Buscar: en esta colección | en esta obra
Obras completas de Menéndez... > BIBLIOGRAFÍA HISPANO-LATINA... > III : ...CICERÓN-HISTORIA... > FEDRO

Datos del fragmento

Texto

Ediciones.

I. ANÓNIMO.—Madrid, 1775.

Phaedrus, Augusti libertus et Flav. Aviani Fabulae cum annotationibus ad utrumque: accedunt Fabulae graecae latinis respondentes et Homeri Batrachomyomachia. Matriti. Ibarra, 1775. 8.º

Buena edición.

Núm. 6.444 del catálogo de Morante.

II. ANÓNIMO.—Valparaíso, 1848.

Fábulas de Fedro, en latín y castellano, ilustradas con algunas notas para el uso de los principiantes en las escuelas de gramática. Valparaíso, 1848. Imprenta Europea. 18.º, 150 pp.

Según D. Ramón Briseño (Estadística Bibliográfica de la literatura chilena, p . 145), es reimpresión de una edición europea, pero no dice de cuál.

Traducciones.

III. PÉREZ RAMÍREZ, Antonio.—Valladolid, 1698.

LUPUS ET GRUIS
Qui pretium meriti ab improbis desiderat...
[p. 338] Dos veces desmerece
Quien al indigno y malo favorece;
Quien de él buen pago espera,
El favor es la culpa en él primera,
Y recibir del malo nocumento
Es la otra: testigo es este cuento:
De un Lobo en el gaznate apresurado
Se quedó un hueso mal atravesado;
Y de el dolor vencido,
Pidiendo ayuda, levantó el ahullido:
El pago que promete, es con exceso
Al que sin daño le sacare el hueso;
Pero nadie confía, nadie osa,
Que la boca del Lobo es peligrosa,
Y quien se mete en ella inadvertido
Será milagro no salir mordido:
Sólo la grulla intenta; el lobo jura
Que será grande el pago, si le cura:
No sin miedo la grulla su cabeza
Por la boca metió de tal fiereza;
El hueso desencaxa que le espina,
Y no sin riesgo fué la medicina:
La grulla pide que se cumpla el trato;
Mas el lobo perjuro sobre ingrato
La dize: ¿Qué merced pretendes, loca,
Más que salir ilesa de mi boca?
Armas contra Fortuna, 319-320.

IV. IDIÁQUEZ, P. Francisco Javier de.—Gerona, s. a.

Fábulas de Phedro, Liberto de Augusto, traducidas de latín a castellano, e ilustradas con algunas notas para el uso de los principiantes en las Escuelas de Gramática. Corregidas por D. Joseph Carrasco, Ex Profesor de Filosofía y Sagrada Teología en la Universidad Luliana de la Isla de Mallorca. Con licencia: Gerona: En la Imprenta de Narciso Oliva. 8.º, 4 hs. prls. y 238 pp.

V. IDIÁQUEZ, P. Francisco Javier de.—Burgos, 1775.

Fábulas de Phedro, Liberto de Augusto, traducidas de latín a castellano, e ilustradas con algunas notas para el uso de los [p. 339] principiantes de las Escuelas de Gramática de la Compañía de Jesús. Con licencia de los Superiores. Impresso en Burgos en la Imprenta de la S. Iglesia, siendo su Administrador D. Martín de Ojeda y Salazar, año de 1775. 8.º, II hs. prls. y 251 pp.

El P. Diosdado Caballero, y después de él todos los bibliógrafos de la Compañía, Backer, Sommervogel, y el más reciente y erudito de todos, el P. Eugenio de Uriarte atribuyen esta traducción al P. Idiáquez.

A primera vista pudiera creerse que el traductor era el mismo de las Cartas escogidas de Cicerón impresas el mismo año en Burgos, es decir, el P. Isidro López. En el prólogo de las Fábulas se dice: «Quando en el Prólogo de las Cartas escogidas diximos que el primer Autor que se debe dar a los niños es Cicerón, no quisimos decir que no se les haya de dar también a Phedro...» «En orden a la traducción, volvemos a hacer profesión, como la hicimos en la de las Epístolas Familiares de no aspirar a otra cosa, sino es a facilitar a los niños la inteligencia de la Lengua Latina.»

«En las Epístolas de Cicerón, clase 5, ep. 6, pusimos una nota sobre los Sestercios Romanos, y remitimos al lector a una fábula del libro IV de Phedro. Esta fábula, por algo indecente, se omite en nuestra edición.'

Pero, según la justa observación del P. Uriarte, tales palabras «no deben interpretarse como si se refirieran a un individuo particular, sino como dichas a nombre de la comisión encargada de dar para las escuelas de la Compañía una edición traducida o anotada de los Clásicos Latinos, y de la que formaban parte los PP. López e Idiáquez.»

VI. IDIÁQUEZ, P. Francisco Javier.—Madrid, 1781.

Fábulas de Phedro, Liberto de Augusto, en latín y castellano, e ilustradas con algunas notas para el uso de los principiantes en las escuelas de gramática. En Madrid: Por Don Antonio de Sancha. Año de MDCCLXXXI. Se hallará en su Librería en la Aduana Vieja. Con las licencias necesarias. 8.º, 7 hs. prls. y 233 pp.

[p. 340] VII. GONZÁLEZ DE VALDÉS, Juan Antonio.—Alcalá, 1792.

