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Obras completas de Menéndez... > BIBLIOGRAFÍA HISPANO-LATINA... > I : ACCIO-CATÓN > AUSONIO

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Texto

Códices

I. INVENTARIO DEL DUQUE DE CALABRIA. (N.º 541.)

«Liber primus Ausonii Pomponii, de mano, en pergamino, cubierto de brocado sobre seda negra.»

Existe hoy en la Biblioteca Universitaria de Valencia:

N. 36. Ausonius Pomponius. Epigramas. Cartas. Panegírico de Graciano y otros varios opúsculos. Fol. Ms. en pergamino, letra del siglo XV, con portada e iniciales de adorno... 65 fojas de a 24 líneas seguidas. Pasta en tabla.

Comentarios

II. NEBRIJA, Antonio de.-Alcalá de Henares, 1500.

Transcribe y declara el epigrama XII de Ausonio Cujus opus? Phidiae en la carta al Obispo de Burgos, D. Juan de Fonseca, que precede al opúsculo titulado Libri minores de novo correcti per Antonium Nebrissensem... Compluti in Ædibus Michaelis de Eguia. Anno millesimo quingentesimo, XXIV Idibus Iulii.

III. MELLO, Francisco de.-Salamanca, 1598.

De un trabajo de este docto matemático portugués acerca del Ternario, de Ausonio, se da razón en la siguiente carta que [p. 187] escribió a Juana Vaz, mujer muy docta, carta que tenía entre sus papeles el Brocense, quien la publicó en sus propias Anotaciones sobre dicho Ternario (Salamanca, 1598).

«Sed libet epistolam Franc. de Mello Lusitani huc addere quam inter schedas meas servaram.

Franciscus de Mello Joannae Vaz S. Serius quam optaveras, literas ad te mitto, Virgo eruditissima, ut cum magno foenore meam apud te negligentiam, ne dicam culpam excusem. Addidi etenim huic muneri, ut tibi gratiora essent , quae olim in duodecim versus illos Ausonii ex Grypho decerptos, non sine longo ingentique labore Lutetiae Parisiorum annotaveram, et interpretamenti vice scripseram, pauca quidem, sed quae omnem, hujus tam abditi loci difficultatem satis explicare possint, et inexplicabiles Maeandros solvere. Cum enim in manus meas libellus quidam Francisci Sylvii grammatici ignobilis venisset, quem in Ausonii Gryphum ediderat, caepi hominis ridere inpudentiam, nimiumque temerarios conatus convellere. Nam quis ferat homuncionem qui vix urticam novit, cupressum exprimere voluisse? Cum enim multa sint in Ausonio quae doctissimum interpretem desiderent: hic tamen unus Gryphus difficultatem omnem superat...»

El Brocense da algunas muestras de este comentario. Los versos de Ausonio a que se refiere son los que exponen las condiciones del número perfecto, y comienzan:

Per trinas species trigonum regula currit,
Æquilatus, vel crure pari, vel in omnibus impar.
Tres coit in partes numeros perfectus... (50-60).

IV. SÁNCHEZ DE LAS BROZAS, Francisco.-Salamanca, 1598.

Francisci Sanctii Brocensis, in Inclyta Salmanticensi Academia Rhetorices, graecaeque Linguae Doctoris, in Ibim Ovidii, et in Ternarium Ausonii Galli, Annotationes. Salmanticae, apud Didacum a Cussio, 1598. 8.º

2.a edición. En el tomo II de las obras completas del Brocense publicadas por Mayáns (Ginebra, 1766), páginas 197-268.

En la dedicatoria a D. Manuel Sarmiento de Mendoza: Domino Emmanueli Sarmiento, Doctori Theologo, amico magno, dice el Brocense:

[p. 188] «Adjunximus etiam auctorii vice, et si non ejusdem argumenti, similis tamen obscuritatis in Ternarium Ausonii Galli tumultuarias Annotationes.»

El Ibis y el Ternario son dos de las composiciones más oscuras de la poesía latina. En la segunda procuró Ausonio reunir todas aquellas cosas que se departen por el número tres, designándolas a veces con extrañas perífrasis y dilatándose en consideraciones sobre la teoría de los números y las virtudes del 3.

El comentario del Brocense sirve mucho para aclarar estas tinieblas.

Advierte Mayáns que estas Anotaciones del Brocense al Ternario, así como las de Andrés Dresselio, fueron reimpresas en Amberes, 1618, juntamente con el comentario de Jacobo Pontano a las Metamorphoses (supongo que de Ovidio).

V. CARO, Rodrigo.-Sevilla, 1634.

Ordo nobilium urbium, IX «Clara mihi post has memorabere nomen Iberum».

«Declaremos el epigrama de Ausonio en romance, con traducción rigurosa, que después se volverá en verso.

De la ciudad llamada Hispalis.

Después destas serás de mi mencionada, etc.

(Sigue la traducción literal.)

No parece cosa digna de la elegancia del epigrama de Ausonio dexarlo así, con la traducción rigurosa de la prosa, y assi lo passaremos a la fabla Castellana en verso, que si bien no puede exprimir todo lo que suena en la Latina, por lo menos la paráfrasis dexa una poca de más licencia, para que el que no supiere Latín, perciba el sentido de aquel Poeta: dize assí:

DE SEVILLA
Despues destas, o tú clara Sevilla,
Deidad de España, fuerte y belicosa,
De mi pluma serás conmemorada:
Del Betis, río equóreo, la corriente
Lava tus pies rendido y obediente.
A ti abate banderas toda España,
[p. 189] Y humilla a tu grandeza su alta frente,
Córdoba no, ni la que en altos muros,
Y en soberbios palacios poderosa
Tarragona, bizarra se levanta
Al cielo, competir pueden contigo;
Ni Braga en las riquezas jactanciosa
De su ancho seno y piélago profundo,
Contigo, o gran ciudad, competir osa.

Este epigrama tiene varias lecciones, porque donde dice Iure, dize otro original: Cara mihi post has, y otros códices retienen Clara; donde dize: Nomen Hiberum, tienen otros códices Numen Hiberum. Después trataremos de cada partícula destas; mas ya oygo al Crítico, que me amenaza con la varia lección más importante, y me trae muchos libros impresos, en los quales, ni en el lemma deste Epigrama, ni en los versos se halla Hispalis, sino Emerita. Y es assi como este Crítico dize, que hay muchos impresos con el nombre de Emerita, mas si el que opone esta dificultad es verdadero crítico, no dudo que habrá visto la solucion desta dificultad. Para lo cual es de saber que el primero que vició este epigrama fué Josepho Scaligero en sus lecciones Ausonianas, borrando el nombre de Hispalis, que halló en los Códices antiguos, y sustituyendo a Emerita, y la razon que da es dezir que Sevilla no tiene rio equoreo, esto es, que se comunique con el mar. Quán disparatada razon sea esta de hombre docto y grave, no hay ciego que no lo vea, y parece mas que crassa ignorancia no saber que Sevilla tenía y tiene río equóreo, pues quando Scaligero se pudiera excusar con no aver visto a Sevilla, ni estado en ella, lo podían sacar de duda Strabon, Silio Itálico, Plinio, Philóstrato, y otros infinitos Autores que pudo ver, y no dudo que los avía visto mejor que yo: mas aquí se dexó caer feamente corrompiendo el texto antiguo.»

Cita luego la autoridad del comentador Elías Vineto, para restituir y establecer la antigua y verdadera lección de Ausonio por Sevilla, y contra la substitución del nombre de Emerita.

«La primera razon que dá Elías Vineto era bastante; porque hallándose en los Códices antiguos, y principalmente en el antiquísimo Lugdunense, puesto en el lemma del Epigrama, de Hispali, y en el verso segundo Hispalis, no avía para que mudar la antigua lección, y es contra la fidelidad y respeto que se deve [p. 190] a los originales manuscritos, que los sabios en esta facultad tanto veneran, y con razón: pero es sarna insanable de los críticos, por vender agudezas suyas, corrompiendo el texto, substituir otra lección, por solo su antojo, como lo vemos en este lugar de Ausonio.»

«La segunda es que supuesto que Ausonio dize, que es nombre Hibero o Español Hispalis, como es la verdad, no pudo dezir esto de Emerita, que es nombre puramente Latino de la voz Emeritus, que quiere dezir soldado viejo jubilado, por aver fundado a Mérida soldados viejos del Emperador Augusto, despues de vencida Cantabria...»

«La tercera, porque con más propiedad y verdad se dirá del río Betis por Sevilla, que es río equoreo, que de Guadiana cerca de la misma Mérida; porque el Betis tiene creciente y menguante, como el mismo mar Occéano; y esta propiedad y naturaleza no la tiene el río Guadiana...

La quarta razón, porque el río Guadalquivir sufre navíos de alto bordo hasta Sevilla, luego tambien en esto le conviene con mas propiedad el nombre de equóreo, que al río Guadiana por Mérida, donde este río apenas sufrirá un barco luengo.

La quinta razon, porque Guadalquivir está, como dize Estrabón, y lo vemos por vista de ojos, quinientos estadios del Occéano, que hazen sesenta y dos millas hasta Sevilla, y quinze leguas Españolas, y Guadiana dista, desde Mérida, mas de treinta y seis: luego mas le conviene el nombre de equóreo a Guadalquivir por la vezindad del mar en Sevilla, que a Guadiana, que tan lexos está dél por Mérida.

De lo qual concluimos con evidencia, que Joseph Scaligero erró torpemente esta enmienda, y que Ausonio, ni escrivió ni pudo escribir este epigrama de Emerita...

Otra lección dize: Numen Hiberum, Deidad de España. Gran encarecimiento y honra de Sevilla, pues la compara en la estimación y reverencia a Roma que entre las ciudades del mundo tuvo nombre de Deidad... Y como Roma era cabeza y diosa del Orbe Romano, assi ni mas ni menos Sevilla en toda España...

Puede alguno oponer que esta variedad de lecciones no puede ser en una y en otra parte verdadera, y no ser verdad que estuviese escrito numem y nomen: a lo qual respondo, que esta [p. 191] dificultad no toca en la verdad y certeza del Principado de toda España, y assi no importa la controversia, o variedad de lecciones: mayormente que es muy creíble que esta variedad naciesse de los mismos prototypos de Ausonio, y que en el primero escriviesse nomen, y lo publicasse, y despues enmendando la misma obra, y realzando lo que avía dicho escriviesse Numen Hiberum, o por ventura porque Sevilla tuviesse nombre de Diosa, y estatuas y templos, que a toda esto se pudo estender la grandeza desta ciudad, y la adoración de la Gentilidad...»

Antigüedades y principado de la Ilvstrissima Civdad de Sevilla, y Chorographia de su convento iuridico... Año 1634. En Sevilla, por Andrés Grande. Libro II, cap. XVIII, páginas 82-84.

En las Adiciones al libro de las Antigüedades de Sevilla, que dejó inéditas Rodrigo Caro, y han sido impresas por la Academia de la Historia en el tomo I del Memorial Histórico Español (Madrid, 1851), hallamos esta advertencia (páginas 403-4):

«Háse de añadir a la foja 84, libro 2.º, lo que advierto aquí contra lo que dice Martín de Roa en la foja 13 de su libro Del Principado de Córdoba, en que declara el epigrama de Ausonio, y lo escribe a su modo. Dice en una nota marginal: Ausonio explicado en favor de Sevilla. No sé que haya dificultad alguna en este epigrama, tal que tenga necesidad de explicación, porque todo él es llano y muy claro después de las declaraciones que Elías Vineto hizo en sus comentarios a este poeta. Despues en una nota marginal dice Martin de Roa y también de Córdoba.»

Si solos los hombres doctos hubiesen de leer el libro Del Principado de Córdoba, no había para qué hablar en lo mucho que alteró, así en la inteligencia del epigrama de Ausonio, como en la puntuación. Mas porque muchos no son tan doctos ni versados en estas letras, será bien se vea cuánta violencia hace al texto, mudando no sólo la puntuación, sino la escritura. Lo primero, hallándose en los ejemplares así manuscritos como impresos, escrito:

Jure mihi post has memorabere nomen Hiberum
Hispalis, aequoreus quam praeter labitur amnis,
Submittit cui tota suos Hispania fasces.
Corduba non, non arce potens tibi Tarraco certant,
Quaeque sinu pelagi jactat se Bracara dives,
[p. 192] el Padre Martín de Roa quita el punto redondo de la última dicción del tercer verso y continúa con el cuarto, hasta donde dice Corduba non, y aquí pone dos puntos: luego donde en todos se lee certant, lee en singular certat; y siendo todo esto violencia pública contra la ley Iulia peculatus, la hace mayor en la interpretación del romance; porque diciendo Ausonio que toda España se humilla y abate a Sevilla, que esto es sumittere fasces, según Budeo; y pasando luego a decir que ni Córdoba, Tarragona ni Braga, pueden competir con ella, atribuye esto que es de Sevilla a Córdoba, diciendo:
Con tu grandeza no compite aquella
Córdoba, en cuya dignidad suprema
Ventajas reconoce toda España.

