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Obras completas de Menéndez... > BIBLIOTECA DE TRADUCTORES... > I : (ABENATAR–CORTÉS) > CETINA, GUTIERRE DE

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Texto

[p. 334]

Las noticias biográficas de este esclarecido poeta sevillano dedúcense casi únicamente de sus propias composiciones. Debió nacer muy a principios del siglo XVI, y de igual suerte que Garci Lasso y otros contemporáneos suyos siguió la carrera de las armas, militando en Italia, en Flandes y en Alemania, asistiendo a la conquista de Túnez por Carlos V y a otras expediciones famosísimas. En Italia dedicó versos a la princesa de Molfeta, a la marquesa del Vasto, a Laura Gonzaga y al príncipe de Áscoli; vivió en amistad estrecha con Garcilasso, Boscán, D. Diego de Mendoza, Jerónimo de Urrea y Gonzalo Pérez. Anciano ya, y, segun parece, no muy favorecido por la fortuna, volvió a Sevilla, residió allí algunos años dedicado a las letras y al trato familiar de Alcázar y otros ingenios hispalenses, hizo un viaje a Méjico, donde se hallaba establecido un hermano suyo, y volvió del Nuevo Mundo para morir en su patria hacia 1560, segun se conjetura. Baltasar de Alcázar escribió dos sonetos en alabanza de Cetina; Juan de la Cueva le recuerda en el Viaje de Samnio:

Este que con semblante ufano muestra
No admirarse de Febo laureado,
Es Cetina por quien la gloria nuestra
Será eterna y de España el nombre honrado.
Harán su tierna lira y fuerte diestra
Contento a Amor y al Tracio Dios pagado,
Que será causa que el amor lo adore,
Marte lo estime y por su igual le honore.

Argote de Molina, en el Discurso sobre la poesía castellana, menciona con elogio al terso Cetina.

[p. 335] Herrera publicó en sus Anotaciones a Garcilasso cuatro sonetos de Cetina. Son los que empiezan:

Ilustre honor del nombre de Cardona...

Excelso monte do el romano estrago...

Leandro que de amor en fuego ardía...

Remedio incierto que en el alma cría...

El mismo Herrera formó de los tiernos y delicados versos de su paisano el juicio siguiente, que por lo atinado y discretísimo nos excusa de añadir nada sobre el particular: «En Cetina, cuanto a los sonetos particularmente, se conoce la hermosura y gracia, de Italia, y en número, lengua, terneza y afectos ninguno le negará lugar con los primeros, mas fáltale el espíritu y vigor que tan importante es en la poesía, y así dice muchas cosas dulcemente, pero sin fuerzas. Y paréceme que se ve en él y en otros lo que en los pintores y maestros de labrar piedra y metal que, afectando la blandura y policía de un cuerpo hermoso de un mancebo, se contentan con la dulzura y terneza, no mostrando alguna señal de nervios y músculos, como si no fuese tanto más diferente y apartada la belleza de la mujer de la hermosura y generosidad del hombre que cuanto dista el río Ipanis del Erídano, porque no se ha de enternecer y humillar el estilo de suerte que le fallezca la vivacidad y venga a ser todo desmayado y sin aliento, aunque Cetina muchas veces o sea causa la imitación o otra cualquiera, es tan generoso y lleno que casi no cabe en sí. Y si acompañara la erudición y destreza del arte al ingenio y trabajo, y pusiera intención en la fuerza como en la suavidad y pureza, ninguno le fuera aventajado.» Siguiendo este juicio del divino poeta sevillano, calificó Saavedra Fajardo (en su preciosa República Literaria) a Cetina de afectuoso y tierno, pero sin vigor ni nervio.

