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Obras completas de Menéndez... > BIBLIOGRAFÍA HISPANO-LATINA... > I : ACCIO-CATÓN > APULEYO

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I. LÓPEZ DE CORTEGANA, Diego de.-¿Sevilla?-Sin año (¿1513?).

Libro de Lucio Apuleyo, del Asno de oro. En el ql se tractan muchas hystorias y fábulas alegres: y d' como una moça su amiga: por lo tornar aue: como se avia tornado su señora q era gran hechizera: erro la buxeta: & tornólo de hombre en asno. E andado fecho [p. 86] asno vido & oyo las maldades, & trayciones q las malas mugeres hazen a sus maridos. E assi anduuo fasta que a cabo de un año comió de unas rosas & tornosse hombre: segun q él largamete lo recueta en este libro. (Portada con orla, y en su parte superior una viñeta grabada en madera.) Fol. Gót., a dos cols., 72 págs. sin foliar, de a 46 líneas.

Este rarísimo y precioso libro no tiene, como se ve, año ni lugar: omisión nada extraña, dado el género de la novela, aun en período de tan desenfrenada libertad de imprenta como fueron los primeros años del siglo XVI. Brunet, sin embargo, y otros bibliógrafos siguiéndole, fijan en Sevilla, y en 1513, el lugar y la data de esta edición. Para mí se presenta con caracteres de evidencia tal conjetura, puesto que el Prohemio del intérprete está fechado en 1.º de agosto de 1513, y el traductor era Arcediano de aquella iglesia, como veremos.

El libro tiene todas las trazas de haber salido de las prensas de Cromberger.

A la vuelta de la portada se lee el referido Prohemio, que por la lindeza y gracia del estilo, idéntico al que campea en toda esta sabrosísima traducción, quiero transcribir a la letra:

«Leyendo estos dias passados en Lucio Apuleyo del Asno de oro, me parescio traducirlo en nuestra legua quotidiana, porque los que no avian sabido su hystoria tuuiessen fácil camino para la conoscer. De más desto, dudando entre mí a quién podría endereçarlo, vino me al pensamiento desta manera: He aquí este asno, aunque poco ha era de oro, á nadie agradará; porq desnudo de las chapas de oro, que es la excelencia de su stilo & polido hablar en latin, queda profanado & desffavorescido por ser traduzido y tornado en romance & habla comun. Verdad es q el oro, aunque esté escundido debaxo de la tierra, no es tratado y posseydo por todos ygualmente: pero adó quier que se halla, aunque sea en moneda de vellon y nonada, siempre tiene su estima y valor. Assi este asno de oro que pocos conoscian & muchos desseavan: antes andaua fiero y brauo, agora manso como vn cordero, muy claro & llano en su hablar, salta y bayla en presencia de todos. Por ventura alguno más curiosamente de lo que conviene murmurando con su malicia acusaria al tradutor, diziendo: ¿Qué tienes tú que hazer con este asno? porque él ó [p. 87] urdio o fingio diversas fábulas en estilo alegre, como hazian los de Milesia, las quales aprouechan poco & aun ninguna cosa á nuestra fe & religión. A esto yo respondo oponiendo le delante á los bienaventurados sanctos Ieronimo & Augustino, & avn Lactancio Firmiano con Fulgencio, varon doctíssimo y otros muchos que escriuieron en la Sagrada Escriptura: los cuales muchas vezes y en diuersos lugares en sus libros & tractados alegan la auctoridad de Lucio Apuleyo, como de philosopho prudente y graue. Pregunte si quisiere á estos doctores catholicos qué sintieron de la doctrina de Apuleyo: á mí harto basta tornar blando y facile vn asno duro en el cuero & en la boca: pero si todavía los maldizientes quisieren morder con sus dientes de biuoras, increpando me por aver descubierto las fábulas & juegos de Apuleyo: salvo & libre soy de sus rauiosos bocados: pues que los sanctos doctores, por más saber, & otras lenes por desenojarse, leyan libros de gentiles & los tenian por familiares: porque si a las cosas graues & honestas no mezclas algun passatiempo, siempre estaras triste & con enojo. Que la musica mezclando las bozes agudas con las graues, hace el canto dulce y sonoro. E porque la ambicion humana compele á los hombres endereçar los libros & tratados que hazen á los grandes señores & Príncipes por pescar algunos dones con anzuelos de sus letras: Por ende yo acordé enderezar á todos este asno, que ayer era de oro, oy es de plata, & mañana essotro día será de cobre, & avn de enojo & fastidio, sin que por el trabajo me deys gracias. Recibid lo y leed lo de buena gana: pues que á todos conuiene & arma justamente: porque no se puede dubdar sino que todos traemos acuestas vn asno: & no de oro, mas de piedra, y avn (lo que peor es) de lodo: del qual ninguno se puede despojar, sino gustadas rosas de razon y prudencia, conviene saber, hollando los vicios y deleytes: con los cuales quasi todos los mortales se ciegan. E assi menospreciando los tales engaños del mundo podamos yr á la vida que dura para siempre.

Lucio Luciano, natural de Patras, de nacion Griega, escrivió un tratado, en el qual dize cómo con desseo y cobdicia de aprender Magica avia ydo á la provincia de Thessalia. E assi desseando tornarse en aue, fué tornado en asno por industria de una moça que se llamaua Palestra, co un cierto vnguento mágico. Y [p. 88] en esta manera andando en forma de asno & reteniendo el sentido de hombre, cuenta cómo padesció muchas tribulaciones & continuos trabajos, hasta que gustadas rosas se tornó en la primera forma de hombre como era antes. Assí que este Luciano escriuio en Griego por estilo elegante del Asno de oro, al qual imitando Apuleyo escrivió en Latín por semejante argumento, & por estilo muy polido onze libros del Asno de oro, en los quales es muy elegante discreto y polido, & como quier que sin duda de las uuas de Apuleyo hizo vendimiar para si: porque de un mismo armario sacó su obra. Pero gran diferencia ay entre el Asno Griego y el Latino: porque aquél es breve, & éste es copioso: aquél de una forma y sumariamente escriue cómo se transformó de hombre en asno, y de asno en hombre: mas nuestro Apuleyo es de muchas maneras: porque interseriendo á sus tiepos fábulas y plazeres, quita todo fastidio & enojo de las orejas de los oyentes. Aquel griego parece que gustó de los primeros labrios la mágica: pero éste nuestro beuio della quanto se pudo tomar: en tanto que se cree que fué grandísimo mágico: porque (segun dize Sant Augustin) este Apuleyo & Apolonio dixeron algunos que auia hecho grandes milagros. E como tambien dize Lactancio, suelen se dezir cosas maravillosas de Apuleyo. Verdad es que él, menospreciando este nombre de mago, se defiende eloquentissimamete contra los que le acusauan & imponian crimen de arte mágica. Demás desto en su fabla es tan elegantíssimo & inuentor de vocablos nueuos, con tanta hermosura y adornacio, que ninguna cosa se puede hablar más decente & adornada. Finalmente, que este nuestro asno, assi como por palabras se dize de oro, assi lo paresce ser en sí mismo: porque él tiene gran dezir, é mucha abundancia de palabras, de grande elegancia y no de las comunes. En tal manera que con razon se puede dezir que si las Musas quisiessen hablar en Latin no avian de usar otra lengua que la de Apuleyo: [1] el qual el bienaueturado Sant Augustin en sus epístolas testifica ser eloquentissimo, diciendo que Apuleyo [p. 89] nascio en África en vn lugar honesto de su tierra, y liberalmente enseñado, y dotado de grande eloquencia: & porque esta facundia de hablar se puede mejor conoscer en el Latin que en el romance, no cumple aqui más decir de su eloquecia, sino el que lo querra ver lo remitamos al mismo scriptor: porque la verdad es que él escriuio tan ornatamente diziendo vna misma cosa por tan diuersos vocablos, que no se halla romance para ellos: de donde se conosce que la abundancia de la lengua Latina es mayor que nuestro comun hablar; en tanto que en muchas obras, aunque comunes, si no trauássemos del Latin, no podriamos bien explicar nuestro propósito & intención. Y porque se acostumbra que los que interpretan algun auctor, han de declarar quién fué, digamos lo que se puede alcançar á saber, de la vida de nuestro Lucio Apuleyo.»

Vida de Lucio Apuleyo.

«Lvcio Apuleyo de noble linaje y en su secta Platónico...»

Esta corta biografía está traducida de la latina de Felipe Beroaldo, que acompaña a la edición de Apuleyo con el comentario de aquel famoso humanista boloñés (1501). Pertenecen también a Beroaldo los argumentos o sumarios de los libros, aunque el traductor castellano no lo expresa. Veremos que en ediciones posteriores se introdujo otra división de los libros en capítulos, con nuevos epígrafes, que hacen más amena y descansada la lectura de esta famosa novela.

En el último folio se contienen ciertos dísticos latinos, algunos de los cuales declaran paladinamente la dignidad eclesiástica del autor, y de un modo algo más embozado su nombre:

Interpres lectori.
Aureus hic asinus, licet eius cauda maneret
Exdorsanda mihi, plusque adamante rigens,
Hanc secui tandem, hircino at non sanguine, lector:
Nec tamen ingenti sine labore meo.

Hexastichon ad eundem.

Transcriptorem aliquis nimium si nosse laboret,
Hispalis vrbis enim sum Archidiaconus ego,
Littera cognomen triplex dat fronte Iacobo,
[p. 90] A reliquis binas suscipe quaeso tribus.
Apuleii igitur nostro sermone lepores
Connexos, lector perlege docte, precor.

Los versos que hay enfrente de estos dicen así:

Cor durum tygris, aut hircana colubris
Te ntant huius cui fabula nulla placet.
Ga nait nulla quidem ejus pars pietatis in aurem
Natus et in silvis trux garamanta fuit.

De la segunda composición resulta que el traductor era Arcediano de Sevilla, y se llamaba Diego. Y juntando, conforme él ordena, las dos primeras letras de cada uno de los cuatro versos de la tercera, resulta cabal el apellido Cortegana.

Con el patronímico López juega del vocablo Juan de Tobar en este dístico encomiástico:

Quem domuisse Asinum Urbs homini Tarpeya nequivit,
Hispalis ecce facit gratiam inire Lupo.

«Sevilla hace que contraiga amistad con un Lobo el Asno que Roma no [pudo domar»

Otro panegirista encubierto con el seudónimo de Philomuso, añade que ni el mismo Mercurio, intérprete de los Dioses, podría traducir mejor las sales de Apuleyo:

Interpres divum haud melius Cyllenius heros,
Apuleie, saleis transferat Hercle tuos.

El Arcediano Cortegana, que llamaba nada menos que tigre, sierpe de Hircania y bárbaro garamanta al que no gustaba de fábulas y novelas, debía de ser hombre de amenísimo humor y festivo ingenio. Algún escrúpulo debió, no obstante, de sentir respecto de la honestidad de su tarea, puesto que al fin de ella se creyó obligado a poner esta nota sobre el sentido moral del libro.

«No sin fatiga del spíritu y trabajo corporal se traduxo Apuleyo: y vino a ser a todos manifestado su asno de oro, que a muchos era encubierto: que segun al principio, fué tocado, cierto él es un espejo de las cosas desta vida humana. Y en este envolvimiento de su historia, se parescen y expressan nuestras costumbres, y la ymagen de nuestra vida continuada. Cuyo fin y suma bienauenturança es nuestra religión, para servir a [p. 91] Dios, y a su divina magestad: porque alcancemos yr a su gloria para donde fuimos criados.»

II. LÓPEZ DE CORTEGANA, Diego.-Medina del Campo, 1543.

Lucio Apvleyo del Asno | de Oro, corregido y añadido. En el qual se tractan muchas hy | storias y fabulas alegres, y de como una moça su amiga | por lo tornar aue como se avia tornado su señora que era | gran hechicera erro la buxeta y tornolo de hombre | en asno: y andando hecho asno vido y oyo las maldades y trayciones que las malas mu | jeres hacen a sus maridos. Y ansí anduuo hasta que á cabo de vn | año comio de unas rosas | y tornose hombre: | Según q él largamente lo recueta en este libro. | 1543.

(Al fin): Fue impressa la presente obra en la muy noble villa de Medina | del campo, por Pedro de castro impressor, a costa de Juan de espinoza, mercader de libros: acabose á seys dias | del mes de abril año de M. D. xliiij. (Letra roja y negra.)

El frontis, que es muy curioso, tiene grabada en la parte superior esta leyenda: Sit. nomen. Domini. Benedictum, y encima del título lleva una viñeta que representa una dama, un asno, un hombre con cabeza de asno y una mujer desnuda.

A la vuelta: Prohemium: Kal. Februarii M. D. xliij.

Fol. ij. Prohemio (es el mismo traducido al castellano).

Prefacio del traductor a la Vida del autor.

Vida de Lucio Apuleyo.

Argumento del primer libro.

Joannis de Tovar P. L. Tetratischon ad lectores.-Ejusdem distichon.

Texto de los once libros, precedido cada uno de su argumento.

Advertencia del traductor. Tetrastichon ad lectorem.

Hexastichon ad eundem. «Cor durum tigris», etc.

Distichum in fine.

Colofón.-Registro.-Escudo del impresor (que puede verse reproducido en La Imprenta en Medina del Campo, de Pérez Pastor, pág. 24).-Hoja en blanco.

Es la segunda edición y una de las tres no expurgadas. Espléndido libro.

Fol. III v.º Después del argumento del primer libro:

[p. 92] Joannis de Tovar P. L. tetrastichon ad lectores

Auro conflatum quem asinum gens Martia vendit,
Æmathie magico gramine pinguis erat.
Juliae Romulee at postquam compascitur herbas,
Pinguior est proluens labraque Bethis equis.
Ejusdem distichon
Quem domuisse asinum vrbs homini tarpeja nequivit,
Hispalis ecce facit gratiam inire Lupo.
Ejusdem distichon.
Clunibus asper erat qui et onus tunc calcibus urgens.
Sterni asinus patitur jam aureus: emptor ades.

III. LÓPEZ DE CORTEGANA, Diego.-Amberes, 1551.

Historia | De Lucio Apu-| leyo, del asno de oro, re- | partida en onze libros, | y traduzida en Ro- | mance Caste- | llano. (Escudo de Juan Steelsio, con sus iniciales, y en el lema Concordia res parvae crescunt.)

En Anvers. | En casa de Iuan Steelsio, M.D.LI. | Con Privilegio Imperial. 8.º, 8 hojas sin foliar, 178 págs. dobles para el texto, y 6 más sin foliar para la tabla de los capítulos. Letra redonda.

Es la última de las ediciones no expurgadas, y sigue el texto de la de Medina del Campo.

A la vuelta de la portada se lee la Copia del Privilegio:

«El Emperador, nuestro Señor, consintió a Iuan Steelsio, librero, que él solo imprimiesse y distribuyesse por todos sus reynos y señorios, la historia de Lucio Apuleyo traduzida en romance castellano. Y prohibió que ningun otro librero o impressor fuesse osado de la imprimir o hacer imprimir dentro de quatro años primeros siguientes, so pena de confiscación de los libros y moldes, y de cincuenta florines por cada vez que se hiziese al contrario... Fecho en Bruxelles a 11 de mayo, 1550. Por el Emperador en su Consejo, Verreyken.»

[p. 93] Los preliminares que esta edición conserva son:

Prohemio del interprete.-Vida de Lucio Apuleyo.-Interpres Lectori.-Eiusdem Hexastichon.-Philomusus (un dístico).

Tomito lindamente impreso.

IV. LÓPEZ DE CORTEGANA, Diego.-Alcalá de Henares, 1584.

Libro de Lucio Apuleyo, del Asno de oro, repartido en once libros, y traducido en romance castellano. Es obra de mucho gusto y prouecho, porque tiene cuentos poeticos muy graciosos, y varias historias compuestas para recrear el animo del hombre; y debaxo de cuentos donosos enseña a huir de los vicios, y seguir la virtud. (Estampa con un ramo de rosas.)

Con licencia en Alcalá de Henares, en casa de Hernan Ramírez, impresor y mercader de libros, 1584.

(Al fin): Impreso con licencia del Rey nuestro señor. 8.º, 213 páginas.

Es la primera edición de las expurgadas. De ella dice con razón Pellicer en su Ensayo de una biblioteca de traductores (página 49):

«No permitiendo el Consejo Real de Castilla que el público se privase de un libro tan entretenido, le remitió a la censura de un Erudito, cuyo nombre ignoramos, que le limpió de todas sus obscenidades, y segun estas enmiendas se imprimió la quarta vez en Alcalá de Henares... Pero este Censor no supo hacer un bien, sin hacer un daño; pues desfiguró enteramente la traduccion, omitiendo sin necesidad muchos y sanos fragmentos de ella, y alterando frequentísimamente el estilo.»

V. LÓPEZ DE CORTEGANA, Diego.-Madrid, 1601.

Libro de Lvcio Apvleyo del asno de oro, repartido en onze libros y traduzido en Romance Castellano. Es obra de mucho gusto y prouecho: porque tiene cuetos poeticos muy graciosos, y varias historias, compuestas para recrear el animo del hombre. Y debajo de cuetos donosos, enseña a huyr de los vicios, y seguir la virtud. Con licencia en Madrid, en casa de Andres Sanchez, año 1601. 8.º, 8 hoj. prels., más 176 págs. dobles.

[p. 94] Erratas.-Tassa.-Licencia.-Vida de LucioApuleyo.-Introducción del libro.-Tabla de los capítulos, por los quales son repartidos los onze libros de Lucio Apuleyo del asno de oro.

Es texto expurgado conforme al de Alcalá de 1584.

Consta en los preliminares que hizo esta reimpresión Juan Pérez, librero y vecino de Madrid.

VI. LÓPEZ DE CORTEGANA, Diego.-Madrid, 1890.

La Metamorfosis o El Asno de Oro, por Lucio Apuleyo. Versión castellana hecha a fines del siglo XV [1] por Diego López de Cortegana, Arcediano de Sevilla. Madrid, Librería de la Viuda de Hernando y C.a. 1890. 8.º, XXVII más 335 págs.

Es el tomo 143 de la Biblioteca Clásica.

El prólogo es, en parte, reproducción del de Cortegana, y en parte un extracto de lo que dice Chassang en su Histoire du roman dans l'antiquité grecque et latine.

El texto de la antigua traducción del Asno de Oro que se ha seguido comúnmente en esta reimpresión es, según creo, el de 1601; pero se han restablecido con presencia de las ediciones más antiguas los pasajes expurgados, a excepción de aquél en que se relata el bestial concúbito del asno con la señora de Corinto, el cual sólo se inserta en latín.

Para mayor comodidad de la lectura, se ha marcado con rayitas el diálogo en toda la novela.

Es lástima que esta edición esté plagada de erratas, que en muchos casos dificultan la lectura.

VII. LA SERNA, Francisco de Paula de.-Primeros años del siglo XIX.

El Asno de Oro.

De esta traducción no se conservan más noticias que las contenidas en este pasaje de las deliciosas Memorias de D. Antonio [p. 95] Alcalá Galiano (Madrid, imprenta de E. Rubiños, 1886, tomo I, págs. 344-348). Refiérese el insigne orador gaditano a su estancia en Medinasidonia, en la primavera de 1813.

«También disfrutaba yo de los placeres de la sociedad, y quizá tan bien cuanto en población más principal y culta, aunque aquélla no sea de las menos ilustradas, por dar la casualidad de que casi toda la gente de superior esfera en ella, se dedica al servicio en la Marina real, donde estudiando y viendo mundo se adquieren conocimientos y fino trato.

Vivía yo en la casa de un hombre de mucho mérito y de singularísimo carácter, admirado por cuantos le conocían, así por su ingenio y no corta instrucción, como por sus rarezas. Era éste un primo segundo mío por parte de madre, llamado D. Francisco de Paula de Laserna, de familia en la cual, por dos o tres generaciones, había estado vinculado el talento; biznieto como yo, de D. Luis, celebrado por el P. Feijóo: de gracia extraordinaria, gran latino, muy instruído en los autores franceses, y en los antiguos castellanos, y con todo esto muy estrafalario en sus gustos, ni más ni menos que lo era en sus modos. Había hecho una traducción del «Asno de Oro», de Apuleyo, que conservaba manuscrita y encuadernada, obra notable por la inteligencia del enrevesado texto del autor, y también por la dicción castiza, suelta y familiar con que estaba puesta en castellano. Sabía mi pariente de memoria casi todos los versos de Quevedo, inclusos muchos de los menos conocidos, y admirándolos excesivamente,  los comentaba con originalidad, haciendo resaltar sus primores a menudo con acierto. Me quería mucho, y hallaba singular recreo en mi conversación, y yo en la suya. No era ésta la única cosa que me hacia grata mi residencia, aunque sí contribuía a ello mucho, por ser la conversación de aquel hombre capaz de hacer amena la situación por otra parte de más fastidio.»

VIII. ANÓNIMO, M. F. C.-Nueva York, 1844.

Las Metamorfosis | de Apuléo (sic), | Autor clásico latino. | Versión reteciente al francés, por | M. V. Bétolaud,| miembro de la Universidad de París, Licenciado en | Derecho y Doctor de la Facultad de | Literatura. | Con notas instructivas. | Traducción libre al [p. 96] castellano, |  por un aficionado. | Nueva-York. | Imprenta Española. | número 54. Gold Street, | 1844. Dos tomos en 8.º, el primero de XXVI más 233 págs., el segundo de 208.

Preceden a la traducción una advertencia suscrita por el traductor M. F. C. y una Breve Noticia de la vida de Apuléo (sic), traducida del francés como todo lo restante.

No existe, ni se concibe que existir pueda, en castellano libro más bárbaramente escrito que esta traducción. Con media docena de escritores como este aficionado pronto se convertiría la lengua de Cervantes en la jerga más anárquica, brutal y desapacible que ha resonado en oídos humanos. Cuanto se diga es poco: preciso es verlo para creerlo. No sabiendo latín el traductor recurrió a la traducción francesa incluída en la colección Panckoucke (en esto ha tenido muchos imitadores); tampoco entendía bien el francés y ni siquiera supo traducir por tabla, sino que erró infinitas veces el sentido, y como tampoco sabía castellano, llenó su traducción de galicismos, solecismos y barbarismos, cuya abundancia y gravedad inauditas confunden, suspenden y maravillan. Abro al acaso el libro y leo:

«Yo he sido, Lucio, quien os ha criado, y ha sido esto cosa muy natural, porque no sólo soy parienta de su madre, sino que mamamos una misma leche. Ambas descendemos de la familia de Plutarco, y nos criamos juntas, unidas siempre como dos hermanas, y no hay entre nosotras otra diferencia sino la posición social, porque ella hizo un matrimonio brillante, y yo no me casé sino con una persona del estado llano. Yo soy Birrena, la misma de quien no habrás dejado de oir su nombre con frecuencia en tu casa... Pero ofrezco que os haré la corte con frecuencia sin faltar a la política...

Aún no había concluído de hablar Psiché que excitada su hermana por la loca pasión de la codicia y celo criminal que la atormentaba, inventa un cuento para engañar a su marido... Sale y llega de carrera a la roca consabida, y aunque reinaba entonces otro viento que no el Zéfiro...

Esta chicuela cree que soy yo acaso una vivandera (esto lo dice la Diosa Venus)... ¿Correspondía a un nene de tu edad tomar esposa?» (Dícelo la misma.)

Hago estas últimas citas para que se vea la nobleza de estilo [p. 97] del traductor, cuando habla por su cuenta. Este padrón de ignominia es afortunadamente raro en España.

IX. ANÓNIMO.-Madrid, 1890.

Las Floridas. Fragmentos de discursos de Lucio Apuleyo.

El Demonio de Sócrates, por Lucio Apuleyo.

Hállanse al fin de El Asno de Oro, en el tomo CXLIII de la Biblioteca Clásica, págs. 255-329.

