Apuntes biográficos/históricosMaestro de lengua española, lexicógrafo y gramático.
Nacido probablemente en la década de 1680, en algún lugar del norte de la actual Castilla (Burgos, Valladolid, Segovia o Soria), ingresó en sus años mozos en el ejército al servicio del Rey, obteniendo el grado de oficial. En sus años de militar, presenció la guerra entre España y Francia y la pérdida de los territorios de Flandes tras la Guerra de Sucesión (1701-1714). Estos acontecimientos bélicos fueron los que le trasladaron al norte de Europa para tomar residencia definitiva en la ciudad de Bruselas, donde se ganó la vida como maestro de lengua española, desarrollando al mismo tiempo una importante actividad editorial enfocada a la consecución pedagógica del aprendizaje del español.
Sus publicaciones intentaron satisfacer las necesidades habituales de un estudiante de español de la época: publicó una gramática (Nouvelle grammaire espagnole, 1697), un diccionario bilingüe (Diccionario nuevo de las lenguas española y francesa, 1705), unos diálogos con objetivo pedagógico (Diálogos nuevos en español y francés, 1708) y un manual de escritura epistolar (Secretario español, 1720). Además intervino en la corrección de una traducción de la Vida de Santa Genoveva (1717).
Se le ha acusado, en su labor de divulgador del español, de ser excesivamente deudor de la obra de César Oudin (c. 1560-1625), ya que tanto la gramática y el diccionario como los diálogos presentan una importante deuda con el francés. A pesar de ello, o precisamente gracias a esta herencia, su obra tuvo una gran difusión en el mundo francófono. Así, se encuentran múltiples ediciones para cada uno de sus libros (hasta treinta veces fue editada su gramática, la última vez de la que se tiene noticia en 1913, al menos diez veces el diccionario y nueve sus diálogos), que hicieron que su obra fuera la más difundida en el siglo xviii en el ámbito de la enseñanza del español, llegando a conocerse alguno de sus títulos simplemente como “el Sobrino”, para su diccionario.
Desde un punto de vista estrictamente lingüístico, debe mencionarse que Francisco Sobrino apoyó la antigua convicción de que el ideal de pureza lingüística es la norma de Toledo (del mismo modo que César Oudin), cuando se sabe que en el siglo xviii ya está fuertemente arraigada la idea —con la Real Academia Española como principal valedora— de que el modelo de lengua es un español cortesano sin vínculos directos regionales.
Se supone, a falta de noticias precisas, que Francisco Sobrino terminó sus días en la capital bruselense hacia 1732.