Volumen 7 - carta nº 16

De MARCELINO MENÉNDEZ PELAYO
A NARCISO OLLER

Madrid, 13 diciembre 1884

Mi muy querido amigo: Desde luego quiero dar a Vd. este título, y no quiero que Vd. le retire: amigo suyo de los más cariñosos desde que he leído sus libros. No extrañe Vd. mi tardanza en contestar a sus dos gratas que siempre he tenido muy presentes. Culpe Vd. a esta endiablaba vida que hacemos en Madrid y que no nos deja tiempo ni sosiego para lo que nos sería más grato. Además, no he querido escribir á Vd. sin haber leído por completo todas sus obras hasta ahora impresas. Al benévolo obsequio de un hombre como Vd. no podía yo contestar con frases vulgares de cortesía, dichas a vuelta de correo para evitar el compromiso de leer un libro. No, amigo mío, Vd. debe ser medido con otra vara, y lo poco que yo conocia de Vd. me obligaba a dedicarle toda mi atención, como lo he hecho. La Papallona, los Croquis al natural, las Notas de color, Isabel Galcerán, L'Escanya-pobres, todo ha pasado sucesivamente por mis ojos, que en esta ocasión no han sido ojos de crítico, sinó de lector vulgar y entusiasmado. Por nuestro Pereda había yo tenido el primer conocimiento de la persona de Vd. y de sus producciones, pero, con esperar yo mucho de quien se presentaba escoltado por tal patrono, todavía ha excedido la realidad a mis esperanzas. Vd. no ha dado todavía, ni con mucho, todo lo que puede y debe producir, pero no es preciso ver íntegra la estatua para conocer la potencia del artífice. Lo que Vd. ha manifestado, hasta ahora en todos sus ensayos y tan varios de asunto, son sus condiciones geniales, y de éstas podemos y debemos ya juzgar. Con ser yo grande admirador de la gente catalana y sentir verdadera simpatía por el moderno renacimiento de su cultura, siempre experimenté verdadera repulsión hacia el carácter arcaico, romántico trasnochado y falsamente trovadoresco que tuvo en sus primeros pasos, aun bajo la pluma de ingenios eminentes. Vd. ha conocido por instinto o reflexivamente que una literatura que de tal modo comienza, ha de ser forzosamente un caput mortuum, y que el único modo de salvar la escuela catalana es hacerla entrar en las realidades vivas. Pero esto lo ha hecho V. no con un naturalismo mezquino, sinó con alta y verdadera inspiración de poeta que convierte en materia artística cuanto toca.

Cuadro sencillo y hasta vulgar es el de la Papallona, y sin embargo, ¡cómo interesa y conmueve, a pesar de aquel último capítulo edificante y melodramático que Vd. añadió, sin duda, por imperdonable condescendencia con el gusto de ciertos moralistas que no reparan en otra más alta, aunque más triste, moralidad.

Posee Vd. sobre todo, condiciones de estilo, condiciones pintorescas y plásticas que yo no acierto a elogiar. Las palabras en Vd. no son meras palabars sinó que sugieren verdaderas sensaciones y parecen manchas de color y rastros de luz.

Su estilo de Vd. vale más que sus obras, con valer estas tanto. ¡Qué no podrá hacer el que tiene a sus órdenes semejante instrumento!

Otro día escribiré a Vd. con más extensión, manifestándole algunas de las impresiones que me han producido sus obras. Por ahora quiero contestar a otro asunto que toca Vd. en la segunda de sus cartas. Deseo, en efecto, tener todas las poesías que puedan hallarse de mi venerado maestro D. Manuel Milá. De las catalanas tengo la Cansó del Prós Bernat (tengo entendido que publicó un apéndice que no poseo), la Complanta d'en Guillem, una canción intitulada Montserrat... y pare Vd. de contar. Otras ocho o diez que tengo son castellanas, y alguna muy bella. Serán bien recibidas todas las catalanas que me faltan, y de antemano doy las gracias a Vd. y a Matheu.

Tengo muy alta idea de Sardá pese los artículos críticos que de el he visto, y deseo ya leer su monografía acerca de Piferrer.

De Vd. amigo afmo. y s.s.q.s.m.b.

M. Menéndez y Pelayo