Aquí deja dudosa esta dignidad, y más parece que el P. Martín de Roa se la quiere dar a Córdoba; mas forzado de la claridad del epigrama se declara en la prosa diciendo «porque dando a cada una de las demás ciudades Tarragona y Braga las ventajas que tenían para engrandecer la comparación, debía tambien dar a Córdoba la que tenía de ser cabeza de su España, con que de todas partes encarecía la estima de Sevilla, prefiriéndola a las encabezas de las provincias que en su tiempo había, Citerior, Ulterior y Lusitania». Tampoco vuelve sinceramente los versos, trasponiendo la interpretación del verso tercero a que esté despues del nombre de Córdoba para atribuirle a ella lo que Ausonio dice de Sevilla. Vea el lector que gustare saber lo que dijo Ausonio, en Elías Vineto su comentador, lo que Martin de Roa innovó no sólo en cuanto a la interpretación, sino cuantos puntos quitó y traspaso a su albedrío, y esto no es lícito. Los puntos, comas, incisos o los interrogantes, etc., son en las escrituras y libros como en las ciudades y heredades y jurisdicciones los límites y términos, las piedras sagradas que encaminan el sentido para que se entienda la mente del autor. Mudar esto es crimen, ahora, y antiguamente lo fué capital... Si fuese lícito mudar los puntos, comas, incisos, etc., en los libros, no estaba la filosofía segura en Platón ni Aristóteles, ni la historia en Tito Livio, ni las leyes en los jurisconsultos; todo sería tinieblas y confusión... Sol es la verdad. Mucho se desacredita quien la quiere oscurecer y anublar, y no adelanta el intento que pretende.»

[p. 193] VI. GONZÁLEZ DE MUÑANA, Esteban.-Mss. de la Biblioteca Colombina de Sevilla.

Sobre el principado de Sevilla en defensa de la verdad del epigrama de Ausonio, que Bernabé de Vargas lo aplica a Mérida; por el licenciado D. Esteban González de Muñana.

(Ms. de 70 pp. de la Biblioteca Colombina de Sevilla, en un tomo de Misceláneas Históricas recogidas por el canónigo D. Ambrosio de la Cuesta y Saavedra.)

Muñana defiende la lección Hispalis en vez de Emérita, con los mismos argumentos que ya hemos visto en Rodrigo Caro. En contrario sentido se escribió el opúsculo siguiente:

VII. GÓMEZ BRAVO, Juan.-Sevilla, 1642 .

A D. Fernando Carlos de Vera y Figueroa, Ivan Gómez Bravo, beneficiado de la Santa Iglesia de Sevilla. (Sevilla, 1642.)

Defiende la lección Emerita, seguida por Bernabé Moreno de Vargas, en su Historia de la ciudad de Mérida (Madrid, por la Viuda de Alonso Martín, 1633, 4.º), fol. 45 y ss. Entre otros argumentos trae este de índole filológica: «Lo que más puede asegurar nuestro intento es lo que me afirma Diego López, catedrático de latinidad en esta ciudad (cuyas muchas obras que ha sacado a luz descubren sus grandes letras y buen juicio), que dice que el verso

Emerita aequoreus, quam praeterlabitur amnis

es exámetro y tiene su medida de sílabas muy ajustadas, y no lo está si en lugar de Emerita se pusiese Hispal.»

En las ediciones modernas de Ausonio ha prevalecido, sin duda por la razón métrica, la lección de Scalígero (Emerita); pero el punto es muy dudoso, y todavía Weseling en las notas al Itinerario de Antonino, y el P. Flórez (pág. 64 del tomo de la Bética, 9.º de la España Sagrada), prefieren el antiguo texto Hispalis por las buenas razones que alegó Rodrigo Caro, principalmente por la autoridad de los códices y por lo del río equóreo, que conviene a Sevilla, pero no a Mérida.

[p. 194] VIII. VILLEGAS, Esteban Manuel de.-Antes de 1655.

En carta escrita dicho año a D. Lorenzo Ramírez de Prado, enumerando sus vigilias sobre los clásicos antiguos, dice con su habitual jactancia: «Todo Ausonio me debe muy insignes explicaciones y todas nuevas.»

Estas notas sobre Ausonio formaban parte de los dos volúmenes en folio de Disertaciones Críticas que dejó inéditas Villegas, y de que da razón D. Vicente de los Ríos en las Memorias de la vida y escritos de aquel ingenio, que anteceden a la reimpresión de sus Eróticas hecha en Madrid, 1774.

Parece que el comentario de Villegas se había extendido aún a los pasajes obscenos, según lo comprueba el siguiente pasaje, citado por Ríos, de la Disertación 77 sobre el asqueroso epigrama In Eunum liguritorem:

«Invitum quidem, et plusquam septies reluctantem, obscenissimi hujus Epigrammatis, quod olim dissertatione 46 ubi suus erat locus collocaveram, rursus me explicatio deposcit. Submoveram illinc eam, quod homini Christiano ad tam execrandam compositionem suam mentem applicare, deinde super re quidem, ex qua nisi meram stultitiam eliciendum nihil erat, ingenium conterere, valde esse videbatur iniquum: sed mihi pensitanti Catullianum illud occurrit: «castum esse decet pium poetam &». Ideo factum revocavi.»

Traducciones e imitaciones [1]

IX. MAL-LARA, Juan de.-Sevilla, 1568.

Ep. X. «Toxica zelotypo dedit uxor moecha marito.»

«Pone Ausonio poeta una epigrama muy donosa, de una mujer que dando ponzoña a su marido doblada, le dió más salud. Y dize desta manera:

[p. 195] Dió una mujer ponzoña a su marido,
Ella porque es adúltera, él celoso,
Y para apresurar el fin rabioso,
Añade azogue a vueltas embebido.
Y cada cual de aquestos repartido
Haze veneno bravo y furioso,
Y juntos, dan remedio provechoso
Cuando ambos el hombre se ha bebido.
En tanto que estos dos males pelean,
A la salud se rinde el mal veneno,
Y purga por abaxo el que no muere.
Porque el favor de Dios las gentes vean,
Ser la mujer cruel más, le fué bueno,
Y dos ponzoñas sanan, si Dios quiere.

Phílosophia Vulgar, fol. 90.»

X. MEDINA, Maestro Francisco de.-Sevilla, 1580.

Ep. XI. «Vane, quid affectas.»

EL ECO
Cambia, loco pintor, el pensamiento,
No esperes figurarme en tu pintura.
¿No ves que es invisible mi figura,
Y querer retratalla es vano intento?
Madre me fue la lengua, padre el viento:
De mi s'engendra en semejanza oscura
Un vano indicio, qu'en el aire dura,
Mientras doy vozes sin entendimiento.
El fin del son ageno renovado
En mi voz, por burlaros voy siguiendo,
Hasta llegar con él a vuestro oído.
Mas, ¿a qué fin t'estoy entreteniendo?
Si quieres retratarme en fiel traslado
Retrata (si pudieres) el sonido.

Anotaciones de Herrera a Garcilasso, p. 567.

XI. CASCALES, Licenciado Francisco.-Murcia, 1621.

Epigrama XII de Ausonio: « Cujus opus? Phidiae

[p. 196] A UN SIMULACRO DE LA OCASIÓN Y DE LA PENITENCIA

La obra cuya es? de Phidias Áttico,
Que a Palas esculpió, y a Jove Olimpio:
Yo soy tercera palma: soy la diosa
Ocasión, de bien pocos conocida.
¿Dime, pues, por qué estás sobre ese globo?
Porque no sé estar queda. ¿Por qué llevas
Los pies alados? Porque soy ligera.
¿Por qué con el cabello el rostro cubres?
Por no ser conocida. ¿Por qué calvo
Tienes el colodrillo? Porque nadie
Prenderme pueda, si huyendo paso.
¿Quién es la compañera? Ella lo diga.
La Penitencia soy, Dime tú agora
Por qué contigo va? Dígolo, escucha. 
Yo voy volando, y el que entonces quiere
Asirme, si me escapo, ella se queda,
Que es decirte que queda arrepentido
De no haberme gozado cuando pudo:
Y tú también, que tanto me preguntas,
Y repreguntas, antes de un momento
Dirás que me he escapado de tus manos.

Discursos Históricos de la ciudad de Murcia y su reino, segunda edición, 1775, p. 544. La primera edición es de 1621.

XII. PÉREZ RAMÍREZ, Antonio.-Valladolid, 1698.

Ep. XII. «Cujus opus? Phidiae...»

¿Qué imagen eres?-Hechura
De Phidias soy; de su mano,
Después del Dios soberano
Y Pallas, mejor figura.
Yo soy el Numen mas raro:
La Occasión mal conocida.
-¿Por qué un globo sostenida
Te tiene?-Nunca me paro.
-¿Para qué talares tienes?
-Es que es mi vuelo ligero;
Aunque tambien, si yo quiero
Detengo al hombre los bienes.
-La crin tapa el rostro tuyo.
[p. 197] -Es, porque me ignoren, velo.
-¿Por qué atrás no tienes pelo?
Porque no me coja el que huyo.
-¿Quién te acompaña?-Esso a ti
Te lo dirá: dí tu nombre.
-Nombre, porque más te asombre
No halló sabio para mí.
La Diosa soy, que castiga
Lo commetido y dexado,
Y así el solo apesarado
Es bien Metánea me diga.
-¿Qué contigo, -di tú ahora,
Haze esta?-Después que yo
Pasé, al que no me cogió
Esta asiste cuando llora.
Y aun verás, cuando aquí estoy,
Respondiendo a tu deseo,
Cómo con facil meneo
De entre tus manos me voy.

Armas contra la Fortuna, pp. 353-354.

XIII. LEÓN, Fr. Luis de.

Ep. XIII. « Ad Gallam puellam jam senescentem.»

Tiene reminiscencias de este epigrama en la oda 20: « a vna señora pasada la mocedad.»

¡Ay! ¿Yo no te decía:
«Recoge, Elisa, el pie, que vuela el día...?»
Dicebam tibi, Galla: senescimus, effugit aetas...

Y en la Imitación de diversos:

Nunc piget: et quereris, quod non aut ista voluntas
Tunc fuit: aut non est nunc ea forma tibi.
Diréis con dolor, señora,
Cada hora
¡Quién tuviera, ¡ay sin ventura!
O agora aquella hermosura,
O antes el amor de agora.
[p. 198] Pero como los versos de Ausonio son imitación de otros de Horacio:
Dices, heu, quoties te in speculo videris alterum,
Quae mens est hodie, cur eadem non puero fuit...

(Carm. IV, 10), puede sospecharse que Fr. Luis de León tuvo más presente a Horacio que a Ausonio, o quizá recordó simultáneamente a los dos.

XIV. VACA DE ALFARO, Enrique.

Ep. XXII. «De varietate fortunae e Graeco.»

Thesauro invento qui limina mortis inibat.

«Pintose la variedad de la fortuna, segun Ausonio...

De la fuerza del hado compelido,
De la varia fortuna despreciado
Lysio un lazo forjó (¡qué infeliz hado!)
Triste, desesperado y oprimido.
Y al quererlo apretar miró advertido,
Si es que puede advertir un desdichado,
Que mostraba la tierra recatado
Un thesoro a los hombres escondido.
Trabajó por hallarle, imaginando
No volver más al lazo duro y fuerte,
Y yendo el duro centro penetrando,
El oro no alcanzó, con que a su muerte
Se arrojó de su bien desesperado,
Quando esperaba mejorar su suerte.»

El epigrama de Ausonio está mal entendido en esta pésima versión. El poeta latino habla de dos personas distintas: el que iba a ahorcarse y encontró el tesoro, y el que había escondido el tesoro y se ahorcó desesperado por no encontrarle. Toda la gracia del epigrama consiste en este contraste. ¿Dónde tendría los ojos el Dr. Vaca de Alfaro? Si su cirugía valía lo que sus humanidades, ¡infelices de sus clientes!

[p. 199] XV. CARO, Rodrigo.-Sevilla, 1634.

Ep. XXX. «Ogigia me Bacchum vocat.»

«Entiendo por el Dios Penteo a Baco: no tengo menor fiador que el epigrama 29 (sic) de Ausonio Gallo, que refiriendo todos los nombres de Baco le da este. Dize así:

Llámanme Baco los griegos,
Osiris me nombra Egypto,
Y aunque en Grecia soy Phanace,
Soy en las Indias Dionisio:
Las ceremonias romanas
Libero padre me han dicho:
En Arabia soy Adonis,
Pantheo en Lucania el mismo.

« Tiene por lugar singular este de Ausonio, Elías Vineto su comentador, y que no se halla en otra parte para el intento.»

Antigüedades... de Sevilla. Año 1634. En Sevilla, por Andrés Grande, p. 8.

XVI. SALINAS Y LIZANA, Manuel.-Huesca, 1648.

Ep. XXXIII. «Orta salo, suscepta solo.»

En la «Agudeza y Arte de ingenio», de Gracián. Discurso XXXII.

«Jugó desta misma sutileza (la que Gracián llama «correlación») mas que de las palabras, tres vezes, con mucha donosidad Ausonio Gallo, describiendo la Diosa, que todos los lugares y los elementos sujeta a su violencia:

Orta salo, suscepta solo, patre edita coelo,
Æneadum genitrix, hic habito alma Venus.

Es de notar, que no en sola la corteza de las palabras para el pensamiento, sino que con ellas exprime el señorío de Venus en todas las cosas. Merece lograrse la sazonada traducción del Salinas:

[p. 200] Engendrada fuí del cielo,
Del salado Mar nací,
Soy criada acá en el suelo,
De Enéas madre y consuelo,
Soy Venus que habito aquí.

XVII. CARO, Rodrigo.-Sevilla 1883.

Ep. XXXV, último dístico.

