Introducción:
la Biblioteca Virtual de la Escuela de Salamanca y Linked Open Data

Xavier Agenjo Bullón
del Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos
Director (en excedencia) de la Biblioteca de Menéndez Pelayo
Director de Proyectos de la Fundación Ignacio Larramendi

ORCID:http://orcid.org/0000-0001-8338-8087
DOI: http://dx.doi.org/10.18558/FIL

Convento de San Esteban, Pascal, Descartes y Leibniz.

La Fundación Ignacio Larramendi presenta la que tal vez sea su obra más ambiciosa hasta la fecha y no puede haber mejor momento que la conmemoración del XXV Aniversario de la creación por Ignacio Hernando de Larramendi, mi amigo y maestro, de la Fundación Hernando de Larramendi, que cambió de nombre al actual por decisión unánime de su Patronato el año 2005.

La Escuela de Salamanca no tiene, como con frecuencia ocurre en la historia del pensamiento y de las ideas, un carácter formal. Sin embargo, la crítica ha querido ver en un grupo de pensadores españoles, la práctica totalidad de ellos hombres de Iglesia, determinados factores comunes. La Escuela de Salamanca es probablemente, con la posible excepción de la Escuela de Traductores de Toledo, la mayor aportación hasta el momento de España, en realidad de Hispanoamérica, al pensamiento occidental y mundial.

Una de las características de la Escuela de Salamanca es el complicado entramado de las relaciones que existieron entre sus miembros; muchas veces se sucedieron en las cátedras de la universidad o polemizaron entre sí; en otras ocasiones se vieron implicados en terribles polémicas e incluso en ataques legales, bien procedentes del brazo secular, bien procedentes de la Inquisición; y en ocasiones se atacaron y se defendieron. El nombre de alguno de estos autores aparece en las aprobaciones de los libros de otros, o bien en los escritos panegíricos que, junto a las primeras, figuraban en los preliminares de la estructura del libro español antiguo. Todo ello es complejo.

Por otra parte, se trató de un pensamiento muy fecundo y su influencia ha sido enorme. Lo fue desde el primer momento y a veces de forma incontestable. Sin embargo, es difícil encontrar en la literatura de la época declaraciones explícitas de los autores a los que influyeron. Éstas sólo se hacen presentes en los pasajes en los que el autor recurre al tono crítico, a veces panfletario. Recordemos, por ejemplo, las Lettres provinciales de Pascal. Pero, si bien Descartes o Leibniz tienen una influencia directísima de nuestros autores, lo cierto es que o bien la disimulaban o bien la mencionaban someramente. Ese fue el caso del primero que estudió en un colegio jesuita, donde los libros de texto eran de los autores de la Escuela de Salamanca y muy especialmente los de Francisco Suárez y de donde el autor del Discours de la méthode salió afirmando que había recibido una excelente educación.

Leibniz reconoce su deuda, pero no le da una especial importancia, a pesar de que alguna de sus ideas más fecundas en el tiempo esté claramente basada, no ya en Ramon Llull, sino en Sebastián Izquierdo por poner un caso de un autor mucho más próximo a él en el tiempo. El filósofo catalán Nicol ha rastreado la influencia directa de Suárez en Locke y a través de Locke en la Constitución de Pensilvania y en la Declaración de Independencia de los Estados Unidos e incluso en su propia Constitución. Hace mucho que Francisco de Vitoria es considerado el padre del Derecho Internacional y su inmensa influencia sobre Grocio está más que demostrada, aunque para quien haya leído al jesuita granadino salta a la vista.

Ya se ha citado a Pascal, pero bien podríamos hacer lo mismo con Arnault, pues tanto su Grammaire o su Logique, las de Port Royal, tanto da, estaban derivadas claramente de El Brocense, pero tuvo que ser Chomsky en su Cartesian linguistics quien lo hizo palmario.

Eduardo Nicol, Noam Chomsky, Joseph Schumpeter y José María López Piñero. Todos ellos han estudiado diversos aspectos de la Escuela de Salamanca.

Más recientemente, a partir de la publicación Theorie der wirtschaftlichen Entwicklung de Schumpeter, se ha reconocido la inmensa influencia de la Escuela de Salamanca en el desarrollo de la teoría económica y es obvio que Tratado y discurso sobre la moneda del vellón de Juan de Mariana es un precedente clarísimo de la teoría moderna del dinero. ¿A quién puede llamar la atención que Azpilcueta o Mercado estudiasen con enorme rigor todo lo que sucedía, desde el punto de vista económico, en el inmenso impacto que produjo el descubrimiento de América y el comercio entre ambos continentes y la subsiguiente globalización que siguió a la dominación de las Filipinas?

Desde el punto de vista de la historia natural, la obra de Francisco Hernández fue decisiva y Linneo envió a Löflin, para que los estudiara, los manuscritos de ese autor, al que denominaba «el Copérnico de la botánica». Tampoco es muy conocido cómo Soto describió perfectamente en términos matemáticos la caída de los graves en una obra que Galileo conoció. Y que Zúñiga defendió el copernicanismo que, por cierto, formaba parte de los planes de estudio de la Universidad de Salamanca cuando en los países protestantes, calvinistas o anglocatólicos estaba censurado.

Pero no se trata de reproducir aquí la polémica de la ciencia española, ya superada. No quiero, sin embargo, dejar de citar, por razones obvias, a Marcelino Menéndez Pelayo, cuya obra comparte sitio web en estas Bibliotecas Virtuales FHL, ni a Eloy Bullón, cuyo libro De los orígenes de la filosofía moderna. Los precursores españoles de Bacon y Descartes es lo suficientemente explícito ya desde su título.

