Buscar: en esta colección | en esta obra
Epistolario > Volumen 4 (Junio 1879 -... > Vol. 4 - carta 35

Datos del fragmento

Remitente MIGUEL A. CARO. (A Madrid) Destinatario MARCELINO MENÉNDEZ PELAYO Fecha 8 septiembre 1879 Lugar Bogotá

Texto

Volumen 4 - carta nº 35

De MIGUEL A. CARO. (A Madrid)
A MARCELINO MENÉNDEZ PELAYO

Bogotá, 8 septiembre 1879

Mi muy querido amigo: tengo el gusto de referirme a su muy grata carta de V. de 24 de julio último; pero siento decirle que no han llegado á mis manos ni aquella que V. me anuncia escrita de Madrid y relativa á su «Biblioteca de traductores», ni tampoco los libros y opúsculos que V. ha tenido la amabilidad de remitirme. De los que yo he enviado veo que tambien se han extraviado algunos. Sea todo por Dios! Bien forrados y convenientemente porteados, llegan aquí con toda puntualidad los periódicos que remite de Madrid Don Abelardo de Carlos á su gente en esta ciudad Don Enrique Ramos Ruiz, que es buen amigo mío. Si dentro de esos venerables paquetes consigue V. que ponga el Sr. de Carlos los impresos que V. quiera enviarme -uno o dos por cada correo- creo que la remisión será segura. Tambien puede V., dando mayor vuelta, encomendarlos á mis corresponsales de París MM. Roger & Chernoviz, 7 rue des Grands Augustins.

Nos hemos quedado aguardando la muy deseada, y ya anunciada correspondencia de V. para el Repertorio. Si sus muchas ocupaciones, que considero, no le permiten á V. escribirla, consíganos V. un buen corresponsal de la escuela de V. -católico ante todo-. Los términos, los que V. conoce.

Mi paisano y amigo Rafael de Pombo ( Florencio ), contra lo que yo presumia, sigue traduciendo odas de Horacio, que enviaré á V. segun me las vaya entregando. Ya han ido algunas. Desgraciadamente no es en traducciones clásicas en lo que más luce su ingenio.

En el último Repertorio verá V. su magnífica oda al Niágara, seguida de una nota bastante necia; que á veces los poetas suelen ser harto prosaicos.

De Sor Francisca Josefa de la Concepcion no he enviado á V. la «Vida», porque es edicion agotada y rarísima, de que apénas tengo un ejemplar. Pero adviértole, por lo que pueda convenirle, que mi paisano R. J. Cuervo, á su paso por Bélgica, regaló un ejemplar de esa obra á la Biblioteca de Bruselas.

Me dice V. que la Ortología y Métrica de Bello no se conocia en España ¡despues de 44 años de haber visto la luz pública (ó más bien dicho, privada) en Santiago de Chile! Ya lo creo; vea V.: estoy leyendo la edicion de El Mágico Prodigioso por Alfred Morel-Fatio, y en cuya introduccion, á vueltas de varias apreciaciones pretenciosas y no siempre justas, consigna el editor como grandes novedades no sé qué indicaciones sobre sinéresis y sinalefa, puntos, como V. habrá visto, magistralmente tocados, y aun acaso agotados, por nuestro Bello.

Tenemos aquí con motivo de la guerra del Pacífico, de encargado de Negocios del gobierno de Chile, á Don Francisco Valdes Vergara, estimabilísimo joven de 24 años, que conoce perfectamente la historia política y literaria de su patria y de Bolivia, república donde estuvo como secretario de Legacion antes de pasar á Colombia. El suegro de Valdes, D. Ricardo J. Bustamante, es el más distinguido escritor de Bolivia, y Valdés, por lo que me ha oido hablar de V. y sus obras, le ha escrito indicándole que remita á V. las noticias horacianas que pueda conseguir; aunque lo más probable, según me dice, es que nada haya en Bolivia en este género de lucubraciones, como tampoco en Chile, donde los hombres de letras se han dedicado más especialmente a los estudios históricos.

He empezado a publicar en el Repertorio mis apuntes virgilianos, dedicados a V., á oscuras de lo que V. ha dicho sobre traductores de la Eneida.

Por el asunto de que tratan, y por la época y lugar en que se escribieron, parécenme curiosas y que interesarán a V. las piezas horacianas que acompaño. Larraondo no era poeta; pero su carta crítica es un documento indudablemente notable para su tiempo.

Queda de V. adictísimo am.º

M. A. Caro

 

Caro, Epistolario, p. 209-212.

Colombianos-Menéndez Pelayo, p. 73-75.

Notas