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Obras completas de Menéndez... > ESTUDIOS Y DISCURSOS DE... > VI: ESCRITORES MONTAÑESES > DON JOSÉ MARÍA DE PEREDA (TIPOS TRASHUMANTES)

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HAY libros respecto a los cuales toda crítica, si no es pedantería, dista poco de serlo. Cuando el libro ha nacido espontáneamente, sin esfuerzo, como por juego, entre risas y flores, es una verdadera profanación el tocarle con manos de dómine . Si se buscara un tipo de la gracia, de la ligereza, del desenfado literario, exento de toda afectación y ulterior propósito, seríalo el lindo volumen que entre manos tengo. No le abran los que buscan en cada obra de imaginación grandes problemas sociales y otras inocentadas por el mismo orden, materia luego de pesadas e impertinentísimas controversias en Ateneos y corrillos. Ni venga nadie a disecarle anatómicamente ni a pronunciar graves sentencias sobre realismo e idealismo , especie de comodín que ha sustituído a las viejas unidades dramáticas con que se medía una comedia como una tierra de sembradura. Quien tales intentos traiga, retírese un poco, que no se hizo la miel para su boca. Las rosas se marchitan en manos de quien rústicamente las maneja.

Yo que he visto nacer los Tipos Trashumantes y conozco a su autor como a mi propia persona, sé que no se propuso ningún fin recóndito ni ultra-trascendente, ni quiso reformar el mundo, ni [p. 326] echarse a misionero, ni hacer novelas teológicas (una de las gracias que nos ha traído esta bienaventurada época, con ser la más olvidadiza de tan graves materias y hasta del catecismo), ni políticas , ni humanitarias , sino describir tipos y gracejar y divertirse. Con lo cual salió un libro alegre y regocijado como unas castañuelas, y capaz de quitar el fastidio y la modorra al menos benévolo leyente. Tan ligero y animado es que nadie le lee en dos veces, sino que le traga y devora forzosamente en una sola, y quédase con despierto apetito; y lo mismo acontecería aunque los tipos, en vez de ser diez y seis, fueran cuarenta y ocho.

El señor Pereda, en dos libros que corren por esos mundos, y que entre doctos e indoctos le han granjeado peregrina fama, describió con soberano ingenio las costumbres de la gente cántabra y el paisaje de la tierra. Ocurriósele ahora hacer un favor parecido (que fortuna y grande es andar entre los puntos de tal pluma) a los personajes más señalados de los muchos que en verano se dignan visitarnos. Diónos por tal manera a los montañeses grata lectura y esparcimiento, y a los trashumantes el consuelo de ver retratado cada cual a su vecino, aun siendo topos para distinguir la propia semblanza.

Los tipos están pareados con arte diabólico, para que se encuentren y den de codazos los que en el mundo pocas veces se saludan. En pos de las encopetadas señoras de Cascajares , (nombre feliz si los hay), vienen, Muelle adelante, los honrados vecinos de Becerril de Campos, con sus taleguillos blancos y sus alforjas. El artista (vulgo barbero ) anda cerca del sabio , y son tal para cual. El joven distinguido sigue, a pesar de su distinción, a las del año pasado , y el Excmo. señor a las interesantísimas señoras . El barón de la Rescoldera (otro nombre digno de Cervantes) riñe con el marqués de la Mansedumbre , y el aprensivo con el despreocupado . Hay más filosofía de la que parece, en todos estos contrastes.

El libro no tiene desperdicio. Hasta en la forma y disposición varían estos caprichosos desenfados. Unas veces están en diálogo, como el del aprensivo y el del artista, hermanos no indignos de la costurera de las Escenas y del Castellano Viejo de los Tipos . Otros tienen en microscópicas proporciones acción y desenlace, no sin que en uno de ellos ( el joven distinguido ) se desarrolle la fábula en los límites de un monólogo mental , si vale la frase. [p. 327] Otros son simples bocetos. En los dos últimos, verdaderos dibujos al trasluz , los personajes pasan como sombras.

No han de buscarse en este libro, especie de mesa de trucos y sala de recreación en que el autor descansa de otras tareas, cuadros acabados como el de la Leva , o el de Blasones y Talegas , caracteres de tal energía y vigor cual el Tuerto, Trementorio y el solariego don Robustiano. Nada de esto quería hacer el autor, ni convenía a la índole de sus croquis . Los Trashumantes fueron para él un juguete, y deben ser para sus lectores un entremés o entreplato , que entretenga y avive el gusto para los sólidos y suculentos manjares que han de venir después. Dígalo si no cierto buey que pronto andará suelto por los amenos prados y dehesas de la república literaria. Dígalo cierta novela cuyos héroes comienzan ya a rondar por la mesa del autor y a trastornarle los papeles. Pero chito, que no se ha de decir todo en un día.

