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Epistolario > Volumen 9 (Noviembre 1887 -... > Vol. 9 - carta 444

Datos del fragmento

Remitente LEOPOLDO ALAS Destinatario MARCELINO MENÉNDEZ PELAYO

Texto

Volumen 9 - carta nº 444

De LEOPOLDO ALAS [1]
A MARCELINO MENÉNDEZ PELAYO

[Enero, 1889]

Mi querido amigo y condiscípulo (y maestro): Recibí una tarjeta de Vd. y me apresuro a escribirle, porque ya pensaba hacerlo. Quería felicitarle hace días de todo corazón por su hermosa conducta en el asunto de Galdós. El me ha escrito muy agradecido a Vd. y contándomelo todo. Sé, pues, lo que pasó en la Academia, que Catalina se atrevió a discutir con Vd...., etc., etc. Pocas veces me he indignado tanto, como al saber esto último, y he comprendido el quijotismo en su pureza más quijotesca; pues si me hubiera encontrado a ese Catalina en la calle después de leer la carta de Galdós le hubiera insultado de fijo. ¡Adiós... Menéndez Pelayo!

¿Cómo pueden caber juntos
Dios y el diablo en un costal?

He leído el primer artículo de la Revista de España sobre ingleses y estoy leyendo el segundo. Da la casualidad que ando yo ahora a vueltas con el inglés (que me es muy antipático por las dificultades de la pronunciación) y he vueto a leer estos días a Taine y estoy ahora con Macaulay. Lo de Vd. me parece más firme, más literario que lo de Taine y no menos profundo, ingenioso, claro y expresivo.

Veré acaso visiones, pero se me figura ver a Vd. cada día... no diré más cerca de la crítica librepensadora, pero sí más lejos de los otros, sobre todo de los españoles. Hágame Vd. el favor de creer que veo un poco entre líneas; pues en tal caso no me niegue Vd., o por modestia o por otros escrúpulos, que críticos como Vd. no los ha habido nunca en la católica España. Es Vd. ya como los de fuera, como los buenos se entiende. Aquí ni aun los buenos son así; hombres a garbanzo, como dice A. Palacio. ¡Qué bien habla Vd. de Byron! (un hombre que, como Napoleón, tengo yo todavía sin juzgar, desde que soy hombre yo a mi manera). Aquella frase del respeto que debemos todos a esas almas aristocráticas, es sublime así como suena.

Supongo que esos estudios serán parte del tomo próximo de las Ideas Estéticas. Tengo yo gana de verle a Vd. con los franceses del día.

No le canso más; tendría mil cosas que decirle, pero no las digo.

Yo sigo ganando la cena de mis hijos (dos) con articulejos gárrulos y dislocados. Me encuentro con algo más de juicio y probidad literaria (y probo siempre lo fuí), pero muy desanimado y algo pesimista de veras. Sobre todo los nervios me maltratan mucho. El trabajo de novela me interesa de verdad, pero me exalta y hace daño. Tengo empezada una cosa que se llama «Su único hijo». Es rara. No sé si coincidiré algo con los tontos cristianos de algunos rusos, que no he leído todavía. Si acabo esto seguirá «Una medianía» que lo continuaría, y después Speraindeo y por fin Juanito Reseco. Pero sabe Dios.

La crítica también me gusta, y creo que algo podría llegar a hacer en la sentimental y de gusto, pero me falta la erudición culta que debe tener el crítico de este género. Esto de ser un español de los ordinarios es una fatalidad al escribir de cultura. ¡Feliz Vd. que es un español... extraordinario!

He publicado estos días en colección el articulejo «Mezclilla», que he mandado al editor regalar a Vd.

Su apasionado admirador y amigo que le quiere mucho,

Leopoldo Alas

¿Sabe Vd. algo de La Puchera y el pucherero? A mí no me ha escrito hace siglos. Tal vez le debo yo carta... ¡Qué escritor... y qué hombre!

 

Notas

[1] Esta carta, sin fecha, es sin duda la escrita «a principios de año» a la que Menéndez Pelayo contesta en 31 enero 1889. En 9 diciembre 1888 Clarín había escrito a Galdós sobre el mismo asunto.