Volumen 17 - carta nº 567

De FRANCISCO RODRÍGUEZ MARÍN
A MARCELINO MENÉNDEZ PELAYO

Madrid, 27 julio 1904

Mi muy querido y respetable amigo: Anteanoche salí del sanatorio, convaleciene de la arriesgadísima operación que sufrí el día 11, y comprada la vida a su costa, según ahora me dicen, aunque, por lo pronto, perdida toda la voz, parte de la cual me aseguran que recobraré de aquí a uno o dos meses.

Salgo de este trance aturdido, atontado, como uno a quien echara un naufragio a playa desconocida. No sabré ahora qué hacer de mí: para abogar no sirvo; escribir en los periódicos ni me gusta, ni me lo ofrecen, ni sabría yo pedirlo, ni así se mantiene decorosamente a una familia, sino por rara excepción... Allá veremos lo que Dios me depara y lo que amigos tan buenos como Vd. podrán hacer en mi favor.

Cuando reponga algo mis fuerzas regresaré a Sevilla a pasar el resto del verano acabando mi trabajo sobre Rinconete, y a esperar que acuda a mi garganta la voz, mala o buena, poca o mucha, cuya falta me sume en la mayor tristeza y me saca las lágrimas a los ojos.

Al dejar la cama en la casa de salud he leído, entre otras cartas, la muy afectauosa que V. me dirigió a Sevilla en 7 de este mes, con las papeletas bibliográficas de dos obritas de Espinosa. Cito en mi libro el Psalmo de Penitencia, que vi en casa del Marqués de Jerez; pero no claramente la primera edición de El Perro y la Calentura, que no había logrado ver en ninguna parte. Muchas gracias por la fineza de V., y la aprovecharé cuando llegue el caso.

Ruego a V. que dé mis cariñosos recuerdos a don José Pereda cuando le vea, y que no tarde en escribir a su infortunado amigo que muy de corazón le quiere, y l. b. l. m.,

Francisco Rodríguez Marín

P. D.—En Madrid permaneceré, cuando más, hasta el 2 o el 3 de Agosto.

Tomada de: Rodríguez Marín - Menéndez Pelayo, p. 258-259.