También, en ese mismo sentido, creo que la obra del profesor José María López Piñero ha tenido una importancia enorme. Primero sus estudios, de excelente calidad y siempre acompañados de los magníficos trabajos bibliométricos de María Luz Terradas. ¿Cuándo se publicaron? ¿Dónde? ¿Cuántas ediciones tuvieron? ¿A qué lenguas se tradujeron? Naturalmente, este es el procedimiento por el cual se puede medir el impacto de la obra de un autor. Para terminar la larga retahíla de citas e influencias, me pregunto cuántas personas estarán familiarizadas con el nombre de Félix de Azara que aparece en cada página de El viaje de un naturalista alrededor del mundo de Darwin. Y digo el nombre solo, no la obra.

López Piñero fue un gran estudioso y formó una escuela extraordinaria de historiadores de la ciencia y, en particular, de la medicina. También creó un instituto que hoy se honra llevando su nombre y en el que se puede consultar una estupenda base de datos en la que se van reflejando tanto sus trabajos como los de su escuela. Queda sin embargo un reparo, uno de carácter técnico: esa base de datos del Instituto de Historia de la Medicina y de la Ciencia López Piñero adolece de una gran debilidad en lo que se refiere al modelo de datos, las especificaciones funcionales y la normalización de sus registros. Tienen muy poca visibilidad.

La Biblioteca Virtual de la Escuela de Salamanca y Linked Open Data

Desde un primer momento quedó claro que no se trataba de repetir, como por desgracia se hace constantemente, ediciones críticas publicadas por universidades cuyos departamentos de publicaciones carecen por completo de un servicio de distribución eficaz. Cuantas veces debe uno recurrir al librero de viejo para encontrar la edición de un pensador originalísimo que, estudiado y traducido (en su caso) del latín al español, ha tenido un impacto nulo. No, se trataba justamente de todo lo contrario. Es decir, se trataba de lograr una gran visibilidad en la Web aplicando las técnicas más avanzadas de posicionamiento. Pero eso era muy poco.

Linking Open Data y un esquema de como actúa.Lo que había de hacerse, y así se hizo, y así se está haciendo, es aplicar el modelo de Linked Open Data tanto a los autores como a las obras de esos autores que constituyen la Escuela de Salamanca. Se trata de disponer de los que a partir de ahora llamaré objetos digitales y que no son otra cosa que la propia obra del autor digitalizada, con la mayor perfección posible, y dotada de unos metadatos entre los que destacan, por supuesto, los de la descripción bibliográfica de la obra mediante el uso de diversos esquemas, todos ellos fuertemente normalizados. Se trata de editar en abierto, es decir en Open Access, esos objetos digitales, y se trata de vincular esos objetos digitales con otros, utilizando una tecnología concreta, la ya mencionada Linked Open Data.

Time Berners-Lee inventó la Web y es el director del World Wide Web Consortium. (Foto: Tony Scarpetta. Cedida por el W3C)Esta tecnología, presentada al mundo por Tim Berners-Lee, el creador de la Web, presentó en 2006 una nueva idea, mejor aún, una nueva tecnología para vincular los objetos digitales existentes en la red mediante la integración del protocolo de comunicaciones TCP/IP, es decir Internet, y el lenguaje de marcado hipertextual HTML.

Gracias a una concreción de esos lenguajes de marcado, de HTML a XML y de XML a RDF, aunque no exclusivamente, Tim Berners-Lee propuso no una sintaxis sino una semántica basada en el concepto Same As, que permite relacionar conceptualmente, semánticamente, intelectualmente, dos objetos digitales a través de esa propiedad. Es decir, permite asociar el objeto digital Comentario Resolutorio de Cambios, de Martín de Azpilcueta, con la obra, en nuestro caso ya objeto digital, Theorie der Wirtschaftlichen Entwicklung, pues ambas contienen metadatos comunes y muy en particular aquellos que, codificados en SKOS (Simple Knowledge Organization System), van a estar interrelacionados mediante Same As.

Desde un punto de vista tecnológico, quizá no esté de más recordar aquí que la Wikipedia, transformada en cuanto a su estructura en la DBpedia, es el centro de Linked Open Data, o, por mejor decir, el nodo central al que se vinculan (o pueden llegar a vincularse) todos los agregados de información, como lo es la Biblioteca Virtual de Polígrafos en su sabor EDM. Así, todos los enlaces de esta presentación a la Wikipedia serán transformados en sus correspondientes entradas según la estructura de la DBpedia. Por ejemplo: Tomás de Mercado en la DBpedia.

La Escuela de Salamanca y Europeana

Europeana, Hispana, DIGIBÍS, DIGIBIBDesde el primer momento, las Bibliotecas Virtuales FHL se han caracterizado por seguir muy de cerca todos los procesos de normalización que se han ido avanzando en el mundo y, muy en particular, dado que España forma parte de la Unión Europea, desde principios del siglo XXI, la normativa que Europeana (no es quizá aquí el momento de recordar sus orígenes, los principios de Lund o la polémica con Google), la gigantesca base de datos europea, ha ido dándose a sí misma.

Para ello se ha contado con la decisiva participación de DIGIBÍS, empresa con la que la Fundación Ignacio Larramendi interactúa cotidianamente y cuyo programa DIGIBIB ha ido ajustándose, a veces con muchos meses por delante, a los distintos modelos de datos, especificaciones funcionales y normativa que Europeana ha ido estableciendo. No será casualidad que el director de Proyectos de la Fundación Ignacio Larramendi sea miembro del Europeana Council of Content Providers and Aggregators Technical Core Group ni que se le haya asignado la tarea de redactar la parte del próximo libro blanco de Europeana dedicada específicamente a la digitalización.

