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Obras completas de Menéndez... > LA CIENCIA ESPAÑOLA > III. La Ciencia Española :... > ADVERTENCIA PRELIMINAR

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El adjunto inventario no abarca, ni pretende abarcar, todo el riquísimo conjunto de la ciencia española, sino solamente dar idea muy somera de los inexplorados tesoros que en ella se encierran. Este índice se titula Bibliográfico, por habernos parecido el título más modesto; pero, en rigor, comprende algo más y algo menos de lo que se exige a la pura bibliografía. Siendo preciso reducirle a pocas páginas, ha habido que suprimir en él todas las circunstancias tipográficas de lugar, nombre de impresor, tamaño, número de tomos y de folios, cuya omisión en una bibliografía propiamente dicha, hubiera sido indisculpable. Por otro lado, más bien que a satisfacer la honesta curiosidad que se ceba en autores y ediciones raras, se ha atendido en este esbozo de catálogo a presentar juntos los principales monumentos de la ciencia patria en cada una de sus ramas, y a eslabonarlos por orden cronológico, para que más resalte la persistencia de nuestra tradición intelectual.

En muchos puntos nos hemos guiado por nuestras propias investigaciones; en otros hemos acudido a las bibliografías existentes, de las cuales se encontrará largo, aunque todavía incompleto, catálogo en el tomo primero de esta obra nuestra. Parece casi inútil advertir que en la parte de Botánica nos han dada mucha luz los trabajos de D. Miguel Colmeiro; en la de Medicina, los de los señores Hernández Morejón y Chinchilla; en la de Náutica y Cosmografía, los de D. Martín Fernández Navarrete; en la de Economía Política, los de Colmeiro (D. Manuel); en la de Mineralogía, los de los señores Maffei y Rua Figueroa, etc., etc. [p. 10] No hemos dejado por eso de consultar directamente gran parte de los libros a que estos bibliógrafos se refieren. Otras secciones, verbi gracia, las de Teología, Filosofía, Filología y Letras Humanas, deben más a nuestros propios estudios.

En cuanto a la clasificación de las ciencias, hemos procedido con cierta libertad y holgura, atendiendo, sobre todo, a la relativa importancia histórica que ha tenido cada una de ellas en España. Colocamos primero, por consiguiente (aunque siempre debiéramos hacerlo, dada su importancia jerárquica), la Teología en sus diversas ramas, comenzando por la ciencia de las Sagradas Escrituras; y a continuación la Filosofía y todas las disciplinas que de ella se derivan o en ella se fundan (Moral, Política, Derecho natural y de gentes, Derecho penal, etc.); luego las ciencias jurídicas positivas (Derecho civil romano, canónico y patrio); las disciplinas filológicas, literarias y artísticas; las ciencias exactas, físicas o naturales, consideradas primero en sí mismas y luego en sus aplicaciones.

Hemos excluído de nuestro catálogo todas las obras que propiamente no son científicas. Así, v. gr., no citamos las obras de amena literatura; pero sí los tratados doctrinales o estéticos del arte literario y de cualquiera otra arte de las que llamamos bellas. No incluímos tampoco las obras de historia narrativa (aunque tengan carácter mixto de ciencia y arte); pero sí los tratados de crítica histórica y del modo de escribir la historia. No los tratados puramente prácticos o pragmáticos de Derecho en que es tan rica nuestra literatura jurídica; pero sí todos aquellos en que, con un criterio elevado y general, se discuten cuestiones que atañen a los fundamentos de la ciencia de lo justo y de lo injusto, ya en el terreno público, ya en el privado.

Por lo general, seguimos el orden cronológico, pero no con entero rigor, puesto que le sacrificamos muchas veces a la sucesión lógica de ideas y de escuelas.

No todos los libros que aquí se citan tienen verdadero valor intrínseco y permanente; pero creemos que todos ellos sirven y son necesarios, a lo menos como documentos históricos, para conocer el estado de las respectivas disciplinas en España durante cada uno de los períodos de nuestra historia científica. Omisiones [p. 11] hay muchas, que se irán salvando, Dios mediante, en ediciones sucesivas.

No comprende este índice más que los libros anteriores al siglo XIX, puesto que solamente sobre ellos versó la polémica de LA CIENCIA ESPAÑOLA. Esta regla, sin embargo, no se guarda tan estrictamente que hayamos dejado de poner algunos libros de los primeros treinta años de nuestro siglo, idénticos, por su método, gusto y tendencias, a los del siglo anterior. En realidad, el siglo XIX, para la literatura y para la ciencia española, no comienza hasta 1834.

Pero con ser tan lícita esta amplitud de términos para nuestro catálogo, no hemos querido abusar de ella, ni hay una sola de nuestras adiciones que no se refiera a hombres científicos, nacidos y educados en la centuria décimaoctava. No entendemos con esta omisión menospreciar de ningún modo la ciencia española de nuestros días, menos original y castiza ciertamente que la de otras épocas, e inferior a ella, sin género de duda, en aquellos estudios fundamentales que tienen por objeto a Dios o al espíritu humano, pero no deslucida en el cotejo con la antigua por lo tocante a las ciencias del cálculo, de la naturaleza y de la vida fisiológica, ni mucho menos en lo perteneciente a las aplicaciones técnicas e industriales.

Por última advertencia, diremos que las fechas que siguen a la mayor parte de las obras indican el año de la primera edición, y que cuando esta indicación falta, la obra es inédita, o bien pertenece a la Edad Media, y ha sido impresa muy tardíamente, sin intervención posible de su autor.

Notas