Hombre de letras, dramaturgo, crítico, historiógrafo teatral e hispanófilo napolitano. Nacido en Nápoles, manifestó tempranamente gran curiosidad y entusiasmo por la crítica literaria y los estudios de diplomacia y se instruyó con las obras de los clásicos grecolatinos y de los italianos. Tradujo al italiano casi todas las obras de su gran amigo Leandro Fernández de Moratín salvo El sí de las niñas, y le dirigió también un nutrido epistolario en perfecto español, como el que también dirigió a su amigo el fabulista Tomás de Iriarte. Fue una auténtica autoridad por lo que a teatro europeo se refiere a causa del manejo directo de una copiosa y variada documentación, siendo lo más reseñable su reivindicación de la importancia del teatro del Siglo de Oro español, frente al desprecio que manifestaron a la literatura española Girolamo Tiraboschi, Saverio Bettinelli y otros contemporáneos del Neoclasicismo.