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Epistolario > Volumen 12 (Julio 1892 -... > Vol. 12 - carta 288

Datos del fragmento

Remitente JUAN VALERA Destinatario MARCELINO MENÉNDEZ PELAYO Fecha 17 abril 1893 Lugar Viena

Texto

Volumen 12 - carta nº 288

De JUAN VALERA
A MARCELINO MENÉNDEZ PELAYO

Viena, 17 abril 1893

Mi querido amigo Menéndez: Acabo de recibir la carta de Vd. del 13 y me apresuro a contestarla. La contestación, como escrita rápidamente, se dejará mucho en el tintero, pero importa poco porque en otras cartas pondré lo que ahora olvide, ya que de esta tierra tengo mucho que decirle.

Aplaudo la idea de Clarín y doy a Vd. la enhorabuena, porque se ha realizado, y me la doy a mí, porque en el Senado le tengo también por compañero.

Ahora importa, en mi sentir, que Vd. se mezcle algo más en la política para que le tengamos pronto de Ministro y haga en Instrucción Pública mucho bueno que está por hacer. Siento que no estemos en el mismo partido político; pero ¿qué remedio? Y lo más tristemente chistoso es que estamos en opuestos partidos, no por ser opuestas nuestras opiniones e ideas, pues yo tengo la evidencia de que pensamos lo mismo en todo, sino por esto que llaman disciplina de los partidos, que nos tienen como alistados en una tropa o pandilla y regimentados a Vd., bajo la bandera y mando de Cánovas, y a mí, bajo la bandera y mando de Sagasta, lo cual, por mucho que estimemos a los tales caudillos, es incómodo y algo vejatorio.

Sé que ha salido el tomo I de la Antología y escribiré a Tamayo rogándole me envíe el ejemplar que como Académico me pertenece. Pienso volver a escribir en la Revista ilustrada de Nueva York , y su libro de Vd. es el mejor asunto para ello.

Convendría, a mi ver, que enviase Vd. un ejemplar de la Antología al Dr. G. Lauser: Stuttgart, Deutsche Verlags Anstalt. Literarische Abteilung. El doctor dará, sin duda, noticia de este libro de Vd. o bien en el Ueber Land und Meer, que dirige, o bien en otra Revista, Aus fremden Zungen, donde escribe todavía.

Rodolfo Beer ha venido a visitarme, pero aun no he tenido tiempo de pagarle la visita y hemos hablado poco. Ya conocere por su medio a ese Dr. Wilkens de quien Vd. me habla.

En instalarme, arreglar la casa, echar cuentas para que alcance el dinero y pueda yo hacer lo menos desairadamente el papel de Embajador en Corte como ésta de tanto aparato, y donde los demás Embajadores están doblemente pagados, crea Vd. que si no se consume inútilmente, al menos se va el tiempo y apenas queda más que el necesario para visitas, recepciones oficiales y escribir las cartas más indispensables. Como este Imperio es tan complicado, hay en él muchísimo de que enterarse, así en política como en todo lo demás. Yo, si bien con lentitud por mi torpeza y porque la empresa es difícil, me iré enterando o lo procuraré al menos. Lo primero que hay que tener en cuenta es que esto no es sino un cacho de Alemania y que el cacho mayor, cuando no el principal, está compuesto de otras varias lenguas, naciones y tribus de muy distintos caracteres, cultura, ideas, etc. Entre toda esta diversidad sobresalen húngaros y bohemios que es menester conocer. Hasta ahora los dos hombres de más valer oficial y real que aquí he conocido y tratado no son alemanes, sino de raza eslava: el Conde de Kalnoky, Ministro de Negocios Extranjeros, y el Sr. Kalay (no sé si Conde también), Ministro de Hacienda del Ministerio, digámoslo así, unitivo, o dígase para los gastos comunes a los dos Estados de Hungría y de Austria. El Sr. Kalay, sobre ser un hacendista y un político de gran valer, es eruditísimo en todo lo tocante a historia, antigüedades, lenguas, letras, leyes, noos, poesías, etc., de los pueblos cristianos que ya se han desprendido o que tiran a desprenderse del Imperio turco y sobre las cuales tiene fija su mirada penetrante y extendidas las garras el águila bicípite.

La gente es aquí amabilísima cuando no la ve, pero no hay la facilidad que hay en España para ver de diario a todo el mundo en tertulias de confianza y teatros con largos entreactos.

A Kalay sólo dos veces le he hablado y tres o cuatro a Kalnoky, que me interesa menos, aunque reconozco su valer.

La Sra. Serrano de Nueva York, ha traducido muy bien El Comendador Mendoza, y en verso, y con gran primor, a mi ver, ambos Idilios. Los Appleton han publicado el volumen.

Aquí hay quien desea traducir en alemán cosas mías. Desde Zurich me ha escrito una literata pidiéndome la venia para traducir Doña Luz , y un señor de Budapest me ha escrito para traducir en húngaro Cuentos y diálogos. Este húngaro me pone en castellano una carta bastante bien escrita. Me dice este húngaro, llamado Emilio Szalay, que tiene concluído y va a dar a la estampa un libro titulado Perlas del romancero caballeresco, donde sin duda estarán traducidos en la lengua magiara nuestros mejores Romances.

Dentro de un mes, a más tardar, aparecerá en Stuttgart un Romancero del Cid, supongo que traducido y acaso en original también, con extensa introducción de Lauser y tal vez con lindos monos.

Adiós. He ido diciendo sin orden lo que se me ha ocurrido. Ya escribiré de nuevo. Escríbame. Diga a Tamayo que me envíe la Antología , y créame su afectísimo y buen amigo

Juan Valera

 

Valera - Menéndez Pelayo, p. 452-454.

Notas