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Obras completas de Menéndez... > BIBLIOTECA DE TRADUCTORES... > III : (MALÓN - NOROÑA) > MORATÍN, LEANDRO FERNÁNDEZ DE

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[p. 384]

Quien desee conocer por extenso la biografía del Terencio Español, acuda a las numerosas vidas que de él se han dado a la estampa y especialmente a las escritas por D. José Musso y Valiente, D. Buenaventura Carlos Aribau y D. Manuel Silvela, esta última la mejor y más íntima de todas.

Don Leandro Fernández de Moratín, hijo del ilustre lírico D. Nicolás de quien se habla en el artículo subsiguiente, nació [p. 385] en Madrid el 10 de marzo de 1760. Al lado de su padre hizo los estudios humanísticos, y a los dieciocho años obtuvo el accésit en un concurso abierto por la Academia Española con su romance endecasílabo la Toma de Granada. A pesar de estos comienzos literarios, muerto su padre en 1780, el futuro reformador del teatro hubo dedicarse al arte de la joyería, para sostener a su madre viuda y pobre.

Dos años después concedióle la Academia un nuevo accésit por la excelente sátira que intituló Lección Poética, bastante superior a la de Forner, que alcanzó el premio. Por recomendación de Jovellanos, acompañó en calidad de secretario al conde de Cabarrús a la Embajada de París, para donde salió en 1787. Allí conoció nuestro poeta a Goldoni. Pero vuelto a España su protector y caído en desgracia, Moratín volvió a la oscuridad y a las tareas literarias; presentó a la censura, que la rechazó, su primera comedia El viejo y la niña, y dió a la estampa el año 89 la Derrota de los Pedantes. Reducido a situación muy precaria, vióse obligado a implorar en un romance la protección de Floridablanca, que le dió una renta eclesiástica de 300 ducados en el arzobispado de Burgos, para disfrutar la cual se ordenó de prima tonsura, pasando a ser abate, como entonces se decía. No le hubiera sacado de apuros este beneficio si al año siguiente, por favor de D. Manuel Godoy, no hubiese sido favorecido con otro muy pingüe en la iglesia parroquial de Montoro y una pensión de 600 ducados sobre la mitra de Oviedo. ¡Singular época en que las rentas de la Iglesia servían para sustentar a los poetas dramáticos! En 22 de mayo del mismo año, representóse, en el teatro del Príncipe, con general aplauso, la linda comedia El viejo y la niña, y en 7 de febrero del 92, la admirable sátira que el autor tituló La Comedia Nueva y con el nombre de El Café conocemos generalmente. En una carta a Forner, no incluída en su Epistolario, describe Moratín, con inimitable gracia, las intrigas de los secuaces y admiradores de Comella, que estuvieron a punto de hacer naufragar esta obra en su estreno. Con intento de estudiar las literaturas y los teatros extranjeros, salió de Madrid a fines del 92, pasó a París, de donde huyó espantado por la revolución; permaneció un año en Inglaterra, y tres en Italia hasta octubre del 96 en que se embarcó para España, sufriendo grandes [p. 386] peligros en el viaje. Secretario de la Interpretación de Lenguas fué nombrado Moratín en el mismo mes y año, y al poco tiempo individuo de una Junta para la reforma del teatro, presidida (risum teneatis!) por el general Cuesta, con quien, así como con el resto de sus compañeros extraños todos a las letras, se desavino muy pronto nuestro poeta, saliendo por ende de la comisión, y negándose a aceptar el cargo de Director de teatros, que le ofrecía su protector.

