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Obras completas de Menéndez... > BIBLIOTECA DE TRADUCTORES... > I : (ABENATAR–CORTÉS) > ALMEIDA, D. JUAN DE

Datos del fragmento

Texto

[p. 72]

Señor de Couto de Avintes, hijo de D Francisco de Almeida, Capitán general de Tánger, del Consejo de Felipe II.

Elogió a nuestro D. Juan como poeta Jacinto Cordero (Égloga de los poetas lusitanos):

Muerto D. Juan de Almeida, cuya gloria
Entre su muerta luz más resplandece,
Lágrimas frecuentando la memoria,
A su túmulo ilustre el lauro ofrece.
¿Quién prosiguiendo su infelice historia,
Parca, de tu rigor no se enternece,
Si en tanto sentimiento el llanto ordena
Dejar la pluma por llorar la pena. [1]

D Juan de Almeida tuvo por ayo a Pedro Chacón y mostró siempre grande amor a las buenas letras. A él debemos tal vez la conservación de los preciosos versos de Francisco de la Torre, a los cuales unió un apéndice que contiene traducciones del Brocense, Fr. Luis de León, D. Alonso de Espinosa y el mismo colector. Quevedo a cuyas manos vino el manuscrito de Francisco de la Torre con licencias y preparado para la impresión, hízola en 1631, en la forma siguiente:

Obras del Bachiller Francisco de la Torre. Dálas a la impression Don Francisco de Quevedo Villegas, Cavallero de la Orden de Santiago. Ilústralas con el nombre y la protección del Excellentíssimo señor Ramiro Felipe de Guzmán, Duque de Medina de las Torres, Marqués de Toral, &, &. Con privilegio. En Madrid, en la imprenta del Reyno. Año de M.DC.XXXI. A costa de Domingo Gonçalez, mercader de libros. 10 + 159 fojas.

Reimprimiólas D. Luis Joseph Velázquez, atribuyéndolas al mismo Quevedo.

Poesías que publicó D. Francisco de Quevedo Villegas, Cavallero del Orden de Santiago, Señor de la Torre de Juan Abad, con el nombre del Bachiller Francisco de la Torre. Añádese en esta segunda edición un Discurso en que se descubre ser el verdadero Autor el [p. 73] mismo D. Francisco de Quevedo. Por Don Luis Joseph Velázquez, &, &. Con privilegio; en Madrid, en la imprenta de Música de D. Eugenio Bieco. Año de 1753. 6 hs. prls. sin foliar, XX de Discurso y 170 de texto, 10 ½ de adiciones. En la pág. 153 de esta edición se lee:

«Síguense traducciones de Horacio y del Petrarca, del maestro Sánchez Brocense, D. Juan de Almeida, A quien lee.» De las traducciones del Brocense daremos noticia en el lugar correspondiente. De Almeida sólo hay la oda 14.ª del libro I de Horacio Oh navis, escrita en competencia con las de Sánchez, Espinosa y Fr. Luis de León. La historia de esta lid poética, que es curiosa, nos la ha conservado el mismo Almeida. Véanse las traducciones.

DE D. JUAN DE ALMEYDA
No más, no más al agua,
Si tú me crees, navío, en ti escarmienta
A no probar de hoy más nueva tormenta:
Las áncoras asienta.
Y afierra, pues que ves seguro puerto,
Y el lado de romeros ya desierto.

El mástil casi abierto
Al Ábrego animoso está crugiendo
Y las maltrechas gúmenas gimiendo.
Las furias van creciendo
Del revoltoso mar: navío, guarte,
Que mal podrás sin jarcias sustentarte.

No pienses que eres parte
Para amansar los Dioses ofendidos,
Cansados en tu mal y endurecidos.
Ni en pinos bien nacidos
De la póntica selva en la espesura,
Ni de la gruessa popa en la pintura
Pussieron su ventura
Medrosos marineros, que con tiento
No dieron que reir al loco viento.

