nombre.

[p. 410] DOCUMENTO NÚMERO 2
LÍNEA MATERNA DE MENÉNDEZ PELAYO

Matrimonio: Joaquín Pelayo, de la Vega Carriedo y Manuela Gómez de LLanosa, de la Vega Carriedo
Hijo: Agustín Pelayo Gómez de la Llanosa. Nacido en Tezanos de Santa María de Carriedo

Matrimonio: Bartolomé de España, de Santibáñez, Municipio de Villacarriedo y Jacinta Rodríguez de la Vega, de la Vega de Carriedo
Hija: María Josefa de España y Rodríguez de la Vega. Nacida en Palencia.

Matrimonio: Agustín Pelayo Gómez de la Llanosa y María Josefa de España y Rodríguez de la Vega. En 1818.

Hijos:

María Jesús Pelayo y España (Madre de Menéndez Pelayo).
Nacida en Santander en 1824, † en Santander en 1 de septiembre de 1905.

Juan Pelayo y España. Nació en Santander, 1830, † en Santander en 27 de diciembre de 1893.
Celestina Fermina
Rafaela
Gala

[p. 411] DOCUMENTO NÚMERO 3

CERTIFICACIÓN

PARTIDA DE BAUTISMO DE D. MARCELINO MENÉNDEZ PELAYO.

Don Amalio Cereceda, Cura Ecónomo de la Parroquia de la Catedral de esta ciudad de Santander

CERTIFICO: Que al folio 84 vuelto del libro 52 de Bautismos, se halla la siguiente partida—

MARCELINO VALENTÍN MENÉNDEZ. «A cinco de Noviembre de mil ochocientos cincuenta y seis, yo D. Pablo de la Lama y Roiz, Pbro., Cura Ecónomo de la Santa Iglesia Catedral de Santander, bauticé solemnemente en ella y ungí con los Sagrados Óleos y Crisma a Marcelino Valentín, que nació en esta ciudad a las siete de la mañana del día tres del mes actual, hijo legítimo de D. Marcelino Menéndez, natural de la villa de Castropol, en Asturias, y de D.ª María Jesús Pelayo, natural y vecinos de esta ciudad de Santander; abuelos paternos: D. Francisco Antonio Menéndez, natural de San Julián de Lavandera, en el Concejo de Gijón, y D.ª Josefa de Pintado, natural de la ciudad de Oviedo; abuelos maternos: D. Agustín Pelayo, natural de Sta. María de Tezanos, en el valle de Carriedo, y D.ª María Josefa de España, natural de la ciudad de Palencia; fueron padrinos D. Francisco Antonio Menéndez y D.ª María Josefa de España, abuelo paterno y abuela materna; a quienes advertí lo necesario; y para que conste, lo firmo dicho día, mes y año.—D. Pablo de la Lama y Roiz.»

La precedente partida concuerda a la letra con su original. Santander a diez y siete de Junio, año del sello (1878) (firmado)

Amalio Cereceda

Hay un sello que dice: Parroquia de la Catedral Santander.

[p. 412] DOCUMENTO NÚMERO 4

CERTIFICACIÓN DE LOS ESTUDIOS DEL BACHILLERATO DE MENÉNDEZ PELAYO

DISTRITO UNIVERSITARIO DE VALLADOLID.—INSTITUTO DE SANTANDER.— ESTUDIOS GENERALES DE SEGUNDA ENSEÑANZA.—CERTIFICACIÓN ACADÉMICA PERSONAL.

Don Andrés de Montalvo, catedrático y secretario de este Instituto.

CERTIFICO: Que D. Marcelino Menéndez y Pelayo, natural de Santander, provincia de Santander, previa la aprobación del examen de Instrucción primaria, cursó y ganó en este Instituto en 1866 a 67 con notas de Sobresaliente, Primer año de Latín y Castellano y Doctrina Cristiana e Historia Sagrada. En el de 1867 a 1868, con notas de Sobresaliente, Segundo año de Latín y Castellano y Doctrina Cristiana e Historia Sagrada. En 1868 a 1869, con notas de Aprobado, Retórica y Poética, Geografía, Historia de España y Aritmética y Álgebra. En 1869 a 1870 con iguales notas, Psicología, Lógica y Ética, Fisiología e Higiene, Historia Universal y Geometría y Trigonometría. En 1870 a 1871, Física y Química e Historia Natural, ambas con notas de Aprobado.

Ha obtenido el premio ordinario en todas las asignaturas, excepto en la de Geometría y Trigonometría. El día 26 de Junio de 1871 practicó los ejercicios del grado de Bachiller, los cuales le fueron Aprobados por unanimidad

Hizo oposición al premio Extraordinario en la Sección de Letras y le obtuvo; en su virtud se le expidió el Título por esta Dirección en 27 del mismo mes y año registrado al folio 49, número 36 del Libro correspondiente.

Y para que conste donde convenga al interesado y a su instancia, libro la presente, de orden y con el V.º B.º del Señor [p. 413] Director de este Instituto y con el sello del mismo, en Santander a doce de junio de mil ochocientos setenta y ocho. [1]

V.º B.º Director: Agustín Gutiérrez.

Secretario: Andrés de Montalvo.
El oficial del Negociado: Nicolás Peláez.
[p. 414] DOCUMENTO NÚMERO 5

LISTA DE UNA DE LAS REMESAS DE LIBROS QUE MENÉNDEZ PELAYO HACE A SANTANDER DESDE BARCELONA.

«NOTA DE LOS LIBROS QUE VAN A SANTANDER, EN EL VAPOR «AUGUSTO», CAPITÁN CERQUERÍAS.

Obras póstumas de Moratín. 3 tomos, rústica.— Los Argonautas, poema de Valerio Flacco (en latín y castellano). 3 tomos, rústica.— Don Juan Ruiz de Alarcón y Mendoza, estudio biográfico de D. Luis Fernández-Guerra. 1 tomo, rústica.— M. A. Clementis Prudentii, Opera omnia. 2 tomos, rústica.— Epístolas de Cicerón, traducidas por Simón Abril, 4 tomos, pasta.— Horacio, de Burgos, 4 tomos, pasta.— Comedia Nueva, de Moratín, y Coluto, poema griego, sobre el Robo de Helena (en un mismo papel), 1 tomo, pasta y otro rústica.— Obras poéticas, del Príncipe de Esquilache, 1 tomo, pasta.— Rimas, de los Argensolas, 3 tomos, rústica.— Siglo de Oro, de Valbuena, 1 tomo, pasta.— Obras de Cervantes de Salazar. 1 tomo, pasta.— Diana, de Gil Polo.— Pastor de Fílida.—Rimas, de Jáuregui.— Tablas poéticas.—Cartas filológicas.— Poesías, de Meléndez.— Poesías, de Fray Diego González.— Quinto Curcio.—Dictys y Dares.—Plinio.—Luis Vives.—Advertencias, de Mondéjar.—Ovidio.—Apiano.— República Literaria. —Y no sé si alguno más.»

[p. 415] DOCUMENTO NÚMERO 6

LAS POESÍAS DEL P. PÉREZ DE LOS AGONIZANTES.

CARTA DE MENÉNDEZ PELAYO AL MARQUÉS DE VALMAR.

Excmo. Sr. D. Leopoldo Augusto de Cueto

Muy Sr. mío y de mi mayor aprecio y consideración: Aunque no tengo la honra de conocer a usted, me tomo la libertad de dirigirle la presente, para decirle cuatro palabras sobre un asunto que le interesa.

