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Obras completas de Menéndez... > BIBLIOGRAFÍA HISPANO-LATINA... > I : ACCIO-CATÓN > ADRIANO, ELIO

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I. GUEVARA, Fr. Antonio de.-Valladolid, 1539.

Ego nolo Florus esse...

«Tenía Adriano muy gran comunicación con Floro poeta: el qual en aquel tiempo era docto para enseñar: y muy gracioso para hablar. Estado en el reyno de Palestina Adriano: escriviole su amigo Floro estas palabras: yo no quiero ser emperador para adar por las islas de Bretaña: y para adar por las nieves de Asia. Respondiole a esto Adriano: Si tú no quieres ser Adriano, tampoco quiero yo ser Floro para adar por las tabernas: y para comer en los bodegones: y para ser despedaçado de piojos.» [1]

La obras del ilustre señor don Antonio de guevara obispo de Mondoñedo, predicador y chronista y del consejo de su Magestad. M.DXXXIX (1539). (Cada uno de los tratados lleva diferente paginación.)

Fol. XXVII de la Decada de Cesares: es a saber las vidas de diez Emperadores Romanos q imperaron en los tiempos del buen Marco Aurelio.

[p. 14] Colofón: « Aquí se acaba la decada de las vidas de los diez cesares y empadores romanos: en las qles se cotienen muy peregrinas hystorias muy varios casos: y muchos y muy buenos auisos. Fuero copiladas traduzidas y corregidas por el illustre señor don antonio de gueuara obispo de mondoñedo, predicador y chronista, y del cosejo de su magestad. Imprimierose en la muy leal y muy noble villa de valladolid, por industria del honrrado varon impresor de libros juan de villaquira a veynte d' mayo. Año de mill y quinietos y treynta y nueue.»

II. CARO, Rodrigo. Sevilla, 1634.

EP. Animula vagula.

«Hizo, estándose muriendo (el Emperador Adriano), vn epigrama, que por lindo lo pondré aquí. Hállase en aquel no bastantemente estimado libro que se llama Epigrammata Vetera. Dize así en versos dímetros iámbicos: Animula...

« Pássolo desta manera a nuestra lengua:

            Alma mía regalada,
       Huéspeda blanda del cuerpo,
       Compañera de mis gustos, .
       Gloria de mi pensamiento,
            ¿A qué lugares yrás,
       De horror y de sombras llenos?
       ¡Triste de ti! no harás,
       Como antes, borlas y juegos.»

Antigüedades y Principado de la Ilvstríssima ciudad de Sevilla, y Chorographia de su Convento Iurídico, o antigua Chancillería. Dirigida al Excelentíssimo Sr. Don Gaspar de Guzmán, Conde-Duque de Sanlúcar la Mayor. Avtor el Dr. Rodrigo Caro. Año 1634... En Sevilla, por Andrés Grande.

Lib. III, cap. XV, pág. 109.

III. ANÓNIMO (¿Matute y Gaviria, Justino?).-Sevilla, 1804.

Animula vagula, blandula.

   Mi alma pequeñita,
Y blonda y delicada,
Mi tierna compañera,
¿Así de mi te apartas?
  ¿Y a do sola caminas
Nuda y desconsolada,
Descolorida y fría?
Ya cesaron tus gracias.
[p. 15] Correo de Sevilla, tomo III, pág. 267. Núm. 104, correspondiente al miércoles 26 de septiembre de 1804.

Va intercalada esta traducción en un Diálogo entre el Emperador Adriano y Margarita de Austria.

Puede sospecharse que esta traducción sea de D. Justino Matute y Gaviria, que dirigía El Correo de Sevilla, y que en el Bosquejo de Itálica o Apuntes que juntaba para su historia (Sevilla, imprenta de D. Mariano Caro, 1827), alude a este epigrama de Adriano (pág. 94): «Aun antes de su muerte, se dice que compuso unos versillos, que indican su inquietud sobre el destino de su alma, cuando haya abandonado el cuerpo; juguete que es bien conocido por haberse publicado entre los epigramas de los antiguos.»