X. CAMPOS, Francisco Antonio de, primer Barón de Villanueva da Fozcoa.-Lisboa, 1847.

Burro de ouro de Appuleio. Traduzido en Portuguez. Lisboa. Na typ. de José Baptista Morando. Rua do Moinho de vento, núm. 59.-1847.

En la portada un burro. 8.º XXIII + 446 págs. y una hoja de erratas.

Retrato de Apuleyo.

Prefaçao.- El autor se entretuvo en esta traducción, hallándose proscrito después del desastre de Torres-Vedras. Hízola bastante literal, en cuanto lo permitía la índole de las dos lenguas. Declárase contra la paráfrasis. Se defiende de haber interpretado los pasajes obscenos. Omite casi siempre los diminutivos, y altera a veces la división de los períodos. Sirvióse para su trabajo de la edición de Ouendorp. Dice cuatro palabras sobre las Luciadas de Lucio de Patrás y de Luciano.

Vida de Apuleio, tomada principalmente del Diccionario de Bayle.

Al pie del texto lleva breves notas.

Al fin se hallan otras más extensas que contienen: 1.º Una breve disertación sobre el sentido del episodio de Psiquis.- 2.º La imitación que hizo Sá de Miranda.-3.º Una breve noticia de la Diosa Syria.-4.º Otra brevísima acerca de la religión de los Egypcios.

La traducción está hecha en elegante, fácil y animada prosa [p. 98] portuguesa. Es libro que apenas ha circulado por legítimos escrúpulos del traductor respecto de la licencia de algunos pasajes.

XI. CAMPOS, Francisco Antonio de, barón de Fozcoa.-Lisboa, 1859.

Apología de Appuleio, traduzida em portuguez. Lisboa, Typ. da Sociedade Franco-portugueza, 1859. 4.º, 82 págs.

Sin nombre del traductor. Sólo se imprimieron 200 ejemplares, de los cuales ninguno se puso a la venta, según dice Inocencio da Silva.

Imitaciones

XII. CUEVA, Juan de la.-Sevilla, 1587

Apuleyo convertido en asno (romance).

De Corinto fué a Tesalia
El sabio Lucio Apuleyo...

(Coro Febeo... Sevilla, 1587.)

(Romancero General, de D. Agustín Durán, núm. 462.)

Este larguísimo romance es un fastidioso y desmazalado compendio de los tres primeros libros de El Asno de Oro, de Apuleyo, hecho indudablemente, no sobre el original latino, sino sobre la traducción castellana del Arcediano Diego López de Cortegana, como lo indica el cambio del nombre de Fotis por el de Andrea.

Así Lucio enamorado
Procurando su remedio,
No pudiendo encubrir más
El amoroso veneno...
Viendo que estaba Andria sola
Unos pasteles haciendo,
Sentada a la chimenea,
Medios brazos descubiertos,
Sobando un bastón de masa
Por los hombros los cabellos,
Y como se menease
Se le esparcían por el cuello...
[p. 99] Por supuesto, Juan de la Cueva atenúa mucho todos los pasajes lascivos del original, Así al pintar la primera entrevista amorosa de Lucio y Fotis se limita a decir, suprimiendo detalles:
Llegó Andria y tocó quedo
La puerta, cuan quedo pudo
Con las puntas de los dedos...
Cuando Apuleyo la vido,
Vió de amor el cielo abierto,
Echóle en torno los brazos
Del inhiesto y blanco cuello,
Y ella con semblante alegre
Lo inclinó en su hombro izquierdo;
Y así juntos él y ella
Algún espacio estuvieron:
Mas viendo que se pasaba
De la noche el curso presto,
Y que ya tenía ocupado
El medio espacio del cielo,
Guiados del ciego amor
Y de su ardiente deseo,
A dar fin a su cuidado,
De un acuerdo ambos ser fueron,
Adonde acabaron cosas,
Con tan alegre comienzo,
Que el amor lleno de envidia
Como instable y sin gobierno,
Remuneró al ciego amante
Con diferente suceso,
Volviéndole de hombre en bestia
Por un modo extraño y nuevo,
Que no se cuenta de Circe
Haber tal mudanza hecho...

El romance, aun siendo malo, no es de los peores del Coro Febeo , y recopila los principales rasgos de la sabrosa narración del retórico africano.

XIII. SÁ DE MIRANDA, Francisco.-Lisboa, 1595.

As obras do celebrado Lusitano O Doutor Fracisco de Sá de Mirada. Collegidas, por Manoel de Lyra... Anno de 1595, fol. 124 vuelto, Egloga VI, Encantamento, a Don Manuel de Portugal.

[p. 100] Cançao do Encantamento.

Inc.

En tempo antigo, longe, em terra estranha,
Um rei e hua rainha
Houverao filhas...

-As obras do Doctor Francisco de Saa de Miranda. Agora de novo impressas com a Relaçao de sua calidade e vida, por Vicente Aluarez. Anno de 1614 (Lisboa), fols, 49, vuelto, y 53, vuelto.

Hace preceder el cuento de Psiquis por la siguiente estancia que no se halla en la primera edición.

Dura necessidade, quando engrossa,
Como agua na ribeyra,
Quem nao foge podendo, vendo a vir?
Quem hà, porem, que possa
Cumpre de ter maneira,
Ou de por peito á agoa, ou de fogir.
Forçado a mi me he ir
Buscando pollos vaos contos passados,
De que cante, que ey medo ao mao ensino,
Mayor, que a cantar mal versos rimados.
Em fim, direy d'Amor cego, et menino,
Por desastre malino,
Como lhe aconteceo,
Mas se Amor foy vencido, Amor venceo.

Las ediciones de 1632, 1651, 1677, 1784, son reimpresiones de ésta.

-As obras do celebrado Lusitano o Doutor Francisco de Sá de Miranda. Lisboa, na impresao Regia. Anno 1804. Esta edición, aunque bastante incorrecta, tiene la particularidad de ser reproducción del primitivo texto de 1595. Folios 335-341.

-Poesías de Francisco de Sá de Miranda. Ediçao feita sobre cinco manuscriptos ineditos e todas as ediçoes impressas, acompanhada de un estudo sobre o poeta, variantes, notas, glosario e um retrato, por Carolina Michaelis de Vasconcellos. Halle, Max Niemeyer, 1885. Págs. 491-497. En esta colección la égloga Encantamento lleva el núm. 8.º

Edición admirable, la mejor que hasta ahora tenemos de ningún lírico peninsular del Renacimiento.

[p. 101] La canción puesta por Sá de Miranda en boca de Beatriz, comprende, en forma lírica, todo el mito de Psiquis y Cupido, siguiendo la narración de Apuleyo. Son versos de vago y misterioso hechizo, a despecho de las terminaciones agudas que no disonaban al oído de Sá de Miranda, como tampoco al de Boscán, con quien tiene tantos puntos de semejanza. Y aun me atrevería a decir que en esta fábula más bien favorecen que perjudican al efecto, dándola cierto tono penetrante y quejumbroso.

El colector del Parnaso Lusitano (París, 1827, III, 155), que parece haber sido Almeida-Garrett, inserta esta composición con el siguiente elogio:

«Esta canción es de mucha belleza. El pincel de Sá de Miranda empapóse para trazarla en la misma tinta con que Bocaccio y después de él el hechicero La Fontaine, colorearon sus graciosos cuentos. Pero nuestro poeta dió unos toques tan sensibles y tiernos a este bellísimo cuadro, usó de expresiones tan sencillas y encantadoras, que es más fácil sentirlas que analizarlas.»

Con ocasión de esta fábula de Sá de Miranda, recuerda oportunamente Carolina Michaelis la importante monografía de Zinzow : Psyche und Eros. Fin milesisches Marchen in der Darstellung und Auffasung des Apulejus beleuchtet und auf seinen mythologischen Zusammenhang, Gebalt und Ursprung zurückgeführt, Halle, 1881.

Opina la misma ilustre escritora que Sá de Miranda, además del texto de Apuleyo, pudo tener presentes los frescos de Rafael en la villa Chigi (1514), y que probablemente tampoco le fueron desconocidos los cuentos del folklore portugués relativos a Psiquis, de los cuales publicó Adolfo Coelho una variante, y afirma Consiglieri Pedroso (Estudos de Mitographia Portugueza, en O Positivismo, II, 453) haber recogido hasta siete.

XIV. MALARA, Juan de.-Mss. de la Biblioteca Nacional. Madrid.

La Psyche de Juan de Mallara; dirigida a la muy Alta y muy Poderosa Señora Doña Joana, Infanta de las Españas y Princesa de Portugal. M-166. (Bib. Nacional.)

Ms. original en 4.º-13 hs. de principios y 330 de texto del [p. 102] poema, ocupando las dos siguientes la Traslación de la Psyche de Hieronymo Frascatorio, por Fernando de Herrera.

Precede a la obra un curioso frontis, que representa la coronación de la Castidad y la Hermosura.

PRELIMINARES

D. Ionnae D. Caroli V Caes filiæ ob eximiam pulchritudinis ac pudicitiæ concordiam I. Mallara B. M. D. D.

Sparge rosas, Cytherea: novo formosior annus
Rore viret: Zephyri levior aura fave.
Phoebus ut exoritur, dum deserit Hesperus astra,
Maiores igneis quo calet igne, videt.
Fundit Ioannæ species mirabile terris
Lumen, et Hesperio splendet ab ore nitor.
Cynthia, ne Venerem totius lumina flamma
Illustrent: supplex ambit et ipsa Iovem.
Vis animi cælestis adest. Cælestis origo
Cæsaris. At magni sunt rata verba patris.
Parce metu, Diana: dabit pulcherrima princeps
Sic utrique manus, ut iuvat atque decet.
Imperat hic Ratio: pudibundæ vincla puellae
Forma subit: Veneri sic iuga honesta placent.
Laurea femineos exornet serta triunphos,
Nam vehitur curru forma Pudicitiæ.

Canción que declara estos versos latinos.

Venus, esparce flores,
El año más hermoso reverdesce
Con los nuevos colores;
Zéphyro, favoresce,
Da mareas al prado que floresce.
Quando el sol se levanta
Y despide el luzero las estrellas,
De otro fuego se espanta,
Y con altas centellas
Míralas él, y quémase con ellas.
La hermosura clara
De Joana da una luz tan admirable,
Que a las tierras declara
El resplandor notable,
Que en el rostro español es venerable.
[p. 103] Cynthia de puro celo,
Porque no ilustre a Venus tanta llama,
La más bella del cielo
A su Júpiter llama,
Quiere ver cuanto más el Padre l'ama
.................................

FERNANDUS HERRERA DE PSYCHE J. MALLARAE

Dulcia dum cantat formosæ gaudia Psyches,
Oscula dum superis invidiosa Deis,
Dum repetit pueri lætantis basia rapta
Mallara Aonii gloria prima chori,
Risit Amor facilis non immemor ille puellæ,
Explicat et pennas, telaque dura capit.
Tela capit solito pendentia more Pharetra
Obversoque arcu torquet in artificem.
Stridula tela volant atque alto vulnere Psyche
Quid sit Amor sentit et sensisse docet...

(Son 30 dísticos.)

FERNANDO DE HERRERA

(SONETO)

Con pena eterna y con dolor crescido
Por alto mar, por el desierto suelo,
Psyche mísera busca sin consuelo
Al dulce esposo, al bello amor perdido:
Cuando el amor de propio amor herido
Sus flechas toma, y dexa el alto cielo,
Cubierto en amorosos y claro velo,
Y a Mallara hirió ya dél vencido.
El qual tocando la dorada lyra
A Psyche alegre canta Amor hallado,
Y sus affectos resonó en el canto.
Dichoso a quien Amor su aliento inspira
Que puede revolver nuestro cuydado
En esperanza, en miedo, en risa, en llanto.

JUAN SÁNCHEZ ZUMETA

Después que de su plectro hizo digna
Mal-lara la Vandalia belicosa,
Aquella compañía gloriosa
[p. 104] De Castalio en el Betis se avezyna.
Después que canta a Psyche la divina,
De la alta Cypre la sagrada Diosa
No executa su saña rigurosa,
Mas toda se le muestra ya benina.
No mueve este las piedras sin sentido,
Ni el árbol que se mueve a cualquier viento,
Que sólo aspira a la inmortal impresa.
Y aunque a Gracias y Venus ha movido,
Sólo estima por gloria de gran cuento
Mover a Doña Ioana alta Princesa.

DEL MISMO IOAN SÁNCHEZ ZUMETA

Princesa esclarecida, si os inflama
El santo fuego de la eterna gloria,
El generoso Plectro, la victoria
En el cesáreo suelo alegre os llama.
No la fiera de Marte que derrama
La sangre humana triste a la memoria;
Que vuestro invicto padre en tal Historia
Consigo se llevó toda la fama,
Hespaña tuvo en estas mucha parte,
Vos sola sereys desta la señora,
Y vos sola adorada en Helicona,
Si yguala a la dulzura, ingenio y arte
Que Mallara en su Psyche ofrece agora,
Le days del sacro lauro la corona.

CRISTÓBAL DE LAS CASAS

De la antigua discordia no olvidada
La gran hija de Júpiter suspira:
Fresca tiene en el pecho aquella yra
Por la victoria a Venus señalada.
Vuélvese a la ciudad do fué estimada
Con divinos honores, donde mira
Su templo arruynado, y dél retira
Sus ojos de dolor atormentada.
Mira, Palas, verás nueva victoria,
Venus rendirse a Psyche y que dessea
Darla por bella esposa a su Cupido.
Mira tu templo va restituydo
En nuestro gran Mallara, do se vea
Tu consuelo, venganza y alta gloria.
[p. 105] A la muy alta y muy poderosa Señora Dona Jvana infanta de las Hespañas y princesa de Portugal.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

«Fué pues materia conveniente para presentar a V. A. la vida de una princesa que más alta se halló en el mundo, según es el alma, que los griegos llaman Psiche con mejor significación que suavidad y compostura de letras. En su nombre llámase este libro la Hermosura Psiche: trata de qué manera el Anima Racional es más hermosa que quantas cosas hay criadas, y cómo las Naciones concurren a querer los beneficios que della le pueden venir, y el trabajo que se passa con el amor humano, y el fin del divino, que peligros subceden a los que usan de los ojos corporales y a sus desseos. Está todo trabado de tal manera aunque sea fábula fingida de Apuleyo o dilatada por él, como gran philósopho sabiamente, que lo cuenta con su gracioso estilo en el libro de su transformación, que meresce tener buen lugar en las mejores naciones. Parescióme ser obra digna de sacarla de la baxeza de aquellas personas que la cuentan, y ponerla según yo pudiesse en aquella dignidad que un alma tan hermosa merescía. El argumento dello en breve es que un Rey y una Reyna tuvieron tres hijas, las dos de mediana hermosura, y la otra llamada Psiche, tan admirable que dezian las gentes no ser Venus tan hermosa, la qual indignada hizo con su hijo Cupido que la castigase. Cupido se enamoró de Psiche, y por la orden que él dió fué llevada a sus casas , donde se desposó secretamente con ella aconsejándole no quisiese saber quién era su esposo. Goza Psiche desta bienaventuranza oculta hasta que por los consejos de las dos hermanas la perdió, quando con la lumbre en las manos vió a su esposo Cupido. Passó en buscarlo grandes trabajos, hasta que hallándolo por voluntad de Júpiter, se casaron y nació de ellos la vida deleytable o verdadera bienaventuranza. Fulgencio Obispo de Cartago en sus Mythologias da la Alegoría de todo esto, sobre lo qual fundaremos nuestra obra desta manera. Su ciudad do reynaban los dos Reyes era el mundo, el Rey Dios y la Reyna la materia de que nacen las cosas. De las tres hijas la una es la carne, la otra la libertad del arbitrio, la tercera el ánima, y por su nombre griego Psiche. Díxose menor, porque viene después del cuerpo, [p. 106] más hermosa por ser divina y ynmortal, que aunque tiene principio no tiene fin, y porque es más alta y superior a la libertad y más noble que la carne, tiene luego della envidia la parte apetitiva del ánima . La sensualidad que es Venus pone por medio a Cupido para castigar a la alma , y como la cobdicia y desseo es assi en lo bueno como en lo malo, enamórasse del ánima, y despóssase con ella, rogándole que no le vea el rostro, quiere dezir no aprenda los deleytes del apetito, de adonde Adam aunque está desnudo, no se ve bien hasta que come del árbol de la concupiscencia. Dizele más que no se haga del parescer de sus hermanas Carne y Libertad, en la curiosidad, pero en fin aconsejada mal por ellas saca la lumbre que tenía encubierta, que es la llama del desseo escondida en el pecho y ama corporalmente a Cupido, sale de él mismo fuego con que se queme el Cupido, porque del desseo salen impetus con que el alma es llevada a sus concupiscencias y se quema en ellas; assi puesta en el peccado es desamparada de la parte virtuosa del amor, sola con su buen pensamiento sale a buscar lo que perdió, y hallándolo según conviene, regido el desseo por Dios, abrázase con él de manera que goza de la vida bienaventurada, sin perdella otra vez.

Hasta aquí fué moralizando Fulgencio. Dióme este buen argumento una apazible Historia del alma: para vestirlo de partes que conciertan con el todo verdadero, tratando de las tribulaciones que passa el Alma no atinando al amor divino, detenida en el humano. Dilaté en doze libros lo que estaba en dos, y púselo de tal forma que los que bien sintiesen de Ánima, hallarán donde más fábula paresce, que contemplar y sacar diferentes consideraciones, y no diera (según creo) tanto gusto tratar dello claro y en manera philosóphica, y llevar la moralidad tan descubierta, que no agradara si enseñara solamente. Puédese llamar Historia del alma según juntamente con los argumentos van apuntadas algunas cosas de lo moral, como se podrá ver en principio de cada libro.

Verásse la diferencia de ánimo en Hércules y en Psiche, en el hombre, como Hércules, la fortaleza, la braveza, la perseverancia, la obediencia varonil y tolerancia de trabajos; en la Psyche la cordura, la honestidad, la piedad, la mansedumbre, la paciencia... Lo cual siguiendo yo en el El Hércules y en la Psyche, en el [p. 107] uno puse un ánimo levantado para un Príncipe que ha de combatir con muchas maneras de mónstruos en su reino y fuera dél. Y en La Psyche un ánima de grandes virtudes, puesta a todo trabajo que con honestidad se pueda llevar para una Princesa; no porque yo me atreva a enseñar a quien con virtudes señaladas declara cuán abundante caudal hay en su Real ánimo dello; sino porque debamos todos declarar lo que sentimos para debajo del nombre de V. A. animar a los que con doblado ejemplo (el fingido en la Psyche, y el verdadero en V. A.) rueguen a Dios que con larga vida y merescida felicidad guarde la que es dechado de las más altas Princesas que ha gozado de algunos tiempos Hespaña.

De V. A. leal vasallo q. s. Rs. m. b.-JOAN DE MALLARA.»

A los lectores:

«Aunque esta fábula de Psyche anda en Apuleyo, y trasladada en romance, y los franceses la tienen en su lengua, parescióme, con todo, ser obra agradable y provechosa para la lección de los poetas, y su declaración. Y cierto que se pone delante de los ojos cómo pasa el alma innumerables trabajos, cuando no conosce el amor que tiene, si es de Dios, o de la carne, y en conosciendo que es de carne, anda desterrada, y viene a pasar mucho, representándose tantas formas della; persigue la soberbia al alma con los cinco sentidos, hasta que el Amor se apura en el cielo con las diligencias que debe hazer para granjear la gloria de Dios; y cómo viniendo a la penitencia, se hace el casamiento celestial de que ella goza para siempre. Todo esto querría que se tomase de la manera que yo tengo entendido, que los hombres de buen entendimiento resciben las cosas de letras para aprovecharse en algo y mi voluntad es esta, más que deseo de ser estimado por divulgar obras.

Lo demás se verá en los Argumentos y sus Moralidades.»

Estos argumentos y moralidades van al principio de cada canto, pero afortunadamente prescinde el autor de la interpretación alegórica de Fulgencio Planciades en el cuerpo del poema.

[p. 108] LIBRO PRIMERO

Inc.

El divino furor del alma Psyche,
Aquel punto, desdén y fantasía
Que por sus graves hados la pusieron
En tanto bien y mal de mil extremos,
De los tálamos altos derribada,
A que por mar y tierras peregrina,
Los Infiernos y Cielo paseando
Viniese a su descanso deseado,
Cantar querría. ¡Oh Amor, cuyas heridas
Son las que yo describo, y no las otras
Con que los hombres míseros afliges,
Venguémonos un día de Cupido:
Conóscase mortal, pues de amor llora.
...................................
¡Musa, que de Amor tienes nombre y trato,
Y ninfas que vivís en alamedas
Y huertas del gran Betis coronado
De cañas y de olivos y cipreses!
Favorescé el criado a vuestros pechos,
Pechos para criar mayores hombres,
Y que merescan más el claro nombre
Y la hoja triunfal y verde yedra.
Decime cómo Psyche la soberbia,
Por ser hermosa más que había en el mundo,
Pasó su amor, sus penas y peligros
Por el atrevimiento incomparable,
Por dar a si el divino culto y honra.
Diréisme cómo fué preso Cupido,
Aquel que prende a libres y captivos;
Y cómo por su mano dió venganza
De sus crueles obras a los hombres,
Y según todo vino a su concordia
Haciéndose el divino casamiento.
¿A quién ofresceré mi bella Psyche,
Sino es a la divina alma de España,
Doña Joana Princesa poderosa
Cuyo nombre resuena en las riberas
De Tajo, Guadiana, Duero y Betis,
Que la marea fresca de alegría
Enseña en sus montañas retiñendo
Tal voz esclarecida en sus virtudes,
Que el mundo estar al sol siempre desea.
Y no es mucho que yo busque esta honra
[p. 109] Pues ya conté de Alcides las hazañas,
A quien Juno persigue; como Venus
A la hermosa Psiche................

En este primer libro sigue puntualmente el Mtro. Mal-lara la narración de Apuleyo, cambiando sólo los nombres geográficos, como puede juzgarse por el argumento:

«Un rey de Calcedonia tuvo tres hijas, y las mayores medianamente hermosas casaron con los reyes de Galácia y Paphlagonia; la menor por su excellencia fué llamada Psyche, y siendo por su gran hermosura adorada por diosa incitó a Venus a tanto enojo que llamando a Cupido le rogó la hiziesse casar con la más vil criatura que en el mundo uviesse, y enamorado Cupido della da orden que la entierren viva, lo qual sabido por sus padres, aunque dilataron el negocio, viniéronlo a poner por obra, y con general tristeza de todos fué dexada en las peñas, do mandó su Dios Apolo.»

Descripción de la hermosura de Psyche:

¡Qué delicadas partes, qué blancura!
¡Qué manos, de los ojos gran tormento!
¡Y qué encendidos ojos cárcel de almas!
¡Qué rayos de hora en hora despedían!
¡Qué mirar, si vivía alguno libre!
¡Y qué gran turbación del que miraba!

Descripción del carro de Venus (imitada de Ovidio, según creo):

Ya los Titanes suenan con sus conchas,
De todos los delphines dos ayuntan,
Que un carro azul y blanco le tiraban,
Con cintas de oro y seda recamadas.
La cara muy serena Venus iba
Debaxo el palio de oro reluziente
Y carmesí teñido allá en Sidonia;
Los Seres en Oriente le labraron
Aquella seda fina como suelen,
De ramos con sus peynes apurada.
La púrpura de nueva arte luzida,
Las varas del precioso metal eran,
Con él se daba sombra muy suave,
Haziéndole que el sol no le enojasse
Con sus ardientes rayos sin respeto,
[p. 110] Las Dóridas delante le llevaban
El exe guarnecido de esmeraldas,
De perlas que da ricas el levante:
Otras nadando a vezes par del carro,
Con Venus al Océano caminaban.