Tan eficaz ha sido el programa desarrollado por DIGIBÍS que la mayoría de las bibliotecas virtuales o digitales que contribuyen a Europeana lo hacen utilizando DIGIBIB. Aproximadamente el 96% se realiza a través del agregador Hispana, también desarrollado por DIGIBÍS.

Pero, la adopción plena de los programas, proyectos y objetivos que van más allá de Europeana difícilmente podrían haberse conseguido si no hubiera sido con la ayuda de la Fundación MAPFRE, a la que hay que reconocer desde aquí su generosidad y su visión de futuro. Una buena parte de las funcionalidades que se buscaban están descritas en el paper que presentamos en el 77º Congreso y Asamblea General de IFLA con el nombre de Data Aggregation and dissemination of Authority Records through Linked Open Data.

La idea puede intentar resumirse de forma muy simple. Al igual que es posible utilizar el protocolo OpenSearch y consultar el servidor SRU de Europeana, a través de su API es posible realizar una consulta desde la propia base de datos y transferirle automáticamente los resultados encontrados como nuevos registros; luego, tras la oportuna depuración, establecer con los nuevos registros todo tipo de modificaciones y, sobre todo, beneficiarse de las vinculaciones de los datos previamente agregados.

Así, por ejemplo, la consulta Azpilcueta en las Bibliotecas Virtuales FHL proporciona 75 registros, sin embargo, la API OpenSearch mencionada encuentra automáticamente en Europeana hasta un total de 248 registros. Pues bien, lo que se ha desarrollado es una aplicación informática completamente nueva que interactúa con la base de datos de Europeana y con el Bibliotecario que, actuando como un ingeniero del conocimiento, especifica, tras la identificación bibliográfica precisa (lo que exige un detallado conocimiento del área de trabajo), autores y obras que se ejecutan sobre un servidor SRU (el ya citado de Europeana, por ejemplo), y no solo recupera sino que también actualiza la base de datos en la que los nuevos registros se alojan, es decir, en este caso las Bibliotecas Virtuales FHL, tras llevarse a cabo la oportuna transformación de los metadatos.

Ahora bien, no se trata, como se está intentando explicar, de una mera captura de todos esos registros, sino de una agregación de los mismos a unas estructuras de información ya preexistentes en la base de datos de las Bibliotecas Virtuales FHL, mucho más rica.

OAIsterEs evidente que esta funcionalidad es tremendamente útil, puesto que igual que puede ejecutarse sobre Europeana, o quizá mejor, sobre Hispana, puede hacerse la misma operación con OAIster, el mayor recolector —aunque Europeana cada día se acerca más— de registros de objetos digitales en el mundo y que, en cualquier caso, recoge objetos digitales de los repositorios de bibliotecas virtuales o digitales fuera de Europeana, puesto que verdaderamente y como es sabido, se trata de un catálogo colectivo mundial.

Muchas de estas ideas, y sobre todo el trasfondo de todo el modelo de datos, las especificaciones funcionales y la normativa están expresadas muy por extenso en el trabajo La Biblioteca Virtual: concepto y función, muy difundido

Justamente, el área del mundo que está menos representada es Iberoamérica, pero ya se aprovechó la circunstancia de que el 77º Congreso de IFLA se celebrara en Puerto Rico para empezar a establecer relaciones con nuestros colegas iberoamericanos y se está avanzando claramente en proyectos con Chile, México o Perú. Con todo, y la experiencia de don Ignacio Hernando de Larramendi nos es de gran ayuda, tardaremos un tiempo en ir desarrollando nuestro proyecto en Iberoamérica, aunque no cabe duda de que esta herramienta no sólo la aplicaremos a la Escuela de Salamanca sino a todos aquellos subconjuntos, bibliotecas o colecciones que componen las Bibliotecas Virtuales FHL (de hecho, y por cierto tipo de razones que no hacen al caso, se ha llevado a cabo un proceso de catalogación semiautomática con los polígrafos gallegos y se han obtenido unos excelentes resultados, al igual que con los que componen la Escuela de Salamanca).

En fecha muy próxima a la celebración del XXV Aniversario de la creación de la Fundación Ignacio Larramendi, Europeana ha publicado una serie de documentos que concretan aún más el modelo de datos, las especificaciones funcionales y los estándares que conforman el gran proyecto de los europeos. Estos son el Europeana Data Model Primer, publicado el 26 de octubre de 2011, el Europeana Data Model Mapping Guidelines, publicado al día siguiente, el 27, y el Europeana Factsheet, completados ya con una perspectiva de futuro inmediato y a medio plazo en el Final Technical & Logical Architecture and Future Work Recommendations aparecido el 31 de octubre.

Use Case Polymath Virtual LibraryA nadie debería extrañarle, dadas las explicaciones anteriores, que el programa DIGIBIB, sobre el que está implementada la Biblioteca Virtual Ignacio Larramendi de Polígrafos y muy especialmente la Biblioteca Virtual de la Escuela de Salamanca, se ajuste como un guante al conjunto de normativas citado. Lo mismo puede decirse con el Informe Final del W3C Library Linked Data Incubator Group, aparecido en tres documentos diferentes: Final Report, Use Cases y Datasets, Value Vocabularies and Metadata Element Sets, los tres con fecha de 25 de octubre de 2011.

Entre los casos de uso se encuentra la Biblioteca Virtual de Polígrafos con el nombre de Polymath Virtual Library; sólo se recogen doce en todo el mundo. Si a esta gran explosión normativa se le une el acuerdo de 21 de octubre de 2011, entre Europeana y la Digital Public Library of America —impulsada por la biblioteca de la Universidad de Harvard y el apoyo fundamental de la Library of Congress, los National Archives y la Smithsonian Institution— puede afirmarse que el proyecto de la Fundación Ignacio Larramendi se ajusta con precisión a las coordenadas que al más alto nivel, tanto técnico como político y administrativo, se están fijando en este mundo global.

