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Datos del fragmento

Remitente MARCELINO MENÉNDEZ PELAYO Destinatario JUAN VALERA Fecha 7 agosto 1887 Lugar Santander

Texto

Volumen 8 - carta nº 469

De MARCELINO MENÉNDEZ PELAYO
A JUAN VALERA

Santander, 7 agosto 1887

Mi muy querido amigo D. Juan: Sabe Dios que no tengo mayor gusto que conversar con Vd. por escrito, ya que no puedo de palabra. Pero las cosas se me arreglan siempre mal y salgo de un trabajo para entrar en otro que me absorbe las fuerzas y el tiempo. Ahora me he empeñado en acabar la Historia de la Estética y a esto dedico la mayor parte de las horas del día con verdadero encarnizamiento. En Madrid es difícil hacer ningún trabajo largo y seguido; aquí tengo comodidad para ello y procuro no desaprovecharla, porque en mucho tiempo no he de volver a encontrar otra temporada como ésta.

Espero y deseo que habrá Vd. mejorado de salud, aunque en la última nada me dice, y que, dando de mano a la tristeza y a la murria que le había invadido, volverá pronto y con mayor actividad que nunca a las comenzadas tareas literarias, sobre todo a esas cartas sobre el Budismo esotérico, que no acaban de salir, aunque muchos las deseamos. Debe Vd. tener más constancia en sus propósitos y no desalentarse en seguida, como tantas veces lo ha hecho, dejando incompletos escritos preciosísimos, v. gr., aquellos diálogos filosóficos que empezó a publicar la Revista de España, los artículos de la Metafísica a la ligera y tantas y tantas otras cosas.

Si su hijo de Vd. Luis está matriculado en enseñanza libre, creo que hasta octubre no tiene necesidad de ir a Madrid. De todos modos, dígame Vd. qué especie de matrícula es la suya para que pueda yo contestar con toda seguridad. Grande será mi satisfacción de ver a Vd. por Madrid este otoño. Yo también iré en los últimos días de septiembre.

Pienso como Vd. respecto del libro de Oliveira Martins. No es profundo ni a veces muy exacto, pero está escrito de un modo generoso y simpático. La segunda parte, o sea la Historia de Portugal, vale más que la Historia de la civilización ibérica. A nosotros nos está bien y nos conviene ensalzar ambas obras, porque en todo lo que va de siglo no ha habido portugués tan español como él. Además, es un escritor ameno y brillantísimo, y se deja leer con gusto hasta cuando se equivoca. Tiene buen entendimiento y vasta cultura, pero suele trabajar de segunda mano y fiarse de cualquiera en asuntos de erudición y de historia. Bajo este aspecto, la Historia de la civilización ibérica es muy floja, y recuerda, aunque en sentido inverso, el famoso capítulo de Buckle, que tampoco pecaba de muy escrupuloso en la elección de sus citas y testimonios. De todos modos, creo que encontrará Vd. bastante que elogiar en el libro de nuestro amigo Oliveira, a pesar de lo ligero y superficial que muchas veces es con apariencias científicas.

El catalanismo, aunque es una aberración puramente retórica, contra la cual está el buen sentido y el interés de todos los catalanes que trabajan, debe ser perseguido sin descanso, porque puede ser peligroso si se apoderan de él los federales como Almirall, que ya han comenzado a torcerle y a desvirtuar el carácter literario que al principio tuvo. El tal Almirall es un fanático todavía de peor casta que Pi y Margall, a quien siguió en un tiempo, pero cuyo catalanismo ya no le satisface o le sabe a poco. Está haciendo una propaganda antinacional de mil diablos. Y asómbrese Vd.: le apoya el mismísimo Mañé y Flaquer desde las columnas del archiconservador Diario de Barcelona. El misterio de todos estos autonomismos está en que a esos señores no se les ha hecho ni se les hace en Madrid todo el caso que ellos sé figuran merecer.

Desde el 10 de julio no ha salido ningún número de la Revista de España. A este paso no sé cómo la queda ningún suscriptor. Leí el primer artículo sobre la novela rusa, y estoy conforme con todo, absolutamente con todo lo que Vd. dice. Ni la admiración que los franceses sienten por tal literatura es desinteresada, ni tampoco es sincero ni espontáneo el entusiasmo que manifiesta la Pardo Bazán, víctima en esto, como en todo, de su ciega propensión a seguir la última moda parisiense.

La edición que Catalina ha hecho de los Apuntes debe de haber circulado poco todavía, sin duda, por efecto de la estación. A lo menos a Santander no ha llegado. Se me figura que Catalina descuida bastante la propaganda de provincias.

¿Ha visto Vd. el tomo de los versos de Cánovas? Nada oigo decir de su boda, en la cual jamás acabo de creer.

De Molíns nada sé, pero debe de estar entre la vida y la muerte. Su robusta naturaleza le ha hecho que se salve de dos ataques de apoplejía, pero es de temer que en el tercero sucumba.

En todas las vacantes echo a volar la candidatura de Pérez Galdós, pero nuestros compañeros se han empeñado en no abrirle las puertas . Por otra parte, él se tiene la mayor parte de culpa, porque de resultas de cierta modestia desdeñosa y soberbia que hay en el fondo de su carácter, ni da muestras de desear el puesto de académico, ni se mueve, ni escribe, ni visita a nadie, con lo cual nos deja a sus amigos en mal lugar. De todas suertes, si yo tuviese confianza en que la mayoría de la Academia le había de votar, yo le convencería para que diese los pasos que son de rigor en tal ocasión.

Sabe Vd. que es suyo amigo verdadero

M. Menéndez y Pelayo

 

Valera-Menéndez Pelayo, p. 395-397.

SÁNCHEZ DE MUNIÁIN, J. M.ª: Antología de Menéndez Pelayo, p. 965-966 (fragmento).

Notes