Fabulas de Fedro y de Horacio, traducidas literalmente de latín en castellano por D. Juan Antonio González de Valdés, Director de la Real Academia Latina Matritense. En Alcalá, año de MDCCXCII. En la Oficina de la Real Universidad. Con licencia. 8.º, 8 hs. de principios y 358 de texto

Vida de Fedro y análisis de esta edición. Índice de verbos. Orden alfabético de libros, prólogo, &. de esta edición. Erratas.

(Biblioteca Nacional.)

VIII. ANÓNIMO, P. F.—Valencia, 1799.

EL ZAPATERO MÉDICO
Un ruin Zapatero,
Del hambre y la pobreza consumido,
Con principio feliz y lisongero,
Habiendo en un lugar desconocido
Ejercido la noble medicina
Con su verbosidad loca y ladina,
Y antídoto supuesto,
De gran Médico fama adquirió presto.
El Rey de la ciudad, siendo postrado
De una grave dolencia,
Del Médico afamado
Quiere hacer experiencia.
Venido a su presencia,
Un vaso pide el Rey, y artificioso,
Agua sola infundiendo,
Tósigo con su antídoto precioso
Finge ayuntar, y premio le ofreciendo
Mandó que lo bebiera. Él temeroso
De morir, le confïesa abiertamente,
Que la fama de Médico excelente
Que adquirido se había,
No a su arte, sino al vulgo la debía.
El Rey desengañado,
Habiendo luego al pueblo convocado,
Les dice: «¡O qué locura
Tan grande y desmedida!»
A quien nadie fió su calzadura,
[p. 341] Fiais vosotros, necios, vuestra vida.
   Con verdad esta Fábula dixera
Pertenece a aquellos imprudentes,
Cuya estupidez necia es lisongera
Ganancia a charlatanes e insolentes.
Diario de Valencia, 28 de Setiembre de 1799.

IX. ANÓNIMO, P. F.—Valencia, 1799.

EL ÁGUILA, LA GATA Y EL JABALÍ
   La Águila, en una alta encina
Había puesto su nido:
La Gata, alcanzando cueva,
En el tronco había parido.
   Juntamente, al pie de un árbol,
Una Cerdosa sus hijos
Había depositado,
Con procederes fingidos,
   Y malicia refinada:
La casual unión deshizo
La Gata de aquesta suerte,
Al nido, habiendo subido
   Del Águila, así la dice:
Te amenaza un exterminio,
Y quizá a mí desdichada
Me sucederá lo mismo:
   Pues cuando ves cada día
La tierra horadar continuo
A la Jabalí traydora,
Es con intento maligno
   De echar por tierra la encina,
Para que pueda oprimirnos
Más fácilmente en el llano,
Oprimiendo a nuestros hijos,
   Así el espanto sembrado,
Y turbados los sentidos,
De repente a la Cerdosa
Baxó en su cueva, y la dixo:
   «Ciertamente tus hijuelos
Se hallan en grande peligro;
Pues luego que a pacer salgas
Con tu tierno rebañito,
   La Águila se halla dispuesta
A robar tus puerquecillos.
[p. 342] Después que también a esta
Hubo el temor infundido,
   La engañosa asegurada
Se ocultó allá en su retiro.
De allí saliendo en la noche
A pie quedo y callandito,
   Saciada ya de alimento
Ella, y también sus hijitos,
Está en vela todo el día,
Fingiendo miedo excesivo.
   La Águila se está en las ramas
Temiendo su precipicio:
Para evitar la rapiña,
Se está el Jabalí escondido.
   ¿Para qué más? Con la hambre
Ellas y ellos consumidos,
Prepararon abundante
Pasto a la gata y gaticos
   La incredulidad del necio
Aquí encontrará este aviso:
«Cuántos males ocasione
El bilingüe y el fingido.»
Diario de Valencia, 2 de octubre de 1799.

X. ANÓNIMO, P. F.—Valencia, 1799.

EL MONTE DE PARTO
   Un monte de parto estaba,
Terribles gemidos dando,
Al mundo todo asombrando.
Grande cosa se esperaba.
   En tan grande expectación
Al cabo parió un ratón.
Esto va a ti, satisfecho,
Que con tus vanas promesas
Intentas grandes empresas,
Y nada haces de provecho.
Diario de Valencia, 5 de octubre de 1799.

XI. ANÓNIMO, P. F.—Valencia, 1799.

DOS MULAS Y LOS LADRONES
   Dos acémilas iban caminando
Cada una de sus fardos fatigada,
[p. 343] El público dinero una llevando,
La otra los sacos llenos de cebada.
Soberbia aquella con la carga, y rica,
Empina el cuello, y con rumor repica
La campana sonora.
A su orgullo y pomposo movimiento,
Sigue la compañera en paso lento.
De guarida traidora
Vuelan unos ladrones de repente,
Y en la refriega hieren malamente
A la acémila, roban el dinero,
Y el ordio vil desprecian de ligero.
Llorando esto la triste despojada,
La otra ha respondido:
«Me alegro de haber sido despreciada,
Pues que nada perdí, ni me han herido,
Con esto la pobreza está segura,
Y la riqueza riesgos se asegura.»
Diario de Valencia, 5 de octubre de 1799.