Por de pronto, quien busque una galería de valientes esbozos trazados en cuatro rasguños, contemple los Tipos Trashumantes . Todos ellos salieron armados de la cabeza de su padre, sin fatiga de éste en la concepción ni dolor en el parto. Y de su padre heredaron la gracia y el brío, esa inagotable vena de sales y donaires, que circula y rebosa en cada página del libro. Aun en el menor de sus juegos se conoce al atleta. Para muestra del león basta la uña.

No importa que con aire de protección y consejo amonesten algunos a nuestro amigo para que se abstenga de ciertos fines que no les parecen artísticos, es decir, para que no ponga a pública vergüenza ridiculeces y miserias de lo que llaman ciencia y política contemporáneas, como si éstas no cayesen, del mismo modo que sus análogas de todos tiempos, bajo el azote de la sátira. Por esta regla no hubiera podido Luciano castigar en la escena de sus diálogos a los sofistas y filósofos de su época, tan desdichada en esta parte como la nuestra. Y por si alguien tachare al señor Pereda (lo cual no creemos) de trazar caricaturas sin verdad , advertiré, si bien para muchos no es necesario, que cuantos desatinos pronuncia el sabio están puntualmente copiados no de conversaciones de idiotas que se creen racionalistas, sino de libros de padres graves y maestros y corifeos y hierofantes, y no son, ni con mucho, lo más grave que en ellos se encuentra. [p. 328] Ahí van, si no, otras muestras del mismo paño:«Pues el fin propio de esta dirección en la educación queda cumplido cuando el educando reconoce en plena conciencia la universalidad con que valen y se realizan por toda la circunstancialidad concebible en las cosas, y en respecto, digamos, de supremidad , los conceptos bajo que él, desde luego y por toda su vida, se entiende de ellas: el educante, en cuanto después de guardadas las leyes precedentes le resta aún de libre concurso y dirección (eficacia). Debe ordenar constantemente su intento (bien que sea cuestión del conocer de las cosas simple y genéricamente en cuanto son: o ulterior y definidamente en cuanto son de Cuantidad, de Verdad, de Bondad...) a que lo diferencial y contrastante, como que entrando en uso de la vida cognoscitiva, se muestra de primero todo caso ocurrente al hombre (íntimo todavía sólo de la unidad inejercitada, inexperimentada, de sus conceptos anteriores)». [1]

No crean mis lectores que esta es literatura de manicomio. El que tales cosas escribía fué nada menos que fundador de escuela . Sus discípulos lo han hecho todavía peor que él. Uno de ellos, persona de muchas campanillas y cascabeles en la vida pública, nos habla en reciente escrito de la solidaria continuidad y dependencia de unas determinaciones individuales con otras que permite inducir la existencia de un todo y medio natural, que constituye interiores, particulares centros donde la actividad se concreta en límite peculiar cuantitativo, y sustantiva cualidad, en íntima composición de esencia factible o realidad formable y poder activo formador . [2]

Si estas cosas y otras muchas más, y repetidos libros y discursos en este tono, han sido escritos y lanzados a los cuatro vientos de la fama: si la ridiculez parece inseparable de ciertos sistemas e ideas, ¿qué mucho que el escritor satírico enarbole el látigo y corrija con él lo que sólo con el látigo se cura? Venere en hora buena a esos ídolos una facción, pandilla o secta. El escritor independiente y de buen gusto, ¿por qué ha de respetarlos?

En resolución, el nuevo libro del señor Pereda es como suyo ; pero, lo repito, hay libros que se saborean y no se analizan, como [p. 329] no se analiza una oda de Anacreonte, un diálogo de Luciano, un Basium de Juan Segundo ni un capricho de Goya. ¡Felices las obras que caen fuera de la jurisdicción de la entonada crítica, porque suelen ser las más geniales y espontáneas!

Para que todo corresponda intus et foris en los Tipos Trashumantes , la impresión es de una gala y un primor tipográficos que honran en extremo la oficina de don José M.ª Martínez, y pueden dar celos a cualquier impresor de España y de otras partes. Natural era que al florecimiento de nuestras letras provinciales, respondiese un notable desarrollo en el arte de los Estéfanos, Plantinos, Bodonis e Ibarras.

Notas

[p. 325]. [1] Nota del Colector . Como se dice en la nota del prólogo de Menéndez Pelayo a las Obras Completas de Pereda, Bocetos al Temple y Tipos Trashumantes son las únicas críticas literarias que no están recogidas íntegramente en aquel prólogo. Por eso publicamos independientemente esta bibliografía.

Se colecciona por primera vez en Estudios de Crítica Literaria .

[p. 328]. [1] Sanz del Río .-Cartas inéditas (Madrid, 1872.)

[p. 328]. [2] Salmerón .-Prólogo a los Conflictos de Draper (Madrid, 1876.)