Recorriendo hace días para otro propósito el códice M-202 de la Biblioteca Nacional, tropecé casualmente con varios sonetos y otras poesías del P. Jerónimo Pérez de los Agonizantes, poeta casi desconocido, de los primeros años del siglo XVIII. Solamente han hablado de él, que yo sepa, Luzán en su Poética (calificando sus versos de escritos con elegancia y buen gusto) y usted en el excelente y eruditísimo discurso preliminar a la colección de Poetas Líricos del siglo XVIII, publicada en la Biblioteca de Autores Españoles. En una nota al referido discurso añade usted que fueron inútiles todas sus diligencias para encontrar las poesías manuscritas del P. Pérez de los Agonizantes.

Si esta noticia puede servir a usted de algo en sus eruditas investigaciones, si la considera digna de ocupar un puesto en el tomo tercero de su colección, que con impaciencia esperan los amantes de las letras españolas, me tendré por muy satisfecho; si así no fuere, perdone usted el atrevimiento en gracia de la buena voluntad.

De usted afectísimo s. s. q. b. s. m.

Marcelino Menéndez y Pelayo.

Silva, 4, pral. (sin fecha).

[p. 416] DOCUMENTO NÚMERO 7

CERTIFICACIÓN DE LOS ESTUDIOS DEL DOCTORADO DE MENÉNDEZ PELAYO.

UNIVERSIDAD CENTRAL. FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS.
CERTIFICACIÓN ACADÉMICA PERSONAL.

Don José de Isasa y Valseca, Doctor en Derecho y Secretario General de esta Universidad.

CERTIFICO: Que D. Marcelino Menéndez y Pelayo, natural de Santander, provincia de Santander, ha ganado y aprobado en esta Universidad en el curso de mil ochocientos setenta y cuatro a setenta y cinco las asignaturas de Estética, Historia crítica de la Literatura Española e Historia de la Filosofía con la nota de Sobresaliente, habiendo obtenido el premio ordinario en las tres. En veinte y uno de Junio de mil ochocientos setenta y cinco en esta misma Universidad sufrió los ejercicios de Doctor en la Facultad de Filosofía y Letras con la calificación de Sobresaliente, habiendo obtenido el premio extraordinario en dicho grado, cuyo título le fue expedido y entregado al interesado.

V.º B.º El Rector, Rioz.

El Secretario General, José de Isasa.            El Oficial, J. Caballero.

Tres de Junio de mil ochocientos setenta y ocho.

[p. 417] DOCUMENTO NÚMERO 8

SOLICITUD AL MINISTERIO DE FOMENTO.

RECLAMACIÓN DE MENÉNDEZ PELAYO CONTRA EL DECRETO DE 2 DE ABRIL DE 1875 QUE DELIMITABA LA EDAD PARA LAS OPOSICIONES A CÁTEDRAS.

Excmo. Sr. Ministro de Fomento.

Excmo. Señor:

Don Marcelino Menéndez y Pelayo, Doctor en Filosofía y Letras, a V. S. con el debido respeto

EXPONE: Que, al publicarse el reglamento de oposiciones vigente, había recibido el título de Licenciado en la citada Facultad, faltándole sólo un mes para verificar los ejercicios al de Doctor, como así lo efectuó en el mes de junio próximo pasado.

Que, de no haberse publicado el antedicho reglamento, hallábase el exponente con aptitud legal para entrar en oposiciones a cátedras, sin otro requisito que haber recibido los títulos al efecto requeridos.

Que, por la publicación del decreto antes mencionado, ha venido a exigirse una nueva condición: la de haber cumplido 23 y 25 años respectivamente, según se trate de Cátedras de Instituto o de Facultad. Y no llenando esta condición el exponente, se estima perjudicado en el derecho que por la legislación anterior le asistía para hacer oposiciones a todo linaje de cátedras.

Y entendiendo además hallarse desposeído del que, como Licenciado, disfrutaba con anterioridad al reglamento citado, por lo que a cátedra de Instituto se refiere, a V. S. SUPLICA se sirva dispensarle la falta de edad para entrar en oposiciones a cualquiera cátedra de su facultad, a que por sus títulos pueda [p. 418] aspirar, oído previamente, si V. S. lo juzgase oportuno, el autorizado dictamen del Consejo de Instrucción Pública y teniendo además en cuenta la hoja de estudios que en dos certificaciones acompaña.

Gracia que espera merecer de la acreditada rectitud de V. S. Madrid, 16 de Octubre de 1875.

Marcelino Menéndez y Pelayo
[p. 419] DOCUMENTO NÚMERO 9
RELACIÓN DE MÉRITOS.

NOTA DE LOS ESTUDIOS Y TRABAJOS LITERARIOS DEL SR. DON MARCELINO MENÉNDEZ PELAYO.

«Marcelino Menéndez y Pelayo, natural de Santander, cursó en el Instituto de esta ciudad la segunda enseñanza desde 1866 a 1871, obteniendo trece premios ordinarios, y el extraordinario del grado de Bachiller en Artes.

De 1871 a 1875 cursó en las Universidades de Barcelona y Madrid las asignaturas de la Facultad de Filosofía y Letras, obteniendo seis premios ordinarios. En Setiembre de 1874 recibió por premio extraordinario el grado de Licenciado en la Facultad referida, en la Universidad de Valladolid. En Junio de 1875 verificó en la Central los ejercicios del Doctorado en dicha facultad, logrando en ellos la calificación de Sobresaliente. En Setiembre del mismo año obtuvo por oposición el premio extraordinario del mismo grado, del cual recibió la investidura en octubre siguiente.

Simultaneó con las asignaturas de su Facultad la de Bibliografía en la Escuela Superior de Diplomática, hallándose por tanto en aptitud legal para ingresar en el Cuerpo de Archiveros-Bibliotecarios.

Ha publicado su tesis doctoral, que versó sobre La novela entre los latinos, y diversos estudios críticos y de historia literaria en las revistas Europea e Histórica-Latina, en La Ilustración Española y en otras partes.

Dio a luz, en la España Católica, diez largos artículos bibliográficos sobre los Jesuitas Españoles en Italia, parte del libro que prepara sobre tal materia.

Tiene dispuesto para la imprenta un tomo de Estudios Poéticos, formado de traducciones e imitaciones en verso de poetas griegos, latinos, italianos, lemosines, portugueses, franceses e ingleses, aparte de varias composiciones originales.

[p. 420] Lleva muy adelantada una extensa Bibliografía de traductores españoles de lenguas clásicas y preparados considerables trabajos para una Historia literaria de los Heterodoxos españoles desde Prisciliano hasta nuestros días. Ha traducido en prosa castellana varias piezas del teatro latino, cuales son una comedia de Plauto y cuatro tragedias de Séneca. Ha escrito una Memoria sobre las obras y sistema filosófico de Aristóteles y tiene comenzada la versión del tratado Academica sive de judicio erga verum, de Pedro de Valencia, para acompañar al estudio que sobre este filósofo español del siglo XVII dio a luz en la Revista Histórica-Latina de Barcelona.

Con sus trabajos sueltos, en prosa, puede formarse un volumen. Ocúpase actualmente en investigaciones sobre escritores montañeses, teniendo ya terminados algunos trabajos sobre tal materia.»