XII. ANÓNIMO, P. F.—Valencia, 1199.

EL LOBO Y EL CORDERO
El Lobo y el Cordero,
De la sed impelidos,
Fueron a un mismo arroyo conducidos.
En el lugar primero
El Lobo se encontraba
El Cordero inferior puesto ocupaba.
Entonces el Lobo, robador sangriento,
De su voracidad fiera instigado,
Le urde un pleito violento.
«¿Cómo, le dice, el agua has enturbiado
Cuando yo la bebía?»
El Cordero temblando respondía:
«¿De qué suerte hacer puedo lo que opones,
De ti el agua corriendo
Al lugar donde yo me hallo bebiendo?»
Con la fuerza y verdad de estas razones
El Lobo convencido,
Seis meses ha, le dice, que atrevido,
Con voces me injuriaste.
Responde el Corderuelo:
«No había yo aun venido al suelo.»
[p. 344] Sin que la razón baste,
Concluye el Lobo infame y despiadado:
«Es, pues, tu padre quien me ha ultrajado.»
Con esto lo arrebata,
y al Corderillo injustamente mata.
   Con lo que estos avisos nos enseñan
Los hombres se diseñan
Que con fingidas causas, inclementes,
Oprimen a los pobres inocentes.
Diario de Valencia, 7 de octubre de 1799.

XIII. ANÓNIMO, P. F.—Valencia, 1799.

UN LEÓN HABLANDO CON UN LADRÓN
   Niega al codicioso,
Y escucha el motivo,
Y da a los humildes
Aun lo no pedido.
   El León sobre un becerro
Estaba, de él rendido.
Pidiendo alguna parte,
Un Ladrón intervino.
   El león le responde:
«Te diera complacido,
Si tú no acostumbraras
Tomarlo por ti mismo.»
   De esta arte lo rechaza.
Casualmente allí vino
Un viajante, y habiendo
Al fiero León visto,
Vuelve pie atrás, y entonces
Él plácido y benigno
«No temas, no, le dice,
Y aquello que es debido
A tu modestia, toma,
Sin temor de mi brío.»
Entonces el becerro
En partes dividido,
   Porque el hombre se acerque,
Busca el bosque y retiro:
Ejemplo cierto grande,
Y de alabanza digno.
   No obstante, será siempre
Verdad lo que atestiguo:
[p. 345] Sobrada la codicia,
Como el pudor mendigo.
Diario de Valencia, martes, 8 de octubre de 1799.

XIV. ANÓNIMO, P. F.—Valencia, 1799.

UN CIERVO Y UNOS BUEYES
   Del escondido bosque un ciervo ojeado,
Para evitar la muerte que amenazan
Los cazadores, de temor ya ciego,
A una quinta se acoge allí cercana,
Y en establo a propósito se esconde.
Aquí un Buey al oculto Ciervo habla:
«¿En qué, infeliz, pensaste, que espontáneo
Has corrido a la muerte, y entregada
A merced de los hombres fíes la vida?»
Pero él les dice humilde, «Hacedme gracia
De no me descubrir, que yo os ofrezco
Que en la ocasión primera veloz salga.»
Llega la noche, el día concluído,
Trae ramos el boyero, y no repara:
Van y vienen los rústicos, y nadie
Lo advierte: el mayordomo también pasa,
Y no percibe cosa: el Ciervo alegre,
A los tranquilos Bueyes dió las gracias
Porque en el tiempo adverso le hospedaron.»
Responde uno: «Nosotros suerte salva
Te deseamos; pero si llegare
El que tiene cien ojos, arriesgada
Se halla mucho tu vida. Al decir esto,
Hete que el amo de cenar llegaba,
Y porque había visto, desmedrados
Los bueyes poco antes, se adelanta
A mirar los pesebres, y así dice:
«¿Cómo hay tan poca hoja? ¿Cómo faltan
Las mullidas aquí? ¿Tanto trabajo
Fuera el quitar aquellas telarañas?»
Al tiempo que estas cosas escudriña,
Miró del ciervo las excelsas hastas,
Al cual, llamada la familia toda,
Manda matar, y con la presa se alza.
   Esta fábula enseña, que en su hacienda
Y en sus bienes el amo mucho alcanza.
Diario de Valencia, 9 de octubre de 1799.
[p. 346] XV. ANÓNIMO, P. F.—Valencia, 1799.
LA MOSCA Y LA MULA
   En el timón de un carro se asentaba
Una mosca locuaz y fanfarrona,
Y riñendo a la Mula que tiraba,
«¡Qué tarda eres, le dixo, bellacona!
¿Cómo no andas apriesa y con más brío?
Guárdate no te aguije el punzón mío.»
Respondióle la Mula, algo oportuna:
«Tus bravatas no me hacen fuerza alguna;
Temo a ese que sentado
Anda en la delantera,
Y con correoso látigo templado
Me rige, y con las riendas me modera.
Por lo cual, baladrona impertinente,
Déxate de bravatas nada al caso,
Pues sé cuándo conviene diligente,
Y cuándo perezoso y tardo paso.»
   Se hace con esta fábula risible
Quien sin valer se quiere hacer terrible.
Diario de Valencia , 10 de octubre de 1799.

XVI. ANÓNIMO, P. F.—Valencia, 1799.

LA ZORRA A UNA MÁSCARA
   La Zorra casualmente
Vió una Máscara hermosa,
Y dijo de repente:
«¡O, si tuviera seso, qué gran cosa!»
   A aquellos es la historia,
A quien hado propicio
Concedió honor y gloria,
Pero quiso negarles el juicio.
Diario de Valencia, 11 de octubre de 1799.