Es de reconocer el esfuerzo de DIGIBÍS por mantener en constante evolución, y siempre orientado por la clara tendencia universal, su programa de gestión bibliotecaria DIGIBIB, así como el resto de aplicaciones y procedimientos que se aplican a todo tipo de instituciones de memoria.

Carlos I, Cardenal Cisneros y página de la Biblia PolíglotaLa Escuela de Salamanca propiamente dicha

Ya se ha señalado que la Escuela como tal no existió nunca, pero que sí se puede establecer cierta relación, que no abarca a todos los miembros de dicha Escuela, con el Convento de San Esteban de la Ciudad del Tormes. Aquí hay que explicar un aspecto poco conocido de las reformas cisnerianas.

Cisneros, como otros hombres eminentes de Iglesia de la época del Renacimiento, se había dado cuenta de que era necesario llevar a cabo una profunda reforma de la Iglesia (no deja de ser significativo que dos de nuestros mayores santos y escritores mayores sean dos reformadores, me refiero, lógicamente, a Santa Teresa de Jesús y a San Juan de la Cruz). Para ello, Cisneros intentó reformar la Universidad de Salamanca, pero los estatutos de la Universidad y la resistencia del Claustro se lo impidieron y «el madrileño», digámoslo con cierto sentido humorístico ahistórico —Cisneros era de Torrelaguna— fundó en Alcalá de Henares la célebre universidad, donde quedaron excluidos, por asombroso que pudiera parecer, los grados en Derecho para centrarse en una Teología reformada.

¿Qué hubiera pasado si Cisneros hubiera sido más joven cuando Carlos de Habsburgo desembarcó en España y le hubiera podido dirigir él, en lugar de sus consejeros flamencos e italianos, al principio? La reforma cisneriana estaba muy cerca —como también lo estuvieron las de Santa Teresa y las de San Juan de la Cruz— de la Reforma luterana que, está por demás decirlo, arraigó muchísimo más gracias a los intereses políticos de determinados príncipes de los estados que conformaban el Sacro Imperio Católico Germánico.

¿Y qué habría pasado si la edición de la Políglota Complutense hubiera llegado a Roma, en lugar de perecer casi completamente en un naufragio? Al fin y al cabo, cuando Erasmo tradujo los Evangelios lo hizo basado en un sólo manuscrito, mientras la edición de la Políglota lo estaba en cerca de setenta. El biblista español Diego López de Zúñiga se lo reprochó acremente a Erasmo y éste, con gentileza, reconoció su deuda. Pero la traducción que se reeditó y se reimprimió y se reeditó y se reimprimió fue la de Erasmo y no la de la Complutense. También años más tarde, la Biblia Regia, encargada a otro hombre excepcional, como lo era Benito Arias Montano, corrió muy, muy mala suerte. Era ya el momento de las ediciones en lenguas que distaban mucho de ser vulgares, no cabe sino recordar que sobre la Biblia de Lutero está edificado el moderno alemán, como sobre la Biblia del Rey Jaime lo está el inglés que utiliza Shakespeare.

Sin embargo, Cisneros sí pudo influir en los estatutos del Convento de San Esteban y no cabe duda de que ello tuvo enormes consecuencias. La principal de ellas, la Escuela de Salamanca. Aunque, no debo dejar de insistir en que algunos de los que se consideran habitualmente miembros de la Escuela de Salamanca, ni pisaron jamás aquellas aulas, ni vivieron en aquellas celdas.

¿Quiénes conforman la Escuela de Salamanca?

Como puede comprenderse, no es fácil discriminar con un criterio seguro quienes son los autores que configuran la Escuela de Salamanca. La selección que se ha realizado para esta Biblioteca Virtual de la Escuela de Salamanca obedece al criterio del Bibliotecario que en este caso es quien firma esta introducción.

La selección está basada en un amplio conjunto de fuentes bibliográficas y monografías críticas, pero tengo la certeza de que habrá quién la considere discutible. Como ya he indicado anteriormente, muchos de los autores están vinculados con el Convento de San Esteban de Salamanca y en él vivieron e impartieron su enseñanza, pero también lo hicieron en la propia Universidad de Salamanca. Sin embargo, hay autores como Juan de Mariana, sin duda uno de los intelectos más poderosos que ha producido España, que nunca estudiaron allí ni profesaron. En este caso, Juan de Mariana solo actuó como catedrático, primero en Palermo y luego en París, pero tras cinco años (durante los cuales también obtuvo el título de doctor) cayó enfermo y se retiró a Toledo, en 1574, donde vivió en su celda consagrado a sus escritos hasta 1624. Sus escritos sí están muy relacionados con el resto de los miembros de la Escuela.

Claustro del Colegio de San Gregorio de ValladolidOtros autores, en cambio, tienen una relación directísima. Así Francisco de Vitoria, tras el casi preceptivo paso por París, fue profesor en otro de los centros clave de esta escuela, el Colegio de San Gregorio de Valladolid, donde fue profesor de teología hasta que en 1526 logró por oposición la cátedra de Teología de Salamanca. Allí fue profesor directo de Melchor Cano, Domingo Báñez y Domingo de Soto, dominicos como él.

Cano estudió en Salamanca, donde, como acabamos de decir, fue alumno directo de Francisco de Vitoria, y profesó en el Convento de San Esteban. Siguiendo una biografía muy similar a otros miembros de esta Escuela, fue enviado al Colegio de San Gregorio de Valladolid, donde estudió con Bartolomé de Carranza y con Fray Luis de Granada.

