Buscar: en esta colección | en esta obra
Epistolario > Volumen 17 (Junio 1903 -... > Vol. 17 - carta 71

Datos del fragmento

Remitente ANTONIO RUBIÓ Y LLUCH Destinatario MARCELINO MENÉNDEZ PELAYO Fecha 24 julio 1903 Lugar Barcelona

Texto

Volumen 17 - carta nº 71

De ANTONIO RUBIÓ Y LLUCH
A MARCELINO MENÉNDEZ PELAYO

Barcelona, 24 julio 1903

Mi muy querido Marcelino; me ha sido preciso llegar á las vacaciones del verano, en las que no solo descanso de mis cátedras, sino que se paraliza tambien algun tanto la oficina consular de mi cargo, y mi enorme correspondencia, para encontrar espacio y calma para escribirte. Mi lucha por la existencia, que cada dia se encarece más en esta capital, agitada por tan tremendas convulsiones sociales, se me hace cada vez más penosa é insoportable. A medida que mis seis hijos van creciendo, aumentan las necesidades y los gastos, y con ellos los sacrificios que he de imponerme. Por de pronto he tenido que renunciar casi por completo a mi vida intelectual, por la cual he sentido siempre una ardiente vocación, superior quizás á mis naturales disposiciones. Es ésta para mi una tristísima contrariedad, á la que no sé resignarme suficientemente, pero todavia mayor lo fuera el no poder luchar contra las causas que me la imponen. Me asusta el considerar que un dia el correo me traerá la dimisión de mi cargo de Cónsul de Colombia, y con ella la privación de la fuente principal de mis recursos. El reciente nombramiento de Cónsul General de Grecia en España, no llenaria ni de mucho el hueco espantoso que abriría en mis ingresos aquel suceso, por otra parte tan natural y probable. Lo admirable es que haya podido sostenerme en tal cargo más de siete años. Soy el único cónsul de la época de mi promocion que se ha mantenido en Europa.

Ya puedes suponer que esta persistencia no la logro sino á costa de mi libertad, es decir, de imponerme todo linaje de sacrificios por cuanto de lejos ó de cerca se refiere á Colombia. Soy como el diputado ó senador, esclavo de todas las exigencias de sus electores. En todo lo que va de año no he tenido tiempo para otra cosa que para prepararme para mis cátedras; de manera que al recibir el tomo XI de tu Antologia , formé el decidido propósito de trasladarme al campo dos o tres días, con el exclusivo objeto de consagrarame á su lectura, con delectacion y provecho. Así lo hice, y pude de una sola vez, y sin truncar ideas, enterarme de todas las páginas de tu hermoso libro, y sacar de ellas datos curiosos y nuevos puntos de vista. Yo no soy competente para juzgarte, aunque sea tu lector más asiduo y tu admirador mas entusiasta. Cada libro tuyo me parece siempre el mejor; y cada vez me pareces mas sobrio, mas claro, más brillante y más natural. Creía empresa imposible, que se pudiera hablar del Cid y de las canciones de gesta, con novedad y provecho, después de Milá y de Menéndez Pidal, y me sorprendes con un capítulo sobre el viejo heroe castellano, que es el más soberbio y nutrido estudio de cuantos acerca de él se han escrito. Tu libro es de los más sustanciosos y amenos que han salido de tus manos, y has sabido presentar en él con claridad diáfana, lo que nuestro gran maestro expuso con sequedad matemática, y Menendez Pidal, con cierto desorden y esfuerzo. No hay materia por árida y desabrida que sea, que tú no conviertas en amena, sin quitarle un apice de erudicion, y sin rehuir ninguna dificultad. Del provecho que he sacado de tu libro te convencerias si vieras las notas con que le he atiborrado, para utilizarlo con rapidez suma en cualquier momento dado, y las que he añadido á mis cuadernos ó cuartillas de apuntes de mi cátedra. Sobre todo te he de agradecer el haber aclarado muchas ideas acerca de la formación, visicitudes y refundiciones de las viejas gestas castellanas, estudio que de día en día más me subyuga y me enamora. Te doy mi parabien más entusiasta, y sólo pido á Dios que te dé fuerzas de salud, y te conserve largos años esa brillante luz de tu inteligencia, para continuar tu magnífica historia fragmentaria de la poesia castellana.

En la Revista de Archivos y Bibliotecas sigo también con mucho interés tu Bibliografia hispano-latino-clásica, que es materia que tengo más que olvidada y menos conocida que la anterior, á pesar de que fue la primera en que me iniciaste hace más de treinta años. Como abrazas tambien las traducciones e imitaciones clásicas catalanas renuevo y acreciento los apuntes que sobre ellas empece a reunir desde aquella fecha, estimulado por tu ejemplo, al anotar y ampliar la obra de Pellicer y Saforcada.

Supe por Estelrich que has publicado el tomo II de las obras de Quevedo, del que me regalaste el primero. Te suplico pues, que completes tu obsequio, supliendo la cortedad de mi bolsillo, que apenas puede proporcionarte estos sabrosos pastos intelectuales.

Excuso decirte con que gratísima satisfacción me enteré de tu cariñoso juicio de mi prólogo al IV volumen de las obras catalanas de mi padre, que es el trabajo más serio y extenso en que he puesto mi actividad, desde que Dios me sujetó a la terrible prueba de privarme del mejor de mis ojos, destruyendo para siempre casi todas mis ilusiones de escritor y de erudito. Veo con gusto por tu espontanea observación, que la serenidad é imparcialidad que me impuse, no perjudicó en nada la manifestación del ardiente cariño y admiración que me inspiró siempre mi inolvidable padre. Escribí aquellas paginas con la honda añoranza que me produjo el revolver todos sus papeles, y el ver que desaparecia aquella figura en el momento en que lograba conocerla de cuerpo entero.

A semejanza de los quince dias que tú pasaste en Valencia, festejado por tus amigos y admiradores, he pasado otros tantos en Mallorca en compañia de mis antiguos condiscípulos. Como verás por el adjunto periódico fui allá invitado por la Capella de Manacor, a manera de mantenedor, con todos los honores y prerrogativas de tal, llevándome en mi compañia a mi hijo Jorge, como premio y estímulo de su primer curso universitario, en el que gano tres matrículas de honor, un sobresaliente y un notable, cursando como alumno libre. Entre banquetes, giras y excursiones no me dejaron un momento sólo. Miguel Costa me tuvo tres dias en sus soberbias posesiones de Pollensa y Formentor.

Cuando me contestes me gustaria mucho que me dieras tu opinion, acerca de la manera como debe entenderse el curso de Lengua y Literatura española, que hoy se estudia como asignatura de ampliación en la Facultad de Derecho. Que materias de Lengua española deben explicarse a los alumnos de esta Facultad; gramática, historia, estudios filológicos de su derivacion y formacion, etc.?

La Academia de Buenas Letras á la que dí cuenta de tu determinación, ha sentido mucho verse privada de tu concurso en la solemne sesión necrológica que consagrará, al inaugurar sus tareas el próximo curso, al gran Verdaguer.—Duran y Bas me encargó muy particularmente, que te manifestara su contrariedad, pero respetando los poderosos motivos que alegas.

Créeme siempre tu mejor amigo, que de todo corazón te estima,

Antonio

No dejes de avalorar el tomo II de las obras de Quevedo, con tu dedicatoria, señalando así el origen del obsequio, con el recuerdo de tu buena amistad.

 

Notas