Santander, 16 de octubre de 1875.
[p. 421] DOCUMENTO NÚMERO 10

PROPUESTA AL EXCMO. AYUNTAMIENTO DE SANTANDER PARA QUE SUBVENCIONE LOS ESTUDIOS DEL JOVEN D. MARCELINO MENÉNDEZ PALAYO.

(PARTICULAR DEL ACTA DE LA SESIÓN DEL DÍA 18 DE ENERO DE 1876.)

«Leída la siguiente proposición suscrita por el Sr. D. José Ramón López-Dóriga para que se consigne en el próximo presupuesto la cantidad de tres mil pesetas con objeto de sufragar en parte los gastos que se originen al eminente y erudito joven D. Marcelino Menéndez Pelayo, en el caso de que se traslade al Extranjero para completar sus estudios, fue tomada en consideración y admitida a discusión desde luego y aprobada por unanimidad, acordándose que se inserte en acta también la nota de estudios y trabajos literarios de aquél, que leyó el Sr. Alcalde.

Excmo. Sr.: El que suscribe a V. E. tiene la honra de proponer que la aplicación y el talento, premiados siempre por esta Corporación, deben serlo hoy una vez más para proporcionar todos los medios necesarios al aumento de conocimientos de quien con una constancia en el estudio, digna de la mayor alabanza, y unas facultades envidiables en todos conceptos, ha llegado en la primavera de su vida a conquistarse un nombre en la república de las letras, y se ha abierto lugar entre los hombres más eminentes en el terreno de la ciencia. Me refiero, Excmo. Sr., a nuestro joven y distinguido paisano D. Marcelino Menéndez Pelayo, que constituye hoy ya, a sus cortos años, una verdadera gloria de nuestro pueblo, el orgullo de su familia, amigos y convecinos todos, que con la satisfacción más sincera le han visto conquistar uno tras otro, todos los premios, que la ciencia reserva para sus predilectos hijos, y le han [p. 422] mirado desde el primer paso en sus estudios avanzar por el camino practicable sólo para el genio, alcanzando un envidiable triunfo siempre que se le ha presentado ocasión de lucir sus conocimientos.—No es preciso, Excmo. Sr., que el que propone haga una sucinta relación de la historia literaria del Sr. Menéndez Pelayo; todos los individuos a quienes tengo la honra de dirigirme conocen las distinciones que ha merecido, todos saben perfectamente la altura a que su aplicación y talento le han colocado, porque esto es del dominio público; todos saben que desde el primer instante en que visitó las aulas hasta haber alcanzado el título de Doctor en su brillante carrera, no ha hecho el Sr. Menéndez Pelayo más que recoger los laureles de un triunfo constante. Su hoja de estudios es el blasón que con más orgullo puede ostentar para distinguirse; en ella se ve que ha merecido la admiración de sus maestros, y los ejercicios de su carrera han llamado la atención hasta el extremo de hacer que nuestro Monarca manifestase sus deseos de tener una entrevista con quien, a la edad del Sr. Menéndez, había conseguido remontarse a la altura de los sabios, haciéndose notable por sus conocimientos. El que propone cree que en el ánimo de todos sus compañeros está el facilitar a la aplicación todos los medios materiales para continuar todo género de estudios, proporcionando aquello que su situación le permita, contribuyendo así a que los que se distinguen por sus adelantos, puedan aumentar su caudal científico. Pudiera el Sr. Menéndez Pelayo desear ir a cualquier punto del Extranjero a completar sus estudios, y para semejante caso sería un acto aplaudido que el Ayuntamiento consignara en su presupuesto una cantidad destinada a sufragar los gastos que al Sr. Menéndez se le originaran, invitando al propio tiempo a la Excma. Diputación Provincial a imitar esta conducta. Por tales consideraciones propongo a la aprobación de V. E. lo siguiente: 1.º Que el Excmo. Ayuntamiento acuerde que en el presupuesto del próximo año económico se consigne la cantidad de tres mil pesetas, destinada a sufragar los gastos que al Sr. D. Marcelino Menéndez y Pelayo se le originen, en el caso de que dicho señor se traslade al extranjero a completar sus estudios: 2.º Que se invite a la Excma. Diputación Provincial a fin de que tome un acuerdo semejante. [p. 423] 3.º Que se consigne en las actas de esta Corporación que tal obsequio es un premio a la aplicación y talento del distinguido joven D. Marcelino Menéndez y Pelayo.—Casa Consistorial de Santander, a diez y siete de Enero de mil ochocientos setenta y seis.

José R. López-Dóriga.
[p. 424] DOCUMENTO NÚMERO 11
ACUERDO DE LA EXCMA. DIPUTACIÓN PROVINCIAL
SUBVENCIONANDO AL JOVEN D. MARCELINO
MENÉNDEZ PELAYO.

SESIÓN DE LA DIPUTACIÓN PROVINCIAL DE 4 DE MAYO DE 1876.

Presidencia del Sr. Parra. Diputados asistentes: Sres. Sautuola, Lastra, Varona, Pezuela, Bodega, Peña, Villa-Ceballos, Ceballos (D. F.), Díaz, Lanuza, Campo, Quevedo, Insausti, Tejada, Polanco, Quintanilla, Piñal, Cedrún, Soriano y Parra. Se aprueba el siguiente informe:

«El Ayuntamiento de Santander, subvencionando con la cantidad de tres mil pesetas al joven Doctor D. Marcelino Menéndez y Pelayo para que pueda perfeccionar sus estudios en el extranjero, ha dado una notable prueba del interés que se toma por sus hijos y comprendido que los triunfos que éstos adquieren recaen especialmente sobre el pueblo que los vio nacer.—Nada enaltece más a las Corporaciones populares que el ayudar con su protección y alentar con su aplauso a los jóvenes que, saliéndose de la esfera común de las medianías, se elevan en alas de su genio al templo de la inmortalidad y de la gloria; y los sacrificios que por ello hagan se encuentran justamente recompensados con el estímulo que despiertan entre los contemporáneos y el agradecimiento que les reservan las generaciones venideras.—Corporación popular también esta Excma. Diputación, debe reclamar para sí la parte de gloria que la corresponde en los triunfos del joven Menéndez, hijo de esta provincia, y como consecuencia de esto significarle su aprecio por sus varios y profundos estudios y contribuir a hacerlos, si es posible, más universales y brillantes, concediéndole una pensión suficiente para que pueda ampliar sus ya hoy vastos conocimientos, dedicándose a investigaciones históricas y bibliográficas. Digno es de la alta protección de V. E. [p. 425] el joven Doctor que en los albores de la juventud posee ya un caudal de conocimientos difícil de adquirir en una larga vida de aplicación y de estudio, omitiendo esta Corporación el enumerarlos porque ya los conoce V. E. por la nota que el Ayuntamiento acompaña a la comunicación que motiva este informe, absteniéndose de entrar sobre su importancia en consideraciones que hace innecesarias la ilustración de V. E.—Consecuente con lo manifestado, la Comisión de Fomento tiene el honor de proponer a V. E.: 1.º Que se signifique al Doctor Menéndez el aprecio que merece a la Excma. Diputación provincial de Santander por su aplicación y brillantes estudios. 2.º Que se concede por la Diputación a mencionado joven, por el término de dos años, la pensión de dos mil pesetas en cada uno con el objeto de que pueda, ya en España o en el extranjero, sufragar los gastos que se le originen en la prosecución de sus investigaciones y estudios históricos y bibliográficos, y muy especialmente los que se refieran a escritores montañeses. 3.º Que se haga saber este acuerdo al Ayuntamiento de Santander manifestándole que la Excma. Diputación ha visto con agrado el suyo de 17 de Enero del corriente año y correspondido gustosa a la invitación que le hace en su comunicación del 18 del mismo.»

