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Epistolario > Volumen 12 (Julio 1892 -... > Vol. 12 - carta 455

Datos del fragmento

Remitente JUAN VALERA Destinatario MARCELINO MENÉNDEZ PELAYO Fecha 17 noviembre 1893 Lugar Viena

Texto

Volumen 12 - carta nº 455

De JUAN VALERA
A MARCELINO MENÉNDEZ PELAYO

Viena, 17 noviembre 1893

Mi querido amigo Menéndez: Según dije a Vd. en mi última carta, apenas recibí la de Vd. encargué al Dr. Beer que redactase el informe sobre los libros y papeles de los Khevenhüller que había en poder de Kende y que no habían sido objeto de mi informe. Beer quedó en hacer el encargo; pero cuando yo imaginaba que le tendría hecho, ha venido a verme y acaba de decirme que Kende, ansioso de tomar dineros y algo desesperado, en vista de la tardanza, de sacarlo de la Academia de la Historia en España, ha vendido, y creo que por poco, no pequeña parte de lo que tenía a la biblioteca de esta Universidad.

Me parece, y celebraría yo equivocarme, que los mercaderes de aquí, tanto judíos como cristianos, son mil veces más regateadores que en España; que piden ciento por lo que aprecian en uno, y que si tratan con extranjeros, y más si son diplomáticos, procuran hacerse pagar por cualquier cosa cinco veces o veinte veces más de lo que cobrarían por ella a un austriaco.

Como quiera que ello sea lo que Kende ha vendido a la biblioteca de la Universidad, lo ha vendido baratísimo, y yo supongo que ha de ser lo mejor de cuanto tenía. Por lo que le queda, pide a Beer y, por consiguiente, a mí los mismos 500 florines que antes, si no pedía, suponía Beer que podía dársele. Beer halla comprometido, en vista de lo dicho, dar informe ninguno sobre el mérito y valor de lo que queda; pero dice que Kende hace una buena proposición: enviar todo lo que tiene aún de los Khevenhüller para que Vds. lo examinen en Madrid. Irán los papeles a costa de Kende. Ustedes los verán, calcularán lo que pueden o quieren dar y le ofrecerán. Si Kende se conforma, pagarán Vds. y se quedarán con los papeles, y si no, los devolverán a Kende a costa de Vds.

A mí se me figura que esto es lo mejor. Así, pues, dígame Vd. por telégrafo, para no perder tiempo: vengan los papeles , y los papeles irán en seguida

El Dr. Hugo Schuchardt, aunque muy lastimado siempre de que Vd. sea grande enemigo de los alemanes y de que les atribuya oscuridad y pesadez a causa de la mucha cerveza que beben, sigue siendo muy hispanófilo, y últimamente, con motivo del tremendo suceso de Santander, se ha sentido lleno de piedad hacia nosotros, y acompañándolos con una epístola sentimental, me ha remitido 20 florines para socorrer a los pobres santanderinos. Yo no he tenido valor para devolverle el donativo, y aunque no hay aquí suscripción abierta ni ser humano que imite a Schuchardt ni dé espontáneamente un florín, he aceptado los 20, agradeciéndolos mucho.

Los 20 irán ahí, y como yo los envío y no está bien que vayan solos, he dicho a Joaquín Valera que a Vd. o a otra persona de Santander de los 20 florines y algo más de mi parte para los infelices menesterosos. Mi don será también muy mezquino, porque esto es caro, el Gobierno me quita ahora mil pesetas o más cada mes para hacer economías, y yo no sé cómo atinaré a arreglarme para vivir aquí con todo el aparato que el argumento requiere y haciendo todos los gastos a que el Gobierno mismo ineludiblemente me obliga, empezando por el alquiler de la casa, que importa 4.000 duros al año, y continuando con todo lo que tal casa exige de muebles, vajillas, criados, libreas, luces, calefacción, etc. En fin, que de Embajador aquí está uno más apurado que de caballero particular y cesante en esa villa y corte. Pero, en fin, como quiera que sea, Joaquín Valera dará a alguien —probablemente a Vd.—, sobre los 20 florines de Schuchardt, alguna corta suma en mi nombre y de mi parte.