Ni tú que el pensamiento
Me tienes tanto agora entretenido
Cuanto de ti poco antes ofendido,
Serás tan atrevido
Que pruebes ya las ondas espumosas
Vertidas en las Cícladas undosas.
[p. 74] EL MAESTRO FRANCISCO SÁNCHEZ
Galera, que me fuiste
Enfado cuidadoso, y me has trocado
En un amor solícito y cuidado,
Di ¿quién te ha aconsejado
Tentar del mar de nuevo l'aspereza?
No más, no, toma puerto con destreza.
No sientas la pobreza
De remos por tu lado mal fornido
Y el árbol con el Ábrego encendido,
Quebrado y destruído.
Crugiendo te amenazan las antenas.
Durar las naos o sustentarse apenas
Podrán sin jarcias buenas?
¿No ves más bravo el mar, y más tyrano?
Con rotas velas llamarás en vano
A que te den la mano
En tal necesidad los Dioses idos:
Allí casta y blasones son perdidos.
Pinos ennoblecidos
Del monte Citeríaco cortados,
Serán en tal lugar poco estimados.
En navíos pintados
Mal tímido piloto se asegura:
Tú, si al viento no debes tal locura,
No pruebes más ventura:
Huye las blancas ondas y el bramido
Del mar entre las Cicladas vertido.
DE D. ALONSO DE ESPINOSA
(Véase en su artículo.)

Hechas estas tres versiones, los traductores pidieron su parecer a Fr. Luis de León en la carta siguiente:

«Puede V. P. quejarse de haber sido importunado en tiempo que le obliguen a gastarle en cosas, que tan poco valen y en juzgar el mal Romance que va en esos navíos. Dios les dé más ventura que a sus dueños en fabricarlos, y a V. P. en juzgar estos tres diablos, aunque más bien acondicionados que las tres Diosas, [p. 75] pues se dan por contentos de cualquiera sentencia. La Oda es la 14 del libro I de Horacio, compuesta como novia de aldea, por tres tan malos poetas, como ciertos servidores de V. P.»

El P. Mtro. Fr. Luis de León respondió desta suerte:

«Yo tengo a buena dicha cualquier ocasión que sea tratar con tan buenos ingenios, aunque el juzgar entre ellos es muy dificultoso y en este caso más, a donde cada cosa en su manera no se puede mejorar. La tercera Oda tomó un poco de licencia, estendiéndose más de lo que permite esta ley del traducir; aunque en muchas partes sigue bien las figuras de Horacio, y parece que le hace hablar Castellano. En las otras dos que son más a la letra, hay en cada una dellas cosas muy escogidas. Al fin, señores, el caso es que yo quiero ser Marinero con tan buenos patrones y no juez: porque me'dá el ánima, que estoy muy obligado al servicio de cada uno y assí yo tambien envio mi nave, y tan mal parada, como cosa hecha en una noche:

¿Quieres por aventura,
Oh nao, de nuevas olas ser llevada
A tentar la ventura
Del mar que tanto ya tienes probada?
¡Oh, que es gran desconcierto!
¡Oh, toma ya seguro estable puerto!

¿No ves desnudo el lado
De remos, y cuál crujen las antenas,
Y el mástil quebrantado
Del Ábrego furioso, y como apenas
Podrás ser poderosa
De contrastar así la mar furiosa?

No tienes vela sana,
No Dioses, a quien llames en tu amparo,
Aunque te precies vana
Mente de tu linaje noble y claro
Y seas noble pino,
Hijo de noble selva en el Euxino.

Del navío pintado
Ninguna cosa fía el marinero
Que está experimentado
Y teme de la ola el golpe fiero:
Procura pues guardarte
[p. 76] Si no quieres perderte y anegarte.
Oh tú mi causadora
Ya antes de congoja y de pesares
Y de deseo agora
Y no menor cuidado, huye las mares,
Que corren peligrosas
Entre las islas Cícladas hermosas.

A estas poesías añadió D. Juan de Almeida unas breves y discretas observaciones en defensa de los versos cortados que usa Fr. Luis de León, siguiendo el ejemplo de Griegos, Latinos y Toscanos.

Santander, 7 de diciembre de 1875.

Notas

[p. 72]. [1] . Hállense estas noticias en Barbosa, y las ha reproducido el muy docto académico D. A. Fernández-Guerra (Obras de Quevedo, tomo 2.º).