[p. 426] DOCUMENTO NÚMERO 12

OFICIO DE MENÉNDEZ PELAYO DANDO GRACIAS AL EXCMO. AYUNTAMIENTO POR LA SUBVENCIÓN QUE LE CONCEDIÓ.

AL EXCMO. AYUNTAMIENTO DE SANTANDER.

«He recibido la muy atenta comunicación en que V. S. me participa, en nombre del Excelentísimo Ayuntamiento, el acuerdo en mi favor tomado en la sesión del 18 del corriente mandando consignar en el presupuesto del próximo año económico la cantidad de 3.000 pesetas, destinadas a sufragar en parte los gastos que se me originen en el caso de trasladarme al extranjero para continuar mis estudios, invitando al propio tiempo a la Excelentísima Diputación Provincial a que contribuya al mismo objeto. No encuentro, ilustrísimo señor, palabras que basten a expresar mi profundo agradecimiento por merced tan extremada y superior a mis escasos merecimientos. Ni mis estudios, por desdicha harto cortos, ni el muy limitado valer de mis ensayos literarios, pobres ciertamente de erudición y de doctrina, bastan a explicar a mis propios ojos la honra señaladísima que esa Corporación municipal me otorga. Sólo ha debido tener en cuenta, al concederla, el amor, en mí grande, aunque poco feliz, a la belleza realizada en el terreno literario, y a los nobles estudios clásicos y a los de erudición varia, tan útiles como sabrosos y deleitables. Hónrase el Municipio honrando las letras, aunque sea en el más oscuro e indigno de sus cultivadores.

Acepto con gozo la ocasión que dicho acuerdo me ofrece de extender y ampliar algún tanto mis modestas investigaciones. Dos objetos principales han de guiarme en el viaje, que bajo los auspicios de esa Corporación y con un fin del todo literario, pienso emprender en breve. Es el primero conocer y penetrar en algún modo las literaturas extranjeras, cuyo estudio hállase sobremanera descuidado en España, a pesar de [p. 427] los grandes auxilios que indirectamente puede aportar a nuestra historia literaria.

El segundo propósito que a esta excursión me conduce, toca aún más de cerca a puntos enlazados con nuestra erudición nacional. Existen en gran número en las bibliotecas extranjeras, libros españoles rarísimos o de muy difícil consulta entre nosotros; libros impresos en ciudades de Italia, de los Países Bajos, o de Alemania, durante los áureos días del siglo XVI. Cada día se hacen nuevos descubrimientos bibliográficos en tal sentido; de esperar es, pues, que una nueva exploración, aunque dirigida por manos tan inexpertas como las mías, pueda acrecentar más o menos el caudal de datos sobre ciertas materias recogidos. Comenzada tengo, tiempo ha, una Historia de los heterodoxos españoles, obra cuyos materiales existen en gran parte fuera de nuestro país, y que sólo puede llevarse a cumplido y feliz término mediante detenidas pesquisas en los grandes depósitos bibliográficos de Inglaterra, Bélgica y Alemania, donde han ido a reunirse muchas de las obras dadas a la luz en aquella y otras tierras extrañas, por fugitivos españoles en los siglos XVI y XVII y aun en el XVIII. Inmenso es mi reconocimiento a la Corporación, que tan poderoso apoyo viene a prestarme en mis pobres trabajos e indagaciones. Eternamente viviré agradecido a los dignos representantes de esta ciudad natal, que así premian en sus hijos, no ya el mérito, sino la intención y el buen deseo, de suyo no muy poderosos, si, cual acontece en este caso, no van acompañados del entendimiento y del saber necesarios para fecundarlos.

Sírvase V. S. comunicar a ese Ayuntamiento, en la forma que más oportuna estime, esta sincera, aunque débil expresión, de mi gratitud por el grande, cuanto inmerecido favor que me dispensa.

Dios, etc.»

Enero de 1876.

Marcelino Menéndez y Pelayo.
[p. 428] DOCUMENTO NÚMERO 13

OFICIO DE MENÉNDEZ PELAYO DANDO GRACIAS A LA EXCMA. DIPUTACIÓN POR LA SUBVENCIÓN QUE LE CONCEDIÓ.

A LA EXCMA. DIPUTACIÓN DE SANTANDER.

«He recibido la muy atenta comunicación de 6 de Mayo, en que V. S. se digna participarme el acuerdo tomado en mi favor por la Excelentísima Diputación Provincial conformándose con el dictamen, en términos para mí harto lisonjeros y aun hiperbólicos, extendido por la Comisión de Fomento.

Excusado sería, ilustrísimo señor, el que yo intentase expresar mi profunda gratitud ante tan elevada muestra de aprecio y tan superior a mis cortos merecimientos. Pero ni convienen a la ilustración de V. S. vulgares acciones de gracias, ni yo estimo en tal ocasión oportunas las frases de uso corriente en parecidas circunstancias. Limítome, pues, a suplicar a V. S. se sirva poner en conocimiento de esa Excelentísima Corporación mi firme, eterno agradecimiento a tales mercedes, anunciando al propio tiempo mi propósito de corresponder a ellas en el modo y forma que mis harto escasos conocimientos me lo permiten.

Y en verdad, ilustrísimo señor, que, si la honra que hoy me concede mi provincia natal hubiese recaído en sujeto de no tan escasas letras ni tan débil entendimiento como yo, ancho campo se le ofrecía para realizar ampliamente los ilustrados y patrióticos fines de esa Diputación.

Comenzando por nuestra Cantabria, ¡cuántos puntos quedan aún inexplorados en su gloriosa historia! ¡Cuánto resta que hacer en su bibliografía! Algunas tareas he dedicado al estudio de las obras de montañeses ilustres, pesaroso de la atención exclusiva que los historiadores de nuestro país dedican a las armas, cual si nunca hubiesen florecido las letras en esta comarca, en todo privilegiada. Aliéntame hoy la espontánea [p. 429] protección de los representantes de la provincia a continuar con nuevo ardor tales investigaciones, no del todo infructuosas, según entiendo.

Otros estudios de más general interés pienso llevar a cabo con la inesperada y generosa ayuda de la Excelentísima Diputación y el Excelentísimo Ayuntamiento de Santander. En preparación tengo una Bibliografía de traductores españoles de Clásicos de la antigüedad, obra no inútil, según pienso, para la apreciación de las extrañas influencias en nuestra literatura nacional. Falta este trabajo entre nosotros; emprendióle a fines del siglo pasado el bibliotecario Pellicer; dejóle muy a principios, sorprendido por la muerte, y yo he tomado sobre mis débiles hombros la carga, no liviana, de continuarle.

Para el total acabamiento de este trabajo se requieren aún detenidas investigaciones en ciertas bibliotecas de España, por mí todavía no exploradas, y, sobre todo, en las más célebres del extranjero. Mucho han de encerrar, aunque tal vez no tanto como pudiera sospecharse, útil para nuestro asunto, los grandes depósitos de impresos y de manuscritos conocidos en París con los nombres de bibliotecas Nacional, del Arsenal, de Santa Genoveva y Mazarina; con el de Ambrosiana, en Milán; de Laurenciana, en Florencia; de San Marcos, en Venecia; de Vaticana, en Roma; de Real, en Nápoles. Y a muchas de ellas exceden en riquezas españolas el Museo Británico de Londres, la biblioteca del Colegio de la Universidad de Cambridge, algunas de los Países Bajos, muchas de Alemania, las de Munich y Viena sobre todo, sin otras que sería prolijo y no necesario enumerar. Difícil, si no imposible, parece el registrarlo todo; pero con sacar a luz algo de los tesoros españoles esparcidos en diversos países extranjeros, daré por satisfechos y cumplidos mis anhelos.