IV. BURGOS, Javier de.-Madrid, 1822.

Ep. Animula vagula, blandua...

«El concepto raro de estos versos, y la singular ocurrencia de hacerlos a la hora de la muerte, nos han hecho tantear el traducirlos, aunque los creemos intraducibles; mas para que los que no sepan el latín juzguen por ellos del carácter de Adriano, helos aquí:

Animilla andariega y endeblilla,
Huésped del cuerpo a un tiempo y compañera,
De mansión aridilla,
Amarilleja y fiera,
Ahora el camino tomas;
No has de embromar allí como aquí embromas.»

Estos versos se hallan por nota en el artículo Adriano de la Biografía Universal Antigua y Moderna que Burgos empezó a publicar sobre la base de otra francesa en 1822, tomo III, página 48.

V. PAZ SOLDÁN Y UNÁNUE, Pedro.-Lima, 1870.

Versos del Emperador Adriano moribundo a su alma: Animula vagula, blandula.

[p. 16] ¡Ah espíritu fugaz, errante llama
Que ardiste en el santuario de mi pecho!
¡Qué! ¿Ya mi cuerpo tu calor no inflama?
Huésped caro y vivaz, di, ¿qué te has hecho?
¿Qué incógnita región tu vuelo llama?
¿Do te vas, alma, con tan largo trecho?
Temblona me pareces, moribunda;
Tu humor se apaga y tu expresión jocunda.

Lima, noviembre de 1870. (En la coleccioncita de Poesía Latina, por Juan de Arona [seudónimo de Paz Soldán]. Lima, 1883, pág. 98.)

Estudios críticos

VI. MASDEU, Juan Francisco.-Madrid, 1788.

Historia crítica de España y de la cultura española.

Colección preliminar de lápidas y medallas, que sirven a ilustrar la España Romana. Madrid, Sancha, 1788, págs. 287-331.

Artículo XIV . Elio Adriano Emperador.

Contiene 58 inscripciones latinas y griegas del tiempo de aquel Emperador (núms. 235-293), algunas de ellas apócrifas o dudosas. Las acompaña un erudito comentario.

Entre estas lápidas figura (núm. 262) la carta de Adriano a una compañía de famosos atletas, los cuales, por medio de Ulpio Doméstico, le habían pedido un local para practicar sus ejercicios, y una sala donde conservar su archivo; y el epigrama latino compuesto por el mismo Adriano en loor de un caballo llamado Boristenes, inscripción encontrada en un mármol en el territorio de Astee en Provenza. [1]

[p. 17] VII. MASDEU, Juan Francisco.-Madrid, 1800.

Historia crítica de España... Tomo XIX.

Continuación de los Suplementos a los quince tomos primeros.

Madrid, Sancha, 1800.

Suplemento XXIV. Continuación de la colección lapidaria y numismática de la España Romana. Artículo XI (págs. 90-98).

Contiene un suplemento de inscripciones y medallas del Emperador Adriano (núms. 1.463-1.477).

VIII. Antonio, Nicolás.-Madrid, 1788.

Bibliotheca Hispana Vetus, sive Hispani Scriptores qui ab Octaviani Augusti aevo ad annum Christi MD floruerunt. Auctore D. Nicolao Antonio Hispalensi... Curante Francisco Peresio Bayerio Valentino. Tomus Primus. Matriti, apud viduam et heredes D. Ioachimi Ibarrae... 1788.

Lib. I. Cap. XV. De Hadriano Imperatore. Italicae is ortus ex magis vulgari fama: sive natus Romae ex patria Italicensi, matre Gaditana. Themistii error et correctio. Aurelli Victoris error. Hadriani doctrina mira et multiplex eximie a veteribus commendata. Libri «de vita sua». «Catacriani», etiam, Antimachi imitatione ab eo scripti. Multa de hac inscriptione ex multis, itemque conjectura nostra. Sermones eiusdem, et orationes, ac declamationes, et carmina. Epistola eius de Christianis laudatur a quibus non aversa fuit. «Alexandriadis» opus non eius, sed Hadriani Sophistae.