Los años que pasaron desde el 97 al 1808, fueron los más tranquilos y literarios de la vida de Moratín. Poseía éste una casa y ciertas haciendas en Pastrana, villa de la Alcarria, adonde solía retirarse a trabajar, y de allí datan la mayor parte de sus obras dramáticas y líricas. En 28 de enero de 1803 apareció en las tablas El Barón, escrito primero en forma de zarzuela, que hubo de luchar con la formidable oposición de los enemigos literarios de Moratín, que llegaron a hacer representar antes que la suya una pieza con el mismo argumento y desarrollo, plagio de la pieza de Moratín, conocida ya por copias y representaciones privadas. En 19 de mayo del 804 estrenóse La Mogigata, que hubo de luchar primero con la oposición de los devotos, que venció el Príncipe de la Paz y que dió lugar más tarde, en el terreno literario, a una polémica entre Quintana y D. Juan Tineo en artículos y cartas publicados en las Variedades de Ciencias, Literatura y Artes. En 24 de enero de 1806 fué representada por primera vez en el teatro de la Cruz la comedia admirable de El Sí de las Niñas, joya del moderno teatro español, quizá por ninguna igualada. Con ella echó Moratín el sello a su reputación dramática, y desde entonces no escribió nada original para el teatro, durmiéndose, tal vez demasiado pronto, sobre sus laureles. Llegó el año 8, y Moratín, débil de carácter, dejóse arrastrar al bando de los afrancesados, y obtuvo del Rey José cargos y honores como el de Bibliotecario de la Real Biblioteca, hoy Nacional, que le permitieron dedicarse con cierta holgura a sus investigaciones bibliográficas sobre orígenes de nuestro teatro. En marzo de 1812 hizo representar un excelente arreglo de La Escuela de los Maridos, comedia de Molière, y al año siguiente tuvo que salir para Valencia siguiendo la retirada del ejército invasor, y allí se determinó a quedarse aun después de evacuar los franceses la plaza, [p. 387] y de Valencia, sufriendo en el camino penalidades sin cuento, pasó a Barcelona, donde al amparo de los Capitanes Generales Castaños y Casa-Cajigal, residió con tranquilidad, si bien harto exhausto de recursos, hasta 1818, en que no contemplándose seguro en tierra española, pasó a Montpellier y de allí a París y más tarde a Italia, hasta que dada amnistía a los afrancesados por el Gobierno constitucional del año 20, pudo volver a Barcelona, de donde salió huyendo de la fiebre amarilla el 21. En Burdeos y en París transcurrieron felices los últimos años de su existencia, consolados y embellecidos por la hospitalidad y los solícitos cuidados de la familia de Silvela, sabio institutor, varón probo y literato distinguido. En su casa y en sus brazos expiró el autor de El Sí de las Niñas, en 21 de julio de 1828. Sus restos descansaron en el cementerio del Padre Lachaise, hasta que en 1853 fueron trasladados a Madrid, donde se les ha de erigir un monumento, que no hemos visto comenzar todavía.

La bibliografía moratiniana está por hacer aún, y pudiera ser muy extensa y curiosa. Apuntaré las noticias que tengo a mano:

(1) El viejo y la niña. Comedia en tres actos y en verso... Madrid, Oficina de D. Benito Cano, año de 1790. Lleva un breve prólogo que ha sido reproducido en la edición de Rivadeneyra y en la de las Obras Póstumas hecha en 1867.

Reimprimióse esta comedia en Madrid, Imprenta Real, 1795 (edición que dirigió Estala) e infinitas veces después suelta y en colección con las demás de nuestro autor. Tradújola en verso italiano Napoli Signorelli, y se halla en el Anno Teatrale Veneto.

(2) La Comedia Nueva. Comedia en dos actos y en prosa... Madrid, en la Imprenta Real, 1792. Lleva un prólogo que ha sido reimpreso en las dos ediciones indicadas.

La Comedia Nueva. Comedia en dos actos, en prosa. Su Autor Inarco Celenio Poeta Árcade. Parma. En la Oficina de D. Juan Bautista Bodoni, Impresor de Cámara de S. M. C. MDCCCXXXXVI. 4.º 128 pp. y 4 sin foliar de prólogo, nunca reimpreso. Bellísima edición, muy rara en España.

