Mena destaca por ser uno de los libreros con mayor capacidad para servir a los intelectuales españoles que deseaban seguir el movimiento cultural de la época. Comenzó su empresa como marchante de libros en Madrid. Adquirió bibliotecas de contenidos y calidades dispares, como las bibliotecas de Pardo, Isidro Fajardo, Bartolomé San Martín, marqués del Risco, González de Barcia, duquesa de Aveiro y José Antonio Pimentel, que posteriormente revendía. Entre sus clientes se encontraba el mismo Gregorio Mayans, a través del cual vendió al círculo intelectual valenciano. Con el tiempo Mena se convirtió también en editor y posteriormente en impresor; de hecho, formó parte de la Compañía de impresores y libreros de Madrid, si bien nunca dejó de lado su faceta de librero.