Azpilcueta, Molina, Covarrubias, Soto, Sepúlveda y CasasObsérvese la interrelación de todos estos autores, porque si bien hemos destacado la enorme importancia de Martín de Azpilcueta como economista, en su tiempo fue conocido como el ilustre jurista que defendió en Roma, desde 1577 hasta su muerte, al recién citado Bartolomé de Carranza quien, siendo nada menos que Arzobispo de Toledo y Cardenal Primado de España, fue acusado por la Inquisición. Azpilcueta fue catedrático en Salamanca durante catorce años y entre sus discípulos, que claramente se inscriben en la Escuela de Salamanca, figura Diego de Covarrubias. También conviene señalar al hablar de Azpilcueta que no sólo fue profesor en Salamanca, sino también en la Universidad de Coimbra, recién refundada por los monarcas portugueses. Salamanca y Coimbra mantuvieron una relación estrechísima y no fue Azpilcueta el único que profesó en ambas universidades.

Covarrubias, del que se dispone de un magnífico retrato del Greco en su condición de Arzobispo de Cuenca, estudió no sólo con el citado Azpilcueta, sino también con Francisco de Vitoria y Domingo de Soto. Fue uno de los numerosos autores que participó en las discusiones sobre el derecho natural de los indios, siendo partidario del antiesclavismo. Desde el punto de vista de la economía, desarrolló conjuntamente con Luis de Molina, una teoría sobre el valor subjetivo del valor y del precio; conforme a la moderna teoría económica, justificaba el valor de las cosas en el libre acuerdo en el precio entre el comprador y el vendedor y, al fin y al cabo, eran la escasez o la abundancia, lo que hoy llamaríamos la oferta y la demanda, las que establecían uno y otro. Si se ha mencionado a Luis de Molina hay que citar no sólo su aportación económica sino también su posición, fuertemente criticada por Pascal en las ya mencionadas Provinciales, acerca del libre albedrío. Luis de Molina fue jesuita y encontró un apoyo importante entre los miembros de su orden, mientras que fue criticado por los dominicos.

 

Domingo de Soto es uno de los grandes intelectos del siglo XVI y prácticamente no hay aspecto del conocimiento humano en el que no tomara partido e incorporase sus grandes conocimientos. Resulta muy interesante su aportación en el nacimiento de la ciencia moderna, fundamentalmente en relación a la caída de los graves, que fue desarrollada posteriormente por Galileo, quien conoció necesariamente la obra en la que Soto expresaba su teoría. También participó en las polémicas sobre la cuestión indígena y sucedió a Melchor Cano en su cátedra de la Universidad de Salamanca.

Soto formó parte de la denominada Junta de Valladolid que, reunida en la ciudad castellana entre 1550 y 1551, debatió la cuestión indígena a la que se suele denominar o bien como de los justos títulos, o bien polémica de los naturales. La polémica se había iniciado por la disputa entre los escritos de Bartolomé de las Casas y la respuesta de Juan Ginés de Sepúlveda.

Sepúlveda es fundamentalmente conocido por la citada polémica, sin embargo, llevó a cabo también otros y muy importantes estudios tras su estancia en Bolonia, en el Real Colegio de España, donde entró en contacto con las corrientes humanistas. Tradujo en 1548 La política de Aristóteles y justamente en las teorías del Estagirita se basa en gran parte su defensa de la legitimidad de la conquista de América. Excelente helenista, revisó la edición griega del Nuevo Testamento por mandato del Cardenal Cayetano y Carlos V le nombró su cronista. Sumamente adverso a las leyes nuevas de 1542, acabó influyendo en que fueran derogadas, lo que motivó la vuelta a España de Bartolomé de las Casas quien, tras algunos escritos polémicos, desembocó en la Junta de Valladolid ya mencionada.

Bartolomé de las Casas es, sin duda, el más conocido internacionalmente de los autores de la Escuela de Salamanca, aunque en realidad carece de la originalidad de Vitoria. Puede decirse que sus escritos fueron el acicate que produjo las diferentes polémicas y las reuniones citadas en las que se vieron envueltos la mayoría de los autores de la Escuela de Salamanca y cuyos resultados son justamente lo que constituye la aportación esencial tanto del derecho internacional moderno como del origen de la teoría de los derechos humanos. Conviene insistir en el hecho de que estudió junto con otros destacados autores de la Escuela de Salamanca en el Colegio de San Gregorio de Valladolid, que reunía apenas a veinte estudiantes, pero en el que llegaron a coincidir, junto con Bartolomé de las Casas, Melchor Cano, Luis de Granada y el propio Francisco de Vitoria.

Libros de Juan de la Peña, Juan Roa Dávila y Tomás de MercadoNo deja de ser llamativo que también Juan de la Peña, otra figura destacada de la Escuela de Salamanca, coincidiera con los citados autores en el Colegio de San Gregorio, así como que tuviera una participación relevante en el proceso que la Inquisición promovió contra su antiguo maestro Bartolomé de Carranza, que como ya hemos visto fue defendido al final de su vida por Azpilcueta. Su obra ha permanecido inédita hasta que ha sido editada por uno de los especialistas fundamentales para conocer de una forma crítica la Escuela de Salamanca, Luciano Pereña, editor del hasta ahora mayor esfuerzo realizado para reunir en la llamada Corpus Hispanorum de Pace a gran parte de los autores que conforman esta Escuela. Es impagable la deuda que la cultura española tiene con Luciano Pereña. Ignacio Hernando de Larramendi ya encargó a este ilustre politólogo, jurista e historiador, la preparación de un libro síntesis de la obra de Peña en la extraordinaria Colecciones MAPFRE 1492 con el título de La idea de la justicia en la conquista de América, publicado en 1992.