LIBRO II

ARGUMENTO

«Queda Psyche sola, y llevada por los zéphiros baxa a las casas maravillosas de Cupido. Descríbense sus riquezas y manera de servicio, y el acogimiento que le hicieron, y la venida de su esposo. Estando en aquella soledad se enfada, ruega a su esposo le dexe ver alguna cosa humana, pues le había mandado que no lo viesse. Estórbaselo él mucho, hasta que convencido por los ruegos della, consiente que resciba sus hermanas, y la envidia que toman ellas y la traición que ordenan y el miedo en que la ponen, para derribarla de su contento, y un consejo que le dan haziéndole creer serle bien saludable.»

Prosigue el relato de Apuleyo, prosaica y lánguidamente versificado por Mal-lara. Hay que advertir que éste y todos los demás cantos tienen introducciones sentenciosas a la manera de las del Ariosto, pero sin su gracia.

LIBRO III

ARGUMENTO

«Pensando Psyche ser bien aconsejada de sus hermanas, apareja el cuchillo y el candil, y queriendo degollar a lo que pensaba ser dragón, vió al hermoso Cupido acostado durmiendo. Detenida con tal vista, una gota de ólio, que cae, quema el hombro del niño, y despierta viéndose descubierto. Huye despues de averle reprendido. Desesperada Psyche dexa la bienaventuranza que tenía, y queriéndose ahogar en un río fué estorbada y aconsejada por el Dios Pan, do se trata el caso de la Nimpha Syringa. Comienza Psyche sus trabajos, y hallando a su hermana le dize [p. 111] cosas por donde se fué a despeñar la Hermana pensando de casar con Cupido.»

La fábula de Pan y Syringa, que aquí muy inoportunamente se intercala, está tomada de las Metamorfosis de Ovidio. Todo lo restante procede de Apuleyo, excepto algunos rasgos poéticos que honran el talento de Mal-lara. Para describir el éxtasis delicioso con que Psyche contempla al Amor dormido, usa de esta linda comparación:

Por grande maravilla está suspensa,
Como la madre que es muy piadosa,
En amor de sus Hijos tan captiva,
Y tiene sólo un hijo muy hermoso,
Y guárdale, si duerme bien, el sueño,
Apartando las aves fatigosas
Con ventalle de plumas suavemente,
Lo cubre y lo descubre por mirallo,
Antes que por hacer el blando officio.
No se harta de ver quien allí duerme,
El niño entretanto se remesce,
Y ella quita las manos de turbada,
Pensando que fué causa que despierte,
Espérale que torne, y torna a vello.
Assi estaba la esposa remirando,
Elevada en su alma, su bien todo,
Herida con las ansias que tenía...

De la despedida de Psyque al salir del palacio encantado (trozo que como el anterior, falta enteramente en Apuleyo), dice Latour que «es de un sentimiento griego y encantador».

¡Oh casas, do mis bienes comenzaron,
Y donde dieron fin mis desventuras,
Privándome del bien que me mostrastes,
Obradas para darme más tormento!
Quedaos solas de todo mi consuelo,
Desiertas, sin amor, sin alegría!
Ya no os veré en solazes que me distes,
Ni mi cuerpo vereys en vuestros baños.
Solas quedays, según os hallé solas.
¡Voces, quedaos con Dios; que mi pressencia
Ya no haveys menester, holgaos en todo!
Ya no quiero cantares ni instrumentos
De plazer que me den a mis oídos.
[p. 112] Cebásteme en deleytes importunos,
Queda la soledad hoy con vosotras,
También irá conmigo, en el camino.
No os mandaré cantar, ni que la harpa
Suene como solía en mi servicio.
Quedaos a Dios, paredes estimadas,
Aguas calientes, baños de contento,
Servicio extraño ya, manjares dulces.
No me digáis más, vozes, «mi Señora»,
Sierva triste seré de la tristeza.
.................................
Desque oyeron las vozes como Psyche
Se despedía dellas tristemente,
Responden con un son que entristecía...

LIBRO IV

ARGUMENTO

«Anda en su peregrinación Psyche, y llega al Reyno de Paphlagonia , y secretamente entra en palacio donde el Rey, pensando mal de la Reyna, quiso ver quién era, y enamoróse en viéndola, y la Reyna por vengarse de su marido se fué a casar con Cupido y despeñóse. Luego que Psyche desapareció, el Rey quedó tan perdido que enviando cinco caballeros tras ella, él también se puso en camino. Trátase del juramento que hicieron, y cómo una ave declaró a Venus todo lo passado, y el enojo con que se embravece contra su hijo. Psyche yendo su camino passa grandes aventuras con los caballeros que andan en su seguimiento y con el jayán Brandonio y con el ventero y su mujer, y de qué manera se libró de todos a su honra.»

En este libro, el autor comienza a extraviarse, intercalando un largo episodio caballeresco, infeliz imitación de los de Ariosto. El marido de la segunda hermana de Psique, se enamora de su cuñada, y manda en seguimiento suyo a cinco caballeros de su corte, los cuales, determinando trabajar por su cuenta,

Juran de no volver más a sus tierras
De no comer en mesas assentados
Ni que tengan manteles, ni tampoco
[p. 113] Afeytarse la barba o el cabello,
Ni quando desarmados estuvieren
Alzar ojo a mirar alguna dama,
Hasta que hallen rastro de la vista
De aquel hermoso rostro que miraron,
Y juran que, hallada, lealmente
Gozarán todos della echando suertes.

Todo lo que se refiere al mensaje de la gaviota, es de Apuleyo, si bien Mal-lara amplifica y deslía todavía más los chismes del ave parlera.

La persecución de Psique por el gigante Brandonio, y las aventuras de la venta son malas imitaciones del Ariosto. Es inútil detallarlas, porque nada tienen que ver con la encantadora ficción milesia.

LIBRO V

ARGUMENTO

«Va Psyche en seguimiento de su deseo por hallar a Cupido. Halla el templo de la Diosa Ceres... pídele favor. De ahí va al templo de Juno, donde la tienen cercada los que la seguían, y la Diosa haze ciertas formas fingidas que cada uno lleve porque dexen a la verdadera Psyche, y ellos contentos con la apariencia se van. Venus acompañada de cuantas aves hay en el mundo sube a pedir favor al dios Júpiter, y que Mercurio publique con muchos pregones la huyda de Psyche para que parezca delante della.»

También aquí hay invenciones propias de Juan de Mal-lara, aunque menos infelices que las precedentes, en especial el episodio de las falsas Psiquis, que por lo menos es ingenioso, y recuerda por extraña coincidencia una novela hebrea de autor español.

La interminable enumeración de los pájaros que vuelan en torno del carro de Venus es un impertinentísimo alarde de erudición ornitológica.

No faltan en este canto algunos trozos felices, especialmente aquellos en que el autor sigue más de cerca el texto latino.

[p. 114] Plegaria de Psique a Ceres:

Por esa mano diestra, que con frutos
Mantiene a todo el mundo, y por los dones
Que de los frutos dan hombres a Dioses;
Por los secretos grandes Eleusinos,
Y por las ceremonias que en Athenas,
Ceres, a ti se hazen quando llevan
Las hermosas doncellas cestas blancas;
Por los carros veloces que con alas
Levantan los dragones plateados;
Por los surcos de fértiles terrones,
Que en Sicilia en tres cabos hay partida;
Por el templo de Enna celebrado...

LIBRO VI

ARGUMENTO

«Determinase Psyche de yr a casa de Venus la qual se describe... Pónense en camino los padres de Psyche. Los que llevan las formas (las fingidas Psiques) cada uno de su manera es atormentado. Venus viendo a Psyche la procura de maltratar. Donde la prueba su pasciencia en los montes de diversas semillas, en la lana de oro, en el agua de los dragones, lo qual todo acaba Psyche bien, y por última experiencia la envia Venus al infierno por el vaso de la Hermosura.»

Lo que se refiere a las pruebas de Psique es de Apuleyo. Todo lo demás son invenciones de Mal-lara, a veces ingeniosas, como el siguiente detalle en la descripción del palacio de Venus:

Había entre los muros una guarda
Que más era dañosa con la vista
Que no en manos, por ser más avarienta
De manos y en los ojos sólo es larga;
Que eran damas hermosas con abanos [1]
Y espejos en las manos, que miraban
La mayor hermosura que tenían,
Concertando las armas offensivas
Contra los que venían sin defensa,
[p. 115] Mirando aquellas furias tan hermosas;
Y los que al muro vienen se quedaban
Muertos, porque tiraban de los ojos
Unos rayos de fuerte artillería.
Unas dellas cantaban dulcemente,
Otras sonaban suaves instrumentos,
Otra subida en torres meneaba
Las banderas de Venus figuradas...
Era un encantamento muy dañoso
Aquel de aquella isla figurada ..

Las cartas de Psique a Cupido y de Cupido a Psique, son también adiciones del humanista español, inspirándose en el género y estilo de las Heroidas de Ovidio.

LIBRO VII

ARGUMENTO

«Describense los criados de Venus, y la manera de su séquito entre los cuales se ordena un motín contra su Señora levantando a Psyche por Reyna. Nótasse la modestia de la una y la gravedad de la otra. Apaciguase el escándalo, envía Venus la barca a Psyche señalada con su sello, y a vista de la isla Taprobana, trátase del Río Indo y de sus islas. Hállale la Nereyda en la isla del Sol, y la orden que le dió para entrar en el infierno, y todo lo demás hasta dar en el Mar Bermejo.»

Muy poco queda de Apuleyo en éste séptimo libro, ocupado en gran parte con la insulsa descripción del tumulto que se promueve en la corte de Venus contra Psique.

Más novedad ofrece el viaje de Psique a los infiernos, que Mal-lara remoza como un episodio de libro de caballerías, introduciendo dos enanos que en una barca encantada conducen a la esposa de Cupido a la isla Taprobana:

Da vuelta a aquella torre que encubría
Una barca que estaba algo pequeña,
Pero muy bien labrada, donde estaban
Dos feos remadores bien pequeños.
Como Pygmeos eran en sí enanos,
Vestidos de amarillo y también mudos...
[p. 116] Viendo Psyche la barca que de un leño,
O según parescía estaba hecha
De un ñudo de las cañas, que en las Indias
Crescen con gran altura levantadas.
Entra y siéntase allí con la tristeza
Que va el que a muerte llevan condenado...

En este viaje que parece inspirado por recuerdos de la navegación portuguesa hay muy pocos rasgos felices. Pueden citarse estos dos versos, puestos en boca de Psique, que tienen cierto vago sentimiento lírico:

¡Oh mares estendidos de Levante,
Cuán poco sabré yo de vuestras ondas...

Está ingeniosamente descrito el efecto que produce la belleza de Psique entre los pescadores de perlas, que tienen por tales las lágrimas que caen de sus ojos, y las encuentran más bellas que las que ellos recogían.

También pertenecen a la cosecha de Mal-lara la profecía de la Nereida, y la narración que ésta hace de sus singulares aventuras, especialmente del castigo que Venus la impuso por haber divulgado sus amores con Marte:

Y me puso un furor con que buscasse
Los hombres, y que fuessen mis amigos.
Los forzaba en el punto que me vian
Quantos por estas mares navegaban,
Y después que algún tiempo los tenía
En un deleyte feo, los tornaba
En pesces, en el mar los despeñando.
El Sol, que desto tuvo mucha cuenta,
Aquexado de gritos de mujeres,
Que perdieron aquí los sus maridos,
Me vino a castigar con que saliesse
Desta su isla presto, pero entonces
Le supliqué con ánimo muy casto,
Me quitasse el desseo de amor torpe,
Que Venus no quisiera fatigarme.
El acabó con Venus que assi fuesse.
Assi quedé muy libre de sus ímpetus,
Y assi quedé señora de mi cuerpo,
Y no sujeta a amor desenfrenado.
[p. 117] También me concedió que yo pudiesse
Tornar hombres a aquellos que a mi causa,
Hechos pescas en mar nadando andaban.

Pero no todos quisieron volver a la forma humana:

Algunos en el mar vivir querían,
Hechos pesces, diziendo que paseaban
En el mar mejor vida y sin cuidado,
Sin cobdicia, sin bandos, sin sospiros,
Sin mandos, sin temores, sin palacio,
Sin soberbia, sin gusto, sin locuras,
Sin deudas, sin fianzas, sin demandas,
Sin pleytos, sin rencillas y otras cosas
De que la vida amarga estaba llena...

LIBRO VIII

ARGUMENTO

«Están los Reyes padres de Psyche guardando su estatua y en llegando Brandonio parten tras ella, y con ella vino Agriphontes y los otros caballeros. Psyche por el Mar Bermejo entra en la Fossa de Ptolomeo hasta el Río Nilo, por do salió al mar Mediterráneo, y de allí toca en Cipre, llega al Tenaro, sube al templo de Neptuno do estaba la boca del Infierno, y descríbesse lo que hay en el templo y en la entrada, y lo que lleva para ella. Baxa hasta donde está Charon en su barca, declárase la costumbre de Egipto (ritos de los funerales) passa por el Cerbero, habla a Proserpina y pídele el vaso, y lo que le responde.»

Empieza este libro VIII con versos que Latour llama admirables, y que lo son ciertamente, no como tales versos, sino por la gravedad y elevación del pensamiento moral:

En donde más paresce estar cerrada
La puerta de salud a lo incurable,
Viene Dios, y con mano piadosa
Quebranta los cerrojos de diamante,
Y con suave son lo que fué bravo
Ablandándose siente gran dulzura,
Y todo tiene el bien que no pensaba;
[p. 118] Porque cuando los hombres acabaron
De poner sus remedios a las cosas
Y no valen sus manos a sanarlas,
Entonces el favor de Dios comienza,
Donde acabó el humano sin remedio...

Continua el insulso cuento de las cuatro fantasmas.

Viaje de Psique por el Mar Rojo y el Nilo.

Llegan adonde Reyes muy antiguos
De Egipto havían con obra sumptuosa
Hecho una fossa grande que da espanto,
Por donde se sangraba el Río Nilo
Allá en el Mar Bermejo...

En la despedida que Psique dirige a la luz, antes de penetrar en el Tártaro, hay algunos versos de sentimiento muy clásico.

«La manía caballeresca-dice Patour-abandona aquí al poeta, que vuelve por fin a las inspiraciones de la musa griega: a Ifigenia, a Polixena, a Alceste.»

Oh ayre para mi vital sin vida,
Tierras que passeaba yo en un tiempo,
Que os quedais para siempre ya dexadas.
Alegrías del mundo y días vanos
Con que me entristecí en los años tiernos,
Consuelo llevo grande en que se acaban
Aquellos sinsabores que tenía,
Cuando tras el plazer venía tristeza.
Presto me veré sola entre las solas
(Aunque son muchas ellas) por ser mudas.
Amor me puso ley en que muriesse,
Amor mandó que yo no lo mirasse,
En viéndolo perdí toda mi vista,
Amor me turbó más quando fué visto,
Porque después de presa me ha olvidado...

Mal-lara se extiende prolijamente en la descripción del infierno, y de los ritos y ceremonias funerales entre los egipcios, principalmente el juicio de los muertos.

Ha de advertirse que el poeta sevillano da siempre su recta acentuación al nombre de Proserpina, como lo prueban estos versos:

[p. 119] Do quería Prosérpina que entrasse...
Prosérpina sentada en un gran trono...
Del robo de Prosérpina en Sicilia...
La nueva fué a Prosérpina que iba...

Es muy linda y pertenece enteramente a nuestro poeta, la respuesta de la diosa de los Infiernos a Psique, que la pide de parte de Venus el don de la belleza:

Desto ríe Prosérpina: «Engañada,
Estás, niña; que aquí no hay más belleza
De la que es trabajada con las manos,
Porque la hermosura que es perfeta,
Allá para los cielos es guardada...
Y lo que pide Venus es gran burla:
Unos afeytes puros que se acaban...»

LIBRO IX

ARGUMENTO

«Trata de la curiosidad que hay en las casas de Proserpina, en trages y affeytes, y descrivesse el quarto donde estaban las damas de la Beldad Fingida, y de lo que les dixo Proserpina, y cómo respondió una por todas, y la fealdad que en ella paresció siendo lavada por Psyche con la agua Lethea. Diósele el vaso de la hermosura. Saliendo ya Psyche, quiso probar qué era lo que llevaba. Cayó muerta en el suelo, Cupido la resucita, y encierra el sueño o desmayo mortal en el vaso y lo que hicieron las Horas. Cuéntase también lo que avino más en la vista de Psyche, y de qué manera iban todos en su seguimiento.»

La primera mitad del canto está ocupada por la pesadísima descripción del cuarto de los afeites, ungüentos y cosméticos que había en el reino de Proserpina. Es un verdadero tratado de medicamine faciei:

En fin quien miraba aquella quadra,
Era considerar que está encerrado
En una especería populosa
De ciudades muy ricas do se juntan
Todas aquestas cosas y se hazen.
[p. 120] Era el olor tan malo de todo ello
Que avía menester perder el seso...

Hay un largo razonamiento de una dama, defendiendo el arte de pintarse:

¿Por qué nuestros cabellos, siendo negros,
No se convertirán en lustres de oro?
¿Por qué nuestras mexillas amarillas
No tomarán color bueno y templado?...
¿Por qué quando las manos son muy duras
Con diversos remedios no se ablandan?...

Volvemos después a la narración de Apuleyo, con el sueño letárgico de Psique, y la aparición de Cupido, que el autor prepara con bastante poesía y gracia. Contemplaba el Amor la hermosura de Psique dormida, y entonces

Determinó herir con punta de oro
Aquella real alma, y prestamente
Saca de su carcax una saeta,
Que resplandesce en oro de amor bravo...
Para romper la vena delicada
Que revienta con sangre temerosa...
Quando Psyche volvió del grave sueño,
Abriendo aquellos ojos inflamados
De un súbito calor de lo que han visto,
Vió huyr una lumbre apressurada,
Un olor, que de presto se deshaze,
Unas que van volando según aves,
Una gran turbación, un gozo, un miedo,
Un temblor, Un mirar a todas partes,
Aquella soledad que la assombraba,
La muerte que tan presto la ha dexado,
Un socorro que siente aver venido,
Un pensar que Cupido era el que pudo
Levantarla del suelo y aun dexarla...
Pónesse de rodillas humilmente,
Mirando al claro cielo, y donde vía
Ir una nubecilla vuelta a Oriente,
Dize, manando en lágrimas sus ojos:
«Divino amor, divina hermosura...
Alma de puras almas, señor mio...»
[p. 121] No corresponde a estos bellos rasgos el final del libro, en que el autor vuelve a extraviarse en la ficción caballeresca, embrollada e incoherente.

LIBRO X

ARGUMENTO

«Vuelve Psyche a su desseo; llevando el vaso por el río Nilo. Viene a dar en el mar de Persia passado el Bermejo. Cupido en tanto quiere subir al cielo, lleva de camino al Favor, pensando que le aprovechará. Quieren volar con él muchas cosas, que no llegaron todas hasta el cielo por su baxeza. Da en el cielo de la Luna con la casa del Favor, el qual se descrive. Salen todos en compañía hasta llegar al trono de Júpiter. Rescíbelo bien, promete de favorescerlo. Psyche da el vaso a Venus, la qual algo contenta della, le da el cargo de su casa, llévala Mercurio a la casa de Areta, porque passe por el exámen de la Limpieza, y trátase qué cosa era vivir en aquella casa.»

Son muy curiosos los primeros versos de este libro, en que el autor habla de su mujer con tierna efusión, y alude a tristes sucesos de su vida, enteramente ignorados por nosotros:

Si yo que poco puedo, en estas letras
Dijera lo que hizo la alma clara
De María, mi dulce compañera,
Procurara con obras hasta el cielo
Alzar lo que por sí vuela tan alto
Que en el cielo assentó su mejor punto.
Porque los que han probado los peligros
Pueden bien acertar en lo más claro.
¡Qué sufrimiento grande y qué cordura
Mostró la fiel alma quando solo
Estuve en aquel término de verme
Sin hacienda, sin vida, ni honrra y alma,
De no ser ya en el mundo más entre hombres!
¡Qué confianza grande que tenías
En la merced que Dios omnipotente
Avía de hazer en nuestros daños!
Aquel perseverar con tanto esfuerzo,
Las lágrimas continas y oraciones,
[p. 122] Aquel yr de rrodilias por los templos,
Aquella fee perfecta y esperanza,
Aquel estar suspensa del momento
Que avía de venir la buena nueva.
Bien sé que dar tu vida fuera poco
Por un mal día mío, y que quisieras
Offrescer quanto tú vivir podías,
Porque tu corazón se reposasse
En que mi mal no fuesse más que el tuyo,
Hasta que Dios al mundo me volviesse.
Volvióme con aquel general gozo
Que declaró la patria generosa,
María, tus loores ygualando
Con las que más ilustres en el mundo
En casos peligrosos han andado...
Y cierto si mi verso no durare
Tanto como el de Smyrna o el de Mantua,
O el de Sulmo o Verona; que yo espero
Que allá en el cielo juntos gozaremos
De tan alta y eterna compañía...

El viaje aéreo de Cupido está descrito con mucha gala poética, y con «... aquella maravillosa facilidad de lenguaje-dice Latour-que no se encuentra más que en los poetas españoles.»

Es idea extrañísima del imitador español la de convertir a Psique en ama de llaves de Venus, y todavía más, la condición que deidad tan poco escrupulosa impone a su nuera de que se purifique en el templo de la virtud (Areta), para que ella consienta en sus bodas. Conviene advertir, sin embargo, que aquí Juan de Mal-lara imita también a Apuleyo, pero no en el episodio de Psique, sino en lo que se refiere a las purificaciones y expiaciones de Lucio despues que recobra la forma humana.

LIBRO XI

ARGUMENTO

«Psyche siguiendo a Phronesia, entra en los baños de Areta donde pasando grande trabajo se baña y despues coronada en el Theatro de Areta, con la exhortación que le hizo desaparesció [p. 123] todo, y vuelve a sus primeros trabajos... Vienen sus padres y sin que se conoscan los apartan. Llega Cupido con su nueva esposa, y la prueba de su paciencia; donde fué rescibida en el carro y llevada a Cypro, a donde Proteo les offresció la nave de Hespaña, y su razonamiento.»

Conviene transcribir la moralidad o interpretación alegórica de este libro:

«La Alma con la templanza se limpia en el temple de lo caliente y lo frío, que es amor y desamor de las cosas, y assi rescibe el premio de la Virtud, con que fortificado vuelve a la tentación de los trabajos, los quales como hallan resistencia, se deshazen delante della, y viene el Amor Divino con la Gracia de Dios a dar el verdadero consuelo de manera que en el punto que más triste está es arrebatada con todo su bien adonde resciba toda la obra del mundo plazer con la nueva del Remedio que en el mundo pequeño que es el Hombre hay con el gozo del alma, y offréscesse la nave que es el cuerpo humano.»

Sophronía, Charitas y Pistis, que son las tres Virtudes que sirven a Arela, informan a Psique de lo difícil y terrible de la prueba. Arrostra sucesivamente el baño de agua hirviendo, y el de agua helada, del cual sale enteramente purificada. Hay en este canto pasajes de notable elevación filosófica y poética:

... Pero Psyque volvió a pararse blanca
Según la nieve puesta en la alta sierra,
Que ni ganados huellan ni las pluvias
La pican o deshazen de su punto...
Luego se vió más fuerte que viniera,
Sintiósse más hermosa y adivina,
Paresce más liviana en dar el passo,
Casi volar podía al alto cielo,
Según aquellas aguas la apuraron.
Y llega a rescibirla con abrazos
Sophronia le diziendo: «Puedes, Psyche,
Llamarte celestial, pues que en el fuego,
En el frío probaste con templanza
Lo que puede el calor de las virtudes,
Y lo frío de aquellas obras graves
Que no tienen valor si no se encienden...
[p. 124] Razonamiento de Areta, cuando corona a Psique y la sienta a su lado:
Bien puedes entender, Psyche, la dicha
Que Dios Omnipotente ha concedido
A los hombres, que puedan con sus obras
Venir a ser divinos, y que el medio
Es la virtud qual yo tengo en mi casa,
Y mi costumbre es tal que no desecho
A ninguna persona que a mí venga.
Porteros no embarazan nuestras puertas,
Ni sobornos convienen a mi trato.
Como sean ingenios levantados
De valor y de pecho, y perseveren,
Ni miro que sean Reyes ni sus hijos,
Ni señores ni nobles caballeros;
No me mueven las torres do nascieron,
No las pobres cabañas do han vivido...
Sin differencia a todos doy mi honra,
Y de mis fuentes prueban, no tassando
Las aguas al que es baxo, o siendo larga
Con el que es alto, rico o poderoso...