Miremur periisse homines? monumenta fatiscunt,
Mors etiam saxis nominibusque venit.
¿Qué maravilla es perecer los hombres,
Ni que desdiga (sic) el monumento fuerte,
Si a los humildes y soberbios nombres
Y a las piedras también llega la muerte?

Memorial de la villa de Utrera, publicado por la Sociedad de Bibliófilos Andaluces (Sevilla, 1883), pág. 9.

D. Francisco de Quevedo se acordó de este dístico de Ausonio, y aun también del que le precede:

Truncatis convulsa jacent elementa figuris,
Omnia confusis interiere notis,

en el soneto III ( Musa Polymnia ):

Falleció César fortunado y fuerte:
Ignoran la piedad y el escarmiento
Señal de su glorioso monumento,
Porque también para el sepulcro hay muerte.
.....................................

Y antes de él Pablo de Céspedes en el Poema de la Pintura:

Viene espantosa con igual porfía
A los hombres y mármoles la muerte.

XVIII. SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ.-Barcelona, 1691.

SONETO
Al que ingrato me deja, busco amante;
Al que amante me sigue, dejo ingrata;
[p. 201] Constante adoro a quien mi amor maltrata;
Maltrato a quien mi amor busca constante:
Al que trato de amor, hallo diamante;
Y soy diamante, al que de amor me trata;
Triunfante quiero ver al que me mata;
Y mato a quien me quiere ver triunfante.
Si a este pago, padece mi deseo:
Si ruego a aquel, mi pundonor enojo:
De entrambos modos infeliz me veo;
Pero yo por mejor partido escojo,
De quien no quiero, ser violento empleo,
Que de quien no me quiere, vil despojo.

(Poemas de la única poetisa americana... Tomo I, Barcelona, 1691, pág. 3.)

Las antítesis de este soneto responden bastante exactamente a los primeros dísticos del epigrama 39 de Ausonio:

Hanc volo quae non volt; illam quae volt, ego nolo.
Vincere volt animos, non satiare Venus.
Oblatas sperno illecebras, detrecto negatas,
Nec satiare animum, ne cruciare volo.

Pero el final es enteramente distinto, o, mejor dicho, contrario, y el arranque de alma de la monja mejicana vale infinitamente más que el frío, aunque ingenioso concepto, del poeta galo-romano.

Callida sed mediae Veneris mihi venditet artem
Femina, cui jungar; quod volo, nolo vocet.

Ausonio repitió análogos conceptos en otros epigramas, verbigracia, en el 91:

Hanc amo, quae me odit: contra, hanc, quoniam me amat, odi.
Compone ínter nos, si potes, alma Venus.

XIX. MENDOZA, Diego de-Madrid, 1610.

Ep. XXXXII. «Armatan vidit Venerem Lacedaemone Pallas.» [1]

[p. 202] A VENUS
Venus se vistió una vez
En hábito de soldado:
Páris, ya parte y jüez,
Dixo, de vella espantado:
«Hermosura confirmada
Con ningún trage se muda:
¿Veysla como vence armada?
Mejor vencerá desnuda.

Obras de... Don Diego de Mendoza... Recopiladas por Frey Juan Diaz Hidalgo... Año 1610... En Madrid por Iuan de la Cuesta folio 154, vto.

XX. SALAZAR Y TORRES, Agustín de.-Madrid, 1694.

Ep. XXXXII. «Armatam Pallas Venerem Lacedoemone visens.»

Miró Pálas armada
En las aras de Aténas a Ericina,
Y a la palestra osada
Segunda vez llamarla determina,
Por más que Páris sea
El recto juez de la feliz pelea;
Pero Venus hermosa,
¿Qué me provocas, dice, belicosa,
De tu injuria olvidada,
Si en vencerte no hay duda?
Si te rindo desnuda,
¿Qué hará, Minerva, mi deidad armada?

Cythara de Apolo... Madrid, 1694, p. 46. [1]

XXI. SALINAS Y LIZANA. Manuel de.-Huesca, 1648.

Ep. XXXXII. «Armatam vidit Venerem Lacedaemone.»

En la Agudeza y Arte de Ingenio de Baltasar Gracián, discurso XXXVI. «De los argumentos conceptuosos.»

[p. 203] «Incluyen comúnmente proporción y consonancia estos argumentos de una circunstancia a otra, como se vé en este epigrama de Ausonio:

Armatam Pallas Venerem Lacedaemone visens,
Visne ut Iudicium sic ineamus ait?

Cui Venus arridens: quid me, Galatea, lacessis,
Vincere si possum nuda, quid arma gerens?

Puede competirlo la elegante traducción de don Manuel Salinas:

Vió armada a Venus un día
En Lacedemonia Palas,
Y burlando de sus galas
De nuevo la desafia:
«Contigo competiría,
Aunque el Juez troyano acuda.»
Respondió Venus: sin duda,
Que vas, Palas, engañada,
Pues sabrá vencerte armada
Quien ya te venció desnuda.»

XXII. LOPE DE VEGA.

Ep. XXXXII. «Armatam Pallas.»

Lope de Vega, en su comedia El remedio en la desdicha, jornada primera, tiene una imitación de este epigrama:

NARVÁEZ.-Bañaba el sol la crespa y dura cresta
Del fogoso leon por alta parte,
Cuando Vénus lasciva y tierno Marte
En Chipre estaban una ardiente siesta.
La Diosa, por hacerle gusto y fiesta,
La túnica y el velo deja aparte;
Sus armas toma y de la selva parte,
Del yelmo y plumas y el arnés compuesta.
Pasó por Grecia, y Pálas vióla en Tébas,
Y díjole: «Esta vez tendrá mi espada
Vitoria igual de tu cobarde acero.»
Vénus le respondió: «Cuando te atrevas.
[p. 204] Verás cuánto mejor te vence armada
La que desnuda te venció primero.»
NUÑO.-Oyendo he estado hasta el fin,
Si en historias tengo parte.
Era de Vénus y Marte,
Desarmado en el jardín;
Y que Pálas la vió en Tébas,
Y vencerla quiso armada,
Porque cortase su espada
Desde la gola a las grevas;
Y que Vénus respondió
(Que es todo filatería)
Que armada la vencería
Quien desnuda la venció...

XXIII. ANÓNIMO.-Madrid, 1789.

Ep. XXXXII. «Armatam vidit Venerem.»

A Venus miró una vez
Palas con la lanza armada,
Y díxola confiada:
«Peleemos hoy si te agrada,
Aunque sea Páris el juez.»
Mas Venus la respondió:
«¿Por qué te burlas de mí?
Tu vanidad te engañó.
¿Qué, no te venciera hoy yo
Si desnuda te vencí?»

Correo de Madrid (o de los Ciegos). Tomo V. 1789. Pág. 2.172 (número de 24 de junio de dicho año).

XXIV MAL-LARA, Juan de.-Sevilla, 1568.

Ep. XXXXV. «Emptis quod libris.»

No será razon que dexemos de poner una epigrama de Ausonio a uno que pensaba por muchos libros parescer sabio, y dízele desta manera:

Tiéneste por gramático y letrado,
Luego que armaste grande librería
[p. 205] Llena de varios libros, que has mercado
Para vender tan gran sabiduría.
Compra, pues un laúd bien encordado,
Un psalterio, vihuela, chirimía,
Y no te falte harpa, que hoy o mañana
Serás buen tañedor, de propria gana.
Philosophia Vulgar, fol. 265.»

XXV. TORRE FARFÁN, Fernando.-Sevilla, 1663.

Ep. XXXXVII. «Haec Rufi tabula est.»

Ep. LI. «Diceret sed ipse, vellem, rhetor hoc mi.»

I
Este retrato es de Rufo.-
Es cierto.-¿Dónde está el amo?-
En la cátedra.-Y ¿qué hace?-
Lo mismo que en el retrato.
II
Que eso el Rector me dijese
Quisiera yo.-No es muy fácil.-
¿Por qué?-Porque el Rector mismo
Es la imagen de su imagen.

Templo panegírico al Certamen poético que celebró la hermandad insigne del Santísimo Sacramento (Sevilla, 1663).

XXVI. MENDOZA, Diego de.-Madrid, 1610.

Ep. LV. «Lais anus Veneri speculum dico.»

A LAYS
Lais, que ya fuí hermosa,
Este mi espejo consagro
A ti, Venus, como a Diosa
De hermosura, y milagro.
[p. 206] Ya yo no le he menester,
Si no tornas a hazerme,
Pues qual fuí no puedo ser,
Y quál soy no puedo verme.

Luego añade este otro epigrama, que tengo por original.

A LA MISMA
De otra arte me parecías,
Lais, que ahora me pareces,
Yo te ví que amanecías
Y véote que anocheces.
Y agora de antojadiza,
Quiéresme encender la vida,
Con una hacha caída
En medio de la ceniza.

Obras de... Don Diego de Mendoza... Recopiladas por Frey Juan Díaz Hidalgo... Año 1610... en Madrid, por Iuan de la Cuesta, folio 154, vto.

XXVII. MAL-LARA, Juan de.-Sevilla, 1568.

Ep. LV. «Lais anus Veneri speculum dico.»

«Assi Lays famosa ramera de Corintho siendo ya vieja consagró su espejo a la Diosa Venus, segun lo trae Ausonio en sus Epigramas:

El espejo consagro yo Lays vieja
A Venus, do su eterna hermosura
Tenga un servicio eterno que apareja
Digno retrato della en su figura,
Y arrugada vejez hoy me aconseja
Que aprovecharme deste no es cordura;
Que verme qual estoy, tengo gran miedo,
Y verme qual yo era, ya no puedo.

Copia después la traducción de D. Diego Hurtado de Mendoza. Philosophia vulgar, fol. 277.

[p. 207] XXVIII. SALAZAR Y TORRES, Agustín de.-Madrid, 1694.

Ep. LXXIX. «Hoc quod amare vocant.»

Esto que llaman amar
Mezcla o desata, oh amor,
O no abrases a ninguno,
O en la llama abrasa a dos.

Cythara de Apolo, Varias Poesías Divinas, y Humanas que escrivió D. Agustin de Salazar y Torres, y saca a luz D. Juan de Vera Tasis y Villarroel, su mayor amigo... Primera Parte. Con licencia: En Madrid: por Antonio González de Reyes. Año de 1694. Página 44.

Ep. CII. «Pone arcum, Pean.»

Depon el arco, Apolo,
Deja las flechas leves;
No de ti huye la ninfa,
Sino tus armas teme.

Cythara de Apolo... Primera Parte... Pág. 43.

XXIX. NÚÑEZ DELGADO, Pero.-Medina del Campo, 1587.

Ep. CXVIII. «Illa ego sum Dido.»

ELISA DIDO
Yo so misma y sin dudar,
Elisa la reyna Dido:
Mire el huésped con sentido
Mi hermoso figurar .
Pues Virgilio quiso dar
Sin porqué viciosa vida,
El amor a quien cabida
Nunca di por bien usar.
Ni soñé ni vide yo
A Eneas el Troyano,
Ni a Cartago aquel tirano [1]
Con sus naos puerto dió.
Mas a huyó me movió
De mi tierra mal hermano,
Y a morir yo con mi mano
El rey Hiarba porfió.
Guardé limpia castidad
Menospreciando sus sañas:
Traspasó las mis entrañas
Espada sin suziedad.
Desque alegre mi ciudad
Puse, y vengué mi marido,
[p. 208] Y en mi misma fué cumplido
Sola y buena en soledad.
No sé qué te hize, musa,
De Virgilio mantüano
Que tan grande fue este daño
Que a mi castidad acusa.
Creed la verdad inclusa
De la hystoria verdadera,
No a poetas con bandera
Que de la verdad rehusa.
Estos cantan las maldades
De los dioses que tuvieron,
Y más malos los hizieron
Que si fueran ya mortales.
No poniendo las verdades
Con su furia de escrevir,
Házenlos en su vivir
Peores que terrenales.

Hállanse estas pésimas coplas al fin de la Crónica Troyana, de Guido de Colonna, arreglada o refundida por Pero Núñez Delgado, que dice lo siguiente, en defensa de la castidad de Dido:

«Sola una cosa quiero aquí escreuir, porque los que la leyeren tomen exemplo de castidad en la reyna Elisa dido, a la qual muchos quisieron infamar, principalmente el Virgilio por alabar a Eneas... diziendo que tuvo que hazer con él, lo qual es falso, pues que Sant Hierónimo dize que por solo esto bastaba estar Virgilio en el infierno. Por lo qual quise aquí traer una epigrama del Ausonio poeta, y trobarla en la poesía Castellana para que fuesse mas aplazible en sus alabanzas, representándola que habla de sí. Y esta opinión que fuesse ella exemplo de castidad, y que por no corromperla se matasse siente el Justino en el libro XVIII. Y tambien el Juan Vocacio en la Cayda de Príncipes. Y los versos puestos en coplas por mí son estos.»

Fol. 136 de la Cronica | Troyana, en que se co | tiene la total y lamen- | table destruycion de | la nombrada Troya. | En Medina. | Por Francisco del Canto. | M.D.LXXXVij. | A costa de Benito Boyer, mercader de libros.

XXX. JÁUREGUI, Juan de.-Sevilla, 1618.

Ep. CXI. «Illa ego sum Dido, vultu quam conspicis hospes...»

