Presentación de la Fundación Ignacio Larramendi (a la edición de 2011)

Lourdes Martínez Gutiérrez
Vda. de Hernando de Larramendi
Presidenta de la Fundación Ignacio Larramendi

 

Fotografía de una escultura de Francisco de Vitoria en la Universidad de SalamancaSin dificultad podrá creerme quien estas líneas leyera que para mí resulta especialmente grato presentar este proyecto, fruto de la colaboración de la Fundación MAPFRE y la Fundación Ignacio Larramendi. Han sido tantos años colaborando estrechamente con mi marido, tanto en la empresa que supo poner a flote como en sus iniciativas más personales, que tengo la impresión de  que no dejo de participar en esa colaboración y, sobre todo, que sigo la línea que nos marcamos hace ya tantos años y en la que veo con enorme satisfacción y orgullo la participación de mis hijos. Ignacio no sólo fue un excelente gestor y ahí está la indiscutible realidad de MAPFRE para demostrarlo, sino un hombre de ideas. Sabía claramente que la sociedad civil debería colaborar para llevar a buen puerto iniciativas beneficiosas para toda la sociedad. Y por ello y desde un primer momento multiplicó en MAPFRE todo tipo de fundaciones que se han caracterizado siempre por su buen hacer y que recientemente se han fusionado dando así un especial protagonismo en la gestión de la propia MAPFRE a las ideas fundacionales que Ignacio tenía profundamente arraigadas en su pensamiento.

Muchas de ellas tenían relación con América y no es cuestión de enumerarlas aquí, pues la propia Fundación MAPFRE Tavera dedicó un libro memorable a recapitularlas. Este proyecto que hoy presentamos tiene mucho que ver con América, pues América fue pieza de toque para despertar en el ánimo de los mejores pensadores españoles de la época una multitud de ideas que han resultado ser especialmente fecundas.

Aunque este hecho, hoy en día, resulte indiscutible, queda todavía mucho grano por aventar y para ello la Fundación MAPFRE y la Fundación Ignacio Larramendi han creado esta nueva biblioteca virtual de la Escuela de Salamanca, dedicada precisamente a ella, a los textos, que son muchos, y a las relaciones entre ellos , que son todavía más y no siempre bien conocidas.

Ignacio, al igual que yo, siempre creyó que la mecanización de los procesos, y lo dijo explícitamente en más de un escrito, era imprescindible para llevar a cabo cualquier tipo de iniciativa y, de hecho, supo prever que para realizar las que había instituido para la Fundación Ignacio Larramendi, era necesario contar con una empresa que en su origen se llamó DIGIMAP y en la actualidad DIGIBÍS y cuyas acciones posee en su práctica totalidad la Fundación Ignacio Larramendi. Así, la Fundación, a través de su Patronato, establece las líneas maestras y fija los objetivos que debe conseguir la Fundación cada año, así como allega los recursos necesarios para hacerlos realidad. Sabíamos en el Patronato de la Fundación Ignacio Larramendi que para poder mostrar, no sólo las obras de los autores de la denominada Escuela de Salamanca, sino también las relaciones existentes entre ellos, necesitábamos de un aporte económico especial. Y ahí tomo cartas en el asunto mi hijo Luis, vicepresidente ejecutivo de la Fundación Ignacio Larramendi e inició la negociación con la Fundación MAPFRE para conseguir esos recursos extra. Y así, primero con José Luis Catalinas, tantos años colaborador directo de mi marido, y luego con Alberto Manzano, con quien me une tan estrecha amistad, fue posible financiar un proyecto verdaderamente avanzado que no por casualidad está siendo refrendado internacionalmente por aquellas instituciones que tienen capacidad sobrada para ello.

 En los próximos cuatro años daremos muestras de nuestro buen hacer técnico e intelectual con proyectos que acordaremos entre ambas fundaciones, pero entre los que, como puede imaginarse el lector, no faltarán la Escuela de Traductores de Toledo; el Constitucionalismo de 1812 y su repercusión en Hispanoamérica y muchos países europeos; la Hispania Romana, tan fecunda; las olvidadas Ciencias Naturales españolas que alcanzaron su culmen con la descripción de lo que para los europeos era desconocido en la flora y en la fauna de Europa, Asia y Oceanía, los Novatores, la casi completamente desconocida pujanza cultural española de la época visigótica, la polémica de la ciencia española... Es decir, tantos aspectos que habrán de cubrirse no sólo con el estudio riguroso de los textos sino con la aplicación de los últimos avances de la tecnología de la información y de la comunicación, según los principios que rigen el que empieza a denominarse ahora 'humanismo digital'.

Nada de esto podría llevarse a cabo sin la acción fundamental de la empresa a la que he hecho referencia. También me emociono al recordar que es mi hija Tachi Hernando de Larramendi quién todos los días consigue que una pequeña empresa española esté proporcionando a decenas de instituciones de todos los puntos de España, y ahora también en Europa y pronto en América, resultados perfectamente parangonables con los de instituciones importantísimas y recursos mucho mayores en varios grados de magnitud. DIGIBÍS es, incluso en estos tiempos de crisis, una empresa que, si bien no llega a ser rentable, tampoco disminuye el capital de la Fundación Ignacio Larramendi y si se tuviera que resumir en una sola frase, la modernidad y la audacia de sus desarrollos informáticos, me limitaré a recordar que más de una tercera parte de su facturación está homologada por las agencias nacionales de calificación como actividades de I+D+i.

Madrid, 17 de noviembre de 2011

Festividad de San Teodoro de Amasea y
XXV Aniversario de la constitución ante notario de la Fundación Ignacio Larramendi