La última parte de este libro y todo el 12.º están consagradas a la descripción de las bodas de Psique y Cupido, enumerando las gentes que concurrieron a ellas, de donde toma pie el autor para hacer alarde de su ciencia geográfica. En el elogio de España es de notar una imitación del Excudent alii spirantia mollius æra... Tu regere imperio populos Romane, memento, del libro VI de la Eneida.

LI BRO XII

ARGUMENTO

«Navegan Venus, Cupido y Psyche en la nave imperial de Hespaña y son recibidos de todos los Dioses en sus islas, del sol en Rhodas con las Musas, en Creta de Saturno, en Naxos de Baccho y sus criados, en Delos de Diana, en Lemnos de Vulcano. Hácesse experiencia del nuevo valor de Psyche, los Ciclopes muestran una torre extraña, Marte rescíbelos en Thracia. El hermano del Rey Padre de Psyche se levanta con el Reino, y [p. 125] haciéndose cruel con todos los que buscaban a Psyche vino a pagar su maldad, y de qué manera Psyche remedió a su padre, y se hazen las fiestas del casamiento.»

No faltan en este último canto descripciones muy floridas y lozanas, especialmente la de la isla de Naxos y el cortejo triunfal de Baco, pero el conjunto es fastidioso, y no lo es menos la historia de las últimas aventuras de los parientes de Psique.

El códice termina con la Traslación de la Psyche de Hieronymo Fracastorio, por Fernando de Herrera. (Estos bellos tercetos no incluídos en ninguna de las ediciones de las Poesías de su autor, han sido publicados por los Bibliófilos Andaluces en el tomo de Controversia de Herrera con el Prete-Iacopin, Sevilla, 1869.)

En su curioso y ameno libro Psyché en Espagne (Paris, 1879), estudió A. de Latour con detención y esmero el inédito poema de Mal-lara, del cual le facilitó copia D. José Maria Asensio, traduciendo en prosa francesa los mejores trozos. Su juicio, si de algo peca, es de benévolo en demasía, porque prescinde enteramente del desaliño métrico de Mal-lara, que es muchas veces intolerable. El arte del verso suelto no estaba inventado aún, a lo menos en España, y los de nuestro autor allá se van con los de Gonzalo Pérez, en su traducción de la Odisea. Pero a pesar de tan capital defecto, que hace casi imposible la lectura seguida del poema; y a pesar también de la redundante palabrería en que el humanista hispalense anega el relato, ya no muy sobrio, de Apuleyo, hay en los pasajes selectos que hemos ido apuntando, bellezas de diversos géneros, intenciones y movimientos realmente poéticos, aunque casi nunca lleguen a cumplida realización.

«Es-dice perfectamente Latour-una larga y laboriosa ficción, en que todo se mezcla y confunde, la antigüedad y la Edad Media, la tradición griega y las concepciones caballerescas, y si no en los hechos, a lo menos en el sentimiento íntimo, la mitología y el cristianismo. En el siglo XVI, época de vegetación poderosa, original, al mismo tiempo que de renacimiento estudiado o de reminiscencias involuntarias, todo se mezclaba y confundía. En los genios atrevidos un soplo poderoso lo ponía todo en fusión, y de tantos metales confusamente mezclados, una mano maestra hacía surgir una estatua viva. Los talentos de valor secundario, en quienes el arte y la erudición ocupaban más lugar que la [p. 126] inspiración misma y la dominaban, creaban obras que ofrecen todavía a la meditación puntos de vista interesantes, pero que no atestiguan más que estudios incompletos y rápidos, y que son más dignas de estimación que de admiración, aunque en ellas apunten ya las gracias de un arte nuevo y el sentimiento de una civilización más perfecta, tal es la Psyque de Mal-lara.»

XV. FUNES Y VILLALPANDO, Francisco Jacinto, Marqués de Osera; con el seudónimo de Fabio Clymente.-Zaragoza, 1655.

Amor Enamorado, Fábula de Psiques y Cupido, por Fabio Clymente. Dedícala al Excelentísimo Señor Don Gaspar de Haro y Guzmán, Conde de Morante, Marqués de Heliche, Gentilhombre de la Cámara de Su Majestad, y su Montero mayor, etc., etc., Con licencia. En Zaragoza, por Diego Dormer, 1655. 8.º, 4 hojas prels. y 268 págs.

Dedicatoria.-Al lector.-Fe de erratas, al fin de la cual se hace esta advertencia:

«Las voces Deidad, Adoración, Sacrificio, Hado y otras semejantes, son adorno de la poesía, no inteligencia del Autor, que si escribe como Poeta, cree como Fiel Católico Christiano, y como tal se sujeta postrado a la justísima corrección del santo Tribunal de la Fe.»

Poemita en ocho cantos, en octavas reales.

Inc.

De Amor enamorado los ardores,
Cantar pretendo en dilatada suma,
De su incauta consorte los errores,
Venganza del incendio de la espuma:
Oh Amor! para que escriba tus amores,
Préstame de tus alas una pluma,
O a mi Musa el harpón más bien templado
Con que eternice en bronce tu cuidado...

Fin.

Original fiel del Padre el Hijo,
Sólo diferenció sus calidades,
En que el rigor paterno, si prolijo,
Mejoró en las maternas suavidades:
[p. 127] Con general aplauso y regocijo,
Deleite le llamaron las Deidades,
Y entre ellas siempre oculto en claro velo
Aun en influxos se recata al suelo.

El prócer aragonés se ajusta con bastante fidelidad a la fábula de Apuleyo y muestra dotes de ingenioso versificador, pero la dicción poética es afectada y culterana.

XVI. LOPE DE VEGA (antes de 1604).

Psiques y Cupido, comedia de Lope de Vega, citada por él en la primera lista de El Peregrino en su Patria; y por consiguiente, anterior a 1604.

No ha sido descubierta hasta ahora esta comedia, de la cual acaso se valdría Calderón para la suya del mismo argumento.

XVII. CALDERÓN DE LA BARCA, Pedro (antes de 1640).

Ni Amor se libra de Amor.

Comedia de fecha desconocida. Con buenas razones conjetura D. Juan Eugenio Hartzenbusch, que fué escrita antes de 1640, fecha del auto sacramental de Psiquis y Cupido, compuesto por Calderón para Madrid; y seguramente antes de 1658, en que se estrenó la obra profana de Solís sobre el mismo asunto, Triunfos de amor y fortuna. De todos modos, en el contexto de la de Calderón se alude a dos comedias suyas, que forzosamente han de ser anteriores: La Dama Duende, estrenada probablemente en 4 de noviembre de 1629, y El Galán Fantasma, fiesta real representada en 1635.

Ni Amor se libra de Amor, aparece impresa por primera vez en 1664, en la Tercera parte de las comedias de Calderón. Figura en todas las colecciones posteriores de las obras del insigne dramaturgo madrileño. Esta comedia ha sido traducida al francés en prosa, por M. Antoine de Latour en su erudito y entretenido libro Psyché en Espagne (París, Charpentier, 1876). En la advertencia preliminar dice lo siguiente:

[p. 128] «Calderón, el más completo de los dramaturgos españoles, es poeta cómico al mismo tiempo que poeta trágico. En su Psiquis, si la pasión ocupa algún lugar, si las lágrimas corren con frecuencia, más de una escena excita la sonrisa. De semejante asunto, tratado por un poeta de instinto tan profundamente dramático, no podía resultar una comedia verdadera, pero como tampoco es tragedia, y no falta el elemento fantástico, aun sin hablar de la música, nos hemos permitido llamarla una fantasía, y como esta calificación podría escandalizar a algunos devotos del genio de Calderón, empezamos por escudarnos con el recuerdo de Shakespeare. Nada recuerda más vivamente algunas de aquellas piezas en que la imaginación del autor de Otelo y de Hamlet juega tan graciosamente con el mundo de la mitología. Hay la única diferencia de que el poeta del Norte esconde en sus más caprichosas invenciones un no sé qué de vago ensueño, que inútilmente se buscaría en las creaciones mucho más luminosas del autor español. Nada hay de vagamente sentimental en esta Psiquis española, que por lo demás tiene todo el aspecto y traza de las comedias de Shakespeare.

Muy curioso es ver cómo este genio, unas veces tan arrogante y otras tan finamente ingenioso, trataba la Mitología. El asunto de Psiquis es tan abundante en episodios, que el poeta que intente ponerle en escena no tendrá más dificultad que la de escoger y combinar armoniosamente lo que hubiere elegido. Pero también la unidad puede perderse fácilmente en la multiplicidad de los episodios sucesivos y de las aventuras de Psiquis. Calderón resuelve la dificultad con su destreza ordinaria, apoderándose con mano vigorosa de la fábula griega, que reduce a su simplicidad primitiva, y despojándola de todos aquellos episodios, que en sí mismos son encantadores, pero que aminoran la grandeza del asunto. Pensó, por otra parte, que con Psiquis y el Amor se podía hacer una pieza interesante, y prescindió intrépidamente de Júpiter, Juno, Ceres, Mercurio, Proserpina, y de todos los dioses del Olimpo, y aún de la misma Venus. Se limitó a añadir a la familia de Psiquis un cierto Anteo a quien la mano de la doncella estaba prometida: personaje que sería un poco ridículo si no le realzase cierto sentimiento de amor ingenuo y desinteresado que no pertenece al mundo antiguo, sino más bien al [p. 129] moderno. Reducido así el número de personajes, Psiquis y el Amor quedan más de relieve, y con unos y otros, el poeta ha tenido el arte de construir un argumento relativamente sencillo, a pesar del elemento fantástico, interesante aunque todo esté previsto, y cuyos incidentes brotan naturalmente uno de otro, y se encadenan sin esfuerzo desde la exposición hasta el desenlace. Se reconoce en toda la comedia el talento de ejecución, la habilidad técnica, el instinto dramático del autor de tantas comedias vivas, animadas e ingeniosas. El desenlace llega quizá demasiado pronto. Cuando la heroína ha sucumbido, cuando ha desaparecido el palacio encantado, y Psiquis deplora su falta en medio de su familia que todavía no ha tenido tiempo para abandonarla, el Amor viene un poco bruscamente a consolarla y anunciarla el perdon de Venus. Hay que convenir en que el poeta, suprimiendo las pruebas y la larga iniciación que purifica a Psiquis por el arrepentimiento y la expiación, y que la prepara a su nuevo destino, ha recortado excesivamente el tema poético que se proponía desarrollar. Pero acaso era menester todo esto para reducirle de la epopeya moral a las proporciones de la comedia heroica. Molière, que gozaba de la libertad de la Ópera, pudo mostrarse menos rígido, y sin embargo, de todas las aventuras de Psiquis no conservó más que el viaje a los infiernos. De todas suertes, el desenlace concebido y realizado por Calderón está en perfecta armonía con el conjunto de su obra.

En Apuleyo, los reyes, maridos de las hermanas de Psiquis, nada tienen de interesante. Calderón los ha convertido en dos jóvenes príncipes que viniendo para casarse con las dos hermanas mayores, se enamoraron súbitamente de Psiquis. Encuentro la misma idea en la pieza de Molière (digo de Molière, porque la Psyché es principalmente suya). Esta coincidencia podría no ser casual. Sólo que en la tragicomedia francesa Arsidas y Lidoro se llaman Cleomenes y Agenor, y en vez de resignarse, como en Calderón, a casarse con las dos hermanas, a quienes por lo demás no habían pretendido, acuden a la roca donde acababan de defender a Psiquis, y son precipitados desde ella: Psiquis los encuentra en la morada de Plutón. Molière había leído mucho a los espales, y los imitaba con frecuencia.»

Poco puede añadirse en elogio de la pieza de Calderón, a lo [p. 130] que tan discretamente apunta Latour, pero conviene examinarla más despacio.

Ni Amor se libra de Amor, es una especie de ópera, y sus bellezas son principalmente líricas. Abundan menos en el acto primero, que no traspasa el ordinario nivel de las comedias de intriga. Sólo es digna de consideración la última escena en que Cupido contempla a Psiquis dormida. Calderón cuidaba siempre mucho los finales de acto, y en esto, como en otras cosas, es gran maestro de la técnica,

¡Qué hermosa es! Mas mi rabiosa
Ira ¿en qué suspensa está?
¿En qué ha de estarlo, si ya
Ha advertido en que es hermosa?
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Mas ¿qué divino poder
Me ha helado el brazo? Mujer,
¿Qué dios vela en guarda tuya?...
Pero contra mí no hubiera
Dios que en tu favor velara..
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . ...
Y pues de mi mismo, aquí
He de morir siendo dios,
Muramos, Psiquis, los dos...
PSIQUIS (Soñando)
¡Monstruo, detente!
(Cáesele la flecha a Cupido, y despierta Psiquis)
CUPIDO
¡Ay de mí!
PSIQUIS
¿Quién eres?
...............................
toda soy prodigios hoy,
Pues cuando el monstruo soñé,
A ti en su lugar hallé.
CUPIDO
Quizá yo, Psiquis, lo soy.
.............................
. [p. 131] PSIQUIS
Llamare a quien mi poder,
Matándote, satisfaga.
CUPIDO
A nadie pidas que haga
Lo que tú puedes hacer.
PSIQUIS
¿Con qué?
CUPIDO
Con dejarte ver.

Las primeras escenas del acto segundo caminan lentamente, embarazadas con el episodio parásito y vulgar de los amores y celos de Anteo. Aun el mismo monólogo de Psiquis, primera escena que llama la atención, está infestado de retórica pedantesca y de barroquismo lírico. Pero es bellísimo el final de este acto: la entrada de Psiquis en el encantado palacio, las voces que la reciben y agasajan, los enamorados deliquios del encubierto Cupido. Todas estas escenas van acompañadas de música, y son admirablemente musicales.

PSIQUIS
Cuando imaginé que el centro
De la tierra me escondía
A nunca mas ver el día,
¡Hallo tantas luces dentro!
¡Qué alcázar tan eminentes
¡Qué suntüoso palacio!
¡Qué verde y florido espacio!
¡Qué hermosa y lucida gente!
¿Cúya será la grandeza
Flora, que admiras y ves?
CORO
Toda, bella Psiquis, es
De tu divina belleza.
PSIQUIS
¿Para quién se fundó aquí
Aquesta fábrica, en quien
Tantas riquezas se ven?
CORO
Para que te alberque a ti,
PSIQUIS
Pues decidme, ¿de que modo
Se supo que yo este día
A estas montadas vendría?
CORO
Su dueño lo sabe todo...

[p. 132] PSIQUIS

¿Quién en el mundo se vió
En igual confusión? Pues,
Sepa quien el dueño es
De este real alcázar.

CUPIDO

Yo.
.......................
Hermosísima Psiquis
Cuya planta produce
A contactos de nieve
Flores blancas y azules...
A puerto llegas donde
Tendrás, sin que te asustes,
Muchos que te obedezcan
Nadie que te disguste;
Porque este alcázar, cuyos
Dorados balaustres,
A descollarse, fueran
Hoy eminentes cumbres,
A efecto solamente
De ocultarte a ti, sufre,
Destos soberbios montes
La inmensa pesadumbre.
En él pues serás dueño.

(Con acompañamiento de música.)

De cuanto el mar incluye,
De cuanto el sol engendra
Y la tierra produce.
Pues por más que el diamante
Rayos avaro oculte,
Verás para tu adorno
Que uno en otro se pule.
Del rubí y la esmeralda
Maridajes comunes
Entre reflejos rojos
Darán verdes vislumbres.
Las lágrimas del alba,
Cuando a llorar madrugue,
Las haré que se cuajen
Primero que se enjuaguen.
.......................................
Cuanto oro y cuanta plata
Avaro monte cubre,
Sacaré de sus minas
A que en crisol se apuren
Hasta hacerse tratables,
Tanto que cuando gustes
Que borden tus adornos
Entretejidas luces,
Ingenioso gusano
De las sedas que urde
Te dará los matices,
Haciendo que se aunen.

(Con acompañamiento de música.)

Hebras de seda y oro
Logrando en ti su lustré
Tareas de los tornos,
Fatigas de los yunques...
Tendrás a todas horas,
Que tu belleza adulen
Músicas acordadas,
Cánticos de amor dulces.
Registrará tu mesa
Cuanto hay que el mar circunde,
Cuanto hay que el monte corra,
Cuanto hay que el aire cruce.
Servida y festejada
De damas que no cuiden
De más que de tus galas,
Tus joyas y perfumes;

(Con acompañamiento de música.)

Sin que desta grandeza
Otro premio procure
Sino tan sólo, Psiquis,
Que quién soy no preguntes...

¡Lástima que toda esta deliciosa poesía se estropee, al final de la jornada, con la ridícula escena en ecos!

[p. 133] El acto tercero comienza también con un trabalenguas vulgarísimo:

Cuatro eses ha de tener
Amor para ser perfeto:
Sabio, solo, solícito y secreto.

Todo esto va en metáfora de farsa, como el mismo Calderón dice; pero luego se levanta el gran poeta. Dice Psiquis, quejándose de que Cupido no le permita ver su rostro:

Dicha no comunicada
No es dicha. Del sol las luces
¿Fueran hermosas y claras,
Si a sus solas se lucieran?
De las estrellas la varia
República ¿fuera hermosa
Si a sus solas se alumbrara?
Si las flores para sí
Respirasen su fragancia,
¿Qué estimación merecieran,
............................................
El oro que esta en la mina
¿A quién adorna? La plata,
¿A quién aprovecha? ¿A quién
El diamante? Luego es clara
Cosa que en tanto es la dicha
Dicha, en cuanto se reparta...

En la parte lírico-musical merece notarse el siguiente coro:

Quedito, pasito;
Que duerme mi dueño.
Quedito, pasito;
Que duerme mi amor.
Si cantáis dulces querellas,
Oh matizados primores,
Que siendo del cielo flores,
También sois del campo estrellas,
No me despertéis con ellas
Al alma que adoro
Quedito, el rumor,
La vida que estimo,
Pasito el clamor.
Y ya que le dais este alivio pequeño
Quedito, pasito,
Que duerme mi dueño;
Quedito, pasito,
Que duerme mi amor.

En el monólogo de Psiquis, cuando va con la lámpara y el puñal a descubrir a su incógnito esposo, hay, como en otras muchas escenas de Calderón, una mezcla extraña de sutileza escolástica y de pasión humana.

PSIQUIS

Cobarde espíritu, vamos;
Postrado ánimo, alentemos;
El desengaño toquemos;
De una vez o viva o muera
Verle y no verle quisiera;
Que siempre he de ser extremos.
Verle, por llegar a ver
Si engañada pude amar;
No verle, por no llegar
A matar y aborrecer
[p. 134] A quien ya llegué a querer;
Y en dos afectos neutral,
Dudo el bien, recelo el mal,
Y en lo que el examen tarda,
Más esta luz me acobarda
Que me anima este puñal.
    Cada paso que el deseo
Da, se retira otro paso
El temor: tiemblo y me abraso...
¿Qué mucho si dudo y creo?
Mas ¡cielos! ¿Qué es lo que veo?
¿Quién vió más bella pintura?
¿Quién más perfecta escultura?
El que dijo que éste es
Un monstruo, dijo bien, pues
Es un monstruo de hermosura.
   ¡Qué joven tan generoso,
En quien desde el pie al cabello,
Está brioso lo bello,
Está valiente lo hermoso!
¿Otra vez, cielo piadoso,
Esta hermosura no vi,
Queriendo matarme? Sí.
¿Quién eres, joven, que estás
Seguro al matarte, más
Que cuando matabas? Dí.
    Cuando quisiste matarme,
Turbado te ví primero;
Y cuando matarte quiero,
Tú te vengas con turbarme.
Dormida fuiste a buscarme,
Dormido hallarte pretendo:
¿Qué extremos son que no entiendo
Los que hay en los dos, pues cuando
Dormí, estabas tú soñando,
Y yo, cuando estás durmiendo?

Finalmente, citaremos estos cuatro versos tiernos y sencillos que resumen todo el interés dramático de la pieza:

CUPIDO
¡En fin, me has visto, aunque yo
Te pedí que no me vieras!
PSIQUIS
Si tan para visto eras,
Dueño mio ¿qué importó?

En los últimos versos de esta pieza, parece designarla Calderón con el título de El Amor Enamorado:

Si no que, pues el Amor
Hoy enamorado eres,
Perdones yerros de quien
Está a vuestras plantas siempre.

XVIII. CALDERÓN.-Autos Sacramentales.-Fábula de Psiquis a lo divino.-1717.

Dos veces trató Calderón a lo divino la fábula de Psiquis, convirtiendo con su genial y triunfadora osadía el cuento milesio de Apuleyo en símbolo eucarístico, y llevando a sus últimos límites la interpretación alegórica y mística, que comienza en el siglo VI con el comentario de Fulgencio Planciades.

[p. 135] No sabemos cuál es el más antiguo de los dos autos sacramentales, que llevan el título de Psiquis y Cupido, pero citándolos por el orden en que fueron impresos, corresponde el primer lugar al que fué compuesto para la villa de Madrid, puesto que figura en la Parte Primera de los Autos sacramentales, alegóricos e historiales del insigne poeta español Don Pedro Calderón de la Barca... dada a luz en 1717, por D. Pedro de Pando y Mier (a quien el Ayuntamiento de Madrid había cedido el derecho de imprimir los Autos de Calderón), conforme a los originales de su archivo. A este auto, como a todos antecede una loa, de la cual prescindimos, porque no tiene relación directa ni indirecta con el texto de Apuleyo, anunciándose solo, al fin de ella, que el empeño del auto

Es de Psiquis y Cupido
Alegórico argumento
En fábula mysteriosa.

Tampoco entraremos en la exposición detallada del auto, cuyos personajes son: El Odio, el Amor, el Mundo, la Sencillez, las tres Edades, la Malicia, el Hebraismo, la Gentilidad, músicos y acompañamiento. «¿Y dónde está Psiquis?»-se preguntará-Psiquis es la tercera de las hijas del mundo, la Ley de Gracia, así como sus hermanas mayores son la Ley Natural y la Ley Escrita, dadas en dote la una al Imperio Romano, la otra al Reino de Judea:

En la Fábula de Psiquis
Lef, que un Alto, un superior
Monarca tuvo tres hijas,
Que a las dos estado dió,
Y a la tercera echó al mar
Por envidia de las dos.

Las dos hermanas, es decir, las dos primeras edades, o si se quiere mejor la Gentilidad y el Hebraísmo, se coligan contra la tercera Edad, en cuyo favor se amotina el pueblo:

Viva nuestra Infanta, en quien
Es segunda perfección
Siendo menor en edad
Ser en belleza mayor.