No deja de ser curioso que Juan Roa Dávila naciera en Alcalá de Henares y es más que probable que su familia estuviera vinculada con alguna actividad universitaria. Estudió leyes en la Universidad de Salamanca e ingresó en la Compañía de Jesús. El carácter sumamente polémico de alguna de sus obras y, muy en particular, de De Regnorum Iustitia, en la que abogaba por un control democrático, si puede aplicarse este término con el sentido que se le da actualmente a un autor del siglo XVI, motivó que tuviera que abandonar España y refugiarse en Roma.

La figura de Tomás de Mercado es, desde un punto de vista moderno, una de las más atractivas de la Escuela de Salamanca. Se da, además, la circunstancia de que gran parte de su vida vivió en México dónde tomó la Orden de Santo Domingo. Completó sus estudios en la Universidad de Salamanca y es uno de los autores cuyas obras, realizadas a instancias de los mercaderes de Sevilla, tuvieron una mayor influencia en la práctica mercantil cotidiana gracias a la edición en 1569 de Los tratos y contratos de mercaderes y tratantes, reeditada en 1571, esta vez en Sevilla, con el título de Summa de tratos y contratos.

Mercado mantiene una postura muy abierta en relación a los tipos de interés y profundiza en la denominada teoría cuantitativa del dinero. El hecho de que sus obras se publicaran en castellano tuvo una enorme importancia entre los mercaderes sevillanos, muchos de los cuales desconocían el latín. A diferencia de las teorías que suelen achacarse a los cristianos y a los hidalgos viejos, Tomás de Mercado se basa nada menos que en Hesiodo y en Plutarco para alabar la diginidad social que el comercio trae consigo. Llama la atención que la Summa de tratos y contratos cuente entre las censuras que habían de aplicarse al libro antiguo en España y, muy en particular, en la Corona de Castilla, con una del muy reverendo padre Fray Luis de León, catedrático en Teología en la Universidad de Salamanca.

Fray Luis de León, libro de Bartolomé de Medina, Gabriel Vázquez y libro de Domingo BáñezEn efecto, Fray Luis de León no sólo es un fabuloso estilista, sublime poeta y traductor extraordinariamente valorado, sino también un hombre vinculado con la Escuela de Salamanca desde el punto de vista doctrinal. No sólo desarrolló un tratado completo sobre teoría política, denominado De legibus, sino que, por ejemplo, el 28 de marzo de 1588 redactó un dictamen relativo a la explotación de las minas de azogue del Perú por Pedro de Contreras, lo cual nos hace ver hasta qué punto Fray Luis de León es un claro polígrafo, capaz de cultivar todo tipo de géneros y materias. Había estudiado con Melchor Cano y fue así mismo compañero de curso de Cipriano de la Huerga, un orientalista, catedrático de Biblia en Alcalá de Henares, que posteriormente se apartó en gran medida de la ortodoxia católica pero que, sin duda, formó al autor en las lenguas orientales y en particular el hebreo. Como consecuencia de la adquisición de estos conocimientos, Fray Luis de León llevó a cabo determinadas versiones, directamente del hebreo, que fueron muy combatidas por otros intelectuales del momento, entre los que destaca el dominico Bartolomé de Medina (Fray Luis era agustino).

Aunque Bartolomé de Medina haya pasado a la historia como uno de los personajes que condujeron a Fray Luis a la cárcel, su aportación al pensamiento es sumamente importante. Alumno directo de Francisco de Vitoria y, más tarde, catedrático de Teología en la Universidad de Salamanca, se le conoce fundamentalmente como el creador de la doctrina del probabilismo, que tan fecunda habría de ser desde el punto de vista de la defensa del libre albedrío y de la libertad. Esta teoría del probabilismo fue defendida y, sobre todo, propalada por los teólogos jesuitas que la extendieron por toda Europa y América. El probabilismo fue combatido con enorme dureza por los jansenistas y, muy en especial, por Blaise Pascal que, como se ha dicho al principio, atacó a Bartolomé de Medina y a otros autores como Luis de Molina y Francisco Suárez sin ningunearlos, como ha ocurrido con frecuencia cuando las teorías resultaban provechosas. El probabilismo es una de las bases del llamado casuismo, tipicamente jesuítico y muy opuesto a las teorías deterministas defendidas por los jansenistas de forma prácticamente unánime.

Otro de los miembros de la Escuela de Salamanca que desarrolló la teoría del probabilismo fue el jesuita Gabriel Vázquez de Belmonte. Fue profesor en Alcalá de Henares y en Roma, siendo en Alcalá dónde escribió la mayor parte de sus obras filosóficas y teológicas. Se da la circunstancia de que algunos de sus libros aparecen firmados con el sobrenombre de Belomontanus, haciendo con ello referencia a su lugar de nacimiento. Es curioso que el licenciado Francisco Murcia de la Llana (famoso burócrata por haber sido el autor de las «fe de erratas» de multitud de obras fundamentales de la literatura española, en su función de «Corrector general de libros de su Majestad», entre 1609 y 1635, y entre las que destaca la de la segunda parte de Don Quijote) llevara a cabo un compendio de la filosofía de Gabriel Vázquez publicado en 1617.