Aún exige más imperiosamente tales exploraciones mi comenzada Historia de los Heterodoxos españoles, desde Prisciliano hasta nuestros días. Porque si es cierto que para una parte considerable de ella suministran abundantes noticias los trabajos de M'Crie, Usoz, Wiffen y los recientes e importantísimos del sabio profesor de Strasburgo doctor Bohemer, cabe añadir [p. 430] a todos ellos muy curiosos datos, y queda, además, casi intacta la porción más extensa de dicha historia. Algo intentaré yo en tal sentido; poco, muy poco lograré, de seguro, realizar, y por eso no insisto más en tal asunto, para que nunca se me pueda acusar de largo en promesas y corto en obras.

Termino, por tanto, como empecé, dando las gracias a la Corporación Provincial, que al honrar las letras en la persona del último y más oscuro de sus cultivadores, da elevada muestra de ilustración, digna en verdad de los nobles representantes del solar montañés.

Sírvase V. S. hacer presente a esa Excelentísima Diputación mi reconocimiento eterno por la honra señalada que me dispensa.»

Mayo de 1876.

Marcelino Menéndez Pelayo.
[p. 431] DOCUMENTO NÚMERO 14

COMUNICACIÓN AL AYUNTAMIENTO ENVIANDO EL PRIMER VOLUMEN DE «ESTUDIOS SOBRE ESCRITORES MONTAÑESES».

AL EXCMO. AYUNTAMIENTO DE SANTANDER.

«Ha tiempo, se dignó V. S. comunicarme el acuerdo de la Corporación, que tan dignamente preside, aceptando la dedicatoria del modesto ensayo que hay publico con el título de Estudios críticos sobre escritores montañeses.

Ahora tengo el honor de remitir a V. S. un ejemplar del primer volumen de dicha publicación con destino al archivo de ese Ayuntamiento, si, a juicio de la Corporación Municipal, merece ocupar en él un puesto, siquier sea el último y más humilde.

Dios guarde a V. E. muchos años.

Santander, 5 de Marzo de 1876.

Marcelino Menéndez y Pelayo.

Sr. Alcalde Constitucional de Santander.»

[p. 432] DOCUMENTO NÚMERO 15

CONCESIÓN A MENÉNDEZ PELAYO POR EL MINISTERIO DE FOMENTO, DE UNA SUBVENCIÓN PARA PROSEGUIR SUS ESTUDIOS EN EL EXTRANJERO.

ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS.—TRASLADO DE UNA ORDEN MINISTERIAL.

Al Director General de Instrucción Pública digo en esta fecha lo siguiente:

«Iltmo. Señor.—Accediendo a lo propuesto por la Diputación Provincial de Santander, el Rey (q. D. g.) se ha servido conferir comisión por el tiempo de un año a D. Marcelino Menéndez y Pelayo para que continúe visitando las Bibliotecas extranjeras con el fin de terminar los trabajos bibliográficos en que se ocupa; y que hasta aquí le han subvencionado la expresada Diputación y el Ayuntamiento de la Capital de la misma provincia; disponiendo S. M. que se le satisfaga como indemnización la cantidad mensual de seiscientas veinticinco pesetas, satisfecha, por lo que se refiere al corriente año económico, con cargo a la partida señalada para gastos eventuales en el Capítulo 22, Artículo 4.º del presupuesto vigente.»

De Real Orden lo traslado a usted para su conocimiento y efectos consiguientes.

Dios guarde a usted muchos años.

Madrid, 18 de Junio de 1877.

Firmado: C. Toreno.

Sr. D. Marcelino Menéndez Pelayo.

[p. 433] DOCUMENTO NÚMERO 16

LAS OPOSICIONES DE MENÉNDEZ PELAYO.

CARTA DE D. MANUEL MARAÑÓN A D. JOSÉ MARÍA DE PEREDA.

Madrid. Hoy 30 de Octubre del 78. Sr. D. José María de Pereda.

Queridísimo amigo: Son las 2 y media de la tarde y voy a buscar a Marcelino para ir a la Universidad; le toca actuar con Milego y para que usted sepa al punto las noticias, iré escribiendo lo que resta de ésta, con lápiz, en el mismo tribunal. Son las 3 y media y empieza la oposición; Milego, con doctoral (algo pedantesco) tono, está actuando; tema (n.º 10) La poesía popular al tiempo de la perdición de España.—Sólo dice generalidades. (n.º 65). Qué hay de original y de imitación en las obras dramáticas de Lope de Vega.—Nada sobre ello tampoco dice. (211) Marco Anneo Séneca.—Sus controversias.—Sólo dice de él que su criterio es estrecho inspirándose en el siglo de oro de Roma. (94) Academias literarias del siglo XVII.—Protección de los monarcas a los literatos.—Sostiene que todos protegieron la literatura, pero humillando a los literatos, que mendigaban la protección de los grandes.—(22) Qué influjo ejercieron en el dogma y su conservación el abate Spera-in-Deo y sus dos discípulos.—Algo más erudito sostiene que sus obras fueron la protesta contra la tiranía ejercida contra los católicos, excitando al martirio desde la cárcel donde escribía. (73) Humanistas y preceptistas españoles del siglo XVI; su influjo. Hace sobre este punto sólo vagas generalidades. Carencia completa aún de la más rudimentaria erudición. (62) Poesías épicas del siglo XVI. Sostiene que en esta época no hay acontecimientos dignos de ser contados y por eso son en realidad todos esos poemas inciertos, vagos, sólo épicos por la forma en que se cantan. (12) Estado de la literatura española en todas sus ramas al principiar el siglo XIX.—Afirma es dicha época un momento de transición hasta que llegase el momento de nuevos ideales; hoy el cantor sólo canta las dudas, los conflictos del espíritu, los azares de la vida, pero no canta la religión como antes, en este tema está pronunciando un discurso progresista—no ha [p. 434] dicho una palabra del tema. (35) Qué caracteres determinan las transformaciones del arte literario en los siglos XII y XIII.—Entiendo que sobre esto no dice absolutamente nada. (63) Del culteranismo; sus formas antes de Góngora.—Aunque haciendo sólo vagas consideraciones, está sin embargo algo acertado.

Va a empezar Marcelino: hay gran concurrencia; veo a Caminero, Villamil, Rayón, Letamendi, Rada y Delgado, Vidart, Lafora, Hinojosa, Bravo y Tudela, Revilla y muchos más.