A LA ESTATUA DE DIDO
MADRIGAL
Huésped, que mi semblante
Miras en esculpido
Trasunto y semejante,
[p. 209] Cuya labor, cuya belleza espanta,
Yo soy aquella memorable Dido,
A quien la fama canta:
Tal fué mi aspecto, como ves, al vivo;
Pero mi mente y proceder esquivo
No fué cual finge y pinta fabuloso
Marón latino, ni sus versos creas,
Do mi vivir describe alegre, ufano,
Con un amor lascivo;
Que ni su teuero Enéas
Me vió jamás, ni al término africano
Con flota vino ni bajel troyano;
Antes yo, rehuyendo el belicoso
Amor de Járbas y su vano exceso,
A muerte me ofrecí, la acción confieso,
Salvando mi propuesta
Fe y la entereza de mi fama honesta.
Mi fe, jamás violada,
Para romperme el pecho
Movió los filos de una casta espada;
No el rabioso dolor y sin provecho
De un agraviado amor no satisfecho.
Lícita muerte obtuve,
Y vida sin ofensa de mi fama.
Yo fenecí después que mi deseo
Pude cumplir, vengando a mi Siqueo,
Y después que su templo y fijo muro
En mi ciudad edificados tuve.
¿Por qué a mi honor y su luciente llama
Ingrata fuiste, oh musa, estimulando
La voz de tu poeta,
Que así ofendió mi celo casto y puro,
Siguiendo su ligera fantasía?
Vosotros, los que el nombre y la memoria
Buscáis de Dido, acreditad la historia
Que me autoriza, y no el confuso bando
Que en su falaz poesía
Altera la verdad y la interpreta,
Y de los dioses canta fabulosos
Hurtos y engaños torpes, amorosos,
Las mentes semejando soberanas,
En su vicioso afecto, a las humanas.

Rimas de D. Juan de Jáuregui... Sevilla, por Francisco de Lyra... 1618.

[p. 210] XXXI. QUEVEDO Francisco de.

Ep. CXXXII. «Insidens caeco graditur pede claudus utroque...»

Ep. CXXXIII. «Ambulat insidens caeco, pede captus utroque...»

De ambos, que en sustancia son uno mismo, es admirable paráfrasis el soneto 49 de la Musa Talia, donde nuestro gran moralista satírico eleva a máxima filosófica general lo que en Ausonio no pasa de una ingeniosidad sin consecuencias:

El ciego lleva acuestas al tullido:
Dígola maña, y caridad la niego,
Pues en ojos los pies le paga al ciego
El cojo, sólo para sí impedido.
El mundo en estos dos está entendido,
Si a discurrir en sus astucias llego...
Si tú me das los pies, te doy los ojos.
Todo este mundo es trueco interesado,
Y despojos se cambian por despojos.
Ciegos, con todos hablo escarmentado,
Pues unos somos ciegos y otros cojos,
Ande el pié con el ojo remendado.

XXXII. MORELL, P. José, S. J.-Tarragona, 1683.

Ep. CXXXII. «Insidens caeco.»

A VN CIEGO Y A VN COXO

Vn coxo de entrambos pies
De un ciego al cuello se asienta;
Deste modo experimenta
Ser cada uno lo que no es.
Al que está con dos pies coxos,
El ciego paso y pies da:
Y el coxo, al ciego en que va,
En vez de pies le presta ojos.

Poesías Selectas de varios Autores Latinos. Tarragona, 1683. Página 75.

[p. 211] XXXIII. SALINAS Y LIZANA, Manuel.-Huesca, 1648.

Ep. CXLIV. «Stella, prius superis fulgebas, Lucifer.»

En la Agudeza y arte de ingenio, de Gracián, discurso XXXI.

«Variadas las circunstancias, se varía con grande artificio la conformidad del nombre , haziendo ya vn viso, ya otro. Desta suerte el conceptuoso Ausonio glosó el renombre de Stella, ya en la vida, ya en la merte, tomándole del griego:

Stella prius superis fulgebas, Lucifer, at nunc
Extinctus, cassis lumine vesper eris.

Desta suerte traduxo Ausonio del griego, con quien puede ladearse el elegante Salinas, que assi lo hizo español:

Estrella del alba bella,
Luzero fuiste viviendo,
Y ahora también muriendo
Serás de la tarde estrella.

XXXIV. TAMAYO DE VARGAS, Tomás.-Madrid, 1737

Ep. CXLVI. «Puer notarum praepetum.»

Publicó esta versión D. Gregorio Mayáns y Siscar en el tomo 1 de sus Orígenes de la lengua española, Madrid, 1737, con la siguiente advertencia:

«O debiera ser Aurelio tan diestro como el otro notario que nos pintó Ausonio con sumo ingenio, y nos le representó D. Tomás Tamayo de Vargas [en su curioso libro manuscrito Cifra, contracifra, antigua, moderna, cuyo original, todo de letra del mismo autor, se halla en la Real Biblioteca], ajustándose a la letra cuanto lo permitió la diversidad de las lenguas y las estrechas reglas de la poesía. Digan lo que se les antoje algunos fastidiosos letores, que yo quiero complacer al delicado gusto de otros más curiosos que saben el aprecio que merece este género de letras, y se holgarán de leer lo que de otra suerte no pudieran. [p. 212] Dice desta manera el más agudo y erudito de los poetas latinos que antiguamente tuvieron las Galias: «Puer notarum praepetum... » (Reproduce el texto latino.)

El ingenioso y discreto toledano tradujo así con gran acierto:

Solícito escribiente
De las ligeras cifras, ven volando,
Y la tabla patente
Por ambos lados trae, en que dictando
Te vaya muchas cosas,
Que comprenhendan tus cifras presurosas.
Mientras con sólo un punto
Una razón abrazas, yo revuelvo
Los libros, y en un punto
Con tanta ligereza a dictar vuelvo,
Que mi lengua parece
Granizo, que con densos granos crece.
No dudan tus orejas
De lo que una vez dije, y de tal suerte
Las tablas aparejas,
Que no pueden en cosa detenerse,
Y sin sentir, ligera
La mano corre por la llana cera.
Pues cuando articulando
Voy las razones, tú me las penetras,
Y lo que voy pensando
Lo hallo señalado ya en tus letras.
¡Pluguiera Dios al curso
De tu mano igualara mi discurso!
Si escribes mis razones
Antes que las pronuncie ¿quien te ha hecho
Entrar en los rincones
Y en lo más escondido de mi pecho?
¿Cómo mi pensamiento
Hurta tu mano suelta más que el viento?
¿Quién vió jamás tal orden
Que antes que las palabras se pronuncien
Y entre sí ellas concorden,
Ya tus fieles orejas las anuncien?
No puede tener parte
En compendio tan breve mano ni arte;
Que un don tan soberano
Sólo puede ofrecer naturaleza,
Que quieras lo que quiero,
Y sepas lo que voy a hablar primero.
[p. 213] Orígenes de la Lengua Española compuestos por varios autores recogidos por D. Gregorio Mayans y Siscár... Publicados por primera vez en 1737, y reimpresos ahora por la Sociedad «La Amistad Librera», con un prólogo de D. Juan Eugenio Hartzenbusch, y notas al «Diálogo de las lenguas» y a los «Origenes de la lengua» de Mayans, por D. Eduardo de Mier. Madrid, imp. y est. de Rivadeneyra, 1873. Págs. 449-451 .

XXXV. ARGUIJO, Juan de.

A LA ESTATUA DE NIOBE QUE LABRÓ PRAXITELES

Viví, y en dura piedra convertida,
Labrada por la mano artificiosa
De Praxitéles, Níobe hermosa
Vengo segunda vez a tener vida.
A todo me volvió restituída,
Mas no al sentido, la arte poderosa,
Que no lo tuve yo cuando furiosa
Los altos dioses ofendí atrevida.
¡Ay triste, cómo en vano me consuelo
Si ardiente llama espira el mármol frío,
Sin que mi antigua pena el tiempo cure,
Pues ha querido el riguroso cielo,
Para que sea eterno el dolor mio,
Que, faltándome la alma, el llanto dure.

En este bello soneto imita Arguijo, mejorándole, el epitafio 28 de Ausonio: «Vivebam: sum facta sílex.»

XXXVI. ZAPATA, Luis.-Antes de 1592.

Epitafio XXX. «Infelix Dido.»

«Hizo uno a Dido este galán dístico: Infelix Dido...

TRADUCCION PROPIA

Dido, con ningún marido
De dos nunca bien casada;
Muerto uno, huyes, y ido
Otro, mueres con su espada:
[p. 214] Dame tu licencia, Dido,
Que te llame desdichada,
Pues que con ningún marido
Nunca fuiste bien casada:
El uno muerto, forzada
De miedo a huir, huiste;
Y el otro huído, moriste
Matándote con su espada.

Miscelánea, de Zapata, en el tomo XI del Memorial Histórico Español, pág. 131.

XXXVII. ARGUIJO, Juan.

Epi. XXX. «Infelix Dido.»

El último terceto del soneto a Dido es traducción del epigrama de Ausonio:

¡Oh en ambas bodas poco venturosa!
Muriendo el uno, perseguida huyes;
Huyendo el otro, desdeñada mueres.

XXXVIII. SALINAS Y LIZANA, Manuel.-Amberes, 1669.

En la Agudeza y arte de ingenio, de Gracián, discurso V, página 33 de la ed. de Amberes, Verdussen, 1669.

«La mezcla de proporción y improporción hace una harmonía agradable: desta suerte Antonio Gallo dixo de la Reyna Dido:

Infelix Dido nulli bene nupta marito;
Hoc pereunte fugis; hoc fugiente peris.

Realzó, que no traduxo el pensamiento, el conceptuoso Caballero Guarini, y dixo:

Ay Dido, desdichada,
Mal casada de amante y de marido:
Aquel te fué traidor, y este vendido;
[p. 215] Murió el uno y huiste;
Huyó el otro y moriste.

Más ceñido y con igual felicidad el Salinas traduce:

Ay Dido desdichada,
Con marido ninguno bien casada;
Muere el uno, y te pones en huída;
Huye el otro, y te quitas tú la vida.

XXXIX. MORELL, P. José, S. J.-Tarragona, 1683.

Epitaph. XXX. «Infeliz Dido.»

A DIDO

Jamás, infeliz Dido,
Bien casada te hallaste con marido:
Muriendo el uno huiste;
Huyendo el otro amante feneciste.

Léese esta prosaica traducción, acompañada del texto latino y de una nota explicatoria en castellano, en la pág. 71 del libro titulado:

Poesías selectas de varios Autores Latinos, traducidas en verso castellano, e illustradas con notas de la Erudicion, que encierran, por el Padre Joseph Morell, Religioso de la Compañía de Jesús. Año 1683. En Tarragona: Impresso por Joseph Soler.

XL. LISTA, Alberto.-Sevilla, 1844.

Epit. XXX. «Infelix Dido....»

Dido infeliz en maridos,
Pues ninguno te conviene:
Al morir el uno, huyes;
Al huir el otro, mueres.

Ensayos Literarios y Críticos. (Sevilla, 1844.) Tomo I, página 50.

[p. 216] XLI. GARCILASO DE LA VEGA.

De los últimos versos del Idilio de las rosas (XIV de Ausonio). [1]

El soneto vigésimo tercero que comienza:

En tanto que de rosa y azucena...

es clara paráfrasis en sus últimos versos del Collige, virgo, rosas...

Coged de vuestra alegre primavera
El dulce fruto, antes que el tiempo airado
Cubra de nieve la hermosa cumbre.
Marchitará la rosa el viento helado,
Todo lo mudará la edad ligera,
Por no hazer mudanza en su costumbre.

Pero la imitación en este caso no fué directa, sino a través de un soneto de Bernardo Tasso, como ya advirtieron en sus respectivos comentarios el Brocense y Herrera:

Mentre che v'apre il ciel piu chiaro il giorno,
Cogliete, ó giovinette, il vago fiore
De i vostri piu dolci anni, et cor amore
State sovente in lieto e bel soggiorno.
Verra poi'l verno, che di bianca neve
Suol i poggi vestir, coprir la rosa,
E le piaggie tornar aride e meste.
Cogliete, ah stolte, il fior, ah fiate preste,
Che fugaci son l'hore, e'l tempo lieve,
E veloce a la fin corre ogni cosa.

El argumento de este soneto-dice Herrera en sus Anotaciones a Garcilaso, 175 - es tan comun, que muchos Griegos y [p. 217] Latinos, muchos Italianos y Españoles lo han tratado casi infinitas veces, pero ninguno como Ausonio (si fué el que escribió aquella elegía de la Rosa), el cual, determinando tratar de la fragilidad de la vida humana, no siguió la consideración y severidad filosófica, ni traxo para la declaración de su intento discursos de la general mudanza de las cosas; que era sugeto grave y manífico, donde pudiera abrir todas las venas de la eloquencia en l'alteracion de los cuerpos inferiores, o en la variación de los superiores, con palabras hermosas y escogidas, y sentimientos levantados y esquisitos, pero no deleitosos y miserables; mas decendiendo con el ánimo a las cosas no grandes y elevadas, anduvo inquiriendo con el pensamiento, qué cosa hubiese bella y agradable como la vida humana, y que durase poco; y considerando la figura, suavidad, olor, color, lustre y belleza de la Rosa, hermosísima entre las otras flores, y que su ser no dura mas que el curso de un día; conocio que esta le daría palabras deleitosas, bellas y escogidas, cuales pretende el poeta, porque como ninguna flor hay más amable, ninguna más agradable de olor, y así ninguna dura menos, no se podía hallar otra más conviniente para el sugeto; y con artificiosa y figurada descricion, y con suave número de versos, gastó toda la elegía en la poco durable y casi momentánea vida de la Rosa, y hablando della, se dexa entender que trata de la fragilidad y flaqueza humana, aunque no dá muestra dello sino en el verso primero.»