También ligado al Convento de San Esteban de Salamanca, Domingo Báñez ingresó en 1546 en aquel centro donde fue alumno tanto de Francisco de Vitoria como de Domingo de Soto y donde, posteriormente, amplió sus estudios con Melchor Cano y Pedro de Sotomayor. Báñez fue confesor de Santa Teresa a la que ayudó y asesoró en sus proyectos reformadores. Tras una breve estancia en el Convento de San Esteban pasó al Colegio de San Gregorio de Valladolid —como en tantas otras ocasiones se ha visto en este texto, en esa dirección o en la contraria— donde ejerció el cargo de rector. Como otros muchos autores de la Escuela de Salamanca se vio sometido a la investigación del Tribunal de la Inquisición, a pesar de lo cual opositó a la Cátedra salmanticense de Durando que ocupaba hasta ese momento el ya citado Bartolomé de Medina y al que sucedió tras su muerte en la cátedra de Prima de Teología. Participó como otros muchos autores de la Escuela de Salamanca en la polémica De auxiliis, que resulta uno de los temas recurrentes de los escolásticos españoles de la época, en los que siempre estaba presente la cuestión del libre albedrío. De la defensa de la libertad intrínseca de ser humano, de las posibles limitaciones que pudiera tener, resultaba que no fuera difícil que determinados autores pudieran estar próximos al protestantismo y, en cualquier caso, pueda decirse que el dominico Báñez represente el extremo opuesto a la doctrina del jesuita Luis de Molina.

Resulta evidente para cualquier lector de Benito Espinosa la influencia que todas estas ideas tendrían en el judío sefardí y, muy especialmente, en su genial Ética, máxime cuando se conoce el contenido de la biblioteca particular de Espinosa en la que, por cierto, no faltan numerosos libros en español y muy en particular los de Saavedra Fajardo o Quevedo.

Uno de los elementos fundamentales para el desarrollo de la Escuela de Salamanca fue, por paradójico que pueda resultar, la creación de la Universidad de Coímbra. En 1537 el Rey Juan III de Portugal reinstauró la Universidad en Coímbra, aunque contaba con un antecedente del Estudo Geral fundado en 1290 en Lisboa y transferido a Coímbra en 1308. Pero fue en el siglo XVI, tras su reinstauración, cuando alcanza su gran importancia y se establece una relación directa entre Salamanca y Coímbra, hasta el punto de que con cierta frecuencia los profesores de una y otra universidad intercambiaban sus cátedras. Sin duda una de las figuras más destacadas es Pedro de Fonseca, conocido en su época como el «Aristóteles portugués», lo cual, ciertamente, nos da una idea clara de cuáles eran sus cimientos filosóficos.

Libro de Pedro de Fonseca y retrato de Juan de MarianaPedro de Fonseca tiene una importancia fundamental no solo como autor de obras propias, sino también en su función de editor general del denominado Curso filosófico conimbricense, que junto al salmanticense, tan importante papel habría de jugar en todo el mundo. Hay que tener presente que estos cursos tuvieron una enorme repercusión en toda Europa, especialmente en Alemania, y resulta sorprendente observar con qué enorme frecuencia muchos de los más grandes filósofos alemanes fueron hijos o se educaron en ambientes vinculados a pastores protestantes formados con los cursos conimbricenses, así como con los textos ya comentados de Francisco Suárez. La influencia llegó incluso a China. Existe una relación muy interesante entre la doctrina de Fonseca y la expuesta por Luis de Molina sobre la controversia del libre albedrío: con frecuencia, especialmente si se parte de fuentes portuguesas, la doctrina ampliamente expuesta por Luis de Molina fue primero esbozada por Pedro de Fonseca.

Juan de Mariana, de quien hemos hablado al principio de este epígrafe, cumple la práctica totalidad de los diferentes perfiles que se atribuyen a la Escuela de Salamanca. Así, fue economista con su memorable Tratado y discurso sobre la moneda de vellón; politólogo, entre cuyas obras destaca Del rey y de la institución de la dignidad real, dos veces quemada en París como consecuencia de los sucesivos magnicidios de Enrique III y Enrique IV; y teólogo. Una de las más intrincadas historias de las relaciones intelectuales españolas del siglo XVI se fraguó cuando Juan de Mariana acudió en defensa de la ortodoxia de la edición de la Biblia Regia —y, sobre todo, de su editor Benito Arias Montano—, en la que encontramos, por cierto, a Fray Luis de León de nuevo, pero esta vez en el papel poco conocido de acusador, dándose al final la curiosa circunstancia de que, efectivamente, Arias Montano pertenecía a un conventículo muy heterodoxo a pesar de ser a quien Felipe II había encargado no sólo la edición de una biblia regia, es decir de la Biblia postridentina, sino también la ordenación de la extraordinaria biblioteca del Escorial… donde no faltaban precisamente, sino todo lo contrario, todo tipo de obras absolutamente heterodoxas.

Así, cuando se lee El Templo de Salomón, de Isaac Newton, se ve hasta qué punto los intereses de Juan de Herrera y Felipe II no eran tan distintos de los que animaban en su versión exotérica al del muy ortodoxo, aparentemente, desde un punto de vista anglocatólico, Isaac Newton. Y no son solo las obras de Juan de Herrera las que se encuentran citadas por Newton en su obra, sino otras muchas que conocemos ahora gracias al estudio cada vez más meticuloso de la biblioteca del autor de los Principia Mathematica. Sin embargo, Juan de Mariana ha pasado a la posteridad por su Historia de España, primero escrita en latín y luego en español y actualizada por diversos autores hasta el siglo XIX, obra que ha contribuido como muy pocas obras a fijar el imaginario colectivo de los españoles a, para usar la expresión feliz del título de la célebre obra de Eric Hobsbawm, The invention of tradition.