XVII. ANÓNIMO, P. F.—Valencia, 1799.

LOS ÁRBOLES CON LA PROTECCIÓN DE LOS DIOSES

   Los dioses tomaron
En el tiempo antiguo
[p. 347] Los árboles que ansían
Poner a su abrigo.
   A Jove la encina,
A Venus el mirto,
El laurel a Febo,
A Cibeles pino.
   Y a Hércules le plugo
El álamo altivo.
Minerva admirada
Pregunta el motivo
   Porque infructuosos
Habían escogido:
Entonces la causa
Así Jove dixo:
   «Porque no parezca
Que el fruto es vendido
Por el culto y honra
Que allí recibimos.»
   Replica Minerva
«Cada uno a su arbitrio
Dirá lo que guste:
A mí es el olivo
   Grato por su fruto.»
Al haberlo oído
El Padre de Dioses,
Que a los hombres hizo,
   De este modo exclama:
«O hija, tú has sido
Llamada la sabia
Con justo motivo.»
   Pues si lo que hacemos
No es útil, concibo
Que es vana la gloria
De haberlo emprendido.
   La fábula breve
Nos da aqueste aviso:
No hacer cosa alguna
Sin útil ni alivio.
Diario de Valencia, 12 de octubre de 1799.

XVIII. ANÓNIMO, P. F.—Valencia, 1799.

EL LEÓN CONSUMIDO DE AÑOS
Cualquiera que ha perdido
Su antigua dignidad y antiguo estado,
[p. 348] En lance desgraciado
Aun de los hombres viles es reído.
   Hallándose un León de años cargado,
De fuerzas destituído,
Y próximo al postrer último aliento,
Un javalí sangriento
A él se llega con fulmíneos dientes,
Le acomete con golpes inclementes,
E hiriéndole con furia,
Se vindica de cierta antigua injuria,
Luego un Toro a sus hastas busca abrigo
Atravesando el cuerpo su enemigo.
Viendo al León maltratado
El Asno impunemente,
A coces despiadado
Le quebranta la frente;
Mas el León espirando así decía:
«Cuando de los valientes la osadía
Y el insulto sufrí, me vi indignado,
Pero ahora a sufrirte a ti obligado,
Que eres el deshonor de la natura
Dos veces morir creo muerte dura.»
Diario de Valencia, 15 de octubre de 1799.

XIX. ANÓNIMO, P. F.—Valencia, 1799.

LAS LIEBRES Y LAS RANAS
   El que no puede sufrir
Propios males con paciencia,
Los agenos considere,
Y la tolerancia aprenda.
   De un grande estruendo asustadas
Unas liebres en las selvas,
Mas que continuos temores,
Amar la muerte protestan.
   Por esto las miserables
A una laguna se llegan,
Para allí precipitarse.
Mas como luego advirtieron
   Que amedrentadas las Ranas
Con su venida, con priesa
A las verdes ovas huyen,
Dixo una: «Ola, compañeras,
   Parece que hay también otros,
[p. 349] A quienes el miedo aquexa
De los males. Como todos
Llevamos la vida nuestra.»
Diario de Valencia, 19 de octubre de 1799.

XX. ANÓNIMO, P. F.—Valencia, 1799.

EL PERRO NADANDO
   Quien lo ageno codicia,
Propio y ageno pierde con justicia,
   Por un río nadando un Perro andaba,
Con un trozo de carne que llevaba.
Su imagen viendo en la agua cristalina,
Otro perro, otra presa se imagina:
Robársela presume, y engañado
De su codicia loca,
Suelta la que tenía ya en la boca,
Sin lograr la que había deseado.
Diario de Valencia, 20 de octubre de 1799.

XXI. ANÓNIMO, P. F.—Valencia, 1799.

EL MILANO ENFERMO
   Enfermo estaba el Milano,
ya muchos meses había:
Toda esperanza creía
Que era ya a su vida en vano.
   A su madre le rogó
Que a los templos santos fuese,
Y votos allí ofreciese
Por su salud. Respondió:
   «Lo haré con gusto, hijo mío;
Mas con vehemencia recelo,
No he de alcanzar tu consuelo.
Tú, que profanaste impío
Todos los santos altares,
Víctimas no perdonando,
Las efigies arruinando
Casi en todos los lugares,
¿Qué quieres que yo pida en tus pesares?»
Diario de Valencia, 22 de octubre de 1799.
[p. 350] XXII. ANÓNIMO, P. F.—Valencia, 1799.
LA VACA, LA CABRA, LA OVEJA Y EL LEÓN
   Nunca con el potente
Fué fiel la compañía.
La fabulita mía
Confirma mi propuesta claramente.
   La Vaca y la Cabrilla, y la paciente
Oveja, compañeros del León fueron
En los bosques, y un Ciervo muy crecido
Entre todos cogieron,
   El cual en cuatro partes dividido,
El León engreído
Habló de esta manera:
Me llaman León, me tomo la primera.
   De aquesta misma suerte
Me daréis la segunda, pues soy fuerte;
También, porque más puedo,
Seguirá la tercera a mi denuedo:
   Nadie la cuarta toque;
Muy mal lo pasará quien lo provoque.
Con esto la maldad y la insolencia
Toda la presa entrega a su violencia.
Diario de Valencia , 23 de octubre de 1799.