Son las 4 y media, llaman a Marcelino después de un momento de descanso. Concurrencia inmensa, gran ansiedad. (82) Empieza: Cómo se explica la decadencia lírica en el siglo XVI.—Empieza admirablemente con asombrosa erudición y soltura absoluta. ¡Admirable! ¡Admirable! Movimiento de asombro en el público, no decae ni un momento su erudición ni su crítica admirablemente sostenida.—¡Admirable! Defensa de la... y la inquisición y despotismo político de la parte que vulgarmente se les atribuye en nuestra decadencia literaria. (14) S. Leandro como orador sagrado, su influjo en la literatura española.—Profusión de datos.—¡Admirable! En este momento le interrumpe Valera recordándole el tiempo de que puede disponer. (42) Observaciones sobre la literatura castellana de los siglos XIV y XV. Influencia arábiga.—Juzga a Amador de los Ríos y habla de un códice adquirido hace tres meses por la Biblioteca de París. ¡Asombroso! Estoy sufriendo porque si sigue dando tal extensión a las preguntas no va a acabar en la hora y media. (81) Causas que promueven y dificultan el género épico del siglo XVI.—¡Admirable!, ¡Sublime! (95) Góngora, caracteres de sus poesías.—Hace una historia detalladísima buscándola en los tiempos hasta llegar a Góngora. (32) En cuántos períodos dividiría la Historia de nuestra literatura (faltan 36 minutos). (54) Comedia de Calisto y Melibea.—Tiene sobre ella tales rasgos de erudición que el público y el tribunal se quedan asustados. (16) S. Eugenio de Toledo, estudio sobre sus poesías, en este momento una inmensa salva de aplausos acoge sus palabras. (80) Calderón, sus obras.—¡Sublime! (70) Historiadores de nuestros días. Felicítele a su padre, no hay tiempo a más.

¡Viva Marcelino!
M.
[p. 435] DOCUMENTO NÚMERO 17

NOMBRAMIENTO DE D. MARCELINO MENÉNDEZ PELAYO PARA LA CÁTEDRA DE HISTORIA CRÍTICA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA DE LA UNIVERSIDAD CENTRAL.

DON FRANCISCO DE BORJA QUEIPO DE LLANO Y GAYOSO, CONDE DE TORENO, MINISTRO DE FOMENTO

Por cuanto atendiendo a las circunstancias que concurren en D. Marcelino Menéndez y Pelayo, y a lo propuesto por el Tribunal de Oposiciones; el Rey (q. D. g.), por orden de esta fecha, ha tenido a bien nombrarle Catedrático numerario de Historia crítica de la Literatura española, en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central con el sueldo de CUATRO MIL PESETAS anuales y demás ventajas que la Ley determina. Con arreglo a lo prevenido en la disposición primera de la Instrucción de diez de Diciembre de mil ochocientos cincuenta y uno, expido al referido D. Marcelino Menéndez y Pelayo el presente título, para que desde luego y previos los requisitos expresados en dicha Instrucción y Real Decreto de veintiocho de Noviembre del mismo año, pueda entrar en el ejercicio del citado cargo, en el cual le serán guardadas todas las consideraciones, fueros y preeminencias que le corresponden. Y se previene que este título quedará nulo y sin ningún valor, si se omitiese el Cúmplase, el decreto mandando dar la posesión y la certificación de haber tenido efecto por la Oficina competente; prohibiéndose en cualquiera de estos casos que se acredite sueldo alguno al interesado, y se le ponga en posesión de su cargo.

Dado en Madrid a diez y siete de Diciembre de mil ochocientos setenta y ocho.

El Conde de Toreno.
[p. 436] DOCUMENTO NÚMERO 18
INCIDENTE CON EL ACTOR RAFAEL CALVO.

CARTA DE MENÉNDEZ PELEYO A D. MANUEL CAÑETE.

Madrid, 15 de Setiembre de 1886.

Sr. D. Manuel Cañete.

Mi querídisimo amigo y compañero: Siento tener que importunar a usted de nuevo sobre un asunto que largamente tratamos ayer, y al cual yo desearía dar la solución más fácil y decorosa para todos.

Usted sabe que en mí no queda vestigio de rencor alguno contra el Sr. Calvo ni contra nadie; que para mí todo está borrado y olvidado y pasado como si jamás hubiese sido; que yo no exijo ni pretendo reparación pública de ninguna especie, puesto que como nada perdí, ni en mi estimación propia, ni en la que puedan concederme las gentes, no tengo el derecho de exigir que se me restituya o devuelva nada. Como cristiano y como hombre, libre, a Dios gracias, de ciertas preocupaciones y puntillos de falso honor, tampoco caeré nunca en la soberbia de suponer que nace de humillación o de abatimiento lo que siempre es y será a mis ojos una acción noble, digna y honrada. Si yo, por ceguedad de las pasiones, o por cualquier otro motivo, hubiese ofendido al Sr. Calvo o a cualquier otra alma viviente, y luego saliese de mi ceguedad y reconociese mi error, me parecería largo el tiempo que tardase en reconocerlo y confesarlo, y esta confesión me enaltecería singularmente a mis propios ojos, como nacida de la misma dignidad humana que hay en mí, y que yo deseo ver igualmente enaltecida y respetada en todos mis semejantes.

El Sr. Calvo, en el mero hecho de haber meditado o intentado esta reparación por cualquier medio que fuese, ha crecido extraordinariamente a mis ojos y ha acabado de borrar todo resentimiento, si alguno quedaba. Desde hoy en adelante no [p. 437] tendrá en mí, más que un servidor, y ¿quién sabe si, andando el tiempo, un amigo?

Pero tampoco puedo olvidar que aquella cuestión produjo un escándalo, por mi parte bien involuntario; y que ese escándalo se recuerda todavía, aunque yo no lo recuerdo, y que de fijo causaría extrañeza, lo mismo entre mis amigos que entre mis enemigos, mi presencia en el banquete de esta noche, al cual, por otra parte, me asocio con toda mi alma, no sólo en el concepto de reunión amistosa de personas que me son, en su mayor parte, queridas y simpáticas, sino también como esfuerzo para levantar de su postración el decadente arte dramático nacional.

Yo no tenía ayer, cuando hablé con usted, inconveniente alguno en asociarme a este acto nobilísimo, aun con mi asistencia, pero luego se me ocurrió que dadas las ideas falsas y absurdas dominantes en nuestra sociedad acerca de estos casos que llaman de honor, iba a parecer extraño que yo aceptase la invitación del Sr. Calvo cuando hasta entonces no había mediado paso alguno directo de reconciliación entre ambos. Para mí bastaba y sobraba con lo que usted y el Sr. Tamayo me dijeron, pero ¿bastaría de igual modo para el público? ¿Quién impedía a los periodistas apoderarse de este acto y tergiversarle a su modo, suponiendo, v. g., que yo había ido a buscar al Sr. Calvo, o que el Sr. Calvo había venido a buscarme a mí?

Por eso propuse a usted, a última hora, aquel arbitrio de hacer que el Sr. Calvo me escribiese de cualquier modo, o a lo menos me invitase directamente a esa comida. Pero lo único que he recibido de los señores Calvo y Vico, hasta la hora presente (tres de la tarde), es una butaca para la función de mañana en el Teatro Español, a la cual asistiré, si Dios quiere, agradeciéndoles mucho este favor. Pero usted comprenderá que no habiéndome invitado esos señores al banquete de hoy, yo no tengo el deber, ni aun el derecho de asistir.

En la cuestión entre el Sr. Calvo y yo, yo fui el ofendido y él el ofensor, y me parece absurdo que el ofendido se vaya a comer con el ofensor, cuando éste no le ha convidado.

[p. 438] Usted que es tan bueno, tan caballero, tan discreto y tan hombre de mundo, hará de esta carta el uso que tenga por conveniente, y son tales mis deseos de paz y concordia, que puede usted decir a esos señores (si por casualidad me esperan) que estoy mal de salud, o que tengo esta noche Academia de la Historia, y en ella un informe mío que debe discutirse.