Tradújola al italiano Napoli Signorelli y la publicó en Nápoles, 1775; al alemán, D. Manuel Lozano Pérez Ramajo, autor de la Apología del Asno, quien imprimió su versión en Dresde, 1800. [p. 388] acompañada del texto. Hay tres traducciones francesas, por lo menos, una anónima que acompaña al libro Elements de la conversation espagnole et française (1803); otra más libre de Dumaniant, representada en el teatro de la Puerta de San Martín en 1804, y la de Hollander, que pocos años ha vertió con acierto a su lengua todo el teatro de Inarco.

(3) El Barón. Comedia en dos actos en verso. Su autor Inarco Celenio P. A... Madrid, en la imp. de Villalpando, 1803. Con un prólogo y una dedicatoria al Príncipe de la Paz, reproducidos ambos documentos en las Obras Póstumas de nuestro autor. La pieza escrita en competencia de El Barón y representada en el teatro de los Caños del Peral, se tituló La Lugareña Orgullosa y fué arreglada por un D. Andrés de Mendoza.

(4) La Mogigata. Comedia en tres actos y en verso. Su autor Inarco Celenio, representada por la primera vez en el Coliseo de la Cruz el día 19 de mayo de 1804. Se hallará en Madrid, librería de Castillo, frente de San Felipe el Real.» Así se anuncia esta primera edición en el núm. XII de las Variedades de Ciencias, Literatura y Artes (15 de junio de 1804) donde se lee un artículo de Quintana sobre esta pieza (reimpreso en el tomo III de Líricos del siglo XVIII, colección ordenada por el señor Cueto). En los números XVI y XVII aparecieron unas largas observaciones en defensa de la Comedia, generalmente atribuídas a D. Juan Tineo, y una carta de Moratín manifestando su no complicidad en esta apología de su comedia. La primera edición de La Mogigata lleva una linda dedicatoria en verso al Príncipe de la Paz, reimpresa luego en las poesías sueltas del autor.

(5) En el año 1806 se hicieron cuatro ediciones seguidas de El Sí de las Niñas, pieza acogida con extraordinario aplauso, representada veintiséis días seguidos en Madrid, e inmediatamente en todos los teatros de provincias, y en uno particular de Zaragoza por distinguidos aficionados, pertenecientes a las primeras familias aragonesas, según resulta de una carta a Moratín suscrita por D. Manuel Inea Jupanqui.

A parte de las traducciones ya citadas de piezas moratinianas se halla una, bastante floja, de El viejo y la niña, La Comedia Nueva, El Barón y El Si de las Niñas, en la colección titulada Chefs d'oeuvre des théatres étrangers, allemand, anglais, chinois, [p. 389] danois, espagnol, hollandais, indien, italien, polonais, portugais, russe, suédois, traduits en français. A Paris, chez Ladvocat, Libraire. MDCCCXXII. El mismo Moratín anotó sus descuidos.

No aventuraremos en este lugar un nuevo juicio sobre el teatro de Inarco, pues ni el lugar es oportuno, ni podríamos añadir cosa alguna a la unánime voz de la crítica, que ha proclamado su alta excelencia. Sólo diré que, en mi concepto, se equivocan grandemente los que suponen a Moratín inferior a Molière, sólo porque a veces le imita y habla siempre de él con entusiasmo. Ninguna comedia de Molière, ni el Tartuffe ni el Misántropo llegan a la perfección artística de El Sí de las Niñas, obra más en el género de Terencio que en el de Molière, y ¿cuándo ha sido llevada la crítica literaria al teatro con la sal ática y exquisito donaire que campean en la sátira nunca igualada de El Café? Pero ¿para qué detenernos en obras que todo español conoce y aprecia y sabe de memoria, desde su infancia?

(6) La Derrota de los Pedantes... Madrid, en la oficina de Benito Cano, 1798. Sátira en prosa, digna hermana de El Café, escrita en forma alegórica al modo del Viaje del Parnaso y de la República Literaria.