Deja incierta la cuestión de la patria, pero se inclina a preferir el testimonio de Sparciano.

Trata luego larga y eruditamente de los escritos de Adriano, prescindiendo de su vida política y privada. «Doctrina quippe tantum ad nos spectat.» Págs. 97-102. [1]

[p. 18] IX. RODRÍGUEZ DE CASTRO, José.-Madrid, 1786.

Biblioteca Española. Tomo Segundo, que contiene la noticia de los escritores gentiles españoles...

Madrid, Imprenta Real, 1786. Págs. 138-143.

El Emperador Adriano.

Trabajo de compilación, algo confuso, sin la debida distinción de autores y épocas. Es muy inferior al de Nicolás Antonio, a pesar del tiempo transcurrido entre uno y otro.

Biógrafos y comentadores

X. Siendo el Emperador Adriano personaje de tanta importancia en la historia del mundo, y siendo, además, español de nacimiento o a lo menos de origen, no es maravilla que hayan tratado extensamente de sus hechos cuantos autores españoles han intentado escribir la historia de los Césares Romanos o la de nuestra patria y aun la particular del municipio de donde era oriundo. Su condición de escritor le ha dado entrada también en nuestras bibliografías generales. Pero como quiera que la mayor parte de estas noticias se refieren a Adriano como Emperador, apuntaré aquí solamente lo que puede interesar a la historia literaria.

Creemos que la primera biografía que en nuestra lengua se escribió del Emperador Adriano es la que se lee en la Crónica general de España, mandada compilar por D. Alfonso el Sabio (C. G. edición de Florián de Ocampo. Zamora, 1541, fols. XCIV, vuelto, a XCVII: Adriano dozeno emperador de Roma, señor de España). No se olvidan en ella las aficiones artísticas y científicas del Emperador, a quien el Rey Sabio debía de mirar con especial simpatía:

«E sabed que este emperador Adriano fué natural de España bien como Trajano su tio. E fué ome muy sabio en griego et en latín, et non tan solamente en fablar, mas en todas las artes que en estas lenguas son. Ca en musyca, que es el arte del canto, era muy grand maestro, et en física muy sabio a grand maravilla: et asy sabia acordar canto con canto et palabra con palabra, que no semejaba que lo avie de sotileza nin de enseñamiento, [p. 19] mas que lo obraban en él por la arte de la física segund natura maestros sabidores de las estrellas.»

Por lo demás, la biografía del Emperador Adriano en la Crónica general está muy manca, supliéndose los vacíos con noticias de historia eclesiástica y con el peregrino y apócrifo libro de las Respuestas del filósofo Segundo, que tanta analogía tiene con el Sendebar y con La doncella Teodor.

No insistiré en las numerosas refundiciones que durante la Edad Media se hicieron de la Crónica general, porque nada nuevo ofrecen para muestro asunto. Sólo en el siglo XVI encontramos una nueva biografía del Emperador Adriano, escrita con los subsidios de la erudición del Renacimiento. Compúsola el ingeniosísimo e invencionero Fr. Antonio de Guevara, con más conciencia histórica de la que pudiera esperarse del autor del apócrifo Libro de Marco Aurelio. En su Década de Césares (Valladolid, 1539, reimpresa muchas veces después) incluye una extensa vida de Adriano, dividida en diez y ocho capítulos (fols. XVII, vuelto, a XXI), y tomada, en general, de las fuentes más clásicas, como Elio Sparciano, Sexto Aurelio Víctor, Dión Casio, Apiano Alexandrino, Eusebio y Eutropio. No por eso deja de añadir, conforme a su genio, buen número de amplificaciones y circunstancias fabulosas.

De las noticias relativas a la literatura de Adriano se manifiesta bastante enterado, aunque añade algunas de su cosecha.