Este florido soneto de Garcilaso llegó a ser tan popular, que le puso en música el famoso maestro Francisco Guerrero en su Libro de tiple, canciones y villanescas espirituales (Venecia, 1589, folio 4).

XLII. HERRERA, Hernando de.-Sevilla, 1580.

Ver erat, et blando mordentia frigora sensu.

Desterrado el ivierno frío y sano,
La tierra se vestía en mil colores
Con vivo lustre y fuerza del verano;
Y esparcidas las rosas y las flores,
Con aura fresca espiran dulcemente
En el aire tendido sus olores;
Cuando la alba salía de Oriente
Cubierta de oro y púrpura hermosa
[p. 218] El variado manto refulgente,
Y alegrando a la tierra deleitosa,
Con rociadas gotas regalaba
A la yerba florida y abundosa.
Yo entonces en el campo me hallaba
Cogiendo el fresco del templado aliento,
Que blandamente entre árboles sonaba.
Traía la marea un movimiento
Suave y tierno, en torno desparcido,
Que hería con dulce sentimiento.
Ví el campo en flores varias revestido,
Que del rocío estaban esmaltadas,
Con que más su belleza ha florecido;
Ví las húmedas rosas levantadas
Abrir las hojas bellas, que primero
Tenían todas juntas y cerradas,
Y alegres con la vuelta del lucero,
Mostraban su color entremezclado,
Más hermoso que nunca y más entero.
No sé si la alba había a rosas dado
O tornado el color, y si a las flores
Había el día nuevo retocado.
Uno el rocío y unos los colores,
Uno el día, y de Vénus amorosa
Ambos, y por ventura unos olores;
Mas aquel con más fuerza poderosa,
Por el aire se tiende en grande alteza,
Acá más cerca espira el de la rosa.
La reina de las gracias y belleza,
En su flor mesma y astro reluciente
Pinta del puro rojo la fineza.
Las flores ya extendían juntamente,
Con hermosas figuras reluciendo,
Su color y postura diferente.
Unas en punta suben, esparciendo
Sus tiernas hojas al abierto cielo,
Otras una corona van tejiendo,
Otras se tuercen al herboso suelo,
De verde, azul y jalde señaladas
Con violado o con purpúreo velo;
Y casi unas con otras enlazadas,
Heridos los colores van mudando,
Y a los ojos engañan ayuntadas
Esto miraba atónito yo, cuando
Vi toda su belleza ir de caída,
El resplandor y olores olvidando,
[p. 219] Maravilléme viendo así perdida
La beldad y la edad de tantas flores,
Y muerta ya la rosa aun no nacida.
Tanta belleza y varios resplandores
Un día mesmo adorna y descompone,
Ofreciendo y robando sus colores.
Nosotros nos quejamos porque pone
Naturaleza con avara mano
Tan breve gracia en flores que compone.
Aun no salen los dones del verano,
Cuando ella los derriba con la muerte,
Dejando al tiempo del despojo ufano.
Cuan largo el día es, tan larga suer'e
De las rosas, que junto en un momento
Su juventud en senectud convierte.
La que ya vió nacer el blando aliento
Del nuevo sol, morir aquesta vido
Cuando del mar bajaba al hondo asiento;
Mas bien les ha la suerte concedido
Si así mueren tan presto, que naciendo,
Sucedan a su término cumplido.
Coged las rosas vos que vais perdiendo,
Mientras la flor y edad, Señora, es nueva,
Y acordáos que va desfalleciendo
Vuestro tiempo, y que nunca se renueva.

Anotaciones a Garcilasso, 1580, p. 176.

Acompaña el texto latino de la elegía, de la cual dice Herrera:

«No pienso que será molesto ponella aquí toda con la traducion, aunque no voy obligado al rigor de la ley, que quiere su entereza; antes atendiendo solo al intento, me olvidé de todo lo demás.»

XLIII. LEÓN, Fr. Luis de.

En la Exposición del Libro de Job, cap. 38:

«Y el otro poeta latino, que dice ansí:

Coge, doncella, las purpúreas rosas,
En cuanto su flor nueva y frescor dura,
Y advierte que con alas presurosas
Vuelan ansí tus días y hermosura.»

Es el Collige, virgo, rosas, de Ausonio.

[p. 220] XLIV. MAL-LARA, Juan de.-Sevilla, 1568.

«Del arte que la rosa, que en su nacimiento sale hermosa y fresca, y poco a poco sa va marchitando, hasta volverse de más feo parescer que la rayz. Segun lo trae el poeta Ausonio elegantemente en los versos de las Rosas, que dezían ser de Virgilio, y comienzan Ver erat et blando mordentia frigora sensu. Dize adelante:

La flor que poco ha resplandescía
Con un lustre de flores avivado,
Assi como la hoja se caía,
Queda amarilla, todo amortiguado,
¡Qué espanto entraba en mí quando lo vía!
De un robo que se haze apresurado,
En edad que huyendo va y floresce,
En naciendo la rosa, se envejesce.»

Philosophia Vulgar, fol. 93.

XLV. MESA, Cristóbal de.-Madrid, 1607.

De los últimos versos del idilio de las Rosas:

SONETO
En tanto que el color de nieve y grana
Adorna vuestro alegre rostro bello,
Y que el gallardo error del rubio vello
Esmalta vuestra frente soberana;
Y que al fino oro en lustre y gracia gana
Vuestro precioso, lúcido cabello,
Y al marfil deja atrás el gentil cuello,
Poniendo en duda o nó si sois humana;
De esa flor, de ese lirio, de esa rosa
Y amena primavera que florida
Dulce os promete y grato pasatiempo,
Coged el fruto con la breve vida:
Que la edad pasa y muda toda cosa
Y todo, al fin, tras sí lo lleva el tiempo.

Valle de Lágrimas, y diversas Rimas, Madrid, por Juan de la Cuesta , 1607, fol. 67.

[p. 221] XLVI. CASCALES, Licdo. Francisco.-Murcia, 1614.

En la pág. 528 (2.a ed. Murcia, 1777) de los Discursos Históricos de Murcia y su reyno, pone traducido el final del idilio de la Rosa «Ver erat».

«¡Qué bien nos representó la brevedad de nuestra vida Ausonio en el Edylio sexto, comparándola con la rosa:

Esta rosa que así resplandecía
Con sus puros y roxos arreboles,
Privada en breve rato de sus hojas
Marchita yace descompuesta y fea.
¿No ves cómo cayó la copa hermosa
De esta flor, mientras hablo? ¿Y cuál roxea
La tierra con la grana de sus hojas?
Tanta belleza, tantas maravillas
Un día nos las da, y las quita un día.
Madre naturaleza, justa causa
Tenemos de quedarnos por la breve
Gracia y beldad que aplicas a la rosa.
A nuestros ojos nos la pones bella,
Y al punto nos la quitas de los ojos,
Es la edad de la rosa solo un día:
Su juventud y su vejez van juntas:
A la que vió nacer el sol de Oriente
A la tarde la ve arrugada y vieja.
Pero bien, un consuelo en esto hallo,
Que si la rosa dura poco tiempo
Con larga succesion su edad prorroga.
Coge, pues, niña, coge prestamente
La nueva y tierna flor, y considera
Que al mismo paso ha de pasar tu vida

XLVII. MEDRANO, Francisco.-Palermo, 1617.

Del idilio de las Rosas:

SONETO
Esta que te consagro, fresca rosa,
Primicia, Galatina, del verano,
Haya virtud, tocándola tu mano,
De hablarte muda así, tirana hermosa:
[p. 222] «Esa faz, esa misma que envidiosa
Vió la mañana y admiró el temprano
Sol, con desprecio la verá y ufano
El Héspero ya mustia y mentirosa...

El segundo cuarteto es imitación evidente de este dístico del poeta latino.

Quam modo nascentem rutilus conspexit Eous,
Hanc rediens sero vespere vidit anum.

Remedios del Amor, de Pedro Venegas de Saavedra, con otras diversas rimas de D. Francisco de Medrano, Palermo, por Angelo Orlandini y Decio Cirilo, 1617.

XLVIII. LOPE DE VEGA.-Madrid, 1625.

En los Triunfos divinos con otras rimas sacras (Madrid, 1625), folios 58 a 64, tiene doce sonetos de sentido místico a la rosa, en algunos de los cuales se perciben reminiscencias del idilio de Ausonio, especialmente en el primero:

Por labios de coral la blanca aurora...;

en el segundo, del cual son estos versos:

Temí de tu belleza lo que dura
El resplandor mortal, gloria fingida,
Tan presto como aurora en noche obscura.
Temí verte marchita y ofendida,
Que suele ser pensión de la hermosura,
O larga desventura, o larga vida...;

en el cuarto, que comienza:

Desplega al alba la purpúrea rosa...

y en el quinto, que transcribiré íntegro:

Rosa gentil que, al alba, de la humana
Belleza eres imagen: ¿qué pretendes,
Que sobre verdes esmeraldas tiendes
Tu mano de coral teñida en grana?
Si cetro, si laurel, si ser tirana
De tantos ojos que en tu cáliz prendes,
[p. 223] ¡Cuán en vano solícita defiendes
Reino que ha de durar una mañana!
Rinde la vanidad que al sol se atreve,
Oh cometa de abril tan pronto obscura:
Que puesto que tu vivo amor te mueve,
El ejemplo de tantos te asegura
Que quien ha de tener vida tan breve,
No ha de tener en tanto su hermosura.

El estilo de estos sonetos es afectadamente crespo y culterano, y muy distinto de la habitual manera de Lope. Se ve que en ellos, lo mismo que en otras composiciones de puro artificio, quiso dar muestras de que podía escribir en el alambicado estilo de Góngora, y sacrificó el suyo propio, tan natural y llano.

XLIX. LEONARDO DE ARGENSOLA, Bartolomé.-Zaragoza,† 1634.

Imitó, como tantos otros, el idilio de las Rosas en un soneto bastante mediocre, pero dándole conclusión menos epicúrea que el poeta galo-latino, pues habla sólo de lo breve y caduco de la hermosura, sin exhortación alguna al placer:

Clóris, este rosal que, libre o rudo ,
Del arte huyó al favor de la floresta,
Su arrogancia selvática depuesta,
Vecinas flores le verán desnudo.
Nota esta rosa que aun ahora pudo
Abrir el paso a su niñez modesta;
¡Para cuán breves términos apresta
La grana que libró del verde ñudo!
Vive su planta los estivos meses;
Mas el honor de los purpúreos senos
(Mísera edad) la madurez de un día.
Pues si lo raro, oh Clóris, dura menos.
La pompa de tu abril ¿por qué confía
Que ha de reinar con hados más corteses?

Las Rimas que se han podido recoger de Lupercio y del Doctor Bartolomé Leonardo de Argensola, Zaragoza, en el Hospital Real, 1634. Pág. 336.

[p. 224] L. FR. JERÓNIMO DE SAN JOSÉ. Poeta de principios del siglo XVII.

Parafraseó a lo divino (sobre el tema fallax gratia et vana pulchritudo) algunos conceptos del idilio de las Rosas , en el soneto que comienza

Ésta, que los purpúreos labios bella ...,

y termina así:

¡Cuán poco, oh rosa de la vida humana,
Dura tu flor! pues cuando nace muere,
Y el sol que la hermosea la marchita;
Busca otro prado y aura soberana
Donde más sana el sol cuanto más hiere
Y da hermosura eterna e infinita.

Poesías selectas de Fr. Jerónimo de San José, publicadas por la Excma. Diputación provincial de Zaragoza. Zaragoza, imp. del Hospicio, 1876. Pág. 49.

LI. VILLEGAS, Esteban Manuel de.-Nájera, 1617.

«Collige, virgo, rosas.»

CANTINELA X
A DRUSILA
En tanto que el cabello
Resplandeciente y bello
Luce en tu altiva frente
De cristal transparente,
Y en tu blanca mexilla
La púrpura que brilla,
La púrpura que al labio
No quiso hacerle agravio,
Goza tu Abril, Drusila,
En esta edad tranquila:
Coge, coge tu rosa,
Muchacha desdeñosa,
Antes que menos viva
Vejez te lo prohiba.
Porque si te rodea
Y en ti su horror emplea,
Quizá lo hará de suerte
Que llegues a no verte,
Por no verte tan fea.

Las Eróticas... En Nájera, por Juan de Mongaston, 1617, págs. 96-97 .

[p. 225] LII. GONZÁLEZ DE ANDRADE, Pablo.-Lisboa, 1629.

A Rosa (el título está en portugués, pero el poemita en castellano).

Inc.

Esta que envuelta en roxos esplendores,
Belleza a quien dotó la primavera...

