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Epistolario > Volumen 12 (Julio 1892 -... > Vol. 12 - carta 661

Datos del fragmento

Remitente ANTONIO RUBIÓ Y LLUCH CONSULADO DEL ECUADOR EN BARCELONA Destinatario MARCELINO MENÉNDEZ PELAYO Fecha 16 mayo 1894 Lugar Barcelona

Texto

Volumen 12 - carta nº 661

De ANTONIO RUBIÓ Y LLUCH
CONSULADO DEL ECUADOR EN BARCELONA
A MARCELINO MENÉNDEZ PELAYO

Barcelona, 16 mayo 1894

Mi muy querido Marcelino; en los veinte y un años que llevo ya de asidua correspondencia contigo, no creo haber dejado nunca tan largo plazo sin escribirte. Ya sabes que en esa correspondencia no tengo libro abierto del turno de nuestras cartas; por eso á pesar de no ser yo quien ha quedado en descubierto, pareceme que realmente recae ahora sobre mí esta falta, tantas han sido las atenciones que en este periodo de mutuo silencio te he merecido. Tuve casi la pluma en la mano, cuando me comunicó Luanco la muerte de tu tio materno, á quien profesabas tan gran afecto, y luego no te digo nada de las comezones que he sentido de hablar contigo, cada vez que he recibido uno de los tomos de la Antologia Hispano-americana, y que he leido uno de los sustanciosos artículos que publicas en la España Moderna (de veras), de nuestro amigo Lázaro y Galdeano.

He pasado uno de los inviernos más fatigosos de mi vida, La influencia hizo presa en mi casa durante dos meses. Pilar estuvo enferma de ella un mes entero, y convaleciente casi hasta ahora, y tras ella enfermaron casi todos mis hijos. En medio de ese tragin complicado con la penosa tarea del pane lucrando, me sorprendió el nombramiento de Consul del Ecuador y la correspondiente toma de posesión del cargo, que lleva consigo una porción de pejigueras del orden económico y administrativo, amén del enfadoso y largo visiteo oficial de que va seguido. Días enteros pasé haciendo facturas y liquidando cuentas y descontando 25 %, y otras menudencias mercantiles á las que no estaba acostumbrado, y que por mi mismo me han salido doble caras de tiempo y de esfuerzo que á los demás mortales familiarizados con los números. Esta vida es una lucha continua, y sólo los solteros guardais la ropa, a lo menos en lo mejor de ella, pues en la vejez las ventajas están á nuestro favor.

Todavia no he concluido mi relación de glorias y fatigas. Hace apenas dos semanas que soy padre de una niña, la primera de su sexo, y el quinto en el número de mis hijos. Llámase Elvirita, como mi inolvidable madre (q.e.p.d.) y mi buena hermana, que esté también en gloria, y ha venido al mundo con toda felicidad y en el mes más hermoso del año. Pilar sigue muy bien y dentro de pocos dias abandonará la cama por completo.

Combina con todos estos sucesos mis tareas periodísticas, que tienen más de ciclopeas que de literarias, mis compromisos sociales y de familia, penas que nunca faltan, y obligaciones y atenciones de sociedades y corporaciones del genero más variado, y tendrás idea ligera de mi arrastrada existencia. Pero no es el trabajo lo que me preocupa, ni el número de hijos que Dios me envia, cada uno de los cuales me parece un presente maravilloso, y es un consuelo de mi vida, sino el estado de mi vista que cada día siento decrecer sensiblemente. Me es imposible ya, trabajar con luz artificial y estoy recorriendo los últimos grados de la escala dióptrica. Dios detenga la amenaza terrible que pesa sobre mi vejez!

A pesar de todo no me abandona mi pasión por las letras, ó mejor diré, mi dilettantismo literario. No están mis ojos para verdaderos estudios. Como de costumbre no pierdo una sóla línea de las que escribes, cuando llegan á mi alcance, y casi te diré que mi pasto intelectual presente, está reducido á lo que produces, y mucho es que no me quede rezagado, porqué aun así, cuesta seguirte. Los dos prólogos á los dos últimos tomos de la Antologia (cuyas dimensiones calculé yo mejor que tú), los devoré en poco tiempo; el del tomo III casi en un dia. Colombia, el Ecuador y el Perú me interesaban de veras. Bello, Olmedo y Caro, son estudios magistrales. No hablo de los primores de erudición, capaces de recrear y sorprender al ánimo mas refractario á ellos. Tu largo estudio sobre el Parnaso Colombiano me ha dado materia para escribir tres soporíferas cartas á D. Enrique Alvarez, Director de Colombia Cristiana, periódico que me ayuda a fer bullir l'olla. De todas, la que me parece más pasable es la última. Alguna vez me permito el lujo de disentir de tus opiniones ( semos ó no semos! ), más por pudor crítico que por otra cosa. Hablando de tí se ha de manejar necesariamente tanto el bota-fumeiro, que alguna vez se imponen, por el bien parecer, ciertos alardes fachenderos de desagravios críticos. Mis artículos, á los cuales me olvidaba añadir otros dos remitidos á la Unión Católica de Costa-Rica, tienen el mérito de ser los primeros que se habrán escrito sobre el tomo III de la Antologia. Así á fuerza de buena voluntad, procuro suplir el incomprensible silencio de la prensa respecto de tus obras. Los infolios asustan á los críticos de periódicos.

Todos los meses aguardo con impaciencia tus artículos de La España Moderna. Con uno de ellos quedaría yo descalabrado para un año. De donde sacas el tiempo para escribirlos y la ciencia para componerlos? Son un delicioso manjar, y me pasma que seamos aquí tan pocos los que los saboreamos y nos contamos nuestras impresiones. De tu estudio sobre las influencias semíticas en las letras españolas he sacado gran tajada para mis explicaciones, pues como te he dicho muchas veces, mi programa se vá enriqueciendo y formando al compás de tus trabajos. El que leí ayer sobre las relaciones literarias entre España é Italia, no tuvo para mi más defecto que el ser tan corto. Me encontré en la última página cuando creía estar á mitad del artículo. En cambio el de Castelar no lo pude acabar, á pesar de mi buena voluntad y paciencia, y eso que no le niego sustancia. Es posible tanto candor literario como el que supone su estilo enfático y tortuoso?

Leyendo tu última revista crítica me he enterado (no te asombre mi ignorancia) de que Boccacio hizo á D. Pedro III héroe de la más delicada y exquisita de sus novelas. Como estoy ocupado ahora en la impresión de Curial y me intriga conocer las fuentes de esta novela, te estimaré me digas cual es esta novela y donde se halla. Tendría un dato más para probar la influencia italiana en aquel libro. A que erudito italiano te parece más conveniente que me dirija, (si puede ser en tu nombre, mejor) para dilucidar sus orígenes?. A Pio Rajna?.

Te incluyo una carta ó juicio de una admiradora tuya.—Estoy en deseos de conocer el último tomo de la Antologia. De los orígenes literarios de las Repúblicas del Plata no sé nada.—Ya te supongo instalado en tu nuevo domicilio de la Academia de la Historia, más á satisfacción que en el cuartuco de las Cuatro Nacionaes, pero con menos contentamiento mio, que allí te tenia más á mano. Me habias acostumbrado á aquella casa. Ya he charlado bastante, si es que me has podido aguantar hasta el fin. Tuyo siempre de corazón,

Antonio

 

Notas