Lo mejor del auto como poesía son las escenas en que está trovada a lo espiritual la exposición de Psiquis sobre el escollo [p. 136] y la aparición del encantado Palacio. Sale la Noche vestida de negro, con estrellas y una hacha en la mano, y canta:

Huyan las sombras del odio que horrible
En estas montañas buscó su peligro,
Y serene las nieblas la llama
De Amor, que tras él buscándole vino...
De esta antorcha ilustrada los rayos
Siguiendo, verás que a tanto conflicto
Como verse del mundo arrojada,
Te busca y te alberga en alcázares ricos...
Entra, pues, que las puertas abiertas
Te esperan a ser tu amparo y tu asilo:
Entra, pues, que el Esposo a buscarte
De embozo vendrá sin ser conocido...
Cuando a tus puertas le coja la Noche,
Nevado el cabello de blanco rocío...

Mézclanse así de un modo extrañísimo las reminiscencias del Cantar de los Cantares con las del mito pagano. Y de la misma suerte el palacio encantado del Amor se identifica con la nueva Jerusalén que el profeta vió descender del cielo:

¿Que nueva Jerusalén
Es la que en el ayre miro
Que parece que desciende
Del Cielo, a ser paraíso
De la tierra, pues sus muros
Si a los relámpagos míos
Puedo divisar las señas,
Misteriosamente altivos
Son amatistas, topacios,
Crisólitos y jacintos?
El fosso que los guarnece
Mar es de cuaxado vidrio,
Siendo sus calles y plazas
Losas de cristales limpios...

Es una escena algo larga, pero deliciosamente versificada, salvo los inevitables resabios de mal gusto, aquélla en que el Amor Divino requiebra a Psiquis, interpretando con un arte muy singular, pero que no carece de grandeza, los datos de la fábula, antigua:

Bello prodigio a quien
El mundo echa de sí,
Por odios del Hebreo,
Por ceños del Gentil:
Desde el principio, y antes
De los siglos te vi,
Y tan primer Principio.
Que nunca tendrá fin.
Desde allí tan amante
Quedé, que he de cumplir
Lo del morir de amor,
Que otros suelen decir,
[p. 137] Pues por mí se dirá
Y con verdad, que fuí
A quien el Mundo vió
Muerto de amor por ti...
En este ilustre alcázar
(Templo puedo decir,
Puesto que a tu deidad
Sus aras construí)
Casta Esposa desde hoy
Conmigo has de vivir,
En cuya eterna edad
Dulcemente feliz,
Dirán sus primaveras
Que en su ameno confín
De doce meses, sólo
Conocen al Abril...
Sobre cuál más te obliga,
Lidiarán entre sí,
La Aurora con llorar,
Y el Alba con reír.
Saldrás, pues, y verás
Cruzar de mil en mil
Arroyos del Cedrón
Por viñas de Engadí.
Regar verás hermosas
Fuentes de Rafidim,
Los cedros de Cadés,
Las palmas de Setim..
Al trasmontar la tarde
Cuando ya quieren ir
A la choza el Pastor,
Y el ganado al redil,
De embozo en tus umbrales
Me hallarás, porque así
Siempre he de estar contigo,
Y no quiero de ti
Más de creer que es obra
De Amor, sin inquirir
Si debaxo de un blanco
Velo, y terso viril,
Está ya el Dios de Amor,
No ignoto para ti,
Cuando más fe que al ver
Le prestes al oir...
Pues como tú me creas
Sin ver, haré por ti
Tal fineza de amor,
Que dé en sacro festín
De mis bodas, a cuantos
A ellas quieran venir
Tan preciosos manjares,
Que lleguen a incluir
En la espiga de Ruth,
De Caléb en la vid,
El vino de Canaán
Con el maná de Sim...

No se puede menos de calificar de extrañamente ingeniosa la delicadeza con que el poeta transforma en símbolo del misterio sacramental la invisibilidad del Amor en la fábula griega, sin que ni el decoro del dogma teológico ni la integridad de la poesía padezcan. Ya se comprenderá después de esto el sentido con que Calderón trata la caída de Psiquis, su purificación por el arrepentimiento y su regeneración por el manjar de la Sagrada Mesa.

El auto segundo de Psiquis y Cupido, escrito para la ciudad de Toledo, figura en la Parte Segunda de los Autos, publicada también en 1717. Tiene su correspondiente Loa, sin ninguna relación con el episodio de Apuleyo.

En el auto son personajes: La Apostasía, la Gentilidad, la Idolatría, la Sinagoga, el Judaísmo, la Envidia, el Albedrío, el Mundo, Cupido, la Fe, músicos y acompañamiento. La alegoría [p. 138] de las tres hermanas es substancialmente la misma que en el auto anterior, pero más recargada de sutilezas escolásticas, y más distante del mito original y de la poesía profana. El misticismo de este segundo auto parece más elevado y más puro, pero quizá por lo mismo el conjunto es menos dramático, el velo mucho más transparente, y se concede menos valor al elemento humano. Las sutilezas de la controversia teológica ahogan a cada momento la franca expansión del numen lírico, salvo en algunos intermedios de poesía musical, como el siguiente:

Pájaros, Fuentes y Flores,
Todos al Dios de Amor decid amores.
VOZ PRIMERA
Aves, su voz saludad.
Volad, volad.
VOZ SEGUNDA
Cristales, su espejo sed.
Corred, corred.
VOZ TERCERA
Flores, de alfombra servid.
Lucid, lucid...

Estos dos autos han sido muy bien analizados, y en parte traducidos al francés, por Latour en su ya citado libro Psyché en Espagne (págs. 194-262).

Ya antes de Calderón había sido empleada la fábula de Psiquis como alegoría eucarística. Prueba es de ello el auto Psiquis y Cupido del Maestro José de Valdivielso, que es la sexta pieza de las incluídas en el raro volumen que lleva por título Doze autos sacramentales y dos comedias divinas. (Toledo, por Juan Ruiz, año de 1622, 4.º) Puede formarse idea de él por el clarísimo extracto de Schack (tomo III de la traducción castellana, pág. 319).

«Psiquis es el Alma humana, la hija del cielo, y el amor es Cristo. El Mundo, el Deleite y Lucifer son galanes, que [p. 139] pretenden la mano de Psiquis, y se ven rechazados de ella, porque en sueños ha visto al Amor, a quien sólo desea pertenecer. Éste se presenta como amante suyo, y se desposa con ella; el himeneo se celebra primero en su casa, en donde descubrirá su rostro, velado hasta entonces; para acompañar a la desposada hasta ella, la entrega a la Verdad y a la Razón. Las hermanas de Psiquis, que se llaman Irascible y Concupiscible, envidian la dicha de la desposada y se conjuran con los tres amantes desdeñados para destruirla. El plan se realiza. Déjase Psiquis seducir de sus enemigos, anticipándose a la eternidad, y temiendo en vez de creer. En la ocasión primera en que intenta levantar el velo del Amor es retirada por la Fe; en la segunda huye de sus brazos el divino amante, y ella se precipita en un insondable abismo. La Razón queda ciega de repente, y vaga lamentándose; aparécese la Verdad para buscar a la perdida; y mientras se conduelen ambas de lo ocurrido, se ve a Lucifer cabalgando en una serpiente, y teniendo en sus brazos a la desolada Psiquis, manchada de sangre y con negras vestiduras. El Amor, sin embargo, accede al fin a celebrar de nuevo su himeneo, movido por el arrepentimiento del Alma; la santa Virgen trae a Psiquis en sus brazos, él estrecha entre los suyos a la recién hallada, y en este instante la adornan blancos paños; ábrense sus ojos a la razón; huyen el Mundo, el Deleite y Lucifer; se ve al Cielo, padre de Psiquis, que ofrece a su hija una corona y una palma, y un coro solemniza con sus cánticos las bodas del Alma y de Cristo.»

XIX. SOLÍS, Antonio de.-Madrid, 1658.

La gran comedia Triunfos de Amor y Fortuna. Fiesta Real que se representó a sus Majestades en el Coliseo del Buen Retiro. Al feliz nacimiento del Serenísimo Príncipe D. Felipe Próspero nuestro Señor. Escrita por D. Antonio de Solís, Secretario del Rey nuestro Señor y Oficial de Estado. Va precedida de una Loa, y seguida de dos entremeses y un sainete que se representaron con la comedia. Los títulos de los entremeses son El Niño caballero y El Salta-en-banco: el sainete no lleva título.

De la pompa de esta representación palaciega y del éxito que tuvo da curiosa relación D. Antonio de León Pinelo en su [p. 140] Historia de Madrid, ms. (apud Hartzenbusch, Comedias de Calderón, pág. 675):

«Fué la más portentosa (comedia) que se vió en Madrid, y aun en Europa, formada de las fábulas de Psiquis y Cupido, Endimión y la Luna. Las mudanzas del teatro fueron muchas y admirables... La obra fué de Don Antonio Solís, Secretario del Rey y Oficial de Estado; y la disposición, de D. Antonio María Antonozzi, ingeniero romano. El viernes y el sábado se representó a los Consejos, Reina y Villa de Madrid; y por acercarse la cuaresma no se pudo dar lugar a que la gozase el pueblo, reservándolo para tiempo más oportuno; y así se continuó, después que los Reyes vinieron de Aranjuez, y fué tanto el concurso, que aun faltaron días, por atravesarse la fiesta del Corpus Christi que la suspendió.»

Fecha de la representación, el miércoles 27 de febrero de 1658.

Fué impresa dos años después en la Parte treze de la gran colección de Comedias varias, escogidas (1664), y reimpresa en las obras dramáticas de Solís (Madrid, 1681 y 1717).

Más bien que comedia es una especie de ópera de gran espectáculo, en que se mezclan de un modo confuso e incoherente la fábula de Psiquis y la de Endimión. Seguramente debió su éxito a la habilidad del tramoyista, y a algunos versos buenos, aunque muy inferiores a los de Calderón, a quien manifiestamente imita, o por mejor decir echa a perder. Es pieza que dramáticamente vale muy poco, a pesar del respetable nombre de su autor.

XX. COMELLA, Luciano Francisco.-Madrid, 1793.

Psiquis y Cupido, drama heroico en un acto. Con música. La licencia para la representación es de septiembre de 1793. Hizo el papel de Siquis María del Rosario Fernández, la Tirana, y el de Cupido Ángel López. Los demás actores que la estrenaron fueron Francisco Laborda, las hermanas Petronila y Lorenza Correa, José Huerta, Vicente Camas y Victoria Ferrer.

Se ha impreso suelta, como las demás producciones de su autor, pero también se encuentra en el tomo VII de la colección facticia que lleva por título Colección de las mejores comedias [p. 141] nuevas que se van representando en los teatros de esta corte .. Madrid, en la Imprenta de Ramón Ruiz.

Por la grotesca celebridad de su autor podrá ya inferirse lo que puede ser este esperpento dramático, en que no hay poesía, ni sintaxis, ni sentido común, A ratos cree uno que está leyendo una parodia. Véase alguna muestra:

Sale Siquis y Cupido, éste vestido de pastor, con el rostro cubierto con una cinta blanca que casi le cubre todo el rostro, y dice Siquis:

¡Imperfecto placer! ¡Amor tirano!
Si el amor es gozar el bien querido,
Si el amor es tener el bien que se ama,
¿Cómo puedo gozar lo que no he visto?
¿Cómo es dable tener lo que se ignora?
Descúbrete una vez, esposo mío,
Basta ya de adorarte con la idea,
Dexa que ame el objeto. Combatido
De la duda mi pecho algunas veces,
Llego a dudar de ti, porque en ti miro
Dos mil contrariedades. Por un lado
Tu estatura no excede a la de un niño,
Por otro tu poder es más que de hombre...
Basta de cargos ya, y a mi cariño
Hazle el obsequio de mostrar tu rostro,
Mi corazón no tengas indeciso:
Desátate la venda; mas no, dexa
Que te la quite...
CUPIDO
Ya te he dicho
Otras veces, mi bien, que descubrirme
Y perderte será todo uno mismo.

En el mismo estilo ramplón está lo demás de la pieza.

XXI. HARTZENBUSCH, Juan Eugenio,-Madrid, 1857.

El Amor Enamorado, zarzuela mitológico-burlesca, en tres actos en verso y prosa.

[p. 142] Al final de esta pieza se lee: Panticosa-Biarritz-Madrid, 1857.

Obras de Encargo, Colección que comprende algunas de D. Juan E. Hartzenbusch. Madrid, Imprenta y Estereotipia de M. Rivadeneyra, 1864.- Págs. 81-187.

En vida de Hartzenbusch no se representó esta zarzuela. Puesta luego en música por D. Emilio Arrieta, fué estrenada con regular éxito, en el teatro de Apolo, el 28 de septiembre de 1880.

El libreto es digno de su autor, si se atiende sólo a la pulquérrima dicción de la prosa y a la elegante suavidad de los versos. Tiene, además, como podía esperarse de tal maestro, aun en obra tan ligera y de mero pasatiempo, intenciones y movimientos poéticos, y en la últimas escenas un género de elevación moral, que sin llegar a la interpretación mística de Calderón, ni a las sutilezas de Fulgencio Planciades, mantiene la fábula de Apuleyo en cierta esfera ideal.

Desgraciadamente, Hartzenbusch se creyó obligado a justificar el título de burlesca que daba a su zarzuela, interpolando una porción de escenas cómicas en que figura como principal personaje un sacristán del templo de Venus llamado Telefrón, que viene a ser el gracioso de la pieza. Y como la vena cómica no era la principal entre las excelentes dotes del autor de Los Amantes de Teruel, no es maravilla que resultasen fríos e insulsos la mayor parte de los chistes del tal Telefrón, cuya inoportuna presencia en las situaciones más críticas, desfigura la obra con un tinte de candidez pueril. Algunos recursos, también, como el primer encuentro de Psiquis con el Amor disfrazado de pastora anciana, se quiebran de puro ingeniosos y rebuscados, y contrastan con la sencillez humana, y por lo mismo trascendental y eterna, del cuento primitivo.

Tampoco los datos de éste fueron respetados por Hartzenbusch más que en lo esencial. Suprime las hermanas de Psiquis, sustituyéndolas pobremente con el insufrible Telefrón: suprime todas las pruebas y purificaciones de la heroína... Hay, además, algunos rasgos de sentimentalismo moderno, que son inoportunos en tal argumento. Una reproducción poéticamente hecha del episodio de Apuleyo, conservándole con franqueza su prístino carácter de cuento de viejas, hubiera producido una zarzuela u ópera de grande espectáculo, mucho más animada e interesante [p. 143] que este conjunto de sutiles embrollos, de púdicas reticencias, y de segundas intenciones.

Hay, como queda dicho; trozos muy delicados en esta obra. Dice Heliodora, o sea Psiquis, contemplando a la luz de su lámpara al Amor dormido:

¡Monstruo divino es ése!
¡Y él resistió que viese
Rostro que tanto hechiza!
Dará, si martiriza,
Tormento de placer.
Arco hay aquí y aljaba...
Ciega de asombro estaba.
Ojos con ansia errantes,
¿Cómo no visteis antes
Las alas del amor?
¡Yo por su esposa dada,
Cuando, la peña abriendo,
Vaticinó tremendo
Saturno destructor!
Del dios al torpe bruto
Cobra el amor tributo:
Aman ciprés y hiedra;
La diamantina piedra
Siente el amor en sí.
Y ¡él, que del mundo es alma,
Pone a mis pies la palma
Que ambicionaran diosas!
¿Cuál de las más dichosas
Puede igualarse a mí?...

Y son de alta y nueva poesía las últimas escenas en que Psiquis heroicamente se inmola como mártir del amor y recibe el don de la inmortalidad en la copa del eterno sueño:

HELIODORA
Tierno Amor, si en tu pecho divino
Devorante ponzoña vertí,
Cierre y sane tu herida la muerte,
Que a mi seno desciende por ti.
...............................
CORO
Un dios llenó tu copa
De néctar celestial,
Y en vez de muerte, a Siquis
Le dió inmortalidad...
Lloraba el cielo todo
Viendo al amor penar:
La llama que produjo
La lámpara fatal,
Sanó con dulce beso
La nueva diosa ya.

El nombre de Telefrón, introducido por Hartzenbusch en esta [p. 144] pieza, está tomado del libro de Apuleyo, pero no figura en el episodio de Psiquis.

XXII. FERNÁNDEZ DE RIBERA, Rodrigo.-(Primer tercio del siglo XVII.) M-172 de la Biblioteca Nacional.

La Asinaria, poema en trece cantos, en tercetos. Ms. original en 4.º recortado, 154 hojas (sin seis de principios y diez de tabla al fin).

«Al hidalgo pobre gentil-hombre de la boca del vulgo, caballero del hábito de la paciencia, R. F. D. R.

Suele tal vez, virtuoso señor, causar mayor deleite el luciente cristal de la nativa fuente en el solitario y ameno prado, que aquel que de entre cándido alabastro, escasamente se destila por los dorados caños en el artificioso y cultivado jardín; y incitar más al postrado apetito de el gusto la grosera vianda en la pajiza choza, que los regalados manjares en las espléndidas mesas. ¿Quién duda, pues, que harto v. m. en este común camino de la inquietud de el lozano caballo de la peligrosa presunción, gustará más de el sosegado paso de el doméstico y seguro asno? Símbolo es de la mal conocida paciencia. Y, pues, v. m. ha hecho hábito de ella, contra el rigor con que la fortuna indignamente lo abate, admítalo en su compañía, y defiéndalo de los voraces lobos de esta era, en que veamos a v. m., su servidores y amigos, en el aumento que de todo merece, y así guarde el cielo a v. m.»

PRÓLOGO AL VULGO:

«De la manera, oh poderoso vulgo (hidra de quien no ha podido triunfar humano Alcides), que el delincuente que, autorizando su atrevimiento, pone su culpa en poder de el merecido castigo, y su vida en el peligroso lugar donde cometió el delito, a que por más seguro se acoge, y con temor de el mal certero tirador al apuntado blanco el que lo mira, llego yo hoy a tus manos, creyendo que cuando no merezcan perdón las ofensas que te he hecho, y llegue con ellas a ser conocido de tu rigor, bastará mi humildad a templar tu soberbia; que no te obligará poco verme ya en el asno, y con tantos verdugos a la puerta.

[p. 145] Guárdate, pues, que si no caballo griego, puñado de valientes ofendidos, un asno sevillano entra hoy por tu república, debajo de quien van cubiertos valerosos avisos.

Sabe el cielo que no es mi intento lastimar a ninguno particularmente; pero quítese todo el mundo de enmedio, que no estará en mi mano pisarlo, siendo todos cuatro pies, y podrá mal remediar el dolor con gritos, por muchos que alce contra mi asno, que sólo es mercader en las orejas, y molinero en oír.

Cerca estuve de dejarlo salir en cerro, sin el pesado aparejo de un prolijo prólogo...

Dirás que para asno habla mucho; y si adviertes, no lo fuera hablando menos. Dirás que es discreto; atribúyeselo a su padre.

Dirás que es necio; atribúyeselo a ser asno, y no culpes en él voces, términos o frases; pues ya que hablaba, no era justo que fuese de manera que no lo entendieses y que dejara de hacerlo en tu lengua; pues adelgazándose ésta, no la entiendes de oscura; y si se engruesa, no la admites de humilde...

Dirás que sobre el oro del asno de Apuleyo quedará escura la invención del mío: en todas edades ha habido asnos, amigo Vulgo, y en aquella eran conformes a su metal (cuando de los hombres se hacían asnos por su saber), que agora de los asnos se hacen hombres por su soberbia; y en esta de hierro, que es de el que por los nuestros gozamos, y el que había menester quien nace a su frente.

No me negarás, a lo menos, que he conseguido el fin de la arrastrada (?) poesía, pues si este es juntar lo dulce con lo provechoso, ¿qué más dulce cosa que la caballería de un jumento?...»

Soneto en argumento de los trece cantos de la Asinaria.

En felice descuido un asno hallado,
Que habla y se disculpa y monstro nace,
Que en la ciudad estudia donde pace,
Que por dormir, de amor es maltratado:
Ser en Madrid de un hazacán comprado,
Cómo en ella a su mal remedio trace,
Que un avaro sus lomos embarace,
Dos almas y un amante ser juzgado:
Burlar su dueño a un cura codicioso,
Su tesoro escapar de mil ajenos,
Verse en Sevilla a imitación de tantso:
El morisco destierro lastimoso,
[p. 146] Pedir su honor tras argumentos buenos,
Verás, lector, de un libro en trece cantos.

CANTO PRIMERO

Inc.

El callado valor y hechos canto
De el alma bestia, el animal constante,
Apto ya a más de un acto heroico y santo...

CANTO XIII

Fin.

Y en hojas de bruñido papel blanco,
Émulas ya de el bronce y mármol terso,
Que ambicioso de honor a Dafne arranco,
El mundo te verá dando a mi verso
Más atención por ti que al Mantüano,
Si bien de asunto en todo no diverso,
De mi voz estampado y de mi mano.

Al fin pone una curiosa «Tabla de algunas voces escuras y cosas notables que se tocan en La Asinaria».

Son trece cantos en tercetos.

CANTO PRIMERO

Inc.

El callado valor y hechos canto
Del alma Bestia, el animal constante,
Apto ya a más de un acto heroico y santo:
Aquel sobre quien vido a Dios triunfante
El pueblo desleal, y cuyo aliento
De abrigo le sirvió en Belén infante
No el ilustre León, su Rey sangriento,
Sea de mi furor la causa agora,
El Asno, si, con dino acatamiento...

El autor encuentra un asno parlante y filósofo que le cuenta su historia.

CANTO SEGUNDO

Después de una larga sátira general contra los estados humanos, probando que en todos abundan los asnos, empieza su [p. 147] narración el asno, que resulta ser monstruoso parto de consorcio híbrido:

Nací de garañón noble y discreto,
Asno de bien, al mundo habrá diez años..
................................. .
Era sano mi padre de Castilla,
Yegua andaluz mi madre allá llevada,
Domada ya, y vestida de la silla.
.................................
Ella andaba lozana, él sin sosiego,
Él en ancho corral, ella en pesebre,
Ella torpe en correr, él torpe y ciego.
.......................... .....
De una oportuna noche, en que derecho,
Se fué al establo del corral, su estancia,
Quedé engendrado yo, y él satisfecho.

Un hijo del patrón de la casa monta en la yegua preñada, para ir al estudio de Salamanca, y el héroe brutal de esta historia nace en el camino:

Escucha, pues, y escucha el estudiante
La causa natural en breve espacio
De portentoso monstruo semejante.
Cuando tomó de amante y de palacio
Mi padre posesión a quien fué entonces
Oro el establo y el pajar topacio:
Cuando rompiendo los torcidos gonces
De la puerta establar, cuando en vez de ellos
Romper pudiera mármoles y broncos,
En amorosa competencia y bellos
Retozos se salieron a una huerta,
Ella suelta, y él preso en sus cabellos,
Dieron en una azequia descubierta
Al rayo de la luna, que hazía
Cualquier confusa sombra clara y cierta.
Y sin que de su plata limpia y fría
Quedar pudiese la menor centella,
Muerta del fuego que en los dos hervía,
Haziendo al acto torpe espejo de ella,
Todo lo que duró, mirando estuvo
En él al garañón mi madre bella;
Y tanta fué la aprehensión que tuvo
Que l'alma por la vista, y por el gusto
El vientre allí materia y forma obtuvo.
[p. 148] Juntóse con la idea así el robusto
Poder del engendrar que en mí estampado
Quedó mi padre, aun con su suerte, al justo,
.....................................

CANTO TERCERO

Nótese esta alusión al famoso comediante italiano Ganasa:

Y de encerrar en un corral Ganasa
Asnos (cual otros con más toldo ahora)
Ganó para fundar familia y casa.

Crianza del asno en Salamanca, Muerte de su madre en lance de toros, y lamentación filial del protagonista.

¿Quién de tus ancas, Madre, y fuertes lomos
Edad justa de un siglo no esperara?
Aquí verás, oh Huésped, lo que somos.
......................................
Mas si tu cuerpo baña eterno sueño,
En los Campos Elíseos ya tu sombra
Está con dulce parecer risueño.
No hierro descortés tu hilar asombra,
No al soberbio pajar pides auxilio,
No plato al palo, v al esparto alfombra.
Con los asnos de Tulio y de Virgilio
Mano a mano, señora, te paseas,
Con los de Homero, Píndaro y Pompilio.
......................................