Éstas y las tres traducciones dramáticas, que después citaremos, fueron las únicas obras de Moratín que él imprimió sueltas. Hacia el fin de su vida las reunió, acrecentadas con buen número de poesías líricas, en la edición siguiente:

Obras dramáticas y líricas de D. Leandro Fernández de Moratín, entre los Árcades de Roma Inarco Celenio. París, Augusto Bobèe, 1825. Tres tomos, 4.º Faltan en esta edición diversas poesías líricas, incluídas en la siguiente, a saber: La Sombra de Nelson, La Oda a Carlos IV, La Toma de Granada, y los endecasílabos sueltos Al nacimiento de la Condesa de Chinchón. Las cuatro composiciones eran conocidas del público por haber sido impresas sueltas la primera, segunda y cuarta, y en las colecciones de premios de la Academia, la tercera. Allí mismo había visto la luz por vez primera La Lección Poética, que comparada con la inserta en la edición parisiense contiene variantes notabilísimas que hacen de ella una obra casi distinta. Al refundirla Moratín, suprimió cerca de 219 versos.

Mucho más completa que la edición de París, es la siguiente, [p. 390] hecha de orden de Fernando VII, dos años después de la muerte del poeta:

Obras de D. Leandro Fernández de Moratín, dadas a luz por la Real Academia de la Historia. Madrid, 1830, imprenta de D. Eusebio Aguado. Bellísima edición que honra a nuestras prensas y a cuantos en ella tuvieron parte. Estuvieron encargados del examen y corrección de pruebas Arnao, Clemencín y Navarrete, que modificaron algunos pasajes, para no ofender la meticulosidad de la censura ni herir ciertas susceptibilidades: estas supresiones recayeron especialmente en La Mogigata y aun en el Catálogo de piezas dramáticas del siglo XVIII. La edición académica consta de cuatro tomos divididos en seis volúmenes. Los dos primeros comprenden los Orígenes del teatro, obra póstuma de Moratín; los dos siguientes, las comedias originales; el quinto, las traducciones dramáticas y el sexto La Derrota de los Pedantes y las poesías líricas, incluyendo las cuatro omitidas en la edición de París. El prólogo general a las comedias y las advertencias que anteceden a cada una habían sido por primera vez estampadas en 1825, pero el primero salió con adiciones considerables que casi en una mitad le hacen del todo nuevo. Acompaña a esta colección una vida del autor, escrita por D. V. González Arnao, según tenemos entendido, o por Navarrete, como suponen otros.

Gran parte de las poesías líricas de Moratín fueron reimpresas por Hermosilla al fin de su Arte de Hablar y otras en el Juicio crítico de los principales poetas españoles de la última era, donde se lee un largo y encomiástico análisis de estas producciones correctísimas, hoy muy injustamente olvidadas,33.

perjudicando a Moratín como poeta lírico su fama de poeta cómico.

No hay para qué detenerse en las muy numerosas ediciones, casi todas de surtido, que se han hecho de las obras de Moratín, ya completas, ya mutiladas, desde 1830 acá, en Madrid, Barcelona, Valencia, etc., etc. En casi todas ellas se omite el bellísimo estudio crítico sobre Orígenes del teatro español y la colección de piezas dramáticas que le acompaña, compuesta del Diálogo entre el Amor y un viejo. de Rodrigo de Cota; dos églogas de Juan del Enzina, otra anónima, la comedia Himenea. de Torres Naharro; la Eufemia, los Engaños y cinco pasos de Lope de Rueda, uno de Alonso de la Vega, otro de Juan de Timoneda y los Menecmos del mismo.