Es imitación culterana del traqueteado idilio Ver erat, especialmente en las últimas octavas:

Ejemplo, oh Lisi, a tu hermosura sea
La que retrato fué de la hermosura,
Donde en caducos méritos se vea,
Más temerosa mientras más segura.
Si el aplauso común la lisonjea,
Mira la pompa cuánto espacio dura:
La rosa lo dirá, que envanecida
Entra muriendo a principiar la vida.
Rosa de la beldad la más perfecta
Que formaron milagros superiores,
A quien toda belleza se sujeta
Como a la rosa el vulgo de las flores;
Si el tiempo ejecutivo no respeta
Privilegios de lúcidos verdores,
¡Cómo pródigamente avara pierdes
La pompa hermosa de tus años verdes!

Varias poesías de Paulo Gonçalvez d'Andrada. Parte Primera. . En Lisboa, por Matheus Pinheiro, 1629, pp. 58 60

LIII. CASTRO Y ANAYA, Pedro.-Madrid, 1630.

Del idilio de las Rosas.

Hasta trece sonetos a la Rosa compuso este ingenioso poeta murciano. En casi todos ellos, cuál más, cuál menos, se advierte el influjo del consabido idilio de Ausonio, pero, sobre todo, en el siguiente:

CELAURO A VISE
Aquí, discreta Nise, aquí la hermosa
Primera majestad de la mañana,
Que presumió de sol, soberbia y vana,
[p. 226] En cenizas de púrpura reposa.
La pompa de las flores generosa
De los campos es ya polvo de grana
Que sólo deja de su luz temprana
La memoria no más de que era rosa.
¡Oh bella Nise! Si es cometa al viento,
Coge la rosa de la edad florida,
Coronada de frágiles honores;
Antes, pues una flor te dió escarmiento,
Y es flor el breve curso de la vida,
Que el tiempo, oh Nise, se te pase en flores.

Auroras de Diana, por D Pedro de Castro y Anaya, natural de Murcia. Madrid, Imprenta del Reino, 1637. Fol. 39, vto.

LIV. RIOJA, Francisco.

Diríase que todo el esfuerzo de nuestros poetas humanistas de los siglos XVI y XVII para imitar el Rosetum, de Ausonio, no tuvo más objeto que preparar la elaboración de una obra maestra, de un primor lírico, como es la silva de Rioja Pura, encendida rosa... La perfección de este poemita y su inefable sentimiento lírico es tal, que borra toda huella del modelo, logrando el poeta la plena originalidad a fuerza de arte reflexivo. Sólo una erudición muy atenta puede reconocer la huella de los dísticos del poeta latino en estos melancólicos versos del sevillano:

¿Cómo naces tan llena de alegría,
Si sabes que el vivir que te da el cielo
Es apenas un breve y veloz vuelo?
Mirabar celerem fugitiva aetate rapinam,
Et dum nascuntur, consenuisse rosas.
Tiendes aun no las alas abrasadas,
Y ya vuelan al suelo desmayadas.
Ecce et defluxit rutili coma punica floris,
Dum loquor: et tellus tecta rubore micat.
Tan cerca, tan unida
Está al morir tu vida,
Que dudo si en sus lágrimas la aurora
Mustia tu nacimiento o muerte llora.
[p. 227] Conquerimur, Natura, brevis quod gratia florum est.
Ostentata oculis illico dona rapis.
Quam longa una dies, aetas tam longa rosarum,
Quas pubescentes juncta senecta premit.
Quam modo nascentem rutilus conspexit Eous,
Hanc rediens sero vespere vidit anum.

LV. RIVAS TAFUR, José Pérez de, poeta de mediados del siglo XVII.

« Al nacer, vivir y morir de las Rosas.» Liras.

Inc.

Nace la fresca rosa
Nace la soberana de las flores...

Es una imitación, no más que mediana, del idilio Ver erat, pero parece que el poeta cordobés conocía también la silva de Rioja:

Mas tantos esplendores
Rayo aún no biere de la luz ardiente,
Cuando en dulces colores
Tristes anuncian pálido occidente:
Y marchito desmayo
Al sol florido eclipsa rayo a rayo.

Tomándola de un códice de poesías inéditas de Rivas Tafur y otros poetas andaluces, que poseía D. Aureliano Fernández-Guerra, dió a luz esta composición D. Juan Pérez de Guzmán en su Cancionero de la Rosa (I, 268-271).

En la misma colección pueden hallarse otras flores poéticas análogas, de Francisco López de Zárate, del Príncipe de Esquilache, de Manuel de Faría y Sousa y de otros muchos ingenios del siglo XVII, pero no he creído necesario mencionarlas, porque no puede decirse de ellas con tanto rigor como de otras que hayan sido desgajadas del rosal de Ausonio, aunque el lugar común poético sea el mismo. Pero no quiero omitir, porque procede seguramente del Collige Virgo, este cantarcillo con que en la comedia de Moreto, Santa Rosa de Lima, quiere el demonio tentar a la heroína:

Tu flor se pasa, rosa,
Y el fruto prometido
[p. 228] A tu hermosura niega
El nácar ya marchito.
Gózale antes que pierdas
De tu verdor el brío;
Que al florecer las plantas
Es natural el vicio.

La misma filosofía epicúrea rebosa en este soneto de Sor Juana Inés de la Cruz:

Miró Celia una rosa que en el prado
Ostentaba feliz la pompa vana,
Y con afeites de carmín y grana
Bañaba alegre el rostro delicado;
Y dijo:«Goza sin temor del hado
El breve curso de tu edad lozana,
Pues no podrá la muerte de mañana
Quitarte lo que hubieres hoy gozado.
Y aunque llega la muerte presurosa,
Y tu fragante vida se te aleja,
¡No sientas el morir tan bella y moza!
Mira que la experiencia te aconseja
Que es fortuna morirse siendo hermosa
Y no ver el ultraje de ser vieja.» [1]

(Poemas de la única poetisa americana... Madrid, 1725, tomo I, pagina 5.)

LVI; CALDERÓN DE LA BARCA, Pedro.

Id. Ver erat et blando mordentia frigora sensu.

SONETO
¿Ves esa rosa que tan bella y pura
Amaneció a ser reina de las flores?
Pues aunque armó de espinas sus colores
Defendida vivió, mas no segura.
A tu deidad enigma no sea oscura
Dejándote vencer, porque no ignores
Que, aunque armes tu hermosura de rigores,
No armarás de imposibles tu hermosura.
[p. 229] Si esa rosa gozarse no dejara,
En el botón donde nació, muriera,
Y en él pompa y fragancia malograra.
Rinde, pues, tu hermosura; y considera
Cuánto fuera dolor que se ignorara
La edad de tu florida primavera.

Los últimos versos son imitación evidente del

Collige, virgo, rosas, dum flos novus et nova pubes;
Et memor esto aevum sic properare tuum.

Este soneto, que encuentro reproducido en el tomito de Poesías de D. Pedro Calderón de la Barca..., publicado en 1845 por D. Adolfo de Castro (Cádiz, imp. de la Revista Médica), página 65, está tomado del acto primero de Antes que todo es mi dama. El maravilloso soneto de El Príncipe constante:

Estas que fueron pompa y alegría...

sólo muy remotamente está emparentado con el idilio de Ausonio, y le sobrepuja en tales términos, que le hace olvidar del todo, a pesar de la semejanza de algunos conceptos:

Quam longa una dies, aetas tam longa rosarum,
Quas pubescentes juncta senecta premit.
Quam modo nascentem rutilus conspexit Eous,
Hanc rediens sero vespere vidit anum.
A florecer las rosas madrugaron
Y para envejecerse florecieron:
Cuna y sepulcro en un botón hallaron
¡Tanto comprende el término de un día!

LVII. SALAZAR Y TORRES, Agustín de.-Madrid, 1694.

El último dístico del idilio de las Rosas:

Collige, virgo, rosas, dum flos novus et nova pubes,
Et memor esto aevum sic properare tuum.
Coge, virgen hermosa,
La que al alba brotó purpúrea rosa,
Mientras la dulce edad lozana dura,
Y advierte que flor vive la hermosura.

Cythara de Apolo... Parte Primera... Madrid, 1694, pág. 48.

[p. 230] LVIII. BASTIDAS, P. Antonio, S. J.-Madrid, 1675.

Silva a la Rosa, comparada a la inconstante flor de la Hermosura. Traducción de Virgilio (es de Ausonio «Ver erat et blando mordentia frigora sensu»).

En el Ramillete de varias flores poéticas, recogidas y cultivadas en los primeros Abriles de sus años. Por el Maestro Xacinto de Evia, natural de la Ciudad de Guayaquil, en el Perú... En Madrid. En la Imprenta de Nicolás de Xamáres..., año de 1675, páginas 56-61.

La traducción, o más bien paráfrasis libérrima y muy amplificada del Rosetum, no es de Evia, sino de su maestro de retórica, el jesuíta sevillano P. Antonio Bastidas, según se advierte al principio: «No le faltó esta gloria a mi Maestro en la flor de su edad, cuando se puso a traducir esta Rosa de Virgilio, o bien sea del culto ingenio de Ausonio.»

Esta paráfrasis es, sin disputa, la mejor poesía del Ramillete, que puede considerarse como uno de los centones más tenebrosos del gongorismo americano. Tiene muchas extravagancias de mal gusto, pero también cierta gala y bizarría, que hacen tolerable su lectura. Véase alguna muestra:

«De los tiempos del año era el verano»,
El de Mantua cantó en su dulce lira;
Y el día alegre en rayos en que gira,
Esmalta nubes con que sale ufano.
El Austro templa, porque su aire aliente,
Y así con blando diente
Muerde la flor que, aun tierna, no se esquiva
Si aun solicita alientos más lasciva;
Cuando abreviando sombras el aurora
Precede bella a la carroza ardiente,
Y en luces de esplendor, en luz canora
Despierta el sol, madrúgale a su oriente.
«Entonces (dice en dulce melodía
Aqueste cisne) el campo discurría,
Y cuando en sendas de este sitio ameno
Buscaba abrigo en esta adulta llama
Del sol que Salamandra ya se inflama,
Vi entre su vasto seno
En la grama pender blando rocio,
[p. 231] Que a breve globo aprisionaba el frío,
Y en su lacio verdor me parecía
Lágrimas que lloró la noche fría.
.....................................
Al nacer el lucero luminoso
Vi con primor y aliño cuidadoso
Del esmero Pestano
Del mejor hortelano,
Un rosal tan de gotas salpicado,
Que sudor se ha juzgado,
Que en la lucha valiente
Por escala de sombras subió ardiente.
.....................................
Uno es todo el rocio de la rosa,
Y el que suda la aurora luminosa
En su estación primera;
Un color entre ambas persevera.
.....................................
Allí una rosa infante
Mece en su cuna el céfiro inconstante,
Y en claustro de esmeralda detenida
Virgen se oculta menos pretendida;
Otra al prado se asoma diligente
Por celosías de su verde oriente;
Mas al mirarla trueca vergonzosa
En carmín el candor su tez hermosa.
.....................................
Siendo cada hoja en que ella se dilata
Gota de sangre que de sí desata...
........................................
Pero, ay! que toda aquella pompa hermosa
Del verjel, esta antorcha luminosa,
Esta hoguera que roja al prado inflama,
Siendo cada hoja suya ardiente llama;
Este sol que a sus rayos fomentaba
Cuanto aseo el jardín le coronaba,
Con desmayo fatal se descompone,
Su luz se apaga al inconstante viento
Al Occidente el esplendor transpone,
Y la llama consume su ardimiento.
¡Oh, qué breve esta flor tiene la vida,
Pues edad fugitiva la arrebata
De su beldad pirata...
Caduca y lacia cuanto más florida
[p. 232] Siendo la cuna en que la mece el viento
Su fatal pira y triste monumento!
.....................................
¡Oh tiempo, oh días, oh naturaleza!
Avara en cuanto ostentas más grandeza.
.....................................
Pero ¿qué importa, oh rosa, que tu llama
Tan temprana se apague, aun cuando ardiente,
.....................................
Si permanece fija en la memoria,
De tu belleza la pasada gloria?
¡Oh, qué ejemplo tan vivo al desengaño
De una grande belleza!
Lograd, oh Virgen pura,
Este cortés recuerdo en la pureza;
Coged la rosa, pues, de la hermosura,
Cuando ayuda la edad, la edad florida,
Y en vistosas guirnaldas recogida,
Si intacto su verdor guardais constante,
Vuestra cabeza ceñirán triunfante.
No ajéis su lozanía;
Mirad que la beldad más grata y bella,
Como la flor, fenece con el día.

No hay duda que las sombras del mal gusto empañan todo esto, pero tampoco falta algún rasgo que recuerda el tono de las silvas de Rioja; y el que de tal modo escribía y versificaba merecía, seguramente, haber nacido en edad menos infeliz y tener discípulos más aprovechados que el Maestro Evia. Lo cierto es que en Guayaquil no se hicieron mejores versos antes de Olmedo.