«Como era tan gran latino y griego compuso algunas obras, assí en metro heroyco como en oración soluta... Imitando a Vegecio (!) escribió un libro do ponia la manera que habian de tener los Capitanes en pelear: y de la manera que los tribunos habian de regir: y conforme a esto hizo muchas y muy excelentes leyes... Escribió versos para el sepulcro de su muy privado Antinoi, (sic) por cuya muerte derramó muchas lágrimas, y puso estatuas de él en todos los templos de Asia... Amaba y loaba y aun imitaba la manera de hablar antigua: dábase a la arte oratoria... todo lo que deseaba saber procuraba lo saber muy bien: y a esta causa fatigaba mucho a los maestros de las artes con dificultades y questiones, por poder quedar con lo cierto, y aclarar lo que estaba, dubdoso.»

[p. 20] Teniendo por principal fuente a Fr. Antonio de Guevara, y sin mejorarle en cosa alguna, volvió a escribir la vida de Adriano el magnífico caballero Pero Mexía en su Historia Imperial y Cesárea (1545), dilatándose también en la alabanza de Adriano como literato, aunque sin citar determinadamente obra suya. [1]

Con más discernimiento y cautela procedió Ambrosio de Morales, que en los capítulos XXXI-XXXVI del libro IX de su Crónica general de España, [2]   recopila doctamente las memorias del Emperador Adriano, ilustrándolas y enriqueciéndolas con los resultados de la Epigrafía (Piedras deste emperador Adriano). De su cultura literaria habla en varias partes: «tuvo muy grande ingenio para las letras, y supo mucho en ellas.» Y en el capítulo XXXVI, titulado Voconio Romano, poeta español, y las memorias que dél se hallan acá, apunta la memoria de ciertos versos de [p. 21] nuestro Emperador, consignados en la Anthología (Lascivus versu, mente pudicus erat):

«Adriano tuvo con él estrecha amistad, y como en Apuleyo parece, le hizo él mismo el epitafio para su sepultura, donde entre otras cosas dixo que aunque sus versos de Voconio tenían alguna deshonestidad, él en su ánimo siempre fué limpio y muy casto.»

Es singular que el P. Juan de Mariana, que en su Historia general de España, lib. IV, cap. V, hace un compendio breve y nervioso de los hechos de los Emperadores Nerva, Trajano y Adriano, no diga una palabra de los escritos literarios y fundaciones artísticas de Adriano, al paso que no omite las torpezas de Antinoo, que son feo borrón de su memoria.

De los historiadores generales de España posteriores al inmortal jesuíta apenas debe citarse para el caso presente a otro que a D. Juan Francisco Masdeu, que en los tomos VII y VIII de su Historia crítica de España y de la cultura española, dedicados al estudio de la España romana bajo el Imperio, y de su religión, gobierno y cultura, discurre extensamente sobre el Emperador Adriano, con mucha doctrina y discernimiento crítico de las fuentes, haciendo justo aprecio de los epigramas del Emperador, cuyo gusto declara «más ateniense que romano», y dilatándose en la grata enumeración de los servicios que prestó a la cultura con las fábricas arquitectónicas que hizo levantar en Roma y en las provincias, con las escuelas y bibliotecas que abrió y con los premios que brindaba a los estudiosos. [1] Le considera, además, como el primer Emperador que compuso un cuerpo sistemático de leyes (el Edicto perpetuo).

A vindicar su patria española dedicó Masdeu una disertación entera más erudita que convincente, la cual se encabeza así:

«Adriano, por relación de todos los escritores antiguos, nació en España. Se declara un pasaje de Esparciano, que sus ilustradores modernos han entendido mal.»