Creo que usted se penetrará de todas estas razones, y sobre todo, del entrañable afecto que le profesa su verdadero amigo y compañero y s. s. q. s. m. b.

M. Menéndez y Pelayo
[p. 439] DOCUMENTO NÚMERO 19
ACADEMIA DE CIENCIAS MORALES Y POLÍTICAS.

SOLICITUD DE MENÉNDEZ PELAYO PIDIENDO PRÓRROGA PARA ESCRIBIR EL DISCURSO DE INGRESO.

Excmo. Sr.: Recibí en tiempo oportuno la comunicación de V. E. recordándome los artículos del Reglamento de esa docta Corporación, que se refieren el término dentro del cual han de presentarse los discursos de ingreso.

Nadie más obligado que yo a cumplir en breve plazo con este deber reglamentario, puesto que fue en la Academia señaladísimo favor el nombrarme, dada la exigüidad de mis estudios y merecimientos.

Pero la mala suerte, que suele complacerse en burlar los mejores propósitos, ha hecho que en los meses últimos me fuera imposible atender a tan importante tarea, por haberse acumulado otras de fecha anterior y para mí de imprescindible cumplimiento; por todo lo cual me hallo a estas horas culpable de evidente infracción al Reglamento. Y si alguna excusa puede ser admitida en este punto, confieso que ninguna de ellas me alcanza, salvo el natural temor de no haber querido ocupar la atención de la Academia con cualquier trabajo baladí, indigno de los graves estudios que con tanta gloria suya y de nuestro país cultiva esa Academia.

En tal situación no me queda más recurso que acudir de nuevo a la indulgencia de ese docto Cuerpo, solicitando por primera y única vez, una prórroga de cuatro meses, para presentar mi discurso.

Y si la Academia, en uso de sus atribuciones y quizás en honra y ventaja propia, se negase a aceptar esta súplica, llamando a su seno persona más activa y por todos conceptos más digna de servir a las tareas de su Instituto, yo lo vería de buen talante y reconocería la estricta justicia del caso, siendo para mí bastante honra la de haber sido electo, y [p. 440] bastante remordimiento el no haber respondido a la elección en el plazo fijado, que quizá puede parecer estrecho a los ingenios tardos como el mío, y al propio tiempo respetuosos para el buen nombre de la Academia, que de ningún modo quieren comprometer con trabajos poco maduros.

Dios guarde a V. E. muchos años.

Santander, 26 de Setiembre de 1890.
[p. 441] DOCUMENTO NÚMERO 20
CONSEJO DE INSTRUCCIÓN PÚBLICA.

CARTA DE MENÉNDEZ PELAYO AL PRESIDENTE D. ALEJANDRO GROIZARD.

Excmo. Sr. D. Alejandro Groizard.

Mi distinguido amigo: Agradeciendo profundamente la cortesía y deferencia con que usted y sus compañeros de Consejo se dignan invitarme a concurrir a la junta que ha de celebrarse esta tarde, no puedo menos de manifestarle la absoluta imposibilidad en que me encuentro de acceder a tales deseos, por haber presentado, en Mayo de 1891, mi irrevocable dimisión del cargo de Consejero. Es cierto que sobre ella no ha recaído hasta el presente resolución alguna, pero yo, desde la fecha citada, dejé de considerarme como individuo de esa Corporación, y ni he vuelto a asistir a sus sesiones, ni he tomado parte en sus tareas, razón que moralmente me incapacita ahora para asistir, según he manifestado ayer mismo al Sr . Ministro de Fomento.

Ajeno yo de todo punto, como saben bien cuantos me conocen y tratan, a todo lo que estos días se ha dicho y escrito sobre la cuestión ya antigua de un expediente de provisión de categorías en que anduvo mezclado mi nombre; y deplorando más que nadie los ataques y censuras de que haya podido ser objeto ese alto Cuerpo consultivo, cuyo decoro y prestigio soy el primero en respetar, y al cual tanto me honro de haber pertenecido, entiendo que la mejor manera de mostrar este respeto y consideración mía, es el absoluto silencio que hasta ahora he guardado y me propongo guardar, en este asunto, que por mi parte estaba ya olvidado y al cual siempre he concedido poquísima importancia, siendo para mí motivo de gran sorpresa el calor con que se discute por una y otra parte. Yo, ni puedo ilustrar la opinión del Consejo en un asunto cuyos trámites ignoro, ni menos dar ni recibir explicaciones sobre actos y pareceres en que no he tenido intervención alguna. Ni acierto a comprender tampoco en qué puede padecer el decoro y prestigio de una Corporación tan elevada y respetable como el [p. 442] Consejo, por los juicios y censuras que la prensa periódica haya formulado, como diariamente los formula, sobre todo género de actos oficiales y de instituciones, a tenor de la impresión del momento. Yo no tengo que reprender a nadie por lo que a cada cual se le ocurra escribir en los periódicos tomando ocasión o pretexto de mi nombre. Precisamente los periódicos más afines a mis ideas políticas son los que más tibios se han mostrado en mi defensa o en lo que consideraban tal.

Conozco demasiado la acendrada rectitud y justificación del Consejero que fue ponente de aquel dictamen, y de los demás señores que se adhirieron a él, ya en la sección, ya en el pleno, para tener la más leve sospecha acerca del espíritu de imparcialidad con que seguramente procedieron. Ellos votaron, como siempre, lo que entendían que era justo y legal; el Consejo hizo suyo el dictamen y no hay para qué volver sobre una cuestión definitivamente fallada.

Mi opinión particular sobre el fondo de este debate importa poco, y no pienso exponerla ni en el Consejo ni fuera de él, tanto por lo enojoso que es siempre hablar de sí propio, cuanto por el respeto que profeso a toda convicción honrada y sincera, por muy adversa que sea a las mías. Creo que el actual sistema de provisión de categorías y de concursos es funesto para la vida científica y para la dignidad del profesorado, y ha de producir cada día peores frutos, pero esta firme creencia mía no pretendo imponérsela a nadie. Mi cuestión personal nada importa; casos hay (y algunos bien recientes) mucho más graves que el mío, puesto que yo en el fondo no he sufrido perjuicio alguno, ya que por otros conceptos disfruto la única ventaja inherente hoy a la categoría de término.

Sírvase usted dar a conocer a sus compañeros (si en ello no ve inconveniente) esta franca y leal manifestación de mi sentir, asegurándoles al propio tiempo que, no sin profunda pena, y cediendo sólo a imperiosas razones de conciencia y decoro personal, insisto en la dimisión presentada hace dos años, y dejo de pertenecer a una Corporación en que siempre encontré tanta benevolencia, y de la cual conservo tan gratos recuerdos.

De usted siempre muy afectuoso amigo y s. s. q. b. s. m.

M. Menéndez y Pelayo
[p. 443] DOCUMENTO NÚMERO 21

INSTITUTO LINGUÍSTICO.

COMUNICACIÓN DE MENÉNDEZ PELAYO AL SR. MINISTRO DE FOMENTO.

Excmo. Sr. Ministro de Fomento:

Al aceptar el que suscribe el honroso cargo de Delegado del Ministerio de Fomento para la organización del Instituto Lingüístico, con que V. E. tuvo a bien favorecerle, entendía que tal cargo llevaba consigo libertad absoluta de opinión en cuanto al modo y forma de constituirse tal Instituto, ya en lo tocante a su régimen interno, ya en lo que dice relación al cuadro de enseñanzas que en esta nueva fundación deben darse.

