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Epistolario > Volumen 8 (Julio 1886 -... > Vol. 8 - carta 49

Datos del fragmento

Remitente MARCELINO MENÉNDEZ PELAYO Destinatario JUAN VALERA Fecha 2 septiembre 1886 Lugar Santander

Texto

Volumen 8 - carta nº 49

De MARCELINO MENÉNDEZ PELAYO
A JUAN VALERA

Santander, 2 septiembre 1886

Mi muy querido amigo D. Juan: Tengo a la vista sus dos últimas muy gratas. En la Revista de España he leído el primer artículo contra el naturalismo. Hace desear vivamente los restantes, y es tan ingenioso y ameno como sólido y bien fundado. Veo que asienta Vd. en términos demasiado absolutos (a mi parecer) nuestra inferioridad respecto de los demás pueblos modernos en la poesía lírica. Yo creo que la misma Italia, en todo el largo período que va desde el Petrarca hasta Manzoni, no produjo dos poetas tan profunda y sinceramente líricos, cada cual a su manera, como Fr. Luis de León y Quintana. El mismo Herrera, en lo que tiene bueno, vale más que Filicaja, y Lope, mucho más que Chiabrera o que Fulvio Testi. Por lo que toca a los franceses, yo me inclino a creer que apenas han tenido verdadera poesía lírica hasta el tiempo de Andrés Chenier. No creo que ellos mismos se atrevan a preferir Ronsard a Garcilaso o Malherbe a los Argensolas. Tampoco en la poesía inglesa clásica (salvo en los sonetos de Shakespeare, alguna cosa de Milton, el ditirambo de Dryden y la elegía de Gray) encuentro muchos rasgos de primer orden. Yo creo que los grandes poetas franceses, ingleses y alemanes pertenecen todos a nuestro siglo o a los últimos años del anterior, y que en todo el período que va desde el primer Renacimiento (siglo XIII) hasta el romanticismo, los italianos y nosotros llevamos la primacía sobre los demás pueblos de Europa. En el período novísimo quizá la palma no pueda otorgarse exclusivamente a nadie.

Pero esto es incidental y no atañe a la cuestión del naturalismo, que estoy deseando ver apurada por Vd. con la singular mezcla de profundidad y de gracia que constituye uno de los mayores atractivos de su talento.

También he recibido la Pepita Jiménez norteamericana. Lo que he leído de la traducción me parece fiel y exacto; de la elegancia no puedo juzgar. La carta-prólogo de Vd. es inestimable como interpretación genuina de la obra, que yo había interpretado siempre de la misma manera. Esta coincidencia me agrada y lisonjea. Todo me parece bien en la carta-prólogo, excepto el bombo a los krausistas, que, personalmente considerados, valen más como hombres que como pensadores, y que, considerados como escuela, si es verdad que tienen el mérito de haber despertado el pensamiento filosófico que había caído aquí en una especie de letargo desde principios de siglo, también lo es que, por su dogmatismo cerrado y pedantesco, por su intransigencia de secta y por lo mezquino de su horizonte intelectual, fueron una grandísima rémora para el progreso intelectual de España, incomunicándonos con todo sistema o corriente de ideas que no fuese la suya. Yo no los detesto por librepensadores, puesto que hay muchos pensadores libres que por la grandeza de su esfuerzo intelectual me son simpáticos. Los detesto porque no pensaron libremente y porque todos ellos y especialmente Giner, son unos pedagogos insufribles, nacidos para ser eternamente discípulos de un solo maestro y de un solo libro. Quisiera yo saber qué idea propia tuvo en toda su vida

Sanz del Río. Yo creo que en los krausistas no se puede alabar otra cosa que la honradez y la buena voluntad.

Si Correa anda todavía por Bélgica, déle Vd. recuerdos le mi parte. Escríbame mucho y créame siempre su amigo verdadero

Marcelino Menéndez y Pelayo

 

Valera-Menéndez Pelayo , p. 292-293.

Notas