Censura burlesca de la Universidad de Salamanca:

Es esta la ciudad de las ciudades
Donde más sabios necios hay de estima,
Por ser necios, amigo, en facultades...

CANTO CUARTO

Perturba el asno una cita amorosa del estudiante su amo, y es fieramente castigado por él, y vendido después a un arriero.

[p. 149] CANTO QUINTO

Un nigromante roba el asno, prevaliéndose de sus conjuros e introduciéndose de noche en el establo.

Un viejo entró, que apenas se podía
A escasa luz de viento combatida
Bien divisar el bulto que movía.
Ropa de mil colores mal vestida
Le llegaba a los pies grosera y tosca...
Sobre su frente vedejuda y hosca
Límite al blanco crin una culebra
Verde ponía temerosa en rosca.
Era en los pies enjuta y suelta cebra,
Gigante en proporción y catadura
Cual su esparcida fama lo celebra.
De espíritu en entrando hinchó la escura
Estancia, y de conjuros murmurados
En un librillo de memoria pura.
Aquí y allí los ojos enclavados
Se iba furioso suspendiendo a trechos
Con horribles visajes mal formados...
Apenas en mi cerro (¡oh cosa fiera
De dezir y creer!) oprimió el pelo
Su pesadumbre al parecer ligera,
Cuando sentí con ligereza el suelo
Desamparar mis patas, y moverme,
Contra mi natural, en blando vuelo.
A alzarme comencé, y a suspenderme
En el viento (virtud del fuerte encanto,
Por quien subtil con alas llegué a verme).
No sé si el roto se abrió tanto
Que dió lugar bastante al monstro horrible
Para salir (¡oh nuevo y justo espanto!)
O si, sutilizando mi terrible
Forma para volar, por cualquier quiebra
Del aposento me sacó invisible.
De la curtida planta a la culebra
Su proporción disforme parecía
En mí, ensartado un monte en una hebra.
Comenzó con vigor y gallardía
A ceñirme los lazos de manera
Que huelgo apestas que anhelar tenía.
Comenzó a levantarme, cual si fuera
Presuroso halcón, encaminando
[p. 150] A la región ardiente su carrera.
Iba al principio con razón temblando
Yo: mas después consideréme en alto,
Y aunque Asno, ya cual otros mil volando.

Viaje aéreo del asno. El Mago que le hurta es el Tiempo, que después de describir su poder, dice al asno:

Un hombre he de buscar que con serena
Frente en su estado viva con contento,
Honrrándome con vida justa y buena:
Y sinó quedarás, oh buen jumento,
Ya por el animal de mejor vida
Y más libre que goza tu elemento.

Todo este canto es quizá el mejor del poema. Píntase con viveza y gracia el asombro que produce en las diversas castas de gente la extraña aparición del viejo cabalgando en aquella bestia ignota. Restitúyese nuestro héroe a su establo. Le compra un azacán y le hace portear cántaros de agua.

CANTO SEXTO

Desventura conyugal del aguador. Infidelidad de su esposa con un zapatero (reminiscencias de Apuleyo). Discurre la mujer, para quitar los celos al marido, darle a comer los sesos del borrico, y se lo propone así a su amante:

El asno morirá de acelerada
Mano con prisa y sin piedad herido
De vil cuchillo y no de honrosa espada.
Muerto, le has de quitar del cuello erguido
La orejuda cabeza, cuyos sesos
He de dar en manjar a mi marido...

El asno, que se entera de la conversación, se venga de la mala mujer, tirándola al Manzanares en un día de fiesta, cuando cabalgaba sobre él pomposa y galana. Chapúzase de lo lindo, y y acude su galán a sacarla en brazos, pero queda perniquebrada, y el amor se entibia.

[p. 151] CANTO SÉPTIMO

Es vendido el asno a un hidalgo avaro, que le lleva a Andalucía. Descripción satírica del camino. Donosa fábula de la cueva de Gata en el género de las Transformaciones de Ovidio, o más bien parodiándolas.

CANTO OCTAVO

Pintura de la miseria del avaro, que deja morir de hambre al asno, mientras él estaba

Jugando al ajedrez con veinte frías
Gracias en la botica con el Cura
Do el Boticario alumbra sus porfías...

Aquejado de hambre el asno acude por la noche a un huerto de malvas, próximo al cementerio de la iglesia. Temor de un sacristán, que cree haber visto almas en pena, y echa las campanas a rebato. Aventura amorosa de una doncella, hija de la dueña del huerto adonde iba el asno a comer las malvas. Ministriles apostados por la familia para sorprender al galán en la nocturna entrevista, y hacerle casar con la muchacha, tropiezan con el asno.

Muere el dueño del asno. Un esclavo suyo morisco, emancipado en su testamento, esconde los dineros del avaro en tres cueros de miel, monta en el asno y se va a Sevilla, después de engañar a un cura codicioso diciéndole en confesión que el tesoro queda escondido al pie de un árbol.

CANTO NONO

Chasco del cura que va a descubrir el supuesto tesoro, y sólo encuentra una olla bien ligera:

No había otra cosa de la boca al centro
Sino en un pergamino mal formado
Aqueste mote que salió al encuentro:
«Aquí echará de ver cuán feo ha quedado;
[p. 152] Que quien tanto ha ahondado, señor Cura,
Bien es que quede así desengañado.»

El cura, pesaroso del engaño, manda un criado suyo

Tras el astuto mozo fugitivo...

Entretanto, el asno se escapa con su preciosa carga, y campea en libertad durante algún tiempo:

¡Qué gran tesoro
Es esta libertad, y qué glorioso
Su nombre ilustre! Al ave regalada
En jaula mira de ébano precioso,
Muriendo por romper la delicada
Verja, y salir a mendigar el grano,
Cubierto casi de la tierra arada.
Mira en el campo el pertinaz villano
La enzina sacudir con mayor gusto
Que sirve al Rey el noble cortesano...

Nuevo episodio alegórico. Aparición de Mercurio:

Vi en medio un hombre al parecer correo,
Bien que ni alforja ni zurrón, testigo
De su necesidad en sus jornadas
Le ví, ni más que un saco por abrigo.
Traía un corto chuzo, y rodeadas
Dos culebras a él, y un capacete,
Con dos alas de un tordo en él clavadas.
Traía en los pies (juzguélo por juguete
Entonces) otros dos como acicates
Para el aire batir, de que es ginete.
Estas en los talones de alpargates
Dos traía puestas con primor, que fueran
En otro que Mercurio disparates...
Como Planeta del Borrico, había
Venido a encaminarme en el más cierto
Camino de los muchos que allí había.
«Este-decía,-amigo, más abierto
Es el del robo claro, confiado
En el poder del oro aquí cubierto.
Aqueste de escribanos es trillado,
Mira con qué bullicio van y vienen:
Si por él no cupieres, hazte a un lado.
[p. 153] En él mil ventas do descansan, tienen,
Por no dejar de usar, aun caminando,
Su officio lo que en ellas se detienen.
El viento de sus plumas va limpiando
Hasta el polvo del suelo: rastro honrrado
De que han pausado, amigo, o van passando.
Este un poco más áspero ha llevado
Al Mercader, y aqueste un poco escuro
Del astuto logrero está hollado...
Con esto cumplo: queda en paz, Borrico,
Ya te he inclinado a tu provecho, amigo,
Y tu cuidado a tu interese aplico.»
...................................
Dejóme la visión de aquesta suerte,
Desengañado ya con tal sucesso
De que cualquier camino va a la muerte.
Rascarme quise en un zarzal espesso:
Que precia el Asno más por sabio el gusto
Y libertad, que el rico honor de Creso.
En una mata abrí un postigo al justo
A un odre; por do di libertad franca
Al pálido licor de que iba onusto.
Comenzóse a bordar la tierra blanca
Con caireles de miel, que descendían
Del anca al suelo, y dende el odre al anca.

En tal situación. y cuando enjambres de moscas acudían a acuchillarle atraídas por el sabor de la miel, sobreviene el criado del cura, que recoge el odre, le cierra, y determina vender el asno en el pueblo más próximo, pero en la plaza encuentra al morisco, que le acusa de haberle robado el borrico y aun la mula en que el otro montaba. Hace abrir el menor de los cueros, que sólo ocultaba cien reales. Llevan el mozo a la cárcel, y el Alcalde se lleva a su casa la mula y el asno, no sin gran pesadumbre del morisco.

CANTO DÉCIMO

Historia satírica de la mula, relatada por ella misma. El morisco va a deshora a alborotar la casa del Alcalde, reclamando su hacienda. El alcalde, que por ser de noche estaba sin teñir las canas, y por tanto de incógnito, se hace pasar por un criado [p. 154] suyo, y transige con el reclamante, restituyendo las cabalgaduras con la mitad de la miel y del dinero.

Hinchóle una vasija y la esperanza
En un punto el Morisco al mal cristiano
De miel y de dinero con crianza.
Con blanda y dulce miel le untó la mano,
Miel de abejuelas pobres ya sustancia,
De que assi se regala un juez tirano.
Huyendo pues con la mular ganancia
Y sin la miel salió mi dueño artero,
Sin más volver aun con la vista a Francia...

CANTO ONZENO

Llegan a Sevilla, de la cual se hace curiosa descripción.

Aquí los asnos tienen más malicia
Que en lo restante, amigo, de la tierra,
Con quien no se averigua la justicia.
Grande agudeza y flojedad se encierra
En los ingenios suyos, que la Fama
Injustamente expele de la guerra.
Aquí el Ethna de Venus, mayor llama
Que en Gnido y Chipre blandamente exala,
Que al mismo Betis que los baña inflama.
En esta gran ciudad no hay cosa mala,
Ni hay cosa buena, amigo, y todo es bueno,
Y a lo bueno que vi lo malo iguala...

Cuadro de la expulsión de los moriscos, medida que el poeta elogia mucho, como casi todos sus contemporáneos.

El dueño del asno, envuelto en el común destierro de los suyos, vende el animal a un convento de la sierra.

CANTO DOZE

Lamentación del morisco al tiempo de separarse del asno.

¿Qué ha de hazer, querido hijo, agora
Quien su adquirida patria, poseída
Mil años casi ya, deja en un hora?
¿La huerta cultivada ya y crecida
Con más sudor que con humor de noria:
[p. 155] Parte su recreación de nuestra vida?
¿La sementera y casa en la memoria
Ésta fundada ya, segada aquella,
Sólo y alegre fin de nuestra gloria?
¿Qué no vista región, horrible o bella,
Querrá en su arena estéril más piadosa
La estampa ver de nuestra infame huella?
¿Gente acá no cristiana, y sospechosa
Allá, cómo de odiosa habrá acogida
En parte a nuestra fama temerosa?
Gente a extrañas orillas expelida
Con mancha general ¿de qué otra gente
Y en qué extraña nación será admitida?
¿Qué fértil campo agora de la ardiente
Africa querrá darnos fruto en ella,
Nuestro rigor temiendo justamente?
¿Quién si de seso en tanto mal no sale
Creyera que pudiera darte en vida
Un Morisco andaluz el postrer vale?...

Notables consejos que da al borrico. Acerba sátira social. Quieta y honesta vida del convento, y linda descripción dél:

En las faldas del monte está sentado,
Cuyas lágrimas bebe, derramadas
Por su soberbio intento, aquí humillado.
En su espalda levanta mal formadas
Pajizas chozas, do el aprisco santo
A tiempos tiene estancias señaladas.
Tiende a sus pies Abril su verde manto
Sobre el suelo, que oprime allí, de donde
Se va jamás, gozando de bien tanto.
Aquí, por más que el pájaro se esconde
En la inquieta rama, al dulce acento
De la alabanza del Criador responde.
A pesar de la selva besa el viento
Del chapitel luciente la ligera
Cruz, que da guía al encubierto asiento.
Aquí tal vez con lengua más sincera
Que la del vulgo loco, soy llamado
El hermano jumento dentro y fuera.
Simple llaneza de seguro estado,
Trato y conversación santa y sencilla,
Menosprecio del Mundo assi entonado.
Aquí es mi albarda a vezes rica silla
[p. 156] De quien quizá la tiene ya en el cielo
Mejor que alguno a quien temió pedilla...

Contentamiento filosófico del asno en su retiro, con su borrica y fiel amiga . Sátira contra las mujeres.

El asno continúa filosofando sobre la vida humana con mucha gravedad, seso y elegancia.

CANTO TREZENO

Es un epilogo puesto en boca del mismo asno:

¡Qué tengan por Merlín las Moscas nombre,
Y que uno ensalce un ave, y tal un gato,
Con tanto ilustre título y renombre!
¡Y que de solo el Asno (¡oh Mundo ingrato!)
Huya el honor, y el bien con merecellos,
Gastándolo ya tantos de aquel trato!
Esopo un tiempo el uno fué de aquellos,
Y por mentir en tanto no es creído,
Y trae nuestra opinión por los cabellos.
Lucio también Procurador ha sido,
Y están algunos mal con que en las rosas
hallase siendo flores su vestido.
Joviano Pantano algunas cosas
Dize en nuestro favor mal entendidas
Por estar en latín, y algo enfadosas...

Tabla de algunas vozes escuras, historias y cosas notables que se tocan en la Asinaria.

La Asinaria es un poema algo pesado, y las aventuras del protagonista carecen de la gracia que tienen las del Lucio, de Apuleyo, pero la obra del poeta sevillano está bien escrita y versificada, y demuestra en su autor aquellas mismas excelentes dotes de observador satírico y moralista ingenioso que más libremente campean en sus libros en prosa, tales como el Mesón del mundo y Los antojos de mejor vista. Se ha de advertir, además, que el estilo está enteramente libre de los resabios de afectación culterana que afean los versos de Rodrigo Fernández de Ribera en su última época. La Asinaria es, juntamente con las Lecciones, [p. 157] morales sobre el descuido común de la vida humana, lo más selecto de su caudal poético. [1]

XXIII. REYES, Matías de los.-Madrid, 1640.

Para algvnos, de Matías de los Reyes, natural de Madrid... Año 1640... En Madrid, por la viuda de Iuan Sanchez. A costa de Lorenço Sanchez y Gabriel de León, mercaderes de Libros.- 4.º, 12 hs. preliminares, y 218 págs. dobles.

Ocupa la mayor parte de esta obra miscelánea, una especie de novela muy extraña, pero ingeniosa, en que se describe la transformación mágica del protagonista Acrisio en culebra. Es patente la imitación de Apuleyo en la idea general de esta fábula y en algunos de los incidentes. Va interpolada con largas disertaciones sobre la magia, tomadas del Malleus maleficarum, de las Disquisitiones, de Martín del Río, y de otras fuentes. El libro de Matías de los Reyes, está muy bien escrito.

XXIV. MEXÍA, Pedro.-Amberes, 1547.

Laus Asini adinstar Luciani et Apuleii.

Hispali, apud Dominicum de Robertis. Anno 1547.

Laus...

Hispali. Apud Ferdinandum Díaz, 1570.

Laus...

Hispali... Anno 1576.

Antuerpiae, 1547 y 1561.

Cualquiera pensaría, al leer estas citas de Nicolás Antonio, que el magnífico caballero Pero Mexía había hecho alguna imitación latina de El asno, de Luciano y del de Apuleyo. Pero, para mí es evidente que nuestro bibliógrafo quiere referirse a la segunda parte del Coloquio del Porfiado, que es uno de los sabrosos y conocidísimos Diálogos, de Pero Mexía, cuya más antigua edición es realmente la de Sevilla, por Dominico de Robertis, 1547, [p. 158] habiéndolas además de todos los años en que se supone reimpreso el Laus asini, que a mi juicio no ha existido nunca como libro separado.

En dicho Coloquio, el Bachiller Narváez, que es el principal interlocutor , hace una oración de alabanza y loores del asno, a semejanza de tantos otros encomios paradojales como de este animal y de cosas de menos entidad se han escrito, pero no se puede decir que imite a Luciano ni a Apuleyo, a quien cita una vez sola atestiguando su popularidad, pero de quien no toma ningún cuento.

«Apuleyo Platónico Philósopho no se despreció de decir que havia sido transformado en su asno, y hizo aquel singular libro, que todos havemos leido, llamado Asno de Oro, donde lo pinta discreto, quales me contentaría yo que fuessen algunos hombres que yo conozco.»

Obras que tienen analogía más o menos remota con «El asno de oro».

XXV. TURMEDA, Fr. Anselmo.-Siglo XV.

Disputa del Ase contra frare Enselm Turmeda sobre la natura et nobleza dels animals, ordenat per lo dit Enselm.

El original catalán de esta obra no ha sido descubierto hasta ahora, pero consta positivamente su existencia por el Registro de la Biblioteca de D. Fernando Colón (núm. 3861), donde se describe un ejemplar en tamaño de 4.º, impreso en Barcelona, 1509, y adquirido en Lérida por 29 maravedís en junio de 1512.

Tampoco se conoce la traducción castellana más que por estar citada en todos los Indices Expurgatorios, y por haber servido de base a la siguiente traducción francesa:

La dispvte d'vn asne contre Frere Anselme Tvrmeda, touchant la dignité, noblesse et preeminente de l'homme par deuant les autres animaux. Vtile, plaisante et recreatiue à lire et ouyr. . Il y a aussi une prophetie du dit Asne, du plusieurs choses qui sont aduenues et aduivent encoren iournellement en plusieurs contrees de l'Europe, dez l'an 1417, auquel temps ces choses ont esté escrites en vulgaire [p. 159] Espagnol, et depuis traduites en langue Françoise. Tout et reueu et corrigé de nouueau. A Pampelune, par Guillaume Bvisson, 1606.

Esta portada es evidentemente falsa, y el libro debe de estar impreso en Lyon, como lo persuade la conformidad del nombre del impresor y la semejanza de los tipos con los de esta otra edición que también he visto:

La disputation de l'asne contre frère Anselme Turmeda sur la nature et noblesse des animaux, faicte et ordonnée par le dit frere Anselme en la cité de Tunnies, l'an 1417... Traduicte de vulguire hespaygnol en langue françoyse. A Lyon, par Laurens Buyson, 1548.

No habiendo podido comparar los ejemplares que cita Brunet, de Lyon sin año, chez Jaume Iaqui, y de Lyon, 1540, chez D. Arnoullet, no puedo afirmar si son realmente distintos o sólo varían en la portada. El mismo Brunet dice que la fecha del segundo es apócrifa y hecha a mano en el ejemplar que fué del Duque de La Vallière. La dedicatoria del traductor G. Lasne está firmada en 7 de octubre de 1547. Todo induce, pues, a creer que no hubo edición anterior a esta fecha.

En contra de este libro salió otro, titulado La revanche et contre-dispute de frère Anselme Turmeda contre les bestes par Mathurin Maurice. (París, 1554, 16.º). De la traducción francesa del Asno, de Turmeda, proceden los extractos que puso D. Adolfo de Castro en el discurso preliminar a su colección de Obras escogidas de filósofos, tomo LXV de la Biblioteca de Rivadeneyra.

La traza del libro es ingeniosa, y del gusto de las colecciones de apólogos orientales, v. gr., el Calila y Dina (o su imitación catalana El libro de las bestias, de Ramón Lull). El autor se pierde en un bosque, donde halla congregados a los animales, y se ve precisado a disputar con un asno, que le demuestra las excelencias de los animales sobre el hombre. La vis satírica de Fr. Anselmo se toma en esta discusión muchos ensanches, sobre todo en la censura de las costumbres de los religiosos de su tiempo, intercalando, al tratar de los siete pecados capitales, una serie de cuentos extraordinariamente libres.

Como se ve, esta ficción nada tiene que ver con la de Apuleyo, pero en cambio sirvió de modelo al poemita en tercetos de Nicolás Macchiavelli Dell asino d'oro. El capítulo VIII, sobre todo, [p. 160] está inspirado en la disputa de Turmeda, con la diferencia de que éste concluye la disputa haciendo que el asno reconozca la superioridad del hombre, porque su alma es inmortal, al paso que el puerco, que sustituye al asno en el poema italiano, concluye ponderando las delicias del hediondo cenagal en que se revuelve, y aventajándolas mucho a la condición humana:

E se alcuno infra gli uomin ti par divo,
Felice e lieto, non gli creder molto;
Che'n questo fango più felice vivo,
Dove senza pensier mi bagno e volto.

(En esto y en otras cosas del diálogo, imita Maquiavelo a Plutarco en el diálogo de Ulises y Grilo.)

Acerca de Fr. Anselmo Turmeda, véase especialmente el opúsculo de D. Estanislao X. Aguiló, Fra Anselm Turmeda. Apuntes biobibliográficos. Palma, imprenta de la Viuda e Hijos de Gelabert, 1885.

XXVI. ALDANA, Cosme.

Asneyda | obra irrisoria de las | necedades mas comunes de las gentes. | Hecha por Cosme de Aldana. Gentil hombre entretenido | de su Magestad Catholica. Cuyo principio (antes que | venga a dar en lo universal) es de Apología, con- | tra vno, que sin aclarar quien fuesse, o como se | nombrase (aunque aqui con nombre fiingido | el author le llame Iuan de Asnales) hizo | vna Satyra contra vna su obra. Onos | Alazon Hyplites. (Ridícula efigie de un asno vestido en traje de corte, con estas leyendas a los lados: Sortis non animi felicítate tumens. Sicut ut tu multi. Se bene quisque sciat. Tantum sorde, putri calce sonoque vales. A los pies, tiene una especie de orinal derribado.)

Grueso volumen, de edición indudablemente clandestina. Sin foliatura. Las signaturas llegan en el único ejemplar conocido, que perteneció a D. Luis de Usoz y Río, y hoy para en la Biblioteca Nacional, desde la A hasta la Gg , y quizá no se imprimió más.

[p. 161] A la vuelta de la portada se lee esta advertencia:

«Declarase cómo tras muchos días, habiendose sabido quien fuesse el de la Satyra, buscole el Autor de la presente obra, y leyole esta respuesta della, delante de un cabo de Escuadra del Castillo de Milán, dicho Alonso de Roa, de cuya boca algunos lo saben, y diziendole que tomasse de veras lo que se le respondía si huviesse escrito de veras, y con intención de offendelle, él la recibió con gusto y plazer, afirmando nunca haverla tenido tal, pero haverlo hecho para dar ocasión a la respuesta, a exercitación de las Plumas, como entre gente letrada de confino se vsa, por lo qual tras muchas palabras de comedimiento quedan muy amigos y escriviéronse cartas el vno al otro en verso, y de mucha alabança, que alguna dellas saldrá aquí a luz, y verse ha en lo mas postrero desta obra: dizese esto, porque si se atinasse a saber quien el tal fuesse (fuera del dicho Roa, con el Capitan de la Artillería, dicho Lorenzo Gutiérrez, y el Caporal Diego de Torres, que todo lo saben), se entienda que es soldado de mucho valor, saber y honrra. Cállasse el nombre por buenos respetos, y a ruegos del Author no dirán los que lo saben quién sea. La Satyra va al fin de los tercetos. Todas ellas son burlas.»

Comienza el texto con 22 detestables sonetos A los leyentes. En uno de ellos dice que había quitado más de dos tantos de su obra. ¡Cómo sería al principio! Para muestra de lo que son estos sonetos, copiaré uno de los menos malos:

Asneyda yo intitulo a esta presente
Obra, no porque hablar quiera asnedades,
Mas las solas purissimas verdades,
A las quales el nescio no consiente:
Muchas cuento yo dél muy brevemente,
No todas; que no bastan mil edades
A referir sus varias calidades,
Que son segun el grado es diferente.
Por eso, y porque a un Asno hablo, assi es dicha
Mi obra, y si asno dizen que yo sea,
Y ella asnal, desde aquí yo les absuelvo:
Sello en un siglo tal no es gran desdicha:
Serálo alguien que sabio ser se crea:
Yo a creer que soy asno me resuelvo.