XXIII. ANÓNIMO, P. F.—Valencia, 1799.

EL CIERVO EN LA FUENTE
   Este cuento prueba
Que lo despreciado
A veces es útil
Más que lo alabado.
   En la fuente un Ciervo,
Habiendo saciado
La sed, se detuvo,
Su efigie mirando.
   Sus ramosos cuernos
Alaba admirado,
Y en sus pies desprecia
Lo tenue y delgado.
   Con la gritería,
[p. 351] Luego amedrentado
De los cazadores
Que sobre él llegaron,
   A huir empieza
Veloz por el campo,
Y su curso dexa
Los perros burlados.
   Entrase en la selva,
Donde embarazado
Por ser con sus hastas
En ella enredado,
   Empezó muy luego
A ser lacerado
Por los fieros canes
Con crueles bocados.
   Esta voz se dice,
Muriendo haber dado:
«Ahora al fin entiendo
Triste yo y cuitado,
   Cómo útil me fuera
Lo que había hollado:
Y cuanto me aflige
Lo que había loado.»
Diario de Valencia, 23 de octubre de 1799.

XXIV. ANÓNIMO, P. F.—Valencia, 1799.

EL MILANO Y LAS PALOMAS
   Quien se entrega a un malvado
Para ser amparado,
Encuentra su ruina
Donde hallar el socorro se imagina.
   Habiendo muchas veces del Milano
Las Palomas huído
Y escapado la muerte
Con prestas alas, el raptor tirano,
Para echar mejor suerte,
Se vale del ardid más fementido;
Y a la grey desarmada
Con esta treta coge aprisionada:
«Por qué, dice, lleváis vida cuidosa,
Y no me creáis rey, con firme pacto,
Que os defienda con uña poderosa
De toda infamia, e injurioso trato?»
Creyéndolo ellas, danse a su albedrío,
[p. 352] Y él habiendo alcanzado el poderío
Se las come, y exerce horrible y fiero,
Con crueles uñas, el terrible imperio.
De las que habían quedado,
Dixo una entonces: «Estanos bien empleado.»
Diario de Valencia, 31 de octubre de 1799.

XXV. ANÓNIMO, P. F.—Valencia, 1799.

LAS ABEJAS Y ZÁNGANOS, SIENDO LA AVISPA JUEZ
   Las Abejas en lo alto de una encina
Sus panales labraron;
Los Zánganos poltrones porfiaron
Ser suyos: se examina
De la Abispa en la audiencia,
Siendo ella misma juez, esta pendencia.
La avispa, conociendo bien a entrambas,
Aquesta ley propuso a partes ambas:
Vuestro cuerpo y color es semejante
Tanto, que con razón, sin duda alguna,
Se ha venido a dudar; pero no obstante,
Para que inoportuna
Decisión o sentencia
No grave mi conciencia,
Las colmenas tomando;
La obra en los panales derramando
Veamos por el sabor y la dulzura
Y también del panal por la figura
(Acerca de los cuales se litiga)
Quién autor de ellos con razón se diga:
Los Zánganos rehusan el tratado,
Luego de las Abejas aceptado.
Entonces tal sentencia ella profiere:
«Está ya descubierto quién pudiere
Los panales formar, y quién no pueda;
Así a la abeja el fruto se conceda.»
   Hubiera yo esta fábula omitido,
Si el Zángano aceptara tal partido.
Diario de Valencia, 3 de noviembre de 1799.

XXVI. ANÓNIMO, P. F.—Valencia, 1799.

LA ZORRA Y EL ÁGUILA
   Por más que levantados
Sean los sublimes,
[p. 353] Deberán temer siempre
A los humildes;
   Pues la venganza
De la industria ingeniosa
Luego se halla.
   La Águila en cierto tiempo
Los cachorrillos
Robando a una Raposa,
Puso en su nido
   A sus polluelos,
Porque de allí tomaran
El alimento.
   La persigue la madre
Y la suplica
No cause tanto llanto
A la afligida.
   Asegurada
En su nido, desprecia
Esta demanda.
   La Zorra arrebatando
De una ara fuego,
Todo el árbol rodea
Con llamas luego,
   Y con el daño
De sus propios hijuelos
Mezcla el contrario.
   El Águila queriendo
Librar los suyos
Del riesgo de la muerte,
Devuelve al punto
   A la raposa
Salvos los propios hijos,
Triste y llorosa.
Diario de Valencia, 10 de noviembre de 1799.

XXVII. ANÓNIMO, P. F.—Valencia, 1799.

EL GRAJO SOBERBIO
   Porque a nadie se le antoje
Gloriarse en la hacienda agena,
Sino que cada uno viva
Conforme es a su estado y a su hacienda,
   Propuso Esopo este ejemplo:
Lleno de vana soberbia
[p. 354] Recoge un Grajo las plumas
De un pavo, y engalánase con ellas:
   Después hallando a los suyos,
En la hermosa grey se mezcla
De los pavos; pero ellos
Despluman, pican la ave desatenta:
   Maltratado el Grajo triste,
A los de su especie empieza
A volver; mas nota infame
Sufre, pues con desprecio lo desechan.
   Uno de los despreciados
Le dixo de esta manera:
«Si contento con nosotros
Moraras, y a la suerte no excedieras,
   Ni aquella afrenta probaras,
Ni ahora en la suerte adversa
Sentirías la repulsa,
Que tristemente amarga así lamentas.»
Diario de Valencia, 11 de noviembre de 1799.