Libros de José de Acosta y de Diego Pérez de Mesa. Retrato de Francisco SuárezPor el contrario, José de Acosta se inscribe en la, nunca como se debe alabada, tradición científica española y en sus excepcionales aportaciones científicas en el campo de la antropología y de las ciencias naturales. Estudió en el Colegio de la Compañía de Jesús y posteriormente en la Universidad de Alcalá de Henares, pero desde los treinta y dos años trabajó y estudió en América, primero en Perú y posteriormente en Nueva España. A la vuelta a España dictó clases, como no, en San Gregorio de Valladolid y acabó imprimiendo sus sermones en Salamanca. Finalizó su carrera como rector de la Universidad de Salamanca, en un momento cumbre de la Escuela. La edición de 1590 de su Historia natural y moral de las Indias tiene un subtítulo que conviene reproducir aquí para poner de manifiesto cuál fue el alcance de su estudio. Dice: en que se tratan las cosas notables del cielo y elementos, metales, plantas y animales dellas y los ritos y ceremonias, leyes, y gobierno, y guerras de los indios. Se trata de una obra que alcanzó un número elevadísimo de ediciones y traducciones en multitud de países y a multitud de lenguas.

Si entre estas figuras de la máxima importancia se han señalado las más descollantes, quizá parezca que la inclusión en esta Escuela de Diego Pérez de Mesa pudiera ser menor, sin embargo, al igual que Acosta constituye una muestra espléndida del hombre del Renacimiento, pues escribió y publicó sobre matemática y en especial sobre geometría, sobre las artes náuticas que en ese momento poseían el carácter de material muy reservado, pues jugaban un papel crucial en la geopolítica de la talasocracia y, así mismo, reflejó todos estos conocimientos en los estudios geográficos. Como el resto de los extraordinarios polígrafos de la Escuela de Salamanca, redactó su Política o razón de estado sacada de Aristóteles. Es lamentable que una parte sustancial de su obra permanezca aún inédita, pero en cualquier caso es intención de la Biblioteca Virtual de la Escuela de Salamanca dar a conocer, por procedimientos digitales, su obra. De hecho, la Universidad Complutense de Madrid a través de su benemérito proyecto Biblioteca Digital Dioscórides ha publicado en línea su Tratado de astronomía, gracias al cual puede conocerse su obra.

Quizá convenga cerrar la lista de los polígrafos que configuran la Escuela de Salamanca con uno de los pensadores, filósofos, teólogos y politólogos más importante que ha conocido España, Francisco Suárez. Nació y murió, y creo que ambas fechas le caracterizan, un año después que Miguel de Cervantes. Jesuita, estudió tanto en Salamanca como en Coímbra y falleció en Lisboa que en aquel momento formaba parte de la monarquía hispánica.

Verdaderamente es muy difícil de medir, a no ser que se emprenda un estudio serio, la influencia de Suárez en la filosofía de la modernidad, pero según relata Xavier Zubiri, Heidegger se refería con la frase Der ist der Mann, señalando que fue sobre su obra sobre la que se produce el cambio de paradigma que con frecuencia se atribuye a Descartes. Aunque la afirmación es, sin duda, discutible, la importancia de su obra, como muy bien atestigua el apéndice que le dedica José Luis Abellán en su Historia crítica del pensamiento español en la que recoge la enorme cantidad de ediciones que vio, queda demostrada por su uso como libro de texto tanto en universidades católicas como protestantes.

Marcelino Menéndez Pelayo —quizá el mayor y mejor conocedor de la historia de la filosofía española, aunque muchos de los estudios posteriores hayan corregido o matizado gran parte de sus afirmaciones, pero a quién nadie duda en reconocer como el creador de la disciplina— señalaba que en España se habían dado seis corrientes o escuelas de filosofía de alcance verdaderamente universal y estas eran las basadas en Séneca, Averroes, Maimónides, Llull, Vives y Francisco Suárez.

Su importancia como jurista es fundamental, tanto desde el punto de vista del derecho internacional como del iusnaturalismo, encontrándose ya en su obra la idea del pacto social. Así mismo, esboza el principio de democracia que desarrollado por Locke desemboca, como ya se ha dicho, en los textos fundamentales de la constitución política de los Estados Unidos, según estudió con rigor Eduardo Nicol en La vocación humana publicado en 1954 y cuyas tablas comparativas se han reproducido en todas las ediciones del libro Bibliotecas Virtuales FHL.

Desde la Fundación Ignacio Larramendi estamos plenamente convencidos de que la edición digital de sus obras permitirá un estudio cabal de sus diferentes aportaciones, lo que a veces no es fácil por el volumen de su obra y, tal vez, porque fundamentalmente sus escritos estaban dirigidos a alumnos universitarios; eran, si quiere decirse, libros de texto. En suma, con Suárez culmina la Escuela de Salamanca, es su mayor representante en su etapa jesuita; y no quiero aquí sino dejar esbozada la evolución que para la Escuela de Salamanca supuso la creciente sustitución de destacados dominicos y agustinos por los miembros de la Compañía.

Conclusión

Las cerca de mil obras que, procedentes de las bibliotecas de toda Europa, se han reunido en esta Biblioteca Virtual de la Escuela de Salamanca constituyen el resultado de un doble esfuerzo. Uno, de análisis bibliográfico y estudio conceptual y, otro, de análisis informático de alto nivel y de desarrollo de aplicaciones informáticas avanzadas.

La Biblioteca Virtual de la Escuela de Salamanca es, tal vez por primera vez en España, el resultado concreto del establecimiento de relaciones semánticas entre obras y autores, entre materias y títulos, entre espacios y tiempos, utilizando la tecnología y, sobre todo, la radical concepción de la información en la red, tal como ha prefigurado la Web Semántica y ha concretado de forma importante Linked Open Data.

Se ajusta, además, y en gran medida a los modelos concretos establecidos por el W3C y por la biblioteca digital europea Europeana y, yendo más allá, se da un paso firme en una dirección que de manera visionaria no deja de recordar al As we may think (1945) de Vannevar Bush… siempre y cuando, claro, no haya leído el Ars Magna (ca. 1275) de Ramon Llull.