Buscar: en esta colección | en esta obra
Epistolario > Volumen 9 (Noviembre 1887 -... > Vol. 9 - carta 152

Datos del fragmento

Remitente JOSÉ M.ª DE PEREDA Destinatario MARCELINO MENÉNDEZ PELAYO Fecha 7 marzo 1888 Lugar Santander

Texto

Volumen 9 - carta nº 152

De JOSÉ M.ª DE PEREDA
A MARCELINO MENÉNDEZ PELAYO

Santander, 7 marzo 1888

Querido Marcelino: La larga incomunicación con el resto de España en que hemos vivido aquí fue causa de que yo no contestara tu carta del 4 de febrero con la puntualidad que merecía. Algo ha habido después de pereza también.

Tienes formada bien pobre idea de mi aguante cuando me pides permiso para citarme los defectos que hallas en La Montálvez , y temes que puedan mortificarme los que apuntas. ¡Ojalá no tuviera el libro otros más graves que ellos! No es ya hora de tratar de esas cosas, porque te juro que habiéndose publicado tan poco sobre ese libro, con lo que de él se me ha escrito y con lo que se ha hablado, tengo como indigestión y hartura de Montálvez; sobre la cual no hay dos pareceres enteramente acordes, con convenir, en lo principal para mí casi todos, en lo que tu me dices acerca de sus condiciones de obra de arte. Lo cual me demuestra que si en España hubiera hábitos de crítica, es decir que si los pocos que entendeis de ella hubiérais llevado a la prensa vuestros pareceres, el éxito de ese libro, por lo discutido, hubiera sido ruidoso, es decir, lo que se llama un gran éxito, o lo que es igual, todo lo contrario de lo que está sucediendo.

Una de las cosas que me maravillan en este pleito es la coincidencia extraña de todos los inteligentes que me han escrito, en prepararme para que no me duelan los reparos que van a hacer, y luego resultan trivialidades, algunas de ellas hasta ridículas, después de afirmar como tu, que La Montálvez es el libro de más peso, más hondo y de más difícil hechura de cuantos yo tengo. Si esto es cierto ¿a qué dar importancia a lo otro? ¿Tan abundantes son los libros perfectos en España ni en parte alguna del mundo? Yo me explico este ensañamiento por lo poco simpático del asunto, o de una gran parte de él; y me lo explico así, porque a mi me pasa lo mismo. Todo lo que en la novela no es Luz y cuanto con ella se relaciona y el drama de la madre, me parece abominable hasta como factura. Cuando nos veamos te demostraré en brevísimas razones que algunos de tus reparos no debieran serlo, y que los que parecen de mayor importancia tienen la explicación en algo que no has leído con la necesaria atención.

Pero ¡qué puerca es esa prensa madrileña! Aquí en confianza: la única vez que Tamayo y don Aureliano han dejado de avisarme el recibo de un libro mío, ha sido esta. ¿Tan detestable les habrá parecido que ni a engañarme con una evasiva se atreven? Porque se han dado casos hasta de indignación, como el de Miquel y Badía que aconsejó en el Diario de Barcelona a «la gente moza» que no leyeran la novela por puerca y escandalosa. Conservo el artículo y la copia de la carta que escribí al autor, en respuesta a otra suya, seca y desdeñosa, como si él fuera todo el gran mundo a quien se fustiga en la obra. Los catalanistas piensan de muy distinto modo, y han visto en el artículo de Badía una campanada estúpida. ¡Cómo le ponen!

Ixart y Sardá piensan publicar sendos artículos; pero ya verás cómo no los escriben. También el pulcro Vidal es de los escandalizados, aunque me lo dice en mejores formas que Badía... En fin, no acabaría si te extractara el expediente raro de este libro. ¿Viste el artículo larguísimo de Clarín en La Justicia y otro en la Revista de España, de un Gil Osorio que pone a la novela y a su autor por encima de los cuernos de la luna?

¿Cómo se ha tomado en los círculos que tu frecuentas? ¿Se conoce siquiera en ellos? Te aseguro que ni aun eso sé; y te lo agradecería en el alma que me dieras alguna noticia sobre el particular.

Dámelas también de tu vida y obras. Anoche he leído que eres candidato a la Academia de Ciencias Morales &. Me carga esta docta y grave corporación, que no sé para qué sirve.

En fin, dime algo aunque sea poco, pero escríbeme, cuatro garabatos siquier sean tan ilegibles como estos que te envía ahora tu apasionado amigo

J. M. de Pereda

No he querido pedirte un artículo para la novela, que buena falta le ha hecho y le hace, por no someter a prueba tan dura tus repugnancias.

 

Pereda - Menéndez Pelayo, p. 107-109.

Notas