XXVIII. ANÓNIMO, P. F.—Valencia, 1799.

UNA LIEBRE Y UN GORRIÓN
   Que es necio el aconsejar
A otro, y no mirar por sí,
En pocos versos aquí
Lo hemos de manifestar.
   A una Liebre que oprimía
Una Águila robadora,
Cuando amargamente llora,
Así un Gorrión reprendía:
   «¿Dónde está la ligereza
Tan famosa y conocida?
¿Cómo para la corrida
Faltó a tus pies la presteza?»
   Cuando hablaba de esta suerte,
Llega improviso el Milano,
Lo arrebata, y aunque en vano
Se quexa, le da la muerte.
   En su muerte por consuelo
Diz la Liebre agonizante:
«Tú, que seguro ha un instante
Burlabas mi desconsuelo,
Ahora con duelos iguales
Lloras desdichas, lloras propios males.»
Diario de Valencia, 14 de noviembre de 1799.
[p. 355] XXIX. ANÓNIMO, P. F.—Valencia, 1799.
LAS RANAS CONTRA EL SOL
   De un ladrón su vecino Esopo viendo
El festejo en sus bodas tan pujante,
Les apropió este cuento al mismo instante.
   En otro tiempo el Sol casar queriendo,
A las altas estrellas
Levantaron las Ranas sus querellas.
Júpiter de sus voces conmovido,
Pregunta cuál la causa había sido.
Una de ellas responde «Siendo uno
Y sólo ahora el Sol, inoportuno
Todos los lagos seca, nos castiga,
Y a morir secas míseras obliga:
¿Qué será de nosotras, si casare,
E hijos procreare?»
Diario de Valencia, 15 de noviembre de 1799.

XXX. ANÓNIMO, P. F.—Valencia, 1799.

EL PERRO FIEL
   El liberal de repente
A los incautos es grato,
Mas para los advertidos
Siempre arma inútiles lazos.
   Habiendo un Ladrón nocturno
A un Perro pan arrojado,
Tentando si por ventura
Así pudiera engañarlo;
   «¿Ola, le dice, tú quieres
Cerrarme la boca acaso,
Para que así yo no ladre
Por la hacienda de mi amo?
   Te engañas mucho, que el verte
Repentinamente blando,
Me obliga a estar vigilante,
No ganes con mi pecado.»
Diario de Valencia, 18 de noviembre de 1799.
[p. 356] XXXI. ANÓNIMO, P. F.—Valencia, 1799.
LA RANA QUE REVENTÓ
   Si al poderoso quiere
El mendigo imitar, perece y muere.
   Miró a un Buey una Rana en cierto prado,
Y envidiando tan grande corpulencia,
La arrugada piel habiendo hinchado,
A sus hijos pregunta y descendencia
Si acaso más que el Buey era abultada.
Dicen que no, y entonces con más fuerza
De nuevo en ensanchar su piel se esfuerza,
Y la misma pregunta reiterada,
Quién mayor fuese de los dos, decía.
Respondiendo que el Buey, con más porfía,
Indignada, impaciente,
Quiere hincharse, y revienta infaustamente.
Diario de Valencia, 20 de noviembre de 1799.

XXXII. ANÓNIMO, P. F.—Valencia, 1799.

EL LOBO Y LA ZORRA, SIENDO JUEZ EL MONO
   Quien una vez fué cogido
En mentira descubierta,
Aun cuando la verdad dice,
El crédito se le niega.
De Esopo esta fabulita
Lo atestigua y lo comprueba.
   Argüía a la Zorra un Lobo
De hurto, y negándolo ella,
Sentóse el Mono por juez,
Que el litigio decidiera.
Habiendo entrambos orado
Su causa, aquesta sentencia
Se dice pronunció el Mono:
«Tú, o Lobo, no encuentro prueba
Perdido hayas lo que dices:
De ti, o Zorra, es bien que crea,
Que habrás hurtado lo que astuta niegas.»
Diario de Valencia, 30 de noviembre de 1799.
[p. 357] XXXIII. ANÓNIMO, P. F.—Valencia, 1799.
LA ZORRA Y EL CUERVO
   El que se alegra de oir sus loores
En palabras falaces envueltos,
En sentimiento vergonzoso y tardo
Casi siempre recibe el premio.
   Descansando en árbol empinado,
Comer el Cuervo se quería un queso,
De una ventana por él bien hurtado:
Vióle la Zorra, y hablóle así luego:
   «¡De tus plumas cuán grandes los brillos!
¡Cuánta hermosura en tu rostro y tu cuerpo!
Si canto tuvieras, otra ave ninguna
Ni te igualara, ni fuera primero.»
   Cuando el insulso ostentar quiere el canto,
El queso suelta de su boca, y presto
Sagaz la raposa lo coge en sus dientes,
Llorando su engaño el estúpido Cuervo.
   Con este suceso se prueba bien claro
Cómo el ingenio será de provecho;
Pero en todo caso sin duda ninguna
Más vale la maña que vale el esfuerzo.
Diario de Valencia, 10 de diciembre de 1799.

XXXIV. ANÓNIMO, P. F.—Valencia, 1800.

LA RAPOSA Y JÚPITER
   No encubre malas mañas gran fortuna.
Por Júpiter la Zorra transformada
En humana figura, cual consorte
Suya, su excelso trono ya ocupaba.
Entonces ella vió un escarabajo,
Que de un rincón saliendo, caminaba,
Y a la bien conocida antigua presa,
Con pasos prestos, de su trono salta.
Se rieron los dioses, y el gran Padre
Se avergonzó, y después de repudiada,
A su torpe mujer severo arroja,
Diciendo en despedida estas palabras:
   «Vive del modo que es a ti decente,
[p. 358] Porque de nuestros méritos y gracias
Nunca sabrás usar condignamente,
Siendo naturaleza tu contraria.
Diario de Valencia, 5 de febrero de 1800.