Sostiene que el texto de Sparciano, único historiador que supone nacido en Roma y no en Itálica al Emperador Adriano, está alterado por los copistas, y que de todos modos no debe [p. 22] preferirse a los de Aulo Gelio, Appiano Alejandrino y Dión Casio, más antiguos que Sparciano, el cual vivió dos siglos después del Emperador. [1]

Del importante trabajo epigráfico del P. Masdeu sobre Adriano, queda ya hecha mención. De igual o mayor alabanza es digno, considerada la época a que pertenece, el artículo o más bien monografía de D. Nicolás Antonio en la Bibliotheca Vetus. No así el de Rodríguez de Castro por lo atropellado y deficiente. El ex jesuíta Lampillas, en su Saggio storico-apologetico della letteratura spagnuola (Génova, 1778-1781), trató ligeramente de los méritos de Adriano, vindicándole de la nota de ambición y envidia literaria. [2]

Como el Emperador Adriano fué natural, o por lo menos oriundo de Itálica, no es maravilla que se hayan explayado en su alabanza todos los arqueólogos que han emprendido la ilustración de las despedazadas reliquias de aquel insigne municipio de la Bética, y muy principalmente el Licenciado Rodrigo Caro, que tanto en su Memorial de la villa de Utrera, [3] como en sus [p. 23] Antigüedades del convento de Sevilla (lib. III, cap. XV, fol. 109) defendió docta y briosamente la patria andaluza de Adriano, consagrándola, además, en los inmortales versos de su Canción a las ruinas de Itálica por tanto tiempo atribuída a Rioja:

Aquí de Elio Adriano ,
De Teodosio divino,
De Silio peregrino,
Rodaron de marfil y oro las cunas...

Siguieron las huellas de Rodrigo Caro en éste y en otros puntos Don Justino Matute y Gaviria en su Bosquejo de Itálica (1827); y Fr. Fernando de Ceballos, de la Orden de San Jerónimo, en el suyo de La Itálica, [1] que escrito a fines del siglo XVIII, no ha logrado publicidad hasta nuestros días, siendo finalmente impreso en la colección de Bibliófilos andaluces. El último y fundamental trabajo sobre esta materia se debe al sabio arqueólogo malagueño D. Manuel Rodríguez de Berlanga, que con ocasión de tratar del insigne epígrafe jurídico modernamente descubierto en Itálica, recopila las memorias de aquella famosa ciudad, sin excluir las de nuestro Emperador, aunque le supone nacido en Roma, conforme al testimonio de Sparciano, fundado, a lo que parece, en las Memorias de Adriano mismo. [2]

Notas

[p. 13]. [1] . Los versos de Floro y Adriano, traducidos en prosa por Guevara, dicen así según el texto de la Anthologia Latina, de Burmann y Meyer (edición 1835), núms. 212 y 207:

Ego nolo Caesar esse,
Ambulare per Britannos,
Scythicas pati pruinas.
Ego nolo Florus esse,
Ambulare per tabernas,
Latitare per popinas,
Culices pati rotundos.

[p. 16]. [1] . Dice así este curiosísimo epitafio corregido conforme a la Anthologia, de Meyer, núm. 211:

Borysthenes Alanus
Caesareus veredus,
Per aequor et paludes
Et tumulos et ruscos
Volare qui solebat
Pannonicos in apros.
Nec ullus insequentem
Dente aper albicanti
Ausus fuit nocere,
Vel extimam saliva
Sprasit ab ore caudam,
Ut solet evenire;
Sed integer inventa,
Inviolatus artus
Die sua peremptus
Hoc situs est in agro.

[p. 17]. [1] . Es bien sabido que la primera edición de la Bibliotheca Vetus, de D. N. Antonio, obra póstuma publicada bajo los auspicios del Cardenal Sáenz de Aguirre y la dirección del futuro Deán de Alicante, D. Manuel Martí, es de 1696 (Roma); pero siguiendo el uso general de los bibliógrafos, que responde a la utilidad común, citaré siempre la de 1788 (Madrid), publicada por la Biblioteca Real, y extraordinariamente mejorada con las notas de Pérez Bayer.