Mucho celebraría yo que con este motivo escribiese Vd. a Schuchardt una carta dándole gracias y diciéndole que ha modificado Vd. su opinión respecto a los alemanes y a la cerveza.

Este país es originalísimo y curioso, y cada día me parece más digno de estudio. Lo que me aflige es lo muy averiado que estoy y que ya no valgo para nada, abrumado por los sesenta y nueve años que cumplí un mes ha y que mucho me pesan.

Lo que hay aquí de alemán tiene cierto matiz que lo diferencia del resto, aunque poco. Lo verdaderamente casi incógnito para mí es lo húngaro, lo tcheco, lo polaco y lo servio o eslavo meridional. Casi todo esto me coge de nuevo. Ahora, por ejemplo, no sé qué contestar aún al Eotvös, Presidente de la Academia de Ciencias de Budapest, que me pide un escrito para un álbum internacional que van a publicar en honor del famosísimo Mauricio Jokai, a quien van a coronar, como hicimos ahí con Quintana y con Zorrilla, y a quien no había yo oído mentar nunca. No poco de lo que Jokai ha escrito está traducido en alemán; pero él es tan fecundo que es difícil enterarse del valor de sus obras por la misma abundancia de ellas. Forman centenares de volúmenes. Dumas, Balzac y Zola son estériles en comparación de este húngaro, que lanza al publico por docenas los poemas, los cuentos, las novelas, las historias, los dramas, las sentencias y las disertaciones políticas y literarias. La mujer de este celebrado autor se llama Rosa Jokai y no es menos celebrada como actriz. Es la reina del teatro húngaro, hoy, a lo que dicen, muy floreciente.

Aquí hay uno a modo de Ateneo como el de Madrid que llaman Club Científico. Hace poco estuve en él por primera vez convidado y oí un discurso de un profesor de Estética sobre las más recientes doctrinas, descubrimientos y creaciones artísticas. Mucho me enojó que nada dijese, al hablar de las dos últimas y simultáneas exposiciones de Munich, de los cuadros españoles, que son, a mi ver, lo mejor que hay en ellas, sobre todo los de Alvarez y Villegas, y que, en cambio, pusiese por las nubes los cuadros ingleses. También me sorprendieron las teorías de un sabio noruego expuestas en un Congreso que hubo poco ha en Nuremberg, atribuyendo a los audaces navegadores y piratas normandos el descubrimiento de América a par que la invención de la arquitectura gótica, porque poniendo de punta o verticales las barcazas en que navegaban, crearon el arco ojival, que no es más que la proa afilada de cualquiera de dichas barcazas. A mí me pareció este modo de discurrir idéntico al de alguien que dijese que el cerdo había inventado el foie gras y el pavo trufado porque hozando descubrió la trufa.

No se olvide Vd. de hacer que me envíen o de enviarme un ejemplar del Romancero Catalán de Aguiló para el Conde Constantino Nigra, que lo agradecerá, y enviará, en cambio, sus obras y singularmente sus Cantos Populares del Piamonte.

Aunque sea a escape, escríbame Vd. más a menudo que hasta aquí y cuénteme cosas de España y de Vd. y de los compañeros de Academias. Ya tan viejo y tan averiado como yo estoy, apenas hallo posible contraer nuevas amistades, y siento, como nunca, la necesidad de conservar y de estrechar las antiguas y de toda esta vida mía, que se me figura se me va acabando, cosa natural y asimismo precisa. Estoy muy melancólico y abatido, a pesar de las ínfulas y pomposidades de Embajador, y necesito algún consuelo.

Cariñosas expresiones a Tamayo, Aureliano y demás amigos, y crea Vd. que le quiere su afmo.

Juan Valera

 

Valera - Menéndez Pelayo , p. 468-471.

Notas