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El Distrito de Salamanca y el Ayuntamiento de Madrid colocan una placa de homenaje a Ignacio Hernando de Larramendi

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“En esta casa vivió, desde 1950 hasta su fallecimiento en 2001, el abogado, humanista y mecenas Ignacio Hernando de Larramendi. Creador del sistema MAPFRE y arquitecto del seguro moderno”.

Esas son las palabras que rezan en la placa de la calle General Oraá, en su número 26, y que fue protagonista del emotivo homenaje que el Distrito de Salamanca y el Ayuntamiento de Madrid rindieron, en forma de placa conmemorativa y en compañía de docenas de familiares, amigos y conocidos, a don Ignacio Hernando de Larramendi.

La iniciativa, que ha sido impulsada por el Grupo Mixto y la Junta Municipal de distrito de Salamanca del ayuntamiento madrileño, ha culminado con la colocación de dicha placa en un acto multitudinario en honor a uno de los más importantes empresarios del siglo XX español.

El acto institucional comenzó con la bienvenida a cargo del secretario del distrito de Salamanca Javier Gardón Núñez. A continuación, José Fernández Sánchez, concejal y presidente del distrito de Salamanca, pronunció unas palabras que sirvieron de preludio a la intervención de Margarita Hernando de Larramendi Martínez, hija de don Ignacio.

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Margarita H. de Larramendi descubriendo la placa en reconocimiento a su padre.

Margarita fue la encargada de realizar un emotivo discurso, en nombre de toda la familia, en recuerdo de su padre y de su madre, doña Lourdes, y de los momentos vividos en General Oraá, un “broche de oro para las celebraciones del centenario del nacimiento de mi padre que, con tanto entusiasmo y rigor impulsó nuestro hermano Luis, quien nos dejó, muy prematuramente”.

  • De izquierda a derecha, Luis Cueto, concejal del Grupo Mixto del Ayuntamiento de Madrid, Margarita H. de Larramendi, hija de don Ignacio Larramendi, José Fernández, concejal presidente del Distrito de Salamanca, Javier Gardón, secretario del Distrito de Salamanca.

Al acto asistieron numerosos familiares de don Ignacio Hernando de Larramendi. Allí estaban sus hijos Ignacio, presidente de esta Fundación, Carmen, vicepresidenta, Coro, Tachi, directora general de DIGIBÍS, Margarita, patrona de la Fundación y Miguel, patrono. También se pudo ver a sus hijos políticos, nietos, bisnietos y sobrinos de don Ignacio y doña Lourdes, quienes recordaron, junto al resto de la familia, algunas de las miles de anécdotas que se vivieron en esa casa. Entre los asistentes estaban algunos de los amigos de la infancia como Jaime, José y María Jesús Mateu Istúriz, hijos del magistrado del Tribunal Supremo, José Mateu Cánovas, y hermanos de Ignacio Mateu Istúriz, teniente de la Guardia Civil, ambos asesinados por la banda terrorista ETA en 1978 y 1986 respectivamente.

No pudieron faltar al evento los compañeros y amigos de MAPFRE. Con su presidente, Antonio Huertas a la cabeza, fueron numerosas las personalidades y directivos, de la que es la compañía aseguradora más importante de nuestro país, que arroparon a toda la familia en un día tan señalado. Entre ellos, pudimos ver a José Manuel Martínez, presidente de honor de MAPFRE; a Ignacio Baeza, vicepresidente de MAPFRE o a Alberto Manzano, ex presidente de Fundación MAPFRE, entre otros, quienes compartieron la jornada con todos los allí presentes.

Un piso, un hogar

Corría el año 1950 cuando don Ignacio y doña Lourdes se mudaron al que sería su hogar definitivo, hasta el fallecimiento de ambos. La vivienda, que tenía 140 metros cuadrados, pronto se quedaría pequeña ya que, poco a poco, fue completándose con la llegada de sus nueve hijos. Y aunque no lo parezca, la falta de espacio no supuso ningún problema, ya que el ingenio y la organización de todos los integrantes de la familia permitió seguir habitando el piso de la calle General Oraá.

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De izquierda a derecha, arriba: Ignacio, Tachi, Carmen, Coro, Carolo, y Luis. Sentados, de izquierda a derecha: Miguel, doña Lourdes, Margarita, don Ignacio y Ramón.

Las claves eran ser imaginativos y organizados. Los dormitorios siempre se compartieron entre los diferentes hermanos, facilitando la convivencia: un dormitorio para los padres, otro para tres de los hermanos, dos más en el tercer dormitorio, y las cuatro chicas compartiendo el último dormitorio que, durante el día era el cuarto de estar.

La falta de espacio nunca fue un problema en casa de los Hernando de Larramendi-Martínez. Don Ignacio, incansable trabajador, incluso fuera de la oficina, trabajaba por las noches en la mesa del comedor. Junto a él, sus hijos compartían mesa y estudiaban a su lado, independientemente de su edad o curso académico. Y todos fueron universitarios.

Curiosamente, y en contra de los convencionalismos de la época, en la casa de General Oraá nunca hubo televisión. En los años en los que se produjo la mayor implantación del televisor en España, el alimento para el alma de la familia al completo fueron los libros. Había muchísimos libros. Libros y librerías por toda la casa.

Decía don Ignacio en su última entrevista, el 4 de julio de 2001 en el diario La Razón, apenas dos meses antes de su fallecimiento, que él no quería dejar ‘hijos de rico’. “No he tenido la tentación de ser rico. Me ha gustado vivir bien, pero no dejar a ‘hijos de rico’ que siempre han tenido una existencia fatal”.

Y esa afirmación no era tan solo una frase de cara a la galería. Don Ignacio y doña Lourdes inculcaron a sus hijos “que las cosas materiales eran un medio, no un fin, y que, por lo tanto, la mejor herencia que les podían dejar era, por una parte, el facilitarles el acceso a la máxima educación, ya que este sería un patrimonio que poseerían para siempre […] y, por otra, potenciar el gusto por viajar y conocer diferentes culturas ya que también contribuiría a su enriquecimiento personal” (Carmen H. de Larramendi, Revista FREMAP, 2002).

Los nueve hermanos vivieron y se criaron en la felicidad de un hogar corriente, en el que compartieron habitaciones, mesa de estudio, libros, risas y alegrías.

Ahora, la calle General Oraá, en su número 26, presume de una placa que recuerda que ahí vivió el abogado, humanista y mecenas Ignacio Hernando de Larramendi.

Pero desde siempre, la calle General Oraá, en su número 26, presumió de que ahí vivió la familia Hernando de Larramendi-Martínez.

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