Presentación de la Fundación Ignacio Larramendi

Lourdes Martínez Gutiérrez
Vda. de Ignacio Hernando de Larramendi
Presidenta de la Fundación Ignacio Larramendi

 

Toledo en el siglo XVI. Detalle de un mapa de Joris HoefnagelHace ya más de un año que con motivo de la presentación de la Biblioteca Virtual de la Escuela de Salamanca firmaba yo las líneas introductorias de la Fundación Ignacio Larramendi, coincidiendo con el XXV Aniversario de su institución por mi marido, Ignacio Hernando de Larramendi y Montiano. El hecho de que otro año la Fundación que presido publique la Biblioteca Virtual de la Antigua Escuela de Traductores de Toledo es motivo de doble satisfacción.

En primer lugar, porque significa el esfuerzo continuado tanto de quienes trabajan en la Fundación como de su filial, la empresa DIGIBÍS, que lleva a cabo todos los desarrollos informáticos, las digitalizaciones y buena parte de la creación de los registros catalográficos. En segundo lugar, porque se mantiene el compromiso de cooperación con la Fundación MAPFRE, que tanto significa para mí y que tanto valoro al verla unida al nombre de quien fue durante treinta y cinco años su principal impulsor.

En el transcurso del 2012 se realizaron dos importantes proyectos, además del que se presenta ahora en mayo de 2013. Uno es la Biblioteca Virtual de Francisco Sánchez, el Escéptico, que se ha convertido en nada menos que el caso de estudio de la aplicación de la normativa europea para bibliotecas en la gran biblioteca virtual Europeana, promovida por la Comisión Europea. El otro proyecto al que me refería es la Biblioteca Virtual de Menéndez Pelayo, en la que se han perfeccionado los procedimientos y métodos de descripción bibliográfica y, sobre todo, se ha dado un paso adelante en la preparación de los denominados ciberlibros o eBooks que tan importante papel van a jugar en el futuro a la hora de facilitar la lectura. Desde luego lo van a jugar siempre junto al tradicional libro en papel, cuya vida está sin duda asegurada a pesar de los avances tecnológicos. Hay que tener en cuenta que el libro impreso también se perfecciona constantemente y dispone de algunas funcionalidades a las que todavía no alcanza el libro electrónico, aunque éste sí cuente con otras.

Un papel fundamental ha jugado en esta Biblioteca Virtual de la Antigua Escuela de Traductores de Toledo doña Patricia Juez, eficaz técnica que tanto ha aportado en la concreción de la descripción de los registros bibliográficos y de los registros de autoridades conforme a la normativa internacional.

La Antigua Escuela de Traductores de Toledo es una de las grandes aportaciones de España a la cultura universal, puesto que en la imperial ciudad cristianos, sefardíes y andalusíes supieron limar sus diferencias y bajo el impulso de grandes mecenas —primero Raimundo, obispo de Toledo, y luego Alfonso X, rey de Castilla y de León— lograron verter a Europa el saber filosófico y científico que habían acumulado los clásicos griegos y que la civilización árabe y musulmana, así como la civilización hebrea, fueron capaces de transmitir, al mismo tiempo que, mediante comentarios, obras exentas y magníficas traducciones, aportaban su propio saber. Además, también fueron transmisores de buena parte de la cultura de la India, desde campos tan apartados como podrían ser la cuentística y las matemáticas, que tan acertadamente se conciliaron en las orillas del Ganges para desembocar, casi mágicamente, en las del Tajo.

Me sería muy difícil no mencionar aquí a mi hijo Miguel Hernando de Larramendi y Martínez, pues a su condición de arabista y profesor de la Universidad de Castilla-La Mancha se une la circunstancia de que una vez que en 1994 fue creada la nueva Escuela de Traductores de Toledo, él fuera su primer director en esta nueva singladura separada por siete siglos. Considero especialmente grato que la Universidad de Castilla-La Mancha se haya incorporado como socia a este  estimulante proyecto de poner a disposición virtual de los estudiosos de todo el mundo las aportaciones realizadas en el vasto taller de traducción que fue Toledo durante los siglos XII y XIII.

El lector experimentado, el curioso, el especialista, sabrá apreciar cuánto se ha enriquecido el modelo de datos de esta Biblioteca Virtual de la Antigua Escuela de Traductores de Toledo en relación con los proyectos anteriores que he ido citando, aunque en la Fundación tenemos a gala, una vez finalizado un proyecto, incorporar a los anteriores todas las mejoras en él realizadas. Pero, lo que sin duda será más importante, se materializará en el acceso a los propios textos, o bien digitalizados por nosotros o bien recogidos por nosotros de la Red, a la que se los devolvemos, pero sustancialmente transformados mediante el enriquecimiento de nuestras descripciones y de la información que acompaña a cada obra y a cada autor. De esta manera, a través de Hispana, primero, y luego de Europeana y de OAIster, los lectores de todo el mundo tendrán la posibilidad de leer y estudiar al detalle este capítulo esencial de la cultura española, occidental y aun del mundo entero.

Madrid, 26 de abril de 2013