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Datos del fragmento

Remitente CÁNDIDO ORTIZ. Obispado de Cuenca Destinatario MARCELINO MENÉNDEZ PELAYO Fecha 9 mayo 1881

Texto

Volumen 5 - carta nº 6

De CÁNDIDO ORTIZ. Obispado de Cuenca
A MARCELINO MENÉNDEZ PELAYO

9 mayo 1881

Muy Sr. mio y de toda mi consideración: Ausente el Ilmo Prelado de esta Diócesis, como Gobernador Ecco, S. P. de la misma, durante la Santa Pastoral Visita, he procurado adquirir cuantos datos ha sido posible del movimiento heterodoxo en este Obispado, datos que tengo el gusto de adjuntar á V. sintiendo mucho que no sean más extensos, lo cual no ha sido posible porque los Sres. Arciprestes, a quienes he consultado al efecto, no han podido averiguar más.

Tambien hubiera querido remitir a V. algunos números de los periódicos revolucionarios, que por aquel tiempo se publicaron en la Capital, pero no he podido adquirirlos hasta hoy, y si despues obtuviese algunos, se los mandaré.

Si del discurso tan celebrado y que he tenido el gusto de leer, que V. pronunció en la Academia se hubiera tirado en esta alguna edición, agradecería a V. mucho se sirviese remitirme algun ejemplar.

Aprovecho esta ocasion para ofrecerme de V. con la más distinguida consideracion affmo. y S.S. Q. B. S. M.

Cándido Ortiz

ANEXO A CARTA DE 9 MAYO 1881

Los datos históricos, que acerca del movimiento heterodoxo de esta ciudad pueden consignarse, si bien no presentan un caracter tan pronunciado, tenaz y complicado como en otras capitales y pueblos de más ó menos importancia de la Península, pueden, sin embargo, ocupar un sitio de alguna preferencia en la historia de los agitados acontecimientos, cuyas fatales consecuencias lamentan todavía desde el año 68 los verdaderos católicos y cuantos tienen en estima los legítimos intereses de la Patria. Sirva, pues, su breve indicacion, para esclarecer lo que con criterio menos imparcial pudiera contribuir mas adelante á oscurecer la verdad que conviene á los hechos que mencionan.

Consumada la revolucion de Setiembre, Cuenca sintió los efectos de la providencia del Sr. Romero Ortiz sobre las monjas, ordenándose la reduccion de los cinco conventos fundados en ella. Afortunadamente la orden no llegó a cumplirse, si bien los preparativos para realizarla estaban hechos ya. Solo sufrieron sus consecuencias los PP. de la Congregacion del Oratorio, que fueron expulsados y su convento vendido.

En Enero del 69 una comision del Gobierno Civil se incautó de las alhajas consagradas al culto de la S. ta Iglesia Catedral; aunque quedaron en depósito en la misma Iglesia en habitaciones cuyas puertas fueron selladas al efecto.

En el indicado mes se iniciaron tambien las agresiones contra el clero, con motivo de las elecciones para las Constituyentes. Entre otras calumnias, se hacía al Sr. Obispo que lo era el Emo. Cardenal Payá actual Arzobp.º Santiago, conspirador contra los poderes constituidos, así como á otros señores capitulares en connivencia con seglares de la capital. Medidas se proyectaban, que no llegaron tampoco a tomarse, cuando se cercioraron de la verdad.

Proclamada la libertad de cultos, algunos agentes de la Sociedad Bíblica extendieron libritos, especialmente entre el pueblo, aunque con escaso fruto de su propaganda.

Así en este como en el siguiente año, el Colegio de S. n Pablo, seccion del Seminario, fué objeto especial de las iras populares, que mas de una noche lo asaltaron, salvándose providencialmente de conflictos, que hubieran comprometido sériamente la vida de sus escolares.

Con motivo de la agitacion carlista, que se inició y creció con la revolucion, el Palacio Episcopal fué mas de una vez visitado por los milicianos nacionales, entre los que pudo contarse alguno de intenciones no muy rectas para con el sábio Prelado. Sin embargo, nada hubo que lamentar bajo el concepto de agravios personales, que se temían.

Asímismo se abrió un club republicano, donde con doctrinas políticas se vertieron ultrajes al dogma y á la moral de la Religion.

La funcion solemne, que el clero catedral, parroquial y el vecindario sensato de la poblacion preparaban, para celebrar dignamente el 25 aniversario de la exaltacion de Pio IX al Pontificado, fué la ocasion, que aprovecharon los encubiertos enemigos del catolicismo, para hacer público alarde de su impiedad, agrupándose al toque de ánimas en la anteplaza, de donde partieron en todas direcciones, disparando armas, dando gritos, lanzando piedras á ventanas y balcones, destruyendo los magníficos arcos levantados en el trayecto de la procesion y atropellando algunas de las pocas personas que no encontraron salida inmediata del peligro.

La capilla pública de la Divina Pastora fué convertida en cuadra para la seccion de Guardia Civil de caballería, y aun parece que tambien para la de la guarnicion, despues de la primera invasion carlista.

En Julio del 75 trataron igualmente de amotinarse contra el clero catedral, que á peticion del Ayuntamiento, celebraba solemnes exequias por las víctimas de la segunda invasion carlista. La autoridad del Sr. Gobernador Militar fué el dique donde se estrellaron siniestros planes, evitando escenas tan tristes como las del año anterior.

Terminada la guerra fratricida y en los primeros momentos despues de haberla anunciado el telégrafo, las turbas, que recorrian las calles lanzando piedras y repitiendo los episodios del aniversario de Pio IX, dirigieronse al Palacio Episcopal en actitud hostil, tratando al nuevo Prelado, que lo era entonces el Ilmo. Sr. D. Sebastian Herrero Espinosa de los Monteros, indignamente y haciendo lo propio con los eclesiásticos, cuyas casas apedrearon.

A raiz de la revolucion apareció el periódico titulado «La Bandera», redactado por alumnos del Instituto y dirigido por un seminarista renegado. De escasa importancia política y de menos gusto literario dirigió invectivas mas bien que á la doctrina á los ministros de la Religion. Su vida fué corta, pero fué reemplazada con «La Vanguardia», que formalmente dirigió rudos ataques á la Religion. Era, por lo tanto, completamente heterodoxo. Dirigía este periódico, órgano del partido republicano de la provincia D. N. Correa, diputado en la legislatura á que dió término el general Pavia en Enero del 74. El dogma objeto especial de sus impugnaciones fué el de la infalibilidad del R. Pontífice. Unos cuantos eclesiásticos, los más profesores de este Seminario, por indicaciones del Sr. Payá y Rico dieron á luz el periódico «La Verdad», que en una coleccion de artículos hicieron enmudecer al que en tono de triunfo creyérase vencedor en la discusion. La Vanguardia desapareció con el poder y con las ilusiones de sus partidarios.

Finalmente, se ha publicado con posterioridad el titulado «La Libertad», periódico democrático y por lo mismo hostil en cierto modo á la Iglesia, dados los ideales y tendencias de su política.

D. José Torres Mena ha publicado recientemente una obra, en la que ha trazado la biografía de todos los prelados de la diócesis con acrimonía y mordacidad y á la vez con cierto menosprecio de la dignidad episcopal y de los sábios y virtuosos prelados, que tanto han honrado y enaltecido la silla de Cuenca.

 

Notas