Buscar: en esta colección | en esta obra
Epistolario > Volumen 8 (Julio 1886 -... > Vol. 8 - carta 53

Datos del fragmento

Remitente RAFAEL A. DE LA PEÑA Destinatario MARCELINO MENÉNDEZ PELAYO Fecha 12 septiembre 1886 Lugar Facubaya

Texto

Volumen 8 - carta nº 53

De RAFAEL A. DE LA PEÑA
A MARCELINO MENÉNDEZ PELAYO

Facubaya, 12 septiembre 1886

Muy señor mío y respetable colega: En carta que se sirvió Vd. escribirme hace algunos años, me dirigía Vd. las siguientes benévolas frases: «Hoy su gratísima carta de 3 de Mayo viene á presentarme ocasión de entrar en amistosas relaciones con Vd. á quien desde tan lejos aprecio ya por la comunidad de creencias, y por la identidad de nuestro modo de pensar en puntos muy importantes». Sin duda aludía Vd. á las creencias religiosas y opiniones filosóficas que ambos profesamos. Mas cuando su carta no me asegurara de esta conformidad en ideas, bastante me la darían á conocer sus escritos que leo siempre con creciente admiración. Sé, pues, á no dudar que no sólo es Vd. filósofo espiritualista; sino lo que es mejor, filósofo orto[do]xo, que no cree necesario extinguir la antorcha de la Fé, para que pueda brillar la de la razón.

Pienso, por tanto, que algún interés tendrá para Vd. la lucha que aquí sostienen desde hace algunos años la Escuela Espiritualista y la Positivista, y á fin de que tenga Vd. alguna noticia de la polémica entablada, le remito los adjuntos discursos pronunciados en la Escuela Nacional Preparatoria.

El Positivismo ahincadamente porfía por alcanzar el dominio de las inteligencias, y sobre todo aspira á ejercer exclusivo señorío en las de los jóvenes que acuden á las escuelas nacionales. Con ejemplar modestia afirma que él solo ha encauzado las ciencias y ha sabido encerrarlas dentro de sus verdaderos términos; y al paso que magnifica y engrandece cuanto es obra de los sentidos, tiene en nada cuanto proviene de la razón pura. Cuenta por incognoscible toda concepción metafísica, y no advierte que semejante afirmación arruina la fábrica del edificio científico que se ufana de haber levantado, pues á raiz de toda ciencia están los conceptos metafísicos de sustancia y de propiedad, de causa y de fuerza, de espacio y de tiempo, y por último de ley.

Según verá Vd., mi principal intento en el breve discurso que pronuncié, fué probar que el Positivismo es una escuela anticientífica, ya se ponga la consideración en sus doctrinas ó bien en su método.

En la guerra que aquí se ha hecho al Positivismo, el primer adalid ha sido el Sr. D. José M. Vigil que, como Vd. tal vez recordará, es individuo correspondiente de la Academia de la Lengua y también de la de la Historia. Con frecuencia ha obtenido triunfos envidiables, cuando escribiendo artículos de controversia, y cuando pronunciando discursos muy notables por la erudición filosófica que en ellos se advierte, por el rigor lógico del razonamiento, y sobre todo por la luz con que alumbra las cuestiones más abstrusas, y por la transparencia de su estilo jamás empañada.

Ya se deja entender que si me atrevo á manifestar á Vd. mi juicio, es porque lo sujeto de todo en todo á su prócer inteligencia.

Muy en breve remitirémos á los señores académicos de la Lengua el primer cuaderno del tercer tomo de nuestras «Memorias». Tiempo hace que debía estar concluida su impresión; pero graves negocios han impedido al Sr. Mariscal leer en la Academia una producción suya que ha de formar parte de esa entrega.

Con mortificación advierto que he dado á esta carta mayor extensión de la que puede sufrir quien como Vd. tiene ocupado todo su tiempo; sírvame de disculpa el placer que hay siempre en comunicarse con sabios de primer orden.

Sabe Vd. que le tiene en grande estima su adicto amigo y constante admirador que at.º b.s.m.

Rafael Ángel de la Peña

 

Notas