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Epistolario > Volumen 6 (Enero 1883 -... > Vol. 6 - carta 51

Datos del fragmento

Remitente ANTONIO RUBIÓ Y LLUCH Destinatario MARCELINO MENÉNDEZ PELAYO Fecha 10 marzo 1883 Lugar Barcelona

Texto

Volumen 6 - carta nº 51

De ANTONIO RUBIÓ Y LLUCH
A MARCELINO MENÉNDEZ PELAYO

Barcelona, 10 marzo 1883

Mi muy querido Marcelino; hace algun tiempo que deseaba contestarte á tu última, pero aguardaba de un dia á otro tu prometida epístola, mas extensa que la especie de telegrama que me dirigiste para anunciarme la feliz llegada de mis libros.

La de tu magnífico tomo de poesias ha resuelto mi indecision, y hoy te escribo, para agradecerte los buenos ratos que con tu recuerdo me has proporcionado, y al propio tiempo hablarte de la impresion que en mí ha producido su lectura. Me ha gustado el desenfadado prólogo de Valera, á pesar de tanta paradoja como contiene (alguna de las cuales ha hecho estremecer á Milá y Aguiló y á otros adoradores de la musa popular), y creo que está muy en lo justo al considerarte como verdadero poeta y de los de más aliento. Por la impresion que en mi producen tus composiciones, juzgo que vás á formar escuela, bajo la bandera de ese neo-clasicismo de nueva ley que tu has enarbolado. Con todo y que admiro mucho á Cabanyes, te aseguro sin ánimo de adularte, (bien sabes cuantas veces te he dicho lo que siento) que me gustas muchísimo más que él; porqué del clasicismo has tomado sólo la forma nítida y tersa, y la has animado con el vigoroso espíritu moderno y con el más puro y sincero sentimiento. Cabanyes tiene para mi ciertos resabios paganos de mal gusto, y el horizonte de su educacion literaria, no es tan ancho como el tuyo.

Sé ya de memoria y la he repetido y dado á conocer á muchos de mis amigos que tienen la chifladura de las letras, tu magnífica Elegía á la muerte de un amigo. Mi madre se conmovió al escucharla y yo al leérsela. La Nueva primavera me parece la más correcta de todas tus composiciones amorosas, y la dedicada á Aglaya la más sentida y romántica de ellas, en el buen sentido de la palabra. Unicamente no me parecen del todo bien algunos pasajes de la introducción. El resto de ella y sobre todo desde aquel verso Encadenóme un día , hasta el final, me place tanto, que lo conservo en mi memoria para deleitarme en él cuantas veces tengo ocasión de hacerlo. No te hablo de la ya famosa Galerna porqué toda ella es una obra maestra de las que más te honran. De todas las restantes poesías te he hablado en otras ocasiones, y por tanto omito hacerlo de nuevo en la presente. Recibe como final de mi insignificante juicio, el parabien más sincero de un verdadero amigo.

Pasando á mis asuntos te diré, que hoy he dado fin á un trabajo sobre los Catalanes en Oriente, que será probable lo publique dentro de poco tiempo la Real Academia de esta, delante de la cual lo he leido en tres sesiones ordinarias. Titularáse, poco más ó menos, del modo siguiente y con el nombre verás indicado el tema: «La dominación de los Catalanes, en las tradiciones, en la poesia popular, en la literatura y en la historia del pueblo griego». Creo que gustará por la novedad del asunto. Por lo que tengo escrito juzgo que formará una memoria de unas 100 páginas.

He leido ya las dos famosas y anheladas partituras de Balaguer y Castelar. En mi vida he sentido con más fuerza la impresión del vértigo. ¿Como las ha juzgado la gente entendida de esa? No se te habrá escapado la ingratitud de nuestro paisano con Milá.

Voy á copiarte una horaciana de un poeta guatemalteco, por si no la conoces. El prologuista la ensalza hasta las nubes y dice que es de sentir que la muerte prematura del autor, no le permitiera, como pensaba, hacer muchas otras versiones de clásicos latinos. Tu videbis.

       A Pirra
¿Quién es ¡oh Pirra! el doncel
Que entre perfumes y flores
Te dice blandos amores
En la gruta del vergel?

    ¿A quien con nardos y rosas
Tejes el blondo cabello?
¿ En que nueva faz el sello
Del ardiente labio posas?

    ¡Cuantas veces inocente
Ese que en tu fé confia,
Llorará la boca impía
Que ora acaricia su frente!
— — — — — — — — — — [1]

En plácido mar navega
El aura su sien alhaga,
Y al soplo del aura vaga
La blanca vela desplega... [sic] etc.

Creo que para muestra bastan estas estrofas. La traduccion es muy libre, como se vé á primera vista. «Poesias de D. José Batres y Montúfar.—Guatemala. 1845». Es la única horaciana que he podido hallar entre varios poetas guatemaltecos que han caido en mis manos. No te olvides de escribirme la consabida extensa epístola. Tuyo siempre,

Antonio

 

Notas

[1] Rayas de omisión puestas por el mismo Rubió.