LIX. GONZÁLEZ DEL CASTILLO, Juan Ignacio.-Sevilla, 1795.

De Décimo Magno Ausonio:

LAS ROSAS
Era la primavera
y el día que de nuevo se asomaba
colorando la esfera
de rubios resplandores, respiraba
un fresquísimo ambiente
cuyo tacto punzaba suavemente.
Un grato vientecillo
más sutil que otras veces, pero blando,
[p. 233] con rápido vuelillo
se adelanta a la Aurora demostrando
que entonces presuroso
se anticipaba a un día caluroso.
Yo con pasos inciertos
iba por los cruzados andadores
de los regados huertos,
solicitando pues con los albores
del renaciente día
excitar en mi pecho la alegría.
Entonces vi el rocío
ya pender de las corvas yerbezuelas
cuajado con el frío,
ya estar sobre las verdes cabezuelas
de la tierna hortaliza
qual por las leves auras se desliza.
Vi las gruesas gotillas
unas tras otras descender rodando
por las blancas sendillas
de los tendidos tallos, abultando
sus globos con exceso
del agua celestial al grave peso.
Vi también los rosales
que ostentaban con plácida frescura
las gracias naturales
propias de la Pestana agricultura,
de plata salpicadas
al asomarse Cipria a los collados.
En las matas que estaban
con la líquida escarcha guarnecidas
entonces blanqueaban
las gotillas de aljófar esparcidas
para sentir desmayos
al blando herir de los primeros rayos.
Dudaría si daba
a las fragantes rosas el Aurora
o acaso les robaba
el bello rosicler que las colora;
o si el naciente día
las florecillas de rubor teñía.
Gozaban flor y estrella,
de un color, de un rocío y de una Aurora,
porque la Diosa bella
de Citeres es única señora
del astro nacarado
y de la rosa honor del verde prado
[p. 234] Y acaso una fragancia
será la de las dos; pero fluyendo
aquél en más distancia
por los aires se va desvaneciendo;
y esta en sitio inmediato
hace más sensación en el olfato.
Así, según infiero,
Citeres como Reina y como Diosa
del hermoso lucero
que precede a la luz, y de la rosa,
manda que a la mañana
ambas se vistan de la misma grana.
Llegó, pues, el momento
en que los pimpolluelos que nacían
y al blando movimiento
de los jugos, sus cálices abrían
del todo se animasen
y en iguales casquillos se rasgasen.
Una, pues, verdeguea
con un capillo de apretadas hojas,
que en torno la rodea;
esta descubre las señales rojas
que la púrpura pinta
en las hojillas con sangrienta tinta.
Una desenvainando
del capullo purpúreo la cuchilla,
prosigue desgajando
lentamente la erguida coronilla,
pues desde que aparece
en forma de obelisco alienta y crece.
Otra insensiblemente
desenvuelve las finas vestiduras
que en la agudilla frente
recogió con espesas ligaduras,
queriendo entre las flores
graduar por sus hojas los primores.
En efecto, al instante,
la florecilla plácida dilata
su azafate fragante,
mostrando entre las hojas de escarlata
las ocultas semillas
apiñadas en torno y amarillas.
Mas la que con el fuego
de su roxo compite, poco hace
resplandecía, luego
mustia, pálida y seca se deshace,
[p. 235] mirando entre congojas
la acelerada fuga de sus hojas.
Yo estaba como absorto
admirando tan súbita derrota
en espacio tan corto;
y que la infeliz rosa mientras brota
llegue de un solo paso
desde el alegre oriente al triste ocaso.
En el breve momento
que lo digo las hojas encendidas
volaron por el viento
del botón primoroso desprendidas,
y la tierra lucía
con el roxo matiz que la cubría.
En fin tanta belleza,
tan grandes y admirables creaciones,
tanto ornato y riqueza,
tan diversas y nuevas mutaciones,
un día las influye
y el mismo enteramente las destruye.
Nos quejamos, Natura,
de que tan poco dure de estas flores
la gracia y hermosura;
pues apenas ostentan sus primores
quando la mano arrojas
y de tus mismos dones las deshojas.
Lo que una Aurora existe
existe de la rosa vida y gozo;
pues apenas se viste
su tez brillante de purpúreo bozo,
quando la vejez llega,
y su cáílz y vástago doblega.
Pues a la que primero
parvulilla miró desde el Oriente
el radiante lucero,
después cuando desciende al Occidente
la vuelve a ver anciana
desaliñada, corva y casi cana.
Mas aunque injusto hado
en tan breves momentos la arrebata,
ella misma en el prado
los plazos de la vida se dilata,
dexando en sus botones
una gran multitud de sucesiones.
Por tanto, jovencillas,
cortad rosas, saciad vuestros anhelos
[p. 236] mientras hay florecillas
recientes y recientes pimpolluelos;
mas no olvidéis acaso
que nuestra vida corre al mismo paso.

Pasatiempos juveniles de D. Juan González del Castillo. Sevilla, en la Imprenta Mayor, año de MDCCXCV (1795). 4.º, 179 páginas.

Es muy rara esta colección de poesías castellanas y latinas del célebre sainetista gaditano.

LX. NAVARRETE, Fr. Manuel.-Méjico, 1823.

Quizá la última composición castellana que puede decirse inspirada en el célebre idilio de las Rosas, es un soneto de este religioso mejicano. No carece de mérito, pero le desluce mucho el segundo terceto, que es infelicísimo, y termina con un verso, que en rigor no lo es, si se pronuncia como es debido:

Mira esa rosa, Lisi, en la mañana,
Con las perlas del alba enriquecida,
Y en trono de esmeralda bella, erguida,
Que parece del campo soberana.
No tarda, aunque la mires tan ufana,
En verse por los vientos sacudida,
Y advertirás entonces convertida
En muerta palidez su ardiente grana.
No de otra suerte, Lisi, tu belleza,
Como si eterna fuese tu esperanza,
Te adorna de gallarda gentileza;
Pero vendrá la muerte sin. tardanza,
Y marchito el verdor de su entereza
Del trono la hará caer de la privanza.

Entretenimientos Poéticos, de Fr. Manuel Navarrete. México, 1823. Tomo I.

LXI. TEJADA DE LOS REYES, Cosme Gómez.-Madrid, 1634.

Id. 15. «Quod vitae sectabor iter»

«Ausonio Galo escribió un docto Edilio, puestos los piés en los dos caminos de la letra de Pythágoras, dudoso en el estado que convenía elegir; y al fin quedó como yo irresoluto. Tan lexos [p. 237] estaba de persuadirse bienaventuranza en los bienes del mundo. Perdonad la ofensa que mi versión hiziere a sus versos, si perdonastes la que hize a los de Policiano. Siempre los que son tales quedan en otra lengua desluzidos, pero de mi pluma quedarán borrados: que los que burlan este ejercicio, pareciéndoles de poco momento y dificultad, dan bien a entender que nunca lo emprendieron; y aun poca o ninguna lección de Historiadores, Oradores y Poetas Latinos. El Edilio comienza:

Quod vitae sectabor iter.

Y esta es mi versión:

¿Qué camino en la vida seguir puedo
Si cualquiera es incierto y peligroso,
Y al valor más osado pone miedo?
Si en las plazas pretendo hallar reposo,
Todas las veo de tumultos llenas,
Que ocasiona el tratante y ambicioso.
En casa los cuidados y las penas
Viven; y si la dexo, y peregrino,
Estos mismos cuidados son cadenas.
Si es rico el mercader, por su camino
Padece el alma de virtud pobreza,
Que la dispone a mísero destino.
Si el trato dexo, dexo la riqueza,
Necessidad me assalta, y torpemente
Da leyes, y hace esclava la nobleza.
Del labrador que medra diligente,
Los trabajos conozco intolerables,
Sujeto al ayre, frío y sol ardiente.
Si al mar infaman olas formidables,
A la madre comun no soy ingrato,
Cuyos abrazos son menos mudables.
Graves las penas son del celibato,
Y las del matrimonio son mayores,
Que es vano de los celos el recato.
Si el son me agrada de los atambores,
Oféndenme los bravos desafueros
De la guerra, sus muertes y rigores.
Cuando ganancias torpes de usureros
Me llaman, aborrezco sus crueldades;
Que las usuras son cuchillos fieros.
Armadas vienen todas las edades
De cuidados, y a todos desagrada
[p. 238] La propia edad, ¡antiguas ceguedades!
Falta a la infancia la razon amada,
Solo el castigo a la puericia rige,
Y entra la juventud desenfrenada.
A la edad varonil ¡oh cuánto aflige
Fortuna, ya por mar y ya por tierra!
Bien que el valor su ceguedad corrige.
Si honra gana el varon, en buena guerra,
Es con la sangre que copiosa vierte,
La que sale ennoblece a la que encierra.
Si en paz quiere gozar su buena suerte,
Unos trabajos otros encadenan,
Y van creciendo siempre hasta la muerte.
Los que vejez desean, la condenan,
Bien muestran ser malinos sus deseos,
Pues ya en la posesión lloran y penan.
Levantamos memorias y trofeos
A los tiempos paseados; los presentes
Por culpas proprias los hazemos reos.
Si temes los terribles accidentes
Del fin mortal, a muchos considera
Que su inmortalidad lloran prudentes.
Iuturna clama, porque no quisiera
El privilegio que morir la impide,
Que sin honra su vida es muerte fiera.
En las prisiones del peñasco pide
A Júpiter el sabio Prometheo
Fin de su vida, que los siglos mide.
Sepultara su ciencia en el Letheo
Por escurar eternas inquietudes
Del Águila que frustra su deseo.
Vuelve los ojos, pues, a las virtudes
Del ánimo, y verás que reina el vicio
Con aplauso de infames multitudes.
El adúltero intento, el artificio
De Phedra, su madrastra deshonesta,
A Hyppólito arrojó en un precipicio.
En su triunfo vencida fué la honesta
Resolución, muriendo despeñado,
¡Tanto la virtud vale y tanto cuesta!
Si este camino dexas por cansado,
Y quieres por el mundo delicioso
Tu apetito seguir desenfrenado ,
Mira las penas del vivir vicioso,
Y de todas tan cierto su castigo
Aun en el Rey más alto y poderoso.
[p. 239] Infinitos ejemplos no prosigo,
Que en necios son de la virtud gran mengua:
Tereo exemplo sea, y sea testigo,
Quiere encubrir sus culpas y deslengua
La cuñada inocente, pero al malo
Una aguja, si espada nó, fue lengua,
Desnudó con razon Sardanapalo
Con la virtud los hábitos viriles,
Cuyo castigo a su maldad igualo.
¿Quién no abomina sus deleites viles?
Ni mujer parecía entre los hombres,
Ni hombre entre los vicios femeniles.
De la perfidia los infames nombres
Tres guerras dissuaden de Cartago,
Que dieron al valor altos renombres.
Mira desta ciudad el fiero estrago,
Por quien Roma se vió también a punto
De ser leve ceniza al aire vago.
Guardar la fé es peligroso asunto:
Mira el incendio que por mil edades
Da luz al nombre de la fiel Sagunto.
Si adoras las sagradas amistades,
¿A quién este refugio no consuela?
Mas no es sagrado libre de impiedades.
Por este crimen a la sabia escuela
De los Pythagoreos siempre amigos
La ignorancia de pérfidos asuela.
Pero si temes estos enemigos,
Y huyes la amistad, de iguales penas
En las historias hallarás testigos.
No dudo que Timón, siendo en Athenas
Por tan impío delito apedreado,
Las amistades dixo que eran buenas.
El pensamiento va indeterminado
Por las inciertas sendas de la vida,
Cual nave sin timón, por mar airado
Ni basta ya la prenda posseida
A los deseos para su reposo;
Que esso mismo la haze aborrecida,
Agrada el resplandor del cargo honroso,
Inquieta luego, y quien mandar pretende ,
Servir a viles tiene por glorioso.
Al que el honor ensalza, invidia ofende,
Templanza en la ambición es gran prudencia.
Quien sube ciego, ciego al fin desciende.
El vigilante estudio de elocuencia
[p. 240] Días hace las noches, es cansado;
Mas la rudeza es bárbara indecencia.
Si piadoso el oficio de Abogado,
Rara es la gracia en los pleiteantes,
Pues ha de ser de alguno condenado.
Y si juzgas los pleitos importantes,
¿Quién tiene hacienda, quién paciencia tiene
Para esperar sus textos inconstantes?
A este que el deseo le entretiene
De hijos, ya en la posesión amada
Junto con el amor, el dolor viene.
Si la vejez esperas despraciada,
Haze presa en tu hacienda la codicia,
Y en tu cuerpo también la muerte helada.
Si vives torpemente en avaricia,
Con risa el pueblo y con razón murmura
En tanta necedad, tanta malicia.
Si liberal procedes, te censura
Pródigo el vulgo, con invidia vario,
De quien aun la virtud no está segura.
Todas las cosas tienen su contrario,
La más constante tema su caída,
Que porque el mundo viva es necessario
La opinión, pues, de Griegos repetida
Apruebo: que es la más dichosa suerte
Nunca nacer a tan instable vida,
O nacido, gozar temprana muerte.

Leon Prodigioso, Apología Moral entretenida y provechosa a las buenas costumbres y trato virtuoso y político. Por el Licenciado Cosme Gomez Tejada de los Reyes... En Madrid, por Bernardo Villa-Diego. Año 1670. Pp. 247-250.

La primera edición se hizo en 1634, según se infiere de los preliminares de ésta.

Traducciones ocasionales

LXII. MAL-LARA, Juan de.-Sevilla, 1568.

«La sentencia de Solón trae Ausonio en sus versos:

Digo la vida entonces ser dichosa,
Quando le vino el término a la vida,
[p. 241] Philosophia vulgar, fol. 292.

El verso del Ludus septem sapientum, que corresponde a éstos, dice así:

Dico tunc beatam vitam, cum peracta fata sint.

LXIII. CARO, Rodrigo.-Sevilla, 1634.

De la epístola XIX.

«Ausonio.