[p. 391] Fijándonos sólo en las ediciones literarias y completas, mencionaremos las siguientes:

Obras de D. Nicolás y D. Leandro Fernández de Moratín. Tercera edición. Madrid, imp. de la Publicidad, a cargo de don M. Rivadeneyra, 1850. (Tomo II de la Biblioteca de AA. Españoles.) Este tomo, como se ve, ha sido tres veces estereotipado. Además de considerables adiciones al catálogo de piezas dramáticas y notas extensas y eruditas a los Orígenes del teatro y al Discurso Preliminar a las Comedias, incluye el texto ingles del Hamlet, y el latino de las odas de Horacio que vertió nuestro poeta, así como el italiano de un soneto de Paolo Rolli imitado por el mismo. A las poesías líricas de la edición académica añade tres sonetos (uno de ellos de autenticidad dudosa) y un juicio del año 13 inéditos, con más tres romances no recopilados, aunque impresos en el Juicio crítico de Hermosilla y otras publicaciones, y el Auto de fe de Logroño. exornado por Moratín con notas sazonadísimas, aunque un tanto volterianas. Apareció este opúsculo en 1811 y no está inserto, como fácilmente se comprenderá, en la edición de la Academia, aunque sí en casi todas las demás anteriores a la de Rivadeneyra, que lleva una vida del autor escrita por D. Buenaventura Carlos Aribau.

Como suplemento a todas las ediciones anteriores puede considerarse la colección rotulada:

Obras Póstumas de D. Leandro F. de Moratín. publicadas de orden y a expensas del Gobierno de S. M. Tres tomos 4.º Madrid. Imp. y Estereotipia de M. Rivadeneyra, 1867. Publicación hecha por la Biblioteca Nacional. El primer volumen abraza unas extensas y curiosísimas notas a El viejo y la niña, y a la Comedia Nueva, que pueden servir de comentario perpetuo; un prólogo inédito destinado a La Mogigata y los Viajes de Moratín por Inglaterra e Italia que terminan en el segundo, en el cual comienza el epistolario Moratiniano, que abraza más de 300 cartas, y acaba en el tercer volumen, donde entran asimismo juicios de tragedias de Eurípides y Shakespeare, comedias de Lope de Vega, Cañizares, Zamora, etc.; un extenso prólogo destinado a una edición del Fr. Gerundio del P. Isla, noticias de diversos escritores del siglo XVIII, un fragmento auto-biográfico, los prólogos y advertencias de casi todas las primitivas ediciones de las comedias, las [p. 392] poesías añadidas en la edición Rivadeneyra, con más dos sonetos inéditos; el primitivo texto de la Lección Poética, un extracto del Diario quinquelingüe de Moratín, escrito en abreviaturas, que se descifran al pie; el testamento de Inarco, varias cartas a él dirigidas, apuntaciones diversas, trozos de un manuscrito del abate Melon y un artículo del señor Mesonero Romanos acerca de la casa de Moratín en Pastrana. Precede a todo la vida de Moratín, escrita por D. Manuel Silvela, amigo íntimo suyo y legatario de sus manuscritos.

Aun quedan sin coleccionar algunos opúsculos de Moratín. Conocemos dos cartas a Forner insertas en el Epistolario Español de la Biblioteca de Rivadeneyra (Tomo II, LXII de la colección), la Carta sobre el comercio de los huevos de Fuencarral, folleto contra Floridablanca que se imprimió suelto, y atribuye a nuestro autor su alter ego el abate Melon, que lo sabría de buena tinta, una representación al Príncipe de la Paz sobre reforma de teatros inserta en las Memorias de la Biblioteca Nacional; una versión del Cándido, de Voltaire, publicada a su nombre en Valencia, 1837, por Cabrerizo, aunque la portada suene en Cádiz, y alguna poesía de menor importancia. De otras obras suyas como la comedia El Tutor, un discurso político dirigido al Príncipe de la Paz, etc. sólo queda la memoria. También es de suponer que haya perecido un poema erótico, que aunque no impreso debió circular mucho en su tiempo, puesto que aparece prohibido en el último índice expurgatorio del Santo Oficio, si bien colocado entre los anónimos. Pero a juzgar por el último verso que allí se cita

El dulce Moratín fué mi maestro...

equivalente al ultimo del Arte de Amar de Ovidio

Inscribant spoliis, Naso magister erat ...

parece no caber duda de que fué Inarco el autor de tal poema, quizá imitación de la obra latina.