Pero en las discusiones habidas en las diversas juntas que hasta hoy ha celebrado la comisión organizadora, resulta claro el unánime parecer de los individuos de la misma (excepción hecha del que suscribe) en cuanto a considerar como obligatorias y fuera de discusión ciertas bases aprobadas por mayoría relativa del Claustro de esta Universidad en el mes de junio pasado.

En estas bases se consignan principios que, a juicio del que suscribe, no caben dentro de la legislación actual de Instrucción Pública, prescindiendo ahora del valor intríseco que ellos tengan. Tal sucede con el llamado Consejo de Patronato, que sustrae totalmente de la dirección y vigilancia del Gobierno el nuevo Instituto, convirtiéndole en un establecimiento libre de enseñanza, por más que el Estado haya de sufragar la totalidad de sus gastos o la parte más considerable de ellos.

El que suscribe no se cree de ningún modo autorizado para proceder más adelante en su comisión, dando fuerza con su [p. 444] voto y con la representación que lleva de ese Ministerio, a procedimientos que en conciencia no le parecen legales.

Suplica, por tanto, a V. S. que acepte la irrevocable dimisión que hace de dicho cargo, fundada no sólo en las razones ante dichas, sino también en el exceso de ocupaciones ineludibles a las cuales hoy tiene que atender.

Dios guarde a V. E. muchos años.

Madrid, 7 de Abril de 1888.

M. Menéndez y Pelayo
[p. 445] DOCUMENTO NÚMERO 22
INCIDENTE ENTRE MENÉNDEZ PELAYO Y D. EMILIO COTARELO.
ACTA.

Los abajo firmantes, representantes el primero de D. Marcelino Menéndez Pelayo y el segundo de D. Emilio Cotarelo, reunidos, para dilucidar y medir el alcance de un desagradable incidente que surgió noches pasadas entre estos dos señores, han encontrado, después de confrontadas las versiones respectivas del suceso, que, como era de esperar, tratándose de personas notoriamente tan cultas, no ha habido por parte de uno ni de otro, el menor intento preconcebido de agresión ni de disputa, sino que por creer el Sr. Cotarelo que el Sr. Menéndez Pelayo había vertido un concepto inexacto, que juzgaba molesto, y por estimar este señor que la forma en que se le pedía sobre esto una explicación, implicaba una imposición que le impedía darla, hizo que se exaltaran los ánimos de los dos interlocutores, más allá de lo que estaba en el ánimo de cada uno de ellos; pero sin alcanzar más proporciones los hechos que las de un pasajero, y como queda dicho, desagradable incidente, que en nada afecta la reputación ni el honor de nuestros representados.

Madrid, 12 de Noviembre de 1908.

Mariano Catalina                                                     Marqués de Pidal

[p. 446] DOCUMENTO NÚMERO 23

ACADEMIA DE LA HISTORIA
LA ELECCIÓN DE DIRECTOR.

Madrid, 23 de noviembre de 1909.

Excmo. Sr. Dn. Eduardo Saavedra.

Mi ilustre amigo y compañero: Se acerca el tiempo de las elecciones en la Academia de la Historia, y por tercera vez voy a encontrarme, aunque sólo sea en apariencia, enfrente de la candidatura de una persona, a quien tanto estimo y respeto como usted.

No necesito recordar los incidentes que en este asunto ha habido, y a los cuales probablemente ha sido tan ajena la voluntad de usted como la mía. Usted sabe que en la primera votación interina sólo consentí que mi nombre sonase cuando me aseguraron personas, que parecían bien informadas, que usted rehusaba el puesto de Director y aconsejaba a sus amigos que me votasen. Por error sin duda, llegamos a una lucha y a un empate que me desagradó profundamente. En la segunda elección, aunque acaso hubiéramos podido triunfar por un voto, decidí con mis amigos que no asistiésemos a la sesión para que resultara usted elegido por unanimidad, y así lo cumplimos.

Hoy la situación ha cambiado, y aunque en estos cálculos es fácil equivocarse, creo que la mayoría de la Academia está dispuesta a votarme. Pero entrar de esta manera, y dando una batalla, que puede ser mal interpretada por los que no nos conocen ni a usted ni a mí, no es cosa que puede halagarme, sino que más bien me contraría y entristece. En una Academia, formada y compuesta de trabajadores serios como la de la Historia, no parecen bien estas disensiones, que van dando al traste con otros Cuerpos más accesibles al influjo político y a la vanidad mundana.

[p. 447] Yo no pretendo en manera alguna, influir sobre la voluntad de usted, pero le ruego que, con su acostumbrada prudencia y sabio consejo, resuelva el conflicto pendiente del modo que mejor cuadre a la paz de la Academia, en que todos estamos interesados. Y espero de la buena amistad de usted que me haga la justicia de creer que ni ahora, ni antes, ni nunca, he procedido, ni soy capaz de proceder, por impulsos de necia rivalidad con persona que tanta veneración me inspira como sabio y como hombre.

De usted afmo. amigo y compañero s. s. q. b. s. m.

M. Menéndez y Pelayo

CONTESTACIÓN DE D. EDUARDO SAAVEDRA.

Madrid, 25 de noviembre de 1909.

Excmo. Sr. D. Marcelino Menéndez Pelayo.

Muy distinguido compañero y antiguo amigo: Soy y he sido el primero en deplorar las divisiones surgidas en nuestra Academia a la muerte del inolvidable Marques de la Vega de Armijo, y estoy firmemente resuelto a poner cuanto esté de mi parte para que cese tal estado de cosas. A cuantos han querido oírme he rogado que voten la candidatura de usted como merecido tributo de consideración a su persona, no menos que como muestra de un espíritu de transigencia que de seguro habrá de verse cumplidamente correspondido, y espero que bajo el prudente gobierno de un compañero tan insigne renazca la armonía a todos tan necesaria.

Agradeciéndole sus benévolas frases, le felicita por su noble actitud su constante admirador y a. a.

Eduardo Saavedra.
[p. 448] DOCUMENTO NÚMERO 24
PARTIDA DE DEFUNCIÓN DE MENÉNDEZ PELAYO.
CERTIFICACIÓN.

«El infrascrito, cura ecónomo de San Francisco, de la ciudad y diócesis de Santander, certifico: Que en el libro VI de finados perteneciente a este archivo parroquial, al folio 86, existe una partida que textualmente dice: «Marcelino Menéndez y Pelayo, núm. 273. Hoy, 19 de mayo de 1912, a las cinco y media de la tarde y después de recibir los Santos Sacramentos, falleció en esta ciudad, en la calle de Gravina, hotel, piso primero, el Excmo. Sr. D. Marcelino Menéndez Pelayo, natural de Santander, de profesión Bibliotecario Nacional, de 55 años de edad, soltero, hijo legítimo de D. Marcelino Menéndez y D.ª María Jesús Pelayo.

Testó ante el notario de esta ciudad, D. Manuel Alipio López.

Para que conste, lo firmo, fecha ut supra. El párroco, Dr. Agapito Aguirre y Gutiérrez.— Rubricado.»

Es copia exacta del original a que me refiero. Y para que conste expido la presente, que sello y firmo en Santander, a 26 de Febrero de 1940.

Dr. Fabián Mazorra Diego

Notas

[p. 413]. [1] . Téngase en cuenta al leer este documento que desde el tercer curso no había más calificación oficial para los alumnos que la de aprobado; por eso no figuran en él más sobresalientes que los del primero y segundo año.