Haviendo el Author de cargar la mano tan largamente sobre el [p. 162] pobre Asno, antes que lo haga se apercibe a dalle algún tanto de refrigerio con alaballe, aunque yrónicamente, según se verá en lo que sigue.

Otros cuatro sonetos, el último de ellos con cola de seis versos. Del segundo de estos sonetos, pondré algunos versos.

Manso animal, que con humilde cara
Y espalda rezia el peso en ti sustentas
Que te dan, despreciando ansias y afrentas,
Con modestia brutal, unica y rara:
Hierbas el prado y flores te prepara
Porque tu carga no tan dura sientas...
..................................
Consuelate con esso, Animal triste
Pesado y soñoliento, y nota y mira
Cuál por ti verde el campo está y se viste:
Si padeces del hombre injusto ira,
¿No ves que el cielo en tu favor tuviste,
Y el Prado que suave olor te inspira?

Loda lo Author Asinali, in verso Toscano (cuatro sonetos).

Stanze (diez octavas).

Vuelve el Author a hablar algo mas de veras con el Señor Asnales. Once sonetos castellanos. Sólo merecen citarse dos de ellos:

Y, aunque de edad y tiempo haya venido
A una vida decrepita y cansada,
En la qual sepultar debría mi espada;
Más que andar en contienda, armas y ruido,
Y puesto en solitario albergue y nido
Mi tan vana llorar vida passada,
Y dárseme del mundo poco o nada,
Teniendo al cielo el corazón subido:
Con todo eso virtud no tengo tanta
Que pueda resistir el fiero embate,
Que en la ocasión dentro a mi pecho él haze.
Ruego a la luz de Dios gloriosa y santa
Que me libre de culpa, yra y debate,
Pues la quietud más que el vivir me plaze.
¿Como está, la Roldánica persona,
Tragadora de Picas y Alabardas,
De cinchas y de frenos y de albardas,
A la qual más se coca que a una Mona?
Tienes tú de gran Cuerno alta corona,
Larga oreja, gran cola, y piel muy parda,
[p. 163] Gran cabeza, gran pata, y flora y tarda,
Para subir al monte de Elicona.
Tienes el corazón osado y fiero
Mas que lo tenga el zumbador Mosquito:
No pienses que con esto a ti te apoco.
Pues él con ser de cuerpo tan chiquito
Acomete al León, con trompetero
Son, y hazele volver de rabia loco.

Otras muestras del culto estilo de esta polémica.

Te quitaré el rebuzno y la palabra,
Te desenclavaré las herraduras
De suerte que no dañen más tus patas...
Por quanto dos librillos has leydo,
Que ni aun las superficies de las cosas
Menores tocan, ¿ya tú, Asnales, osas
Irte al cielo con vuelo alto y subido?
¿No vees cómo por asno eres tenido?
Come como Apuleyo, ¡ea tú! las Rosas,
Y en tu ser volverás, pero asquerosas
Te son sin ver que en yerda (sic) andas metido...

Déxase por agora a Asnales, hasta el principio de la obra. Los sonetos que siguen son en alabanza del Author.

Sonetos de Francisco de Figueroa (dos). Los reproduzco, porque no están en las obras poéticas de su autor, aunque ciertamente no lo merecían mucho. Parecen escritos en burlas.

Querría tener tan alto estilo y arte,
Cosme, irradiante luz de nuestro polo,
Como la tiene el soberano Apolo,
Para condignamente aquí loarte.
¿Mas quién podrá tan alto levantarte,
Como en cantar y obrar lo hazes tú solo,
Presciado en quanto el mar se extienda o Eolo,
Por Phebo en la doctrina, en valor Marte?
Que si en su lengua es celebrado Homero,
Y en la agena (sic) el poeta mantuano
No menos lo eres tú en la nuestra Ibera:
Sube tu estilo excelso y soberano
El alma a su inmortal causa primera,
Y hazele despreciar el bien mundano.
[p. 164] El que exprimir tu gran valor quisiesse
Y tu excelso saber, lo mismo haría
Del que dixesse que era claro el día
O que sin nube el sol resplandeciesse:
No hay quien por necio al tal no le tuviesse,
Pues lo mismo que vemos nos diría,
Y por ambiguo nos lo amostraría,
Qual si entre sueño o ciego hombre estuviesse.
Mas dado al fin que aquí yo le alabare,
Devríalo hazer sobre el humano grado,
Pues tan alto qual tu nadie ha subido:
A lo qual convernía que acá baxasse
Aquel a cuya gloria has ygualado,
Tu hermano el tan divino, y tú querido.

Soneto del Signor Gherardo Borgogni, Gentilhuomo d'Alba Pompea Errante Academico inquieto.

Del signor Scipion Cella: Errante Academico inquieto.

Del Sig. Francesco Picinelli.

Del Signor Cesare Besozzo, in lingua Milanese.

Bernardini Baldini Philosophi in Asneidae opus (tres dísticos).

Francisci Picinelli (dos dísticos).

Equitis Petri Pauli Porri (dos dísticos).

In Asneidem Cosmae Aldanae Gulielmi Huysmani (cinco dísticos).

Cosmae Aldanae ad Asinum (dos dísticos).

El cuerpo de la obra, o sea la verdadera Asneyda, está formado por la Apología de Cosme de Aldana, formidable poema en tercetos, que ocupa 138 folios, si no he errado la cuenta.

Inc.

Incognito y nacido entre zarzales,
Que aunque tonto animal mordeis qual Perro,
Cuyo nombre postizo es Iuan de Asnales.
Merecedor que os cuelgue un gran cencerro
Del cuello, do se loe vuestra escritura,
Do quanta hay letra hay necedad y yerro...
........................................
¿Pensays quizá que tengo de vos miedo
Por ser vn Lestrygón y Antropophago?
Seays quien soys, que no valeys un cedo (sic).
........................................
Mucho osays, mucho hablays, yo bien lo veo:
¿No sabeys que a los tales yo castigo
[p. 165] Con un mozo de espuelas o vn Guineo?
No hay para baxos hombres tal castigo
Como por mano ajena y apocada,
Que en el cuerpo moler saben el trigo:
Digno no soys que en vos se use la espada...
........................................
Ny el daros yo conseio, aquí os espante:
Sabed que también Leyes he estudiado,
Y corrí de Poniente hasta levante:
Pero al tiempo meior me fue estorbado
De Marte (por no ser espantadizo)
De que en ellas me viesse adotorado...
........................................
No sé cómo yo un día passeando
Para reyr me fueron presentados
Los versos en que me íbades tachando:
Unos muy cortos y otros prolongados,
A manera de prosa y no sencilla,
Rotos, mal puestos y perniquebrados.
........................................
No es esso el Poetar; que escoria y cieno
Es, oh gran Licenciado de Hornachuelos,
Criado siempre entre la Paja y Feno...
........................................
Mas notar vuestras faltas no supistes,
Pues de sylabas treze a deziseis
Fueron todos los versos que hezistes.
........................................
Yo soy aquel valiente Antropophago
Que me como los hombres, si me enojo,
Y mil espadas y montantes trago:
Vos soys muy pequeñísimo regojo
Para mis manos, y mi horrible boca:
Miradme bien que tengo abierto el ojo.
....................................... .
Vos no soys hombre, quanto mas Poeta,
Digno de dar lición a una persona,
Que corriese qual yo por la estafeta.
¡Pedrada que le den, Mosca de Arjona,
Soga nueva, y Almendro seco y duro,
Pellico de través, beso de Monal...
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Hazed un nuevo Palmerín de Oliva,
Do vengais a poner mil disparates,
Para hazer vuestra fama eterna y viva:
Pintad encantamientos, y combates,
[p. 166] Y hazañas imposibles, obra dina
De vuestra necedad y sus dislates...
........................................
Tanto a versos hazer soys sufficiente,
Como lo puede ser la Mula parda,
De vn empinado médico excelente.
........................................
Para estar siempre entre ollas y pucheros
Soys proprio Vos, y para limpia-copas,
Y do haya que majar y majaderos:
Larga holganza, gran sueño y muchas sopas,
Y mucho que henchir sobre lo henchido,
Larga casa, buen lecho y ricas ropas:
Esse sí que es estado alto y florido,
Esse, diríades vos, yo elijo y quiero,
Que es más que ser poeta desluzido.
¡Oh cómo estirariades bien vn cuero,
A osadas que esso assaz se os avernía
Mas que yr tras los papeles y el tintero!
........................................
¡Oh qué gran necedad, qué gran locura,
El vientre se me hincha y se me tiende;
Sea para vos, aunque no es lluvia pura!...
........................................
Andese, como el Mundo lleva y guía,
Porque se tiene entre asnos, por locura,
La mas alta y mejor sabiduría...
........................................
¿Pensays que yo rancor reserve ny ira
Si dixeren de mí que rebuznare?
Agora a rebuznar mi musa aspira.
.......................................
Una mujer a este asno se provea,
Que la dé palos mil siendo paciente,
Y entonces sabio cada qual le vea:
Una mujer es bien dalle valiente,
Para hazelle trocar en la figura
De vn buey más manso. Déssele al presente.

Brutal descripción de las supuestas bodas de Iuan de Asnales:

Estas cosas tú, oh vil, no las entiendes:
Tratemos como tratas tus amores
Quando de requebrar tu burra entiendes.
........................................
[p. 167] Lo mejor de tan extraño poema es una larga digresión mística, que el autor intercala muy fuera de propósito, y en que parece seguir las huellas de su hermano Francisco, autor de la hermosa epístola a Arias Montano. Dice así Cosme:
¿Para qué es el seguir tantos extremos,
Sino abrazarnos con amor muy puro
Con aquel que ser padre nuestro vemos:
Y gozar un estado alto y seguro
En Dios, a do engolfada estando el Alma
Caso no temerá terrible y duro?
En paz dichosa y sossegada calma
Contemplará del cielo la hermosura,
A do ha de yr a gozar su eterna palma:
Y en lo de la inferior baxa Natura
No parándose, haré santa escalera
Para a la luz subirse eterna y pura:
¡Oh vida de la vida verdadera,
(Que lo demás es muerte tenebrosa,
Que al malo ocupa acá, y allá le espera).
Sola eres tú sabrosa, alta y gloriosa;
Pues contienes en sí todos los bienes,
Por do el Alma, y acá, y allá reposa.
No la que está del mundo en los vaivenes,
Cercada de ansias mil, de penas fieras,
En invidia, en rancor, odio y desdenes..
........................................
Allí, pues, puesto en la mayor altura,
Y abismado sin fin, quedarás ciego
A toda baxa y loca compostura:
Allí encendido de un divino fuego,
Summa tranquilidad, gozo y ventura
Ternás, inmenso bien, summo sosiego.
Beberás de una Ambrosía excelsa y pura
Harto sin fin, y sin jamás hartarte,
Despreciando del Mundo la locura...
Miro que polvo soy, gusano y cieno,
Y quán de mal es llena el alma mía,
Miro el tiempo perdido amable y bueno:
Y agora en la vejez, que más debría
Alas tomar para volar al cielo,
Me hallo en ceguedad oscura y fría,
Y el afecto arraygado en este suelo,
Y al obrar inmovible el pie y la mano,
Y siempre vivo en tímido recelo.
........................................
[p. 168] ¡Mi único fin, únicamente amado,
Cómo me llevas de tu amor y gloria,
Absorbiendo mi ser, vida y cuidado,
Todo mi entendimiento y mi memoria
Anéguesse en tu mar, y en largo olvido
Esté de sí, en la luz por quien se gloria.
Que si enterrado en ti quedo y perdido,
Ganado estoy, ¡oh summa dicha mía!
Y en ti y por ti veréme a ti subido.
¡Oh quién te hablasse hasta el postrero día!
Mas ¡ay, triste de mi! ¿Qué entiendo o digo,
Pues, aún la Eternidad corta sería?
..........................................
Queda el alma sin ti pobre y desnuda;
Pues está solo en ti felicitada,
Si te sigue por siempre y no se muda:
Queda de tu bondad enamorada,
Se pierde, y muerta está de tus amores,
y vee ser lo demás un puro nada:
Va tras la suavidad de tus olores,
Sin que ya con el Mundo más se acuerde,
Regalo le es la pena, ansia y dolores:
.................................................
¿Quién me podrá estorbar que no te diga,
Oh mi bien, mil amores y ternuras?
¿Qué no te loe por siempre y te bendiga?
Acompañado y solo, en luz y a escuras,
Con summa luz, en todo tiempo y parte,
Pues te estás siempre tú en tus criaturas:
Por presencia y poder y ser a hallarte
Vienes en toda cosa, de manera
Que a quienquiera le es fuerza de encontrarte:
Cada qual para hablarte nunca espera
Tiempo vario o lugar, si te pretende,
Que te hallará, oh gran luz, siempre y do quiera.
........................................
Querría con summo amor siempre abrazarte,
Y a tu sobre essencial belleza eterna
Por siempre unido estar, siempre gozarte:
Si hombre con voluntad del alma interna
Regala a una tu humana criatura
(Cuya beldad es solamente externa),
¿Por qué no lo haze a ti, mi excelsa y pura
Simple forma uniforme y omniforme,
Oh suavísimo Amor, summa dulzura?
[p. 169] ¿Cuál alma habrá que a ti no se conforme
Por recíproco amor divino y puro,
Y en participación un Dios se forme?
.........................................
¿Por qué contigo yo mi mal no exhalo,
Siendo tú un Mar de Amor indefficiente?
Es porque soy traydor, perverso y malo.
Tú que regalas tan suavemente
Al mismo que poco ha te fué enemigo,
¡Cuánto harás más al que ama ardientemente!
Tú mi bien, tú mi amor, mi paz, mi abrigo,
Tú mi luz, mi ser, quietud y calma,
Mi gozo, gloria y prez, padre y amigo.
Tú eres mi Sol, mi Paraíso y Palma.
Contigo todo el mal que sobrevenga
Se me abonanza, me asossiega y calma:
Todo afan, pena y mal sobre mí venga,
Que un clavo se me da, nada me importa,
Con tal que en mí tu gracia se detenga.
...............................................

Parece imposible que quien era capaz de hacer estos versos sea el autor de tantísimas necedades como hay en la Asneida. La cual acaba desafiando a su adversario, en estos términos:

Salid, salid, señor valiente, afuera
Del retrete a do estais qual liebre puesto:
Osad, pues, que tenéis la pluma fiera:
....................................... .
No me escribáis ya más gazatafones;
Que en letras y armas yo vencer os quiero,
Que de ambas soy yo usado a las quistiones:
Haced como valiente caballero,
Salid de solo a solo, o acompañado,
Con tal que más no sea de un compañero.
Solo, y no armado, y con mi espada al lado,
Me yré, no os espantéis que assí me arrojo,
Bien sé que a Hércules sólo uno ha sobrado: etc.

«Aquí se acaba la Asneida de mi Merceasneidad el Seasnón Coasne de Asnana. Dirigida alla Seasnería, Exceleasnencia, Alteasneza, Mageasnestad, Bos, Cu, del Sobrearçianissimo Cloriasnissimo Seasnoariasnissimo Toasnes de Asnales, Cabeza mayor del Colegio de la Asnería orbicular deste globo Asneantissimo, y [p. 170] principiasno de la Academia de los nescissimes bestializantes y tonteantes.»

(Tosco grabado en madera que representa dos asnos en actitud de acometerse, con este lema: Ego et tu.)

«Satyra del author incógnito. (Un poco mejor versificada que la Asneida.)»

Por Dios, señor Aldana, que quisiera
Dexaros de escribir estos renglones,
Si la justa razón lo consintiera:
Mas no se debe fe do hay sinrazones,
Porque se sufre mal una insolencia
Quando se ofenden nobles corazones:
Tened, señor, un poco de paciencia,
Que vive Dios que me tenéis mohino
Con este negro libro a Su Excelencia...

Las octavas de Aldana sobre quienes recae esta sátira deben de ser las de la Invectiva contra el vulgo.

Sonetos de Cosme de Aldana para el Señor Juan de Asnales. Son seis, en forma de preguntas, que el autor llama pescudas: groserías soeces.

Redondillas de Cosme de ALdana a Juan de Asnales, su señor. No son tales redondillas sino quintillas, con un estribillo que es el de la vieja canción Canta, Jorjico, canta.

Sonetos de Cosme Aldana a Juan de Asnales, su señor. (Son ocho, tras de los cuales pone el autor fin; pero desgraciadamente el libro no acaba aquí.)

Otavas de Cosme de Aldana, al Superlativo Asnales, Satyriasno.

Sonetos de Cosme de Aldana (cuatro sonetos).

Otavas de Cosme de Aldana al Bachiller no aun conoscido.

Viendo el author venir házia sí a Asnales muda propósito, y empieza a dar en sus juguetes hablando con él.

Sonetos, cuyo concepto y estilo debía imitar el Licenciado Asnales. Son llenos de sciasnancia Peripeasnática, Phisiasnical, según a doctriniasneidad de Hærreasnistóteles. Cuya declaración se pone debaxo de cada soneto.

Estos sonetos, que son innumerables, y todavía más necios, pesados y fastidiosos que los anteriores, van acompañados de escolios en prosa.

[p. 171] Prosa y verso son un conjunto de disparates y sandeces, y todo el libro el mayor centón de boberías que he visto en lengua castellana. Bien hizo Aldana en llamar sonetos de doctrina estulta a los suyos.

Sonetos de las maravillosas hazañas que el valerosísimo Asnales ha ido obrando por el mundo con su invencible diestra. Introdúzele el Autor al mismo que habla cosas que el Señor Asnales ha visto por el mundo, las quales son tan extrañas, que pocos habrá que las crean; pero débese dar crédito a las palabras de tan gran Personaje.

Preguntas de Xoasne de Asnana a Xoaxnex de Asnales, y respuestas de Asnales: son de gran importasnancia.

Tal es este monumento de graphomanía, que prueba que no andaban muy descaminados los contemporáneos que tenían a Cosme de Aldana por loco, como los familiares del Condestable D. Juan Fernández de Velasco, que le llamaban asno. [1]

[p. 172] XXVII.

Haremos rápida indicación de algunas obras de nuestra literatura, que por su título pudiera creerse que tienen algún parentesco con la famosa novela de Apuleyo, aunque, en realidad, son independientes de ella.

-Álvarez de Toledo y Pellicer, Gabriel.

Fragmentos del poema intitulado la Burromachia.

Son dos cantos que llevan los títulos de Rebuzno primero y Rebuzno segundo. Págs. 53-84 de las Obras Póstumas Poéticas... de Don Gabriel Álvarez de Toledo Pellicer y Tobar... Sácalas a luz el doctor Don Diego de Torres Villarroél, el que escrive al principio un resumen de la Vida y Virtudes de este Author... Madrid. En la Imprenta del Convento de la Merced. Año de 1744. (Han sido reproducidos estos fragmentos en el tomo I de la colección de Poetas líricos del siglo XVIII de la Biblioteca de Rivadeneyra.)

Lo que Álvarez de Toledo dejó escrito de la Burromaquia, fué muy estimado de sus contemporáneos. Dice Fr. Juan de la Concepción en la censura del libro:

«En el corto fragmento de la Burromaquia, indicó toda la [p. 173] imitación de los antiguos, la erudición de los profanos, y cuanto hizo, grandes a los pocos Poemas que lo son.»

La Burromaquia es un poemita gongorino, hasta cuando quiere parodiar a   Góngora, v. gr., en los primeros versos:

Si Vizcainado mereci algún día
Tu burrámen, Garnica pardicano...

que ciertamente son más difíciles de entender que los dos primeros, llanos y sencillos, del Panegírico al Duque de Lerma:

Si arrebatado merecí algún día
Tu dictámen, Euterpe, soberano...

Por lo demás hay en la Burromaquia octavas muy valientes, imitaciones a lo burlesco de trozos de poemas célebres, y artificioso estudio de dicción, pero en conjunto es una obra de mal gusto, distante mil leguas del gracioso abandono de las silvas de las Gatomaquia o de la zumba épica de la Mosquea.

-Pérez, P. Jerónimo, de la Congregación de los Agonizantes.

La Asni-equimaquia (poema en silva). Poema inédito. Al parecer quedó incompleto.

Inc.

La Griega lid contra el valor troyano,
Y el esfuerzo romano..............

Págs. 88 a 106 de un códice que poseo de las Obras poéticas póstumas del P. Jerónimo Pérez de la Morena (4.º, de 684 páginas, la aprobación para la imprenta está dada en 16 de mayo de 1726).

Gallardo (tomo III, pág. l.165 del Ensayo), describe otro códice, al parecer igual a éste, y dice con razón que la Asni-equimaquia es «poema insípido y desgarbado», y que el título es impropio, pues «son aventuras de un burro lerdo sin nada de caballo.»

-Forner, Juan Pablo.-Madrid, 1872.

El asno erudito. Fábula original. Obra póstuma de un poeta anónimo. Publícala D. Pablo Segarra. Año 1782. Madrid, en la Imprenta del Supremo Consejo de Indias.

[p. 174] Es una diatriba personal de Forner contra D. Tomás de Iriarte. La ha reimpreso D. Emilio Cotarelo al fin de su eruditísimo libro sobre Iriarte y su época. (Madrid, 1897.)

-Ballesteros, Doctor de. (Vid. noticia de este autor en mi biografía del Abate Marchena.)

Memorias de la insigne Academia Asnal. Por el Doctor de Ballesteros. Tomo primero. En Bi-Tonto, en la Imprenta de Blas Antón, el año 3192 de la Era Asnal (¿1793?). Y se hallará en Bayona de Francia. 4.º, 96 págs. Con muchas caricaturas, bastante bien hechas. El texto tiene poca gracia. Es una sátira contra las Academias de aquel tiempo. La primera de las memorias burlescas que se incluyen es un Elogio de la raza asnal pronunciado por el Doctor Naranjo.

-Centeno, Fr. Pablo, de la Orden de San Agustín.

Apología del asno, en el núm. 9.º de El Apologista Universal. (Madrid, 1786.)

-Ayala, Bartolomé de.

Elogio del jumento. Sólo le hemos visto citado en El Asno Ilustrado.

-Lozano Pérez Ramajo, Manuel.

Apología de los asnos, compuesta en renglones, así como versos, por un asnólogo, aprendiz de poeta. Asnópolis, 18349 (1829). Un tomito en 16.º LVI + 284 + LXXII págs. Estas 72 últimas comprenden el Elogio del rebuzno, o sea Apéndice a la apología de los asnos (con nueva portada).

Nos revela el nombre del autor y la verdadera fecha de la edición el que adicionó este libro en 1835, como veremos luego. Y nos da noticia de otra tentativa de publicación anterior que no hemos visto:

«Ya el mismo autor había procurado hacer algún año antes una primera edición sobre manuscrito todavía más diminuto, [p. 175] aunque en 12.º, en la ciudad de Burdeos, y bajo el mismo disfraz de Asnópolis.»

Dice el autor de esta Apología, escrita en romance endecasílabo, que la empezó en Cádiz en 1812, y que invirtió en ella más de doce años. ¡Lástima de tiempo! Los versos son prosaicos y mazorrales; las notas, curiosas, picantes y eruditas, aunque no tanto como las que añadió el maligno comentador Necochea. Por lo demás, la Apología de los asnos es una especie de sátira general de la sociedad humana, con todo el fermento irreligioso y sensual que puede suponerse en un folleto clandestino del año 29.

Menciónase en este poemita El asno, de Apuleyo y el de Luciano, y aun se da una breve idea de su argumento.

-Pérez de Necochea, J. J.

