Volumen 2 - carta nº 42
De LEOPOLDO EGUILAZ
A MARCELINO MENÉNDEZ PELAYO
Granada, 2 julio 1876
Mi muy querido amigo: Comienzo pidiendole mil perdones por no haberle escrito hasta hoy dandole las mas cumplidas gracias por las bellísimas producciones que ha tenido la bondad de regalarme. Desee y tuve la esperanza de darselas personalmente en los tres viajes que, despues de haber tenido la dicha de conocerle, hice á Madrid, por sus hermosos artículos sobre los Jesuitas y su tesis del Doctorado que guardo como oro en paño; pero en ninguno de ellos tuve la fortuna de verle, pues me digeron nuestros amigos que se hallaba V. en Santander. Cuando recibi el tomo de sus Estudios Criticos sobre Escritores Montañeses le creia en el Estrangero, pues Hernando me habia dicho que la Diputacion Provincial de Santander habia pensionado á V. para que hicera algunos trabajos que requerian visitar las bibliotecas de Paris. Escuso decir á V. el placer conque he leido el excelente estudio bibliografico y critico de Trueba y Cosio. Todo lo que brota de la pluma de V. me causa á la vez que encanto por la belleza y correcion del estilo, por lo fluido y castizo del lenguaje y por la sobriedad á la par que profundidad de pensamiento, un verdadero asombro. Y no es la pasion que ciertamente se la tengo, la que me hace expresamente en estos terminos. Mis compañeros en el Profesorado que han leido sus Estudios y su tesis sobre la novela son de mi mismo parecer. Dichosos sus padres de V. que tienen la gloria de contar entre sus hijos á V., llamado á ilustrar la literatura patria con sus escritos y á ser contado entre el numero de sus mas insignes ingenios! Dios, nuestro Señor le dé á V. largos años de vida y salud completa para que los emplee en su santo servicio! No sabe V. cuanto me he acordado de V. estos dias con motivo de la provision en favor de Revilla de la Catedra de Lit.ª Española de Madrid. ¡Que lastima que no se hubiera V. encontrado en condiciones de haber aspirado á ella! De seguro hubiera sido de V., con lo que hubiera ganado muchísimo la causa Católica, tan necesitada en el Profesorado de hombres como V. Quiera Dios que lo veamos a V. pronto de Catedratico de aquel Centro de enseñanza.
En medio de la satisfaccion que me causa la lectura de cuanto V. escribe, debo decirle que desearia que no trabajara V. tanto. Está V. en una edad que requiere distraccion y esparcimiento. No conviene tanto ardor por el estudio como el que V. tiene; es menester que haga V. mucho ejercicio corporal. Acuerdese V. del consejo que le dió el Sr. Tamayo. Pues ese mismo se lo repito á V. No eche V. en olvido estos consejos. Si yo estuviera á su lado de V., no le consentiria tanto trabajo mental.
Tengo la esperanza de darle á V. un apretado abrazo este otoño, si para ese tiempo va V. á Madrid.
Tenga V. la bondad de dar mi expresiva enhorabuena á sus SS. padres por sus obras de V. y recibiendo afectuosos recuerdos de mi muger, le abraza con toda la efusion de su corazon su apasionado y agradecido amigo
Leopoldo Eguilaz