Traducciones

(1) La Escuela de los Maridos | Comedia | escrita en francés | por Juan Bautista Molière, | y traducida a nuestra lengua | por | Inarco [p. 393] Celenio | P. A. | Madrid. | Imprenta de Villalpando. | MDCCCXII. 8.º 128 pp. (A la vuelta: Sed lomgê sequere et vestigia semper adora | Thebaidos, lib. XII).

Más que traducción es un arreglo hecho con admirable maestría, y dechado de este género de trabajos. El mismo Moratín tiene cuidado de advertirlo: «He traducido a Molière con la libertad que he creído conveniente para traducirle en efecto y no estropearle.» «¿Quién me perdonará—dice más adelante—la osadía de omitir... pasajes enteros, abreviarlos o dilatarlos, alterar algunas escenas, conservar en otras el resultado, prescindir del diálogo en que las puso el autor y sustituir en su lugar otro diferente?» Con razón asienta, pues, que «hay, en esta comedia, páginas enteras en que apenas se lee una palabra que pueda llamarse rigurosamente traducida». En la advertencia que antepuso a La Escuela de los Maridos en la edición de París apunta las principales alteraciones, que hizo en el original de Molière: «Suprimí las digresiones... relativas a los trajes que se usaban en Francia en el año 1661, entonces y ahora impertinentes en la fábula; motivé las salidas y entradas de los interlocutores, añadí a las ficciones de la astuta Isabel, llamada en la traducción D.ª Rosa, todo el cúmulo de circunstancias indispensables para hacer el engaño verosímil...», etc., etc. De esta manera y exornándolo todo, con un diálogo animado, rico de sales y de veras castellano, atavió como él propio decía, con basquiña y mantilla, la comedia francesa, no en verdad de las mejores de Molière y tomada en sustancia de un cuento de Boccacio.

A la primera edición y a otra hecha fraudulentamente el mismo año, antecede un largo prólogo, encomiástico de Molière que nunca ha sido reimpreso, que yo sepa. La traducción se ha reproducido suelta y en colecciones muchas veces. Fué representada por primera vez el 17 de marzo de 1812, en el teatro del Príncipe.

(2) El Médico a Palos. Representada por primera vez el 5 de diciembre de 1814 en el teatro de Barcelona para beneficio del actor cómico Felipe Blanco. Es una refundición de Le Médecin malgré lui, insulso sainetón de Molière (dicho sea con todo el respeto debido a tan insigne maestro), que en manos del intérprete español, sin perder su carácter de farsa, ha ganado en regularidad, [p. 394] delicadeza y gracia cómica. Suprimió Moratín dos palizas y tres personajes episódicos, muchos chistes de baja ley y algunas escenas inútiles, y dió a lo restante un sabor castizo y muy agradable. No conozco edición suelta de El Médico anterior a la colección parisiense de 1852.

(3) Hamlet. Tragedia de Shakespeare,.. La primera edición se hizo en 798, pero no hemos llegado a verla sino en las colecciones completas de Moratín. Esta traducción, a diferencia de las dos anteriores, está hecha literalmente y con escrupulosa fidelidad. Emprendióla Moratín para dar en castellano una muestra del teatro inglés y tener el gusto de criticar la obra maestra de Shakespeare dentro de los principios de la escuela ultra-clásica que él había abrazado y seguía. Hízolo así en numerosas notas, llenas algunas de ática sal y desenfado, atinadas otras en la observación de los defectos, pero con escasa penetración crítica del espíritu y de las admirables bellezas del original que, según expresión de un crítico inglés, fué para él el libro de los siete sellos. Aunque se inspiró muy de cerca en las invectivas de Voltaire contra el Hamlet con motivo de la traducción de Letourneur, no deja de mostrar agudeza y perspicacia en muchos pormenores, nacida de su criterio sano y purísimo aunque estrecho, y de su gran talento práctico y experiencia de los efectos artísticos.