El asno ilustrado, o sea la apología del asno, con notas y el elogio del rebuzno por apéndice, por un asnólogo aprendiz de poeta. Corregido todo, reformado e ilustrado con nuevas copiosísimas anotaciones históricas, críticas, filológicas, geográficas, físicas, médicas, filosóficas, políticas, morales y religiosas. Por J. J. Zeper Demicasa, borriquero del asnólogo. Madrid, 1837, Imp. Nacional. 4.º XXIV + 582 páginas y una de erratas. (Hay ejemplares con falsa portada, y la fecha de 1868, pero es la misma edición.)

Este librote, tan erudito como desvergonzado, no sólo reproduce la Apología del asno y el Elogio del rebuzno con sus notas, sino que puede decirse que los anega bajo un comentario perpetuo, en que el Sr. Pérez Necochea, canónigo que fué de Oviedo, derrama a espuertas todo lo que había leído, que era muchísimo, formando un escandaloso centón de bufonadas y chistes volterianos, a vueltas de mil raras especies y curiosidades de todo género. Pasma el infatigable cuanto mal aprovechado estudio del autor, que sólo consiguió darse un bromazo a sí mismo, puesto que su almodrote, aunque tan cargado de picantes especias, no halagó ni el paladar del vulgo, ni el de los lectores refinados. Abundan en estas pedantescas ilustraciones las referencias a los lances de la novela de Apuleyo. Véase especialmente la nota 147, en que transcribe y discute el célebre pasaje de San Agustín, [p. 176] De Civitate Dei (libro XVIII), sobre las transformaciones mágicas de Lucio.

-Macedo, P. José Agustín.

Os burros ou o Reinado da Sandice, Poema heroi-cómico-satírico em seis cantos; de José Agostinho de Macedo.

Páginas 200-379 del tomo titulado Satyricos portuguezes... París, por J. P. Aillaud, 1834.

Este poema es un espantoso libelo personal contra los innumerables enemigos políticos y literarios del P. Macedo. Corren en Portugal copias de él con muchas variantes respecto del impreso, y todavía más recargadas de diatribas e improperios.

XXVIII.- Influencia de Apuleyo en la literatura española.

El cuadro autobiográfico de El asno de oro [1] tiene analogía remota con el de nuestra novela picaresca, sin que por eso haya que admitir imitación ni reminiscencia, dado lo natural de esta forma, que también hallamos practicada en dos novelas poéticas de los tiempos medios, una castellana y otra valenciana (la del Arcipreste de Hita y la de Jaime Roig). Además, el protagonista de Apuleyo, durante su peregrinación en figura de borrico, presencia muchos cuadros de costumbres populares, algunos de los cuales pueden ser calificados de picarescos, aunque la mayor parte más bien entran en la categoría de licenciosos. Imitación directa de Apuleyo, no encontramos ni en el Lazarillo ni en sus continuaciones (la de los atunes está evidentemente calcada en la Historia verdadera de Luciano), ni mucho menos en el Guzmán de Alfarache.

El primer imitador de Apuleyo, aunque mezclando esta imitación con la más preponderante y decisiva de Luciano, fué Cristobal de Villalón en un curioso libro inédito todavía, y que no ha de confundirse con su famoso Crotalón, a pesar de algunas [p. 177] semejanzas, especialmente al principio. La obra a que me refiero, y de la cual poseo un ms. en folio, letra del siglo XVI, de 27 hojas, a dos columnas, sin nombre de autor, el cual se revela por el contenido del libro, principia así:

Diálogo que trata de las transformaciones dé Pitágoras, en que se introduce un zapatero llamado Mycyllo y un gallo...

Las primeras cinco hojas de esta curiosa y desconocida novela, son traducción del Diálogo del sueño o del gallo, de Luciano de Samosata; pero al llegar al pasaje de la transformación en Aspasia, el autor español abandona al griego, y escribiendo con inventiva propia, hace contar al gallo cómo fué Dionisio de Siracusa, y narra las aventuras de este príncipe. A esta transformación sucede otra, mediante la cual Dionisio se convierte en el rico Epulón, y aquí se refieren en sendos capítulos las aventuras que le sucedieron con cuatro mujeres con quienes el avariento se llegó a casar. (Cf. Llibre de les dones, de Jaume Roig.) Sin duda en castigo de sus maldades fué el rico metamorfoseado en asno, vendido primero a unos recueros, luego a un húngaro, después a unos soldados y, por fin, a unos alemanes, que le llevaron a Roma, no sin que en el camino dejen de pasarle nuevas aventuras. La última transformación del gallo fué en una ramera llamada Clarisea.

¿Hay en Cervantes imitaciones de Apuleyo? No se trata de renovar el ridículo paralelo que en el discurso preliminar de su edición del Quijote intentó D. Juan Antonio Pellicer, y que comienza en estos términos: «Apuleyo fué pobre y también Cervantes...» y prosigue diciendo que El asno de oro es una novela de transformaciones y encantamientos, y que también en la fantasía de D. Quijote se transformaban las ventas en castillos encantados, los molinos de viento en gigantes, etc. Dejando aparte tales inepcias, que arguyen el más profundo desconocimiento de lo que es la inmortal concepción de Cervantes, la única semejanza de detalle que Pellicer alega (y bien remota por cierto), es la batalla de Lucio con tres odres de vino, que en la obscuridad de la noche creyó ladrones apostados a la puerta de su huésped Milón, y la de D. Quijote con unos cueros de vino tinto. El caso materialmente es análogo, pero moralmente nada tiene que ver, porque D. Quijote estaba loco o alucinado, y Lucio estaba [p. 178] cuerdo y era víctima de un bromazo. Toda la analogía se reduce, pues, al horadamento de los cueros, y ésta puede ser hasta casual.

Donde hay verdaderos rastros de Apuleyo, y aun expresamente se le cita, es en aquella parte del Coloquio de los perros, en que se relatan las hechicerías de la Camacha de Montilla. [1]

El asno de oro, traducido al castellano por Diego López de Cortegana, fué libro muy popular en España durante los siglos XVI y XVII. Así lo testifica, entre otros, el autor de La pícara Justina (1605), cuando dice en su prólogo, hablando de los libros de que se valió, que «no hay enredo en Celestina, chistes en Momo, simplezas en Lázaro, elegancias en Guevara, chistes en Eufrosina, enredos en Patrañuelo, cuentos en Asno de oro , y, generalmente, no hay cosa buena en romancero, comedia ni poeta español, cuya nota aquí no tenga, cuya quinta esencia no saque». A pesar de tal declaración, ningún cuento de Apuleyo encontramos en la parte hoy conocida de La pícara Justina, pero acaso estaría en los varios tomos que el supuesto Licenciado Úbeda tenía compuestos, prosiguiendo su obra, cuyo estilo, por otra parte. en lo revesado y artificioso no deja de tener algún parentesco con el de Apuleyo.

Alguna reminiscencia confesada por el autor hallamos también en El soldado Píndaro, de D. Gonzalo de Céspedes y Meneses (1626). Lib. I, cap. IX:

«Fué tal la desvergüenza y el ánimo destas comadrejas o ratas que, como si yo fuera una estatua de bronce, así cruzaban y paseaban sobre mi misma ropa, haciéndome erizar los cabellos, y mayormente, cuando trayendo a la memoria el caso de Apuleyo sobre el difunto y guarda que introduce en Larisa de Tesalia, temí que como a aquél, en cerrando los ojos, me habían de dejar sin narices, y así no sin trabajo hice toda la noche centinela al más notable miembro de mi rostro.»

[p. 179] Y aún pueden añadirse las escenas fantásticas de la bruja de Castilleja de la Cuesta.

En el lib. II, cap. VII de esta misma novela, se halla una frase en elogio de los cabellos femeniles, que está traducida de Apuleyo, y que por lo mismo que es incidental prueba lo bien leído que Céspedes tenía El Asno de oro:

«Son estos (los cabellos) la más hermosa parte de la mujer, o ya porque primero ocurren a la vista granjeándola, o ya por ser vestido y ornamento del miembro principal que es la cabeza.»

Ibid., cap. XXII. Otro recuerdo de Apuleyo en la historia de la mula encantada de D. Francisco de Silva:

«Cuando con resonante aliento, mirando a las estrellas, comenzó a dar espantosos bramidos, o, por hablar en su lenguaje, desabridos rebuznos. Tendráse esto por burla: no así hubo implorado el favor de la luna , como escribe de sí transformado Apuleyo, cuando por secretos misterios que sabréis adelante, la respondió a una voz todo el bestiámen del lugar.»

En el prólogo de su Criticón (1650), dice el P. Baltasar Gracián:

«En cada uno de los Autores de buen genio, he atendido a imitar lo que siempre me agradó, las alegorías de Homero, las ficciones de Esopo, lo doctrinal de Séneca, lo juicioso de Luciano, las descripciones de Apuleyo, las moralidades de Plutarco, los empeños de Eliodoro, las suspensiones del Ariosto, las Crises del Boquelino y las mordacidades de Barclayo...»

A pesar de esta declaración, no he encontrado en la inmortal novela alegórica del jesuíta aragonés mas que dos reminiscencias de Apuleyo; una en la Segunda parte y otra en la Tercera. El palacio de Virtelia (en la Crisi décima: Virtelia encantada), es un trasunto del encantado palacio a que fué transportada Psique:

«Oyóse una dulcísima armonía alternada de voces y instrumentos, que pudiera suspender la celestial por media hora: pero ¡oh cosa extraña! que no se veía quién gorgeaba, ni quién tañía: con ninguno topaban, nadie descubrían. Bien parece encantado este Palacio , dixo Critilo, sin duda que aquí todos son espíritus, no se parecen cuerpos.»

Imítase el mismo pasaje en la Crisi quita de la Tercera parte , al describir el palacio sin puertas:

[p. 180] «Estaba todo él coronado de mesas francesas, con manteles alemanes y viandas españolas, muchas y muy regaladas, sin que viese ni supiese de dónde salían ni cómo venían: sólo se veían de cuando en cuando unas blancas y hermosas manos, con sus dedos coronados de anillos, con macetas de diamantes, muchos finos, los más falsos, que por el ayre de su donayre servían a la mesa los regalados platos. Ibanse sentando a las mesas los convidados o los comedores, descogían los paños de mesa, mas no despegaban sus labios...»

En la curiosa novela de mediados del siglo XVII, Discursos de la Viuda de Veinte y cuatro Maridos, dirigidos a su mayor amigo por el Caballero de la Tranca, publicada por primera vez en el tomo XXXVI de la Biblioteca de autores españoles (Curiosidades Bibliográficas), conforme al manuscrito que poseía don Pascual Gayangos, hay un curioso episodio de hechicerías, con algún sabor a los de Apuleyo. '

Lesage, insigne imitador de nuestros novelistas, se acordó también de El asno de oro para las escenas de la cueva de ladrones en el Gil Blas.

Donosa intervención tiene Apuleyo en la República Literaria, de Saavedra Fajardo: «En un asno alazán se paseaba por la ciudad, no con poca risa del pueblo, que, corriendo tras él, unos le silbaban y otros le llamaban quatrero, porque era fama haberle hurtado.» Alúdese a la imitación que Apuleyo hizo del Asno griego atribuído a Luciano.

Una alusión muy ingeniosa a Apuleyo contiene este correcto y picante soneto de Bartolomé Leonardo de Argensola, que falta, como otros varios, en la colección de sus Rimas, pero que se talla en varios manuscritos, y es de autenticidad indisputable:

Gala, no alegues a Platón, o alega
Algo más corporal cuando alegares;
Que esos cómplices tuyos son vulgares,
Y entienden mal la sutileza griega.
Desnudo al sol y al látigo navega
Más de un amante tuyo en ambos mares,
Que te sabe los íntimos lunares
Y quizá es tan honrado que lo niega.
¡Y en amor metafísico elevada,
Dices que unir las almas es tu intento,
[p. 181] Ruda y sencilla en inferiores cosas!
Pues yo sé que Apuleyo más te agrada
Cuando rebuzna en forma de jumento,
Que en la que se quedó comiendo rosas.

Hay que recordar, finalmente, que la fábula de Psiquis (derivada, naturalmente, no del texto de Apuleyo, sino del fondo primitivo y misterioso de los cuentos populares) existe en el folk-lore de Cataluña y Andalucía, según testimonio de Milá y de Durán; y en la Montaña, yo mismo recuerdo haberla oído contar siendo muy niño. La misma fábula, cambiado el sexo del protagonista, sirve de principal argumento a la antigua novela francesa (¿siglo XII?) Parthénopex de Blois, de la cual existen redacciones en en catalán y castellano, populares todavía y pertenecientes al género de los libros de cordel. La linda comedia de D.a Ana Caro de Mallén (décima musa andaluza), titulada El Conde Partinuplés (Madrid, 1664), en la Cuarta parte de la colección grande de Comedias Escogidas, es un arreglo dramático de esta novela, bastante fiel a su original.

Biógrafos y críticos

XXIX. FEIJÓO, Fr. Benito Jerónimo.-1733.

En el tomo 6.º de su Teatro Crítico (1733) hace la Apología de algunos personajes famosos de la Historia, incluyendo entre ellos a Lucio Apuleyo, a quien dedica entera la sección quinta de su discurso, con el principal objeto de vindicarle de la nota de magia, ya que no lo había hecho Gabriel Naudé en su libro especial sobre la materia.

«Muerto Apuleyo-dice el P. Feijóo-, dando ocasión para ello los mismos gentiles, se extendió latamente entre los cristianos la fama de su magia, la cual se ha ido conservando... entre los literatos vulgares; pero no con tan absoluta exclusión de los verdaderos sabios, que no hayan caído en este error algunos de más que ordinaria literatura; en que de nadie me admiro tanto como del doctísimo Luis Vives, que no dudó de afirmar como cosa cierta y constante la magia de Apuleyo (in lib. XVIII De Civitate Dei, cap. XVIII).»

[p. 182] Hace un elegante resumen de la Apologia, de Apuleyo, cuyo proceso ante el tribunal del procónsul de Africa, Claudio Máximo, considera como primer origen de la fábula, habiendo contribuído también a ella el libro de El Asno de oro, mal leído o mal entendido, por confundirse al autor con el protagonista que hace la narración en propia persona. El P. Feijóo, que a veces combatía preocupaciones imaginarias, triunfa fácilmente de ésta, con hacer notar que la obra de Apuleyo no es original sino imitación de la novela griega de Luciano o de Lucio de Patras, como el mismo autor latino advierte al principio: Fabulam graecanicam incipimus.

«Siendo tan claro todo lo dicho, no deja de causar admiración que San Agustín creyese que Apuleyo había escrito la Historia del asno de oro como suceso propio (lib. XVIII, De civitate, cap. XVIII), o bien que realmente le hubiese acaecido o que quisiese fingirlo. Excúsase Luis Vives diciendo que el Santo, como poco versado en los autores griegos, no supo que la misma fábula estaba escrita antes por Luciano. [1] Pero esta advertencia no hace cesar la admiración, cuando por la lectura del mismo Apuleyo, sin el socorro de otro autor, se hace notorio que propuso la ficción como ficción, diciendo claramente que no era historia, sino fábula, lo que escribía.»

Hasta aquí el docto benedictino, que en esta inútil apología no tiene razón más que a medias, pues aunque Apuleyo no practicase las operaciones mágicas que el vulgo le atribuía, ni mucho menos se convirtiese en asno como el Lucio de su cuento, (lo cual supongo que ningún contemporáneo del P. Feijóo creería), fué apasionado cultivador de las ciencias ocultas, versado en la teurgia neoplatónica, e iniciado en los misterios de Grecia y Egipto: todo lo cual puede comprobarse leyendo su misma Apología, sus obras filosóficas, especialmente el tratado Del demonio de Sócrates , y, sobre todo, el último libro de El Asno de Oro, donde [p. 183] levantando una punta del velo, refiere su iniciación en el culto de Isis y Osiris. Este libro undécimo, de tan alto y religioso sentido, nada tiene que ver con el cuento milesio de Luciano o de quien fuere, como nada tiene que ver la fábula de Psiquis, a la cual muy pronto se dió un sentido simbólico, que acaso estuviese ya en la mente de Apuleyo.

XXX. SAN JOSEPH, Fr. Miguel de.-Madrid, 1740.

Bibliographia critica, Sacra et Prophana, in tres tomos et volumina seu partes quatuor distributa.. . Authore Rmo. P. Fr. Michaele a S. Joseph... nunc totius Hispanae Jesu Redemptoris familiae S. Ordinis PP. Excalceatorum SS. Trinitatis... Superiore Generali. Vol. I. Matriti ex typographia Antonii Marin. Anno MDCCXL. Págs. 300-303. Art. Apulejus.

Más bien que Bibliografía, en el sentido moderno de la palabra, la voluminosa e importante compilación del docto General de los Trinitarios Descalzos y Obispo de Guadix, tiene el carácter de un Diccionario histórico-crítico, a semejanza del de Pedro Bayle, si bien con opuesto espíritu. Es lástima que no sea más consultada y conocida, porque encierra muchas curiosidades y recopila el fruto de una lectura enorme, guiada por un juicio bastante claro, aunque no libre de preocupaciones de varias clases.

El artículo de Apuleyo parece escrito con la principal intención de impugnar lo que el P. Feijóo había escrito sobre la magia de Apuleyo, y volver por el crédito de San Agustín, a quien supone que aquél había tratado con poca reverencia: «Fateatur ergo P. Feijóo eximium Criticum fuisse Augustinum, qui noverit caute legere Apulejum, et ubi jocos promittit et ubi affectat naturales rerum connexiones ignorare. Desinat etiam P. Martinum del Rio, virum nempe ad miraculum doctum reprehendere, quod res Magicas ab Apulejo descriptas, tanquam veras videatur enarrare. Apulejum enim Magum fuisse constat, ut ait Vives, nec si hoc reus neget, nostram idcirco meretur fidem.»

Del estilo de Apuleyo juzga duramente Fr. Miguel de San José, que afectaba como tantos otros cierto purismo ciceroniano y desdén hacia los ingeniosos escritores de decadencia: «In Metamorphosi hominis in asinum, licet omnia fere ex Luciano Apulejus [p. 184] expresserit, ubi tamen non illum vertit, sed imitatur, horride plerumque loquitur; et tam in hoc opere quam in ceteris, frequentissime usurpat ferreas translationes, et ineptissimas catachreses, quae orationem reddunt non solum insuavem et injucundam, verum et ab usitato loquendi genere penitus alienam.»

Dióse por entendido el P. Feijóo de la censura que de su opinión sobre Apuleyo había hecho Fr. Miguel de San José, y le replicó sin nombrarle, en el tomo 2.º de las Cartas Eruditas (1745), carta 18, que trata de la crítica. La respuesta es acre con exceso y apenas toca la dificultad principal, pero reconoce que su impugnador era «hombre de gran doctrina, de elegante pluma y de entendimiento despejado». Defiende el estilo de Apuleyo con argumentos de autoridad, y principalmente con la de Luis Vives, que declaró casi inimitable su gracia en el decir. («Puto enim gratiam illam esse prope inimitabilem.»)

Notas

[p. 88]. [1] . Tremenda hipérbole de traductor encariñado con su texto fué el aplicar a tan afectado, arcaico y revesado escritor como Apuleyo el elogio que Elio Stilón hizo de Plauto. Afortunadamente, para el Arcediano de Sevilla, su edición pura, sencilla, familiar y picaresca, en nada se parece a la violenta y atormentada latinidad de su modelo.

[p. 94]. [1] . Mejor diría «a principios del XVI».

[p. 114]. [1] . Abanicos.

[p. 157]. [1] . Algunas noticias de este poema se hallan en el Ensayo, de Gallardo (tomo II), y en la Biografía del poeta sevillano Rodrigo Fernández de Ribera, por D. Joaquín Hazañas y La Rúa (Sevilla , 1889).

[p. 171]. [1] . «Gobernando el estado de Milán el Condestable Juan Fernández de Velasco la primera vez, asistía entretenido cerca de su persona Cosme de Aldana, poeta diversísimo de su hermano Francisco, que mereció título de divino. Éste no contentándose con moler de continuo al Gobernador con sonetazos, cierto día vino a tener tan extraordinario tesón en porfiar, que el contradictor, con seguridad de amigo, como riéndose, le dixo: «Dexad ya la porfía, que soys un asno. ¿Quién tal echó por la boca? Asno al querido de las Musas, el rudo, el insipiente, el material? Sacar la espada, no era lícito, porque era grande la amistad: quedar sin resentirse, era imposible. En medio, pues, desta irresolución, toma el instrumento de la pluma, y escribe tres mil octavas, motejando de asno al provocador: como si en todas le dixera: «más asno sois vos». Compuesto el volumen a imitación de la Eneida de Virgilio, le dió título de Asneida. Imprimióle; que en Italia es fácil dar a la emprenta qualquier escritura. Apenas se hallaba impresso, quando le dió al segundo Mantuano el mal de la muerte; y contentissimo por dexar en estado de tanta perfeción el fiel executor de su venganza, espiró... despidiéndose muchas veces de su querida Asneida. Ya difunto, tuvo noticia el Condestable de tan extravagante capricho, y mandó se entregase al fuego toda la impresión, salvo algunos cuerpos, ya esparcidos entre españoles.» (El Passagero. Advertencias utilíssimas a la vida humana. Por el Doctor Christoval Suarez de Figueroa... Madrid, por Luis Sánchez, 1617, págs. 127 vuelta y 128.)

A mi ver, no se deduce de este pasaje tan claramente como suponen Ticknor y otros, que la Asneida sea un libelo contra el Condestable. Suárez de Figueroa habla de un contradictor, de un provocador de Aldana, pero no le nombra. Leída atentamente la Asneida, no se descubre alusión alguna contra el Condestable, ni puede creerse que un mero servidor de aquel magnate como lo era Cosme, se atreviese a prorrumpir en tales denuestos contra él, a no estar enteramente loco. El Juan de Asnales, adversario de Cosme, debió de ser un personaje de mucha menos calidad, puesto que la única razón que Aldana tuvo para no sacar la espada contra él, fué la íntima amistad que los unía, amistad que tampoco puede suponerse entre el desvalido Aldana, que con nombre de entretenido era un verdadero parásito, y un tan gran señor como el Condestable.

Puede creerse, además, que el Dr. Suárez Figueroa no llegó a ver la Asneida, puesto que dice que estaba en octavas. Esto mismo prueba la rareza del libro que hubo de ser casi enteramente destruído, pues no se conoce otro ejemplar que éste de Usoz.

Rareza tan singular, unida a la leyenda que sobre la Asneida se ha formado, y a la curiosidad que algunos eruditos han mostrado de conocerla, me han hecho detenerme tanto en la descripción de tan estúpida rapsodia, que ninguna relación tiene, salvo la del título, con el Asno de Apuleyo.

[p. 176]. [1] . Hay en la Celestina , al fin del acto 8.º, una alusión a Apuleyo, que no debe omitirse. Dice Parmeno a Calixto: «Allá, yrás con el diablo tú e malos años; e en tal hora comiesses el diacitron, como Apuleyo el veneno que lo convirtió en asno .

[p. 178]. [1] . «Y del modo con que has de cobrar tu forma primera; el cual modo quisiera yo que fuera tan fácil como el que se dice de Apuleyo en El Asno de Oro, que consistía en sólo comer una rosa; pero este tuyo va fundado en acciones ajenas y no en tu diligencia.» No es esto decir (lo cual fuera gran disparate) que el Asno haya servido de modelo al Coloquio, sino que en este pasaje hay una reminiscencia indicada por el mismo Cervantes.

[p. 182]. [1] . Estas son las palabras de Luis Vives a que alude el P. Feijóo: «Apulejum Magum fuisse constat: versum tamen in asinum putandum non est: neo id videbat Augustinus satis esse verisimile: sed librorum Graecorum lectione parum adjutus divinare non potuit unde illud argumentum de transfiguratione in asinum Apulejus sumpsisset, cum ipse nullius scriptoris meminerit, quem saltem profiteatur sequi se.»