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Epistolario > Volumen 4 (Junio 1879 -... > Vol. 4 - carta 84

Datos del fragmento

Remitente CAYETANO FERNÁNDEZ CABELLO Destinatario MARCELINO MENÉNDEZ PELAYO Fecha 24 diciembre 1879 Lugar Sevilla

Texto

Volumen 4 - carta nº 84

De CAYETANO FERNÁNDEZ CABELLO
A MARCELINO MENÉNDEZ PELAYO

Sevilla, 24 diciembre 1879

Estimadísimo y muy respetable amigo: ¡Felices Pascuas de la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo, y buen año de 1880!

Perdón por mi atrevimiento en remitir a V. unas Octavejas a la Inmaculada , escritas a los años mil de tener arrinconada mi torpe y nunca bien templada lira.

Ha muerto de repente el Oficial 1.º (Fernández y Velasco) que teníamos en la Colombina, y su reemplazo es difícil, porque el difunto llevaba más de 40 años de manejar la Biblioteca y era listo. Estamos, pues, en la necesidad de llenar la vacante; y al efecto ruego a Vd. se sirva indicarme alguna o algunas obras (donde se vendan y su precio) con ayuda de las cuales, y contando con talento y aplicación, pueda un joven en el menos tiempos posible formarse un mediano bibliógrafo como para servir en nuestro Establecimiento en manera que no desdiga demasiado del que hemos perdido.

No aspiro al honor de una carta o contestación en forma, ni lo permiten las asiduas ocupaciones de V., así que dos renglones que se digne V. envolver en un sobre a mi nombre, queda satisfecha mi exigencia de que sea así, si es posible a vuelta de correo.

Un año hace puntualmente que escribí a mis amigos de la A. E. manifestando mi grandísimo deseo de dejar para V. mi puesto en la dicha, si me admitían la renuncia, y la respuesta fué la que leerá V. en la adjunta (que espero me devuelva, reservando con escrupulosidad su contenido como lo reclama esta prueba de gran confianza). Sin embargo, si los muchos y poderosos amigos de Vd. pueden asegurar o por lo menos hacer probable su elección y la admisión de mi renuncia, cuente V. siempre con ella. Para mí será mayor gloria la de haber contribuído a la exaltación de V. que la que me resulte de llevar un título que sé bien que no merezco.

Muchos dirán a V. que lo quieren; yo se lo pruebo. Con la libertad, pues, que me da mi buen afecto y con la autoridad de mi carácter sacerdotal, me atrevo a concluir dando a V. consejos. Pida V. mucho a Dios, Sr. D. Marcelino, que le conserve en la santa humildad cristiana, que hasta ahora no ha desmentido. Quid habes quod non accepisti? Siempre que oigo hablar de V., de sus triunfos y de sus raros dones, experimento dos impresiones muy distintas; una de júbilo y otra de temor. Posible es, digo, que en medio de tantos aplausos y admiraciones llegue a engreírse y a ensoberbecerse: una vez soberbio, Dios lo dejará solo; y entonces... entonces, aunque fuese otro ángel de luz, caerá, y caerá arrastrando en su cola a muchos de sus admiradores: absit, ¡absit!

Perdone, y reciba el cordialísimo abrazo de su atentísimo admirador, Q.B.S.M.

Cayetano Fernández

 

Fernández Cabello, Epistolario, 1949, p. 156-157.

Notas