Olvidado estuvo este atildadísimo imitador del Petrarca hasta la publicación del Parnaso Español, de Sedano, que, aunque cometió notables errores en su biografió, confundiéndole con un Doctor Gutiérrez de Cetina, cuyo nombre suena en muchas aprobaciones de libros, tuvo la feliz idea de publicar cinco poesías suyas, una de ellas el famoso madrigal

Ojos claros, serenos...
[p. 336] Reproducidas fueron estas composiciones en casi todas las antologías publicadas posteriormente. Pero hasta estos últimos años no hemos disfrutado casi íntegras las poesías de Cetina. Conservábanse estas en un códice de la selecta librería del Dr. don José M.ª de Álava y Urbina, catedrático de la Universidad de Sevilla. Rotulábase este ms.:

«Todas las obras de Gutierre de Cetina sacadas de su propio original que él dejó de su mano escritos. Parte primera. (4.º, 258 hojas foliadas, copia incorrecta.) Contenía 217 sonetos, doce estancias, una oda, diez epístolas, una sextina, cinco glosas, diez canciones y cuatro madrigales.

Tomadas de este códice se estamparon muchas poesías de Cetina en el tomo I de Poetas líricos de los siglos XVI y XVII, colección ordenada por D. Adolfo de Castro (tomo XXXII de la Biblioteca de AA. Españoles) desde la pág. 39 a la 50. Hállanse en este volumen 43 sonetos, cuatro madrigales, cuatro canciones, dos epístolas y una anacreóntica.

En el tomo II del Ensayo de una biblioteca española de libros raros y curiosos, formado sobre los apuntamientos de D. Bartolomé J. Gallardo, por los señores Zarco del Valle y Sancho Rayón, se han publicado, tomados del mismo códice, 38 sonetos, dos canciones, un capítulo en tercetos, una sextina y una epístola de D. Jerónimo de Urrea dedicada al mismo Gutierre de Cetina. A nombre de Cetina se han incluído en el mismo tomo los dos famosos y picantes elogios de la Cola y de la Pulga, copiados de la colección de Opúsculos de varios ingenios sevillanos, ms. que formó el diligente Matute. Dudo que sean de Cetina estos dos ingeniosos desenfados, pues a nombre de D. Diego Hurtado de Mendoza los he visto en varios códices, y me parecen más propios de su carácter y genio zumbón y satírico que del delicado y tierno de nuestro sevillano. Además de las composiciones dichas se leen en el precioso libro de Gallardo ocho sonetos y una epístola, tomados del ms. Flores de varia poesía, fecho en 1577. Alguna de estas poesías no está incluída en el códice de Álava.

En prosa compuso Gutierre de Cetina un Diálogo entre la Cabeza y la Gorra (del cual se da alguna noticia en Gallardo), y la Quinta paradoxa en alabanza de los cuernos, atribuída en algunas [p. 337] copias a Mosquera de Figueroa y hoy publicada gracias a la diligencia del señor Fernández Guerra en la Noticia de un precioso códice de la Biblioteca Colombina, que sirve de apéndice al tomo primero de la obra últimamente citada.

Tradujo Cetina las poesías siguientes:

Primera epístola (Heroida), de Ovidio.—Penélope a Ulises. Empieza:

Ulises, tu Penélope te escribe,
Esta que tu tardanza larga acusa,
Ocasión que en mortal congoja vive...

Consta de 69 tercetos.

Segunda epístola de Ovidio, traducida, etc.—Filis a Demofón. Comienza:

Filis de Tracia a Demofon de Atena
Desea, llama, riñe y dél se queja,
Por ver si puede así exhalar su pena...

Consta de 80 tercetos.

Cita Gallardo estas dos versiones como existentes en un manuscrito de Rimas Inéditas, de Barahona de Soto, sin duda distinto del que describe en las págs. 18 a 33 del tomo II, pues en el índice de este códice no aparecen. Según Gallardo léese la primera al folio 236 y la segunda al 241, terminando en el 247. No he llegado a ver copia alguna ni he adquirido más noticias de tales heroidas hasta el momento en que escribo.

Traducción de una estancia toscana:

Amor que con destreza navegando...

Traducción de un soneto toscano:

Querría saber, amantes, cómo es hecha...

(Del mismo soneto hizo una linda versión Hernando de Acuña:

Dígame quien lo sabe de qué es hecha
La red de amor que tantas almas prende.

De un epigrama latino Puer quidam adstrictus glacie dum ludit Ibero, atribuído por unos a César y por otros a Germánico:

Sobre las ondas del helado Ibero...
[p. 338] Léense estas versiones en los folios 257, 113, 77 del códice que poseyó el señor Álava. Permanecen inéditas.
Santander, 12 de febrero de 1876.

Notas