[p. 20]. [1] . Historia imperial y Cesárea: en la qual en summa se contienen las vidas y hechos de todos los Césares emperadores de Roma: desde Julio César hasta el emperador Maximiliano: dirigida al muy alto y muy poderoso príncipe y señor nuestro don Philippe, Príncipe de España y de las dos Sicilias, la qual compuso y ordenó el Magnífico cauallero Pero Mexia, vecino de la ciudad de Seuilla. Con priuilegio. Colofón: Imprimióse el presente libro en casa de Juan de Leon en Seuilla postrero dia del mes de junio de mil y quinientos y XL y cinco años, con licencia de los muy reuerendos señores el Licenciado del Corro inquisidor, y el Licenciado Temiño Prouisor general deste Arçobispado; siendo primero visto y examinado por su mandado y comission por el rector y Collegiales del Collegio de sancto Thomas de Aquino desta Ciudad.

Fol. LXXV, vuelto.

«Comienza la vida del emperador Publio Elio Adriano, único deste nombre: la qual se divide en dos capítulos.»

Acaba en el fol LXXX.

«Alcançó a ser muy docto en ambas lenguas latina y griega, y escribió y compuso en verso y en prosa extremadamente: declamó y exercitóse en oratoria y en eloquencia: aunque amó tanto el estilo y dotrina de los antiguos, que anteponía y tenia en más a Catón que a Cicerón y a Enio que a Virgilio, y a Cello que a Salustio. No supo de las otras artes menos que desta, porque fué singular mathemático, aritmético, y geómetra, y grande astrólogo; y preciábase de la judiciaria astrología.»

Hay muchas reimpresiones de la obra de Pero Mexía, lo mismo que de la de Guevara, por haber sido autores popularísimos uno y otro durante los siglos XVI y XVII.

[p. 20]. [2] . Tomo IV de la edición de Benito Cano. Madrid, 1791, páginas 543-569.

[p. 21]. [1] . Historia crítica de España... Tomo VII. Madrid, por Sancha, 1789, págs. 143-185.-Tomo VIII, 1790, págs. 174-177, etc.

[p. 22]. [1] . Ilustración 3.a del tomo VII, págs. 312-317.

[p. 22]. [2] . Ensayo histórico-apologético de la literatura española..., traducido del italiano al español por Doña Josefa Amar y Borbón. Zaragoza, 1783. Tomo II, págs. 81 y 86.

[p. 22]. [3] . Memorial de la villa de Utrera. Autor el Licenciado Rodrigo Caro. Lo escribió el Autor en el año de Nuestro Redemptor, 1604. Copiado por el Códice que está en la librería del Convento del Carmen de Utrera. Año de 1883. Sevilla.

Págs. 40-48. Del emperador Adriano. No hace especial mención de los escritos de Adriano, contentándose con decir que «fué muy docto en ambas lenguas, griega y latina, y escribió y compuso en verso y prosa extremadamente.» Pero al margen añade esta nota latina: «Vide duo epigrammata imper. Hadriani quae reperiuntur ínter epigrammata Virgilii aut Ausonii, «De amazonum pugna», in quibus ingenium tanti Imperatoris animadvertes.»

En la pág. 90 pone una inscripción del Emperador Adriano hallada en la villa del Coronil, y en la 101 la transcribe más corregida: «Yo vide y saqué fielmente esta piedra como está aquí.»

De esta lápida volvió a tratar en la Relación de las Inscripciones y Antigüedades de Utrera (Osuna, 1822), pág. 35 de la reimpresión de los Bibliófilos:

«En la villa del Coronil, está una hermosa basa de estatua de mármol blanco... muchos la han trasladado mal. Yo la vide y leí; hoy está en las casas que sirven de pósito de trigo...»

[p. 23]. [1] . La Itálica, por el R. P. Maestro Fr. Fernando de Zevallos, en la Orden de San Gerónimo en el Monasterio de San Isidro del Campo. Sevilla, imp. de Ariza, 1886.

Cap. XII . De Adriano (págs. 97-105).

La edición. de este libro es muy incorrecta: Antilogía por Antología, Eleufina por Eleusina, etc.

[p. 23]. [2] . El nuevo bronce de Itálica que publica de Real Orden Manuel Rodríguez de Berlanga. Málaga, 1891, págs. 208-211.