XXXV. ANÓNIMO, P. F.—Valencia, 1800.

ESOPO JUGANDO
   Viendo a Esopo jugar un Ateniense
A las nueces con chusma de muchachos,
Se detuvo, y burlóle cual delito:
Esto cuando repara aquel anciano
Que causa diere para ser burlado,
Con cuerda floxa, en medio del camino,
Le dice al tiempo que depone el arco:
«Ola, ola, sabiendillo, me declara,
Si puedes por ventura, lo que hago.»
Concurre el pueblo todo; él se fatiga;
No alcanza aquel enigma, y atajado
   Finalmente se rinde. El victorioso
Filósofo le dice: «Si tirado
Tuvieres siempre el arco, prontamente
Sin duda alguna lo verás quebrado;
   Pero si lo afloxares, cuando quieras
Servirte de él, seráte más al caso.»
   Al ánimo recreo darse debe,
Porque vuelva al estudio mejorado.
Diario de Valencia , 7 de febrero de 1800.

XXXVI. CASTRO, P. Agustín de.—Siglo XVIII.

Las Fábulas de Fedro en castellano. Impresas en Italia.

Así lo dice Beristain y Souza (Biblioteca hispano americana septentrional , I, 280), pero es muy dudoso que la traducción del jesuíta mejicano llegara a imprimirse. La única noticia positiva que tenemos de ella nos la da su biógrafo el P. Maneiro (De vitis aliquot Mexicanorum, III, 21 , apud Uriarte, I, 296).

«Pro fracta ejus valetudine, non modici fuit laboris Phedrum totum in hispanum carmen convertere; longissimas aeque atque eruditissimas annotationes adjungere; ac praefationem apponere, in qua et mire subtilem super ejusmodi conversionibus [p. 359] doctrinam tradit, et plura de Phaedri vita, variamque, ut fuerunt tempora, de ipsius Fabulis opinionem commemorat. Quod opus Ferrariae inchoatum, sed longos annos abruptum, in postremis canis resumpsit, eaque venustate, atque elegantia perfecit, ut delecti judices aliquot, qui de ipso pronuntiarent, omnino dignum censuerint, quod in gymnasiorum emolumentum typis pervulgaretur. Quod hispanae puritatis et concinni carminis est, nibil ibi certe desideres; quod autem ad perfectissimam conversionem attinet, pene verbum verbo reddidit, non facile imitabili proprietate atque elegantia.»

Es mucha lástima que se haya perdido esta versión, si era tal como se dice.

XXXVII. IDIÁQUEZ, P. Francisco Javier, S. J.—Valladolid, 1818.

Fábulas de Fedro, Liberto de Augusto, en latín y castellano, ilustradas con algunas notas más de las que tenían, para la fácil inteligencia y uso de los principiantes en los Estudios de Gramática, y corregidas con la mayor exactitud. Con licencia: Valladolid: Imprenta de Roldán. Año de 1818.

8.º 7 hs. prls. y 219 pp.

XXXVIII. CEPEDA, Francisco de.—Madrid, 1820.

Fábulas de Phedro, liberto de Augusto, en latín y castellano, ilustradas con algunas notas más de las que tenían, para la más fácil inteligencia y uso de 1os principiantes en los Estudios de Gramática y corregidas con mayor exactitud. Por D. Francisco de Cepeda, maestro de latinidad en los reales estudios de S. Isidro, e individuo de la Real Academia latina matritense. Madrid, 1820; imprenta de la Viuda de Barco López.

Madrid, 1827, imp. y librería de J. Viana Razola.

Ambas en octavo.

[p. 360] XXXIX. ANÓNIMO.—París, 1844.

Fábulas de Fedro, liberto de Augusto, en latín y castellano. París, librería de Rosa, 1844.

12.º 7 pliegos.

(Hidalgo, Boletín bibliográfico español, 1.ª serie, 1844, t. 6.º página 189.)

XL. ANÓNIMO.—Valparaíso, 1848.

Fábulas de Fedro, en latín y castellano, ilustradas con algunas notas para el uso de los principiantes en las escuelas de gramática.

Valparaíso, 1848, Imprenta Europea.

18.º 15O PP.

XLI. HIDALGO, F. de P.—Cádiz, 1858.

Fábulas escogidas de Fedro, traducción literal con el texto latino al frente, arreglada a las colecciones de autores selectos latinos que se usan en los Institutos, colegios y demás establecimientos de segunda enseñanza del reino, por Don F. de P. Hidalgo, y anotada con observaciones gramaticales por D. Vicente Fontan y Mera. Cádiz, 1858. Imprenta de «La Paz», a cargo de M. M. de Luque, librería de la Revista médica.

8.º mayor, 8 + 56 pp.

«Las ocho páginas preliminares contienen: «Nuevo método para el más fácil estudio de los autores latinos conforme al texto aprobado por el Gobierno para uso de los Institutos, colegios y demás establecimientos de segunda enseñanza del reino. Publicado por los Directores de la Biblioteca de Autores griegos y Latinos.»

Es el n.º 2 de la Biblioteca de AA. Griegos y Latinos.

XLII PAZ SOLDÁN Y UNANUE, Pedro.—Lima, 1871.