Condiderat iam solis equos Tartessia Calpe,
Stridebatque freto Titan insignis Ibero.
Ya la Calpe Tartesia había encerrado
Los caballos de Febo, y rechinaba
Titan insigne en el estrecho Ibero.

Antigüedades de Sevilla..., fol. 129.

LXIV. RODRIGO CARO en los Días Geniales o Lúdicros. Sevilla, 1626.

Primera ed. Sevilla, 1884, por la Sociedad de Bibliófilos Andaluces. [1]

P. 99: «No fué maestro de menor importancia Ausonio, pues mereció serlo del emperador Graciano, y por ello Cónsul ordinario de Roma. Dijo en uno de sus Idilios (el 4.º):

...... nec semper acerbi
Exercet pueros vox imperiosa magistri,
Sed requie studiique vices rata tempora servant.
Et satis est puero memori legisse libenter
Et cessare licet. Graio schola nomine dicta est,
Justa laboriferis tribuantur ut otia Musis.
Quo magis alternum certus succedere ludum
Disce libens, longum delenitura laborem
Intervalla damus: studium puerile fatiscit.
Laeta nisi austeris varientur festa profestis.
No siempre a los mozuelos ejercita
La voz imperiosa del maestro;
[p. 242] Que hay tiempo de holgarse establecido:
Bástele al muchachuelo memorioso
Leer de buena gana, y es forozoso
Que llegue el tiempo lícito de holgarse.
Llamaron a la escuela así los griegos,
Porque se debe al tiempo dar descanso
Junto a las santas Musas laboriosas.
Aprende no forzado; que interválos
Daremos para que el trabajo luego
Lo mitigue el regalo, que el estudio
Pueril fallece si con varia mano
No templa lo sagrado y lo profano.

P. 216 (a propósito de la expresión «darse grita»): «Por los caminos es cosa muy usada esta grita, y los que van navegando por los ríos, que todos unos a otros se dán grita, y dicen oprobios... Mejor que todos, Ausonio en su Mosela:

Laeta operum plebes, festinantesque coloni;
Vertice nunc summo properant, nunc de juge dorso,
Certantes stolidis clamoribus inde viator
Riparum subjecta terens, hinc navita labens
Probra canunt seris cultoribus...
La plebe alegre y labrador ligero
Que aprisa a subir va por el collado,
O descendiendo ya por la ladera,
Contienden con clamor desentonado.
Y luego el caminante que la orilla
Pasa del río, o ya sea el navegante
Que el agua va cortando con la quilla,
Al labrador tardío
Oprobios dice, que resuena el río.

P. 330 (a propósito de los cantos de cuna): «Cornuto, antiguo intérprete de Persio , abrió los ojos a todos para entender y restituir la verdadera lección de Ausonio en una epístola ad Probum:» [1]

Sic iste, qui natus tuus,
Flos flosculorum Romuli
Nutricis inter lemmata,
Lallique somniferos modos,
Suescat peritis fabulis,
Simul jocari et discere.
Así aqueste, que es tu hijo.
De Rómulo, flor de flores.
[p. 243] Entre las tetas del ama
Cante tonos dormidores,
Soñoliento Lala, Lala,
Que entre consejas entone,
Discretas, para que aprenda
Entretenimientos nobles.

«Donde se lee lilii se ha de restituir lalli, que es este antiguo cantar. Así lo advirtió primero Mariángelo, y lo trae Elías Vineto sobre este lugar de Ausonio. Apadrina todo este pensamiento, y la costumbre de Francia, Josef Escalígero, en las Lecciones Ausónicas, que por haberle visto despues de todo esto escrito, y conformarse con lo que yo tengo escrito, me alegré notablemente.»

El bello ditirambo de Rodrigo Caro, Cupido pendulus, ni por el metro ni por el asunto tiene relación con el idilio de Ausonio Cupido cruci affixus. Más bien parece una imitación del estilo de Catulo. No se ha impreso nunca. Le tengo a la vista en un tomo titulado Obras manu escritas del Dr. Rodrigo Caro, Juez de Testamentos de la Ciudad y Arzobispado de Sevilla &... Sacadas de sus originales de la librería del excelentísimo Sr. Duque de Alcalá, de orden y a costa de D. Patricio Gutiérrez Bravo, Presbítero de Sevilla, aficionado del autor y de la venerable antigüedad. Año 1741. (págs. 238-241).

LXV. CASCALES, Licdo. Francisco.-Murcia, 1634.

En la epístola 7.a, segunda década de las Cartas Philologicas, dirigida al padre Fr. Juan Ortiz, maestro en Teología y ministro del convento de la Santísima Trinidad, en la ciudad de Córdoba, acerca del uso antiguo y moderno de los coches.

«El poeta Ausonio aconseja a un amigo suyo, viejo y convaleciente, que suba en coche, que camine poco a poco y que evite mulas y caballos acelerados:

Pelle soporiferi senium nubemque veterni...
Convaleciente ya del soñoliento
Mal que a la Parca te mostró vecina,
A pasearte sal en coche lento;
Sulca la vega, sulca la marina.
Ni en portante caballo igual al viento,
[p. 244] Ni en mula subas que feroz camina;
Y para libre estar de todo arrisco,
Tú propio de ti propio seas Metisco.

LXVI. PÉREZ RAMÍREZ, Antonio.-Valladolid 1698.

Fortunam reverenter habe, quicumque repente
Dives ab exili progrediere loco.
Con reverente modestia
De la felicidad usa,
O tú, a quien del lugar baxo
Subió al alto la fortuna.

Armas contra la Fortuna, 566.

XLVII. O'CROULEY, Pedro Alonso.-Madrid, 1795.

En los Diálogos sobre la utilidad de las medallas antiguas, principalmente por la conexión que tienen con los Poetas Griegos y Latinos. Obra escrita en inglés por el Caballero Joseph Addison, y traducida al castellano con unas breves notas y correcciones por Don Pedro Alonso O'Crouley, Teniente Quadrillero Mayor de la Santa y Real Hermandad Vieja de Toledo, Sócio de mérito de la Real Sociedad Bascongada, y Miembro Correspondiente de la de Anticuarios de Edimburgo, & &. Al fin va la Descripción del Museo del Traductor. Madrid, 1795. En la Oficina de Don Plácido Barco López. 4.º

Pág. 48: «Por la cabeza radiada del Fénix se comprehende un pasaje de Ausonio, que había extrañado yo antes en la descripción de un Ave; pero ahora reconozco que dicho Poeta hubo de tener presente alguna Pintura o Escultura antigua de este páxaro, pues no era posible lo hubiese visto al natural:

Ter nova Nestoreos implevit purpura fusos:
Et toties terno cornix vivacior aevo,
Quam novies terni glomerantem saecula tractus
Vincunt aeripedes ter terno Nestore cervi:
Tres. quorum aetates superat Phoebeius oscen,
Quem novies senior Gangeticus anteit ales,
Ales cinnameo radiatus tempora nido.
[p. 245] EDY. II.-TERNARIUS
Triplica de Nestor las tres edades,
Y de vivaz corneja las edades:
Triplica nueve veces tantos años
Para llenar la edad del leve ciervo;
Mas tres veces le excede Oscén Febeo,
Y nueve a este el páxaro del Ganges,
El páxaro del nido de canela,
De rayos por las sienes coronado.

Pág. 49: «La segunda es una traducción sacada de Hesiodo, en que se señalan los períodos de la duración de varios entes:

Ter binos deciesque novem super exit in annos
Justa senescentum quos implet vita virorum.
Hos novies superat vivendo garrula cornix:
Et quater egreditur cornicis saecula cervus.
Alipidem cervum ter vincit corvus: et illum
Multiplicat novies Phoenix, reparabilis ales.
Quam vos perpetuo decies praevertitis aevo,
Nymphae Hamadryades: quarum longissima vita est:
Hi cohibent fines vivacia fata animantum.
EDY. 18
Hasta noventa y seis años prorroga
Su larga edad el hombre que más vive:
Nueve veces más larga
Es la vida fatal de la corneja:
El ciervo la prolonga a cuatro siglos,
Y a doce el negro cuervo: mas el Fenix,
Páxaro que renace de sí propio,
Aun nueve veces más la vida alarga:
Vos le excedáis diez veces,
Oh Ninfas Hamadriades: vosotras
Término sois de la más larga vida.

«Cintio. Se necesita ser buen Arithmético para entender las obras de este Autor: corre su descripción como si fuera tabla de multiplicación..

Pág. 51:

Donec consumto Magnus qui dicitur, anno,
Rursus in antiquum veniant vaga sidera cursum:
Qualia dispositi steterant ab origine mundi.
[p. 246] EDY. 18
Pasado el año grande,
Vuelven los astros al antiguo estado
En que fué puesto el mundo al ser criado.

Pág. 102: «En este reverso de Marco Aurelio tenemos a Minerva montada sobre un monstruo, el qual se halla descrito por Ausonio en los siguientes versos:

Ille etiam thalamos per trina aenigmata quaerens
Qui bipes, et quadrupes foret, et tripes omnia solus;
Terruit Aoniam Volucris, Leo, Virgo, triformis
Sphinx, volucris pennis, pedibus fera, fronte puella.
EDY. II.-TERNARIUS
Solicitando Edipo el casamiento
Con descifrar astuto el triple enigma
De cuál era en el mundo aquel viviente
Que sin mudar su ser se sostenía
A veces en tres pies, otras en cuatro,
Y en dos solos tambien, venció la impía
Cautela de aquel monstruo que de virgen,
Ave y pardo leon se componía,
Triforme esfinge, cuyo rostro era
De virgen, de ave el ala, el pie de fiera

Pág. 108:

Exultant udae super arida saxa rapinae,
Luciferique pavent laetalia tela diei.
(De piscibus captis.)
EDY. 10.-MOSELLA
Salgan los peces húmedos encima
De las enxutas rocas y peñascos,
Y se espantan al ver con agonía
Los dardos crueles del luciente día.

Pág. 124: «Es cierto que se celebraban los Juegos Neméos, [p. 247] siendo una guirnalda de apio el premio que se daba a los vencedores, como refiere Ausonio:

Quatuor antiquos celebravit Achaia ludos...
(De Lustral. Agon.)
Cuatro juegos Acaya antiguamente
Celebró: dos en honra de los Dioses;
Los demás en obsequio de mortales:
Los unos consagraba a Febo y Jove,
A Palemón los otros y Archemoro,
Y de los valerosos vencedores
Fué una simple guirnalda, premio ufano
De apio, de oliva, pino, o de manzano.
Archemori Nemeaea colunt funebria Thebae.
(Id. da locis Agon.)
Thebas en los Neméos con decoro
Las exequias celebra de Archemoro.
... Alcides Nemeae sacravit honoren.
(De auct. Agon.)
A Nemea dió Alcides
Sumo honor consagrándole dos lides.

Pág. 136: «Antiochia tiene al lado un ancla en memoria de su fundador Seleuco, cuya progenie (si hemos de creer a los historiadores) toman al nacer dicha señal. Ausonio lo refiere en sus versos sobre esta ciudad:

Illa Seleucum
Nuncupat ingenuum, cujus fuit anchora signum;
Qualis inusta solet; generis nota certa, per omnen,
Nam sobolis seriem nativa cucurrit imago.
(Ordo nobilium urbium. III.)
Da el nombre de Sincero (?) al gran Saleuco,
Cuyo signo fué un ancla, cual si fuera
Estampada con fuego, marca extraña
Que tu estirpe de todos diferencia,
Pues corre de uno en otro descendiente
Esta señal nativa y permanente.
[p. 248] LXVIII. MORE LL, P. José, S. J.-Tarragona, 1683.

Ep.:

Non potis est Proclus digitis emungere nasum...

(No encuentro este epigrama en la edición Bipontina de Ausonio, 1785.)

A Proclo narigudo...

Poesías selectas de varios Autores Latinos. Tarragona, 1683. Página 75.

Notas

[p. 194]. [1] . Siendo tan difícil señalar el límite entre la paráfrasis poética y la imitación, me ha parecido conveniente, tratándose de composiciones breves como las de Ausonio, presentar reunidas las traducciones e imitaciones de cada poesía, para que pueda apreciarse el partido que de cada una de ellas han sacado nuestros ingenios.

[p. 201]. [1] . El epigrama 43 es el mismo, aunque con variantes, y uno y otro son traducciones hechas por Ausonio de un epigrama griego.

[p. 202]. [1] . El donoso poemita del mismo Salazar Las Estaciones del Día, nada tiene que ver, fuera del título, con la Ephemeris, id est totius diei negotium, de Ausonio.

[p. 207]. [1] . Troyano dice la edición de Medina del Campo, pero parece evidente errata.

[p. 216]. [1] . No ignoro las razones que pueden alegarse contra la atribución a Ausonio del Rosetum que antiguamente se imprimía entre los Catalecta o poemas menores atribuídos a Virgilio. Pero estas razones no me parecen de bastante fuerza para despojar al poeta de Burdeos de esta linda aunque amanerada composición, que es muy de su gusto y de su estilo, y que por suya tuvieron constantemente nuestros humanistas.

[p. 228]. [1] . Parece reminiscencia de estos dos versos aquel tan sabido de Quintana en la elegía a la muerte de la Duquesa de Frías:

¡Muera más bien que envejecer la hermosa!

[p. 241]. [1] . Esta edición es tan incorrecta, que creemos necesario volver a copiar los versos latinos para darles la lección debida.

[p. 242]. [1] . Es la 16 de la edición Bipontina.