Buscar: en esta colección | en esta obra
Epistolario > Volumen 17 (Junio 1903 -... > Vol. 17 - carta 185

Datos del fragmento

Remitente EMILIO ROMÁN TORÍO Destinatario MARCELINO MENÉNDEZ PELAYO

Texto

Volumen 17 - carta nº 185

De EMILIO ROMÁN TORÍO
A MARCELINO MENÉNDEZ PELAYO

[Octubre 1903?] [*]

Muy Sr. mio y de mi consideración mas distinguida: En mi carta de ayer paréceme que quedo suficientemente demostrada la imposibilidad de conseguir en breve tiempo resultados practicos en la propagación por España de los estudios bíblicos. Restame exponer en esta el plan que me parece mas apropósito para lograr alguna cosa.

Creo necesaria, pero absolutamente necesaria, la creación de una escuela de Estudios bíblicos que abarque todos los ramos del saber que tienen relación con la Biblia.—Esa escuela ha de contar con profesores idóneos, suficientemente retribuidos para que no piensen en canongias que les consumen el tiempo y no siempre consiguen las plazas que pretenden—. A esa escuela han de asistir como alumnos, no los estudiantes, sino presbíteros ya, hombres hechos, que sepan bien y se penetren del objeto que se persigue. Estos han de ser de todas las diócesis españolas, elegidos entre los mejores, y a quienes se sufragarán los gastos de manutención y se les dará algo para que atiendan a sus otras necesidades.—A medida que fuesen terminando los estudios los que empezasen se llamaria a otros nuevos que ocupasen las vacantes y siempre con los mismos privilegios.

Veamos ahora como se vencen las dificultades que pueden oponerse a cada una de las anteriores bases. La principal de todas, que es la del dinero, lo dejaremos para el fin.—Es necesario que cuente la escuela con profesores idóneos: Desde luego yo me comprometo a ser uno de ellos, y comunicar los conocimientos que poseo. Se necesitan más, es indudable, pero algunos podria formar yo y a los que no pudiera, les mandaria al extranjero para que aprendieran lo que yo no sepa. Conozco bastantes presbíteros jóvenes, con gran disposición y verdadero hábito del estudio, que acudirian apenas se les llamase, y tengo seguridad- de que en dos años que estuvieran conmigo o en el extranjero, podia contarse ya, con el personal idóneo.—Tampoco es dificultad el llamar como alumnos a los presbíteros jóvenes, pues muchos de ellos desean ampliar sus estudios y no lo hacen por falta de recursos, y como aquí no habia de ocasionarseles gasto ninguno, no escasearian; ademas, esta medida podia tomarse al principio, hasta contar en todas las diócesis con tres o cuatro que cultivasen estos estudios, despues podia abrirse mas la mano y llamar tambien a los estudiantes mas aprovechados.—De esta manera creo que en pocos años veríamos en España Revistas y obras de Estudios bíblicos, que aumentarian cada vez más, porque la cuestión no está mas que en dar principio a la cosa, y podriamos entrar en el concierto de las naciones civilizadas, y quien sabe si los futuros escriturarios españoles, no desmerecerian de los grandes teologos que tan alta pusieron la bandera en el siglo diez y seis! He dicho ya que lo principal es empezar y tengo seguridad que la primera escuela así fundada habia de servir de ejemplo para que se fundaran otras, ó al menos no dudo en afirmar que en todos los Seminarios procurarian dar mas importancia, de la que conceden hoy, a esta clase de estudios, lo cual no seria conseguir poco, sobre todo en los metropolitanos o centrales.

La dificultad mayor es el dinero, porque realmente, la posesión de una biblioteca escrituraria que contenga todo lo que se ha publicado acerca de estas materias y merezca alguna consideración; la reproducción y traducción de los monumentos e inscripciones de Palestina, Mesopotamia, Egipto, etc., ya que por la incuria de nuestros Gobiernos, no poseemos ningun original, las obras monumentales de crítica textual; copia de los manuscritos mejores y mas antiguos de la Biblia, las obras de los padres tanto latinos como griegos, etc., todo esto exige sumas muy crecidas, porque son obras que cuestan muy caras; yo poseo algunos nada mas, y sin embargo mi biblioteca escrituraria representa algunos miles de pesetas. Tambien supone grandes gastos la dotación del profesorado, su preparación aquí o en el extranjero, y el sostenimiento de los alumnos. Ahora bien, de donde saldria todo esto?

Esperar que el Gobierno funde una escuela de esta clase o de Altos estudios como la que existe en Francia, escuela que habia de aumentar considerablemente el presupuesto de Instrucción pública, es, a mi parecer, pedir peras al olmo y al ciruelo peregil, que diria Ventura de la Vega. Si contáramos siquiera con una imprenta nacional como la tienen los franceses, donde se facilita a los particulares los tipos y cliches que de otra manera saldrian muy caros y detendrian la impresión de libros, ya podiamos estar contentos, pero ni eso. Paga enormes sumas por las impresiones que necesita hacer, como podria decirlo el impresor Sr. Rojas que durante muchos años ha impreso todo lo referente al ramo de sanidad, sin que hayan puesto reparo alguno a sus exorbitantes precios, y no han caido en la cuenta que con una imprenta nacional, no solo ganaba el tesoro si que tambien los particulares. Por esa parte, paréceme que no puede esperarse nada.

Creo que los verdaderamente llamados a realizarlo son los Obispos, pero lo haran? Los actuales puedo asegurar que nó. Ahí esta el de Oviedo, que parece tener alguna afición a estos estudios, pero en los muchos años que lleva de Obispo nada ha hecho en este sentido. El de Salamanca ha fundado hace años un colegio que llama de estudios superiores, pero en ese colegio se enseña lo mismo que en el Seminario, y su objeto único es mermar la influencia de los jesuitas encargados del Seminario central, a los cuales no se atreve a despedir. [1]

 

Notas

[*] Suponiendo que la «carta de ayer» sea la precedente, y según lo que él mismo dice en su carta a D. Antonio Maura de 13 enero 1904, publicada por Marta M. Campomar Fornieles, La Cuestión religiosa en la Restauración... Santander: Sociedad Menéndez Pelayo, 1984, p. 296.

[1] Aquí termina el pliego y no se ha conservado el resto que sin duda continuaba.