Su versión y sus notas son además muy dignas de recuerdo, porque gracias a tal ensayo, se conoció en España a Shakespeare por vez primera, dado que no pueden considerarse como muestras genuinas del teatro skakesperiano los arreglos de Dueis, que por aquel entonces eran de nuevo arreglados a nuestra escena. [1]

La versión del Hamlet, que está hecha directamente del ingles, pasa generalmente, y sin razón alguna, por mala, y Alcalá Galiano se atrevió a calificarla de pésima. Pero a cualquiera le es fácil cotejarla con el original, y convencerse de que fuera de algún descuidillo, está hecha con buena inteligencia del texto de Shakespeare y con fidelidad suma, siendo superior en tal concepto a muchas de las francesas y no inferior a la moderna española de [p. 395] Clark, a la cual visiblemente excede en soltura y pureza de dicción, tan notables en el Hamlet como en las obras todas de Moratín.

El abate D. Cristóbal Cladera publicó contra esta traducción un folleto que no hemos visto.

Varias Odas de Horacio, a saber:

XXX del libro 1.º Oh Venus, regina Gnidi Paphique.

Deja tu Chipre amada...

XI del mismo libro. Tu ne quaesieris (scire nefas)...

No pretendas saber, que es imposible...

XXIX del mismo libro. Icci, beatis nunc Arabum invides...

Qué, ¿al fin las riquezas...

X del libro 2.º Rectiús vives, Licinî...

Rumbo mejor, Licino...

XXII del libro 1.º Integer vitae scelerisque purus...

El que inocente...

XIV del 2.º Eheu! fugaces, Posthume, Posthume...

Ay, cómo fugitivos se deslizan...

XII del 1.º Quem virum aut heroa...

¿De cual varón o semidiós el canto...

XV del mismo. Pastor cum traheret...

Llevando por el mar el fementido...

XVIII del 2.º Non ebur neque aurum.

Se hallan en el tomo III de la edición de París, en el Apéndice del Arte de Hablar de Hermosilla, en el 4.º volumen de la edición de la Academia de la Historia y en las pp. 593 a 596 de la de Rivadeneyra.

Estas versiones son excelentes e incomparables: no las hay mejores en nuestro Parnaso, aunque entren en cuenta las celebradas, y con justicia, de Burgos. El espíritu del original está tan admirablemente interpretado como puede esperarse del atildado y eximio lírico horaciano, autor de las bellísimas odas A [p. 396] Nírida y A los colegiales de S. Clemente de Bolonia. Alguna timidez se observa, no obstante, en la versión de ciertos giros y expresiones como el auritas quercus de la XII del libro 1.º, que, por lo demás, merece la palma entre las nueve que Moratín tradujo, si ya no se la disputa la del Eheu fugaces hecha en versos sueltos. Igual combinación se emplea en el Tu ne quaesieris, y en el Pastor cum traheret, y aplicada (¡ensayo peregrino!) al exasílabo en el Icci, nunc beatis. En pentasílabos o adónicos está la del Integer vitae. No reproducimos ninguna de ellas por ser bien conocidas.

El Amor dormido (anacreóntica de Grécourt). «El niño ceguezuelo...»

Diálogo pastoral de Paolo Rolli. «Quieres decirme, zagal garrido...» Supera al lindo soneto original Sai tu dirmi, o fanciullino...

Adición al artículo de Moratín (D. L.).

En la Resista de Ciencias, Literatura y Artes de Sevilla, tomo III, página 768, se halla una versión (inédita) de la oda IV del libro 1.º de Horacio, Solvitur acris hyems, hecha por D. Leandro Fernández de Moratín, y tomada de un códice de traducciones de Horacio que poseía D. Cayetano A. de la Barrera.

Su mérito no corresponde al de las demás versiones horacianas de Moratín, y por eso, con serenísimo juicio, la excluyó éste de la colección de sus poesías sueltas.

Notas

[p. 394]. [1] . El primer estudio español en que se juzgó a Shakespeare con criterio romántico, aprovechando ya los trabajos de Schlegel, fué el de nuestro paisano D. Manuel Herrera Bustamante, escrito en Londres, en 1829.