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Epistolario > Volumen 9 (Noviembre 1887 -... > Vol. 9 - carta 338

Datos del fragmento

Remitente JUAN L. ESTELRICH Destinatario MARCELINO MENÉNDEZ PELAYO Fecha 2 octubre 1888 Lugar Palma

Texto

Volumen 9 - carta nº 338

De JUAN L. ESTELRICH
A MARCELINO MENÉNDEZ PELAYO

Palma, 2 octubre 1888

Mi queridísimo Marcelino: Acabo de recibir la tuya, fecha 26 del pp.º con Il Giorno, la fábula de Bertola y tu Palinodia. Mil y mil gracias por todo. El temor de ser molesto y el remordimiento de hacerte perder tiempo, habían hecho que no reiterase mis demandas. No la falta de ganas en hacerlo. (Ve una nota que lleva Parini en los pliegos que mando por este correo).

En esos pliegos verás lo que va de Manzoni. Valera no me ha traducido la Urania. Si aun se decidiera la insertaré en los Apéndices, con otras curiosidades que tengo recogidas. Anímamelo. He preferido a todas las otras la traducción de Pesado del 5 maggio, por la importancia de ese poeta americano y por ser traducción poco conocida en España.—No pude insertar nada de los tres ingenios que tradujeron la Arcadia, por no poder disponer de ejemplar alguno. Se salvará el error del traductor de Lemene.—La reproducción de Los Sepulcros está tomada de la segunda edición de tus versos, como deseabas; me permití aclarar con algunas notas de Foscolo las alusiones de Foscolo, con lo que supongo no has de enojarte. De Leopardi, a más de La Palinodia, tengo recogido: Remembranzas (Le ricordanze), por Oyuela; A Italia, por el mismo; Canto del pastor errante y El pensamiento dominante por Alcalá Galiano; Amor y Muerte por Pesquera; La puesta de la luna por Baráibar; A la luna (inédita) por Baráibar; La sera del dì di festa (inédita) por D. Jerónimo Rosselló; El sabado de la aldea por mí; La hoja por Revilla; Scherzo por un anónimo; L'infinito (inédita) por O'Neille. Si Miguel Oliver llega a traducir La Quiete dopo la tempesta o Il passero solitario, las insertaré. Además irán por nota: La quiete dopo la tempesta, traducción en vascuence (inédita) por Felipe Arrese y Beitia y las traducciones catalanas de La sera dil dì di festa, por Juan Sardá y La Hoja por Mateo Obrador. Tengo varias traducciones duplicadas, de las que haré oportuna mención en los catálogos. Ya ves que Leopardi no irá mal representado.—Juan Alcover estudió Le ricordanze para traducirla y tenía ya algún trozo primorosísimamente labrado, pero ha desistido de su propósito. En cambio me ha traducido algo de Carducci y ha escrito original una soberbia poesía El ciprés de mi huerto donde se nota eficaz la influencia leopardina. Puedo asegurarte sin vanagloria que mis aficiones han influido de una manera positiva y directa a todos los jóvenes que aquí cultivan las letras, y con esto solo doy por bien empleado el largo trabajo que desde este rincón y sexta parte del mundo he tenido que hacer para publicar la Antología.

Pienso abrir una parca sección, después de Leopardi, de influencias de ese poeta en los versos españoles, donde insertaré el Dos de Mayo de Gallego; el cipres de mi huerto de Alcover; a Cintio, de tu Cabanyes; algo de Querol, y una epístola de Bartria y unos versos de Miguel Oliver, en catalán.

Me hace gracia la traducción del Giorno que has remitido; con ella, la traducción de alguna odita y el capítulo I ciarlatani, que se insertarán en los Apéndices, no hará Parini el papel desairado que hace ahora por el texto donde figura un soneto de Arango y dos enclenques traducciones mías escritas hace ya bastantes años. Si te fijas en las traducciones que llevan mi firma te estimaré que al escribirme me hagas las advertencias que estimes oportunas, para poder corregir los defectos que tengan. Algunas hay (traducciones, se entiende) improvisadas; en cambio, otras estrofas me han costado... cuanto de sudor y de fatiga con todo lo cual creo haber hecho un buen ejercicio para traducir luego decorosamente Il Giorno, el que desearía saliese intachable.

De Frugoni di con tres sonetos de los muchos que este autor escribió A Aníbal, yo traduje uno de los primeros de su colección y los agrupé bajo el título Aníbal, formando así como un poemita.

Si conoces al señor Martí y Miquel, traductor de los versos latinos de León XIII, haz el favor de decirle que me mande un ejemplar. Vi su obra anunciada en un catálogo de libros recibidos de Clarín y ni aquí ha llegado esa obra ni han sabido hacerla venir.

Me pides noticias de la gente de aquí. Alla van:

Quadrado, muy remozado, ha ido a Barcelona (no se si para que las pupilas de la célebre madame Blanche le hagan le grand travail ! ! ! ). Ha desenterrado traducciones del año 30 y me las ha cedido cariñosamente (Vide Pellico en la Antología).

Anteayer tuve el gusto de dar un apretón soberbio a Miguel Costa, vestido de hombre negro. Ha venido a pasar un mes aquí y luego volverá a Roma.

Tomás Forteza muy ocupado, muy ocupado, muy ocupado. (Con esta canción se pasa veinticuatro horas diarias y... se seca la epiglotis).

D. Jerónimo se ha quedado ciego de un ojo y está muy desmedrado. No va a acabar la publicación de Lull, ¡qué lástima! Pero no la acaba.

Palou y Coll ha acabado su drama D. Pedro del Puñalet. Y a propósito de Palou, debes mandarle (como le ofreciste y seguramente te has olvidado) algún libro tuyo con cariñosa dedicatoria. En medio de sus desgracias, lo que más le alegra es el trato y buena cara de los amigos y es excelente persona. ¡Hazlo!

El genial y popularísimo D. Pedro de A. Peña imprime sus versos. Si sabe escoger bien puede resultar el libro más mallorquín y delicioso que se haya escrito en este siglo.

D. Luis Pons, bueno, gracias.

Te doy una enhorazabuenísima por tu último tomo de las Ideas Estéticas. No he hecho más que lamerlo con la punta de la lengua y he prorrumpido, como el italiano del cuento, ¡ ¡zucchero! ! Es esa una obra que, en cuanto la termines, voy a aprendérmela como asignatura en fin de curso. No quiero tomarla en dosis editoriales, porque no sé hacerlo, pero te digo que estoy impaciente por verla terminada.

Con el alma tuyo,

Juan Luis Estelrich

No se si te envían una revistilla titulada Los libros . Si no la recibes, avisa. Yo soy cosa de ella, pero no sé lo que soy.

 

Estelrich - Menéndez Pelayo, p. 166-168.

Notas