PULLUS AD MARGARITAM
Un pollo que escarbaba en un establo
Buscando alivio a su apetito fiero,
[p. 361] Se halló una perla, y dijo—¡Voto al diablo!
Ni tú eres granza ni soy yo joyero.
   ¡Feliz tú si yo fuera lo segundo!
¡Feliz yo si tú un átomo de afrecho!
Mas, pollo y perla en este sitio inmundo,
Ni me aprovechas tú, ni me aprovecho.
Esto lo digo por la gente necia,
Que por no comprenderme no me aprecia.

Publicado en El Comercio, de Lima, 15 de junio de 1871, y luego en el tomito de Poesía latina... por Juan de Arona, p. 46.

XLIII. ROA BÁRCENA, José María.—México, 1895.

Fábulas Esópicas de Fedro.

Prólogo. «Æsopus auctor quam materiam reperit.»

Inc.

Lo que ha inventado Esopo, en estos versos.
Yo desenvuelvo y pulo.........
(Silva, doce versos.)

Fábula I: «Ad rivum eumdem Lupus et Agnus venerant».

Para matar la sed a un mismo arroyo
Lobo y Cordero llegan...................
(Silva, veintiún versos.)

Fábula III: «Ne gloriari libeat alienis bonis».

   Para que a nadie plazca
Vestirse de lo ajeno, antes se ajuste
A su ser natural y propio fuste,
Sin aliño ni tropo
Este sencillo ejemplo narra Esopo.
   Con las caídas plumas
Del Pavo real se adorna un grajo necio,
Y de su orgullo alzado en las espumas
Mira a los de su raza con desprecio;
Y a corral colindante
Yendo con desparpajo,
De pavones en cerco rutilante
Cual uno de la grey se cuela el grajo.
[p. 362] Y mal año le avino,
Que, si de pronto dudan
Al fin a picotazos le desnudan
Haciéndole volver por donde vino.
Triste y maltrecho entre los suyos torna,
Que no ocultan la risa,
Viendo, cual si dijerais, en camisa
Al que su condición muda y exorna,
Y como si con ello no bastara,
Del corro aquel se le adelanta alguno
Con ínfulas acaso de tribuno,
Y su orgullo y derrota le echa en cara.
¡Ridículo trabajo
Aspirar a pavón siendo uno grajo!

Fábula IV: «Amittit merito proprium qui alienum appetit».

Pierde su propio haber, y con justicia,
Quien el haber de los demás codicia.....
(Silva, once versos.)

Fábula V: «Numquam est fidelis cum potente societas».

Dándome la razón en lo que os digo
Esta fábula advierte
Que ha sido, es y será muy peligrosa
Siempre la sociedad con el más fuerte...
(Silva, veintitrés versos.)

Fábula VI: «Vicini furis celebres vidit nuptias».

Viendo Esopo las bodas
Solemnes de un ladrón vecino suyo,
Esto empieza a cantar: «O por decoro,
O por hastío, en busca de consuelo,
Quiso casarse el sol, y de las ranas
El asordante coro
Puso el grito en el cielo.
Júpiter que le oyó, las cejas junta
Y el por qué del escándalo pregunta.
Sin que vergüenza ni temor la atranque,
Responde la más viva del estanque,
[p. 363] Saliendo del fangoso recoveco
Y los saltones ojos
En el Tonante fijos:
«Si cuando el sol es uno
Seca los charcos y nos mata en seco,
¿Qué nos aguarda si le vienen hijos?»

Fábula XI: «Virtutis expers, verbis jactans gloriam».

Si el baladrón a los extraños puede...
(Silva, treinta y cinco versos.)

Ultimas Poesías Líricas de José María Roa Bárcena, miembro correspondiente de la Real Academia Española. Apéndice hasta mediados de 1895. Edición de 150 ejemplares. México. Imprenta de Ignacio Escalante, Hospital Real, número 3. 1895.

4.º 104 pp. PP. 18-23.

XLIV. ANÓNIMO.—S. l. y s. a.

Fábulas de Phedro liberto de Augusto. Traducidas de latín a castellano . Sin año ni lugar.

8.º 238 pp.

Lleva el texto latino al frente.

Hidalgo. Boletín Bibliográfico Español, 1860, p. 66.

XLV. FERRER, Francisco.—Ms.

Traducción de las fábulas de Fedro.

Ms. en poder de la familia del autor, citado por Bover en su Biblioteca de escritores baleares (I, 283).

Traducciones ocasionales

XLVI. ANÓNIMO, Diógenes.—Valencia, 1799.

« Est ardelionum quaedam Romae natio».

Cierta casta de gente bulliciosa
Cual enxambre de tábanos, va ansiosa
[p. 364] Por esta y la otra parte, atolondrada.
Siempre en agitación, en sobrealiento,
En inquietud, y sin ningún intento,
Sin encontrar que hacer siempre ocupada.
Diario de Valencia, 17 de junio de 1799.

Imitaciones

XLVII. PÉREZ RAMÍREZ, Antonio.—Valladolid, 1698.

Puerorum in turba quidam ludentem Atticus.

SONETO
   Divertir del estudio la tarea
Con el juego de nueces solicita
Esopo entre los niños, y medita
Otro el juego pueril, que el sabio emplea;
   Tacha con risa el ocio, mas chancea
Este reparo Esopo, que suscita
El enigma del arco, con que excita
Al pueblo, que en la duda titubea:
   Ninguno la descifra, y advertido
Entonces el Philósopho declara:
«Como el cordel se quiebra si extendido,
   Y dura si se afloxa; assi repara
Que el ánimo en el ocio divertido
Mejor para el trabajo se prepara.
Armas contra Fortuna , 404-5.

Notas