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Obras completas de Menéndez... > BIBLIOTECA DE TRADUCTORES... > I : (ABENATAR–CORTÉS) > CAMPILLO, NARCISO

Datos del fragmento

Texto

[p. 266]

Natural de Sevilla, licenciado en Filosofía y Letras, catedrático por oposición de Retórica y Poética en los Institutos de Cádiz y del Noviciado de Madrid. Es autor de un tratado de Literatura preceptiva, y ha publicado asimismo dos excelentes colecciones de poesías, que contienen traducciones en verso:

Poesías de D. Narciso Campillo. Sevilla, imprenta y librería española y extranjera, 1858. 4.º, 286 pp.

Desde la 139 a la 142, se lee la

Descripción del diluvio, traducida libremente de Ovidio. Protinus [p. 267] Æoliis Aquilonem claudit in antris... (lib. 1.º de los Metamorfóseos). Nuevas Poesías de Narciso Campillo, catedrático por oposición de Retórica y Poética y AA. Clásicos en el Instituto de Cádiz. Cádiz, imprenta de la Revista Médica, 1867. 318 pp.

Página 69. El Lago (traducción de Lamartine).

» 74 . El Cristiano moribundo (íd.).

» 76. Moisés libertado de las aguas (de Víctor Hugo).

» 192. A Dante (traducción de un soneto de Miguel Ángel).

No han entrado en ninguna de las dos colecciones otras poesías traducidas en años juveniles por el señor Campillo. Entre ellas tenemos noticia de los Amores de Píramo y Tisbe, de Ovidio, y de varias odas de Horacio. Una sola de éstas, el Vaticinio de Nereo ha visto la luz pública en el periódico titulado Crónica de Salamanca. Para evitar su pérdida, la transcribimos a continuación, corregidas las muchas y evidentes erratas con que se imprimió entonces.

Sabemos que el señor Campillo tiene vertidos al castellano los primeros libros de la Ilíada, de Homero. De desear sería que diese cumplido término a este trabajo, apreciable sin duda como obra de tan distinguido literato, lustre y ornamento de la moderna escuela sevillana.

Traducción de Horacio
VATICINIO DE NEREO
ODA XV
Por los estrechos de la mar llevando
Iba el troyano a la robada Helena:
Nereo entonces reprimió las alas
De los rápidos vientos, y anuncióle
En voz severa su fatal destino.

«Con mal agüero hasta tu hogar conduces
A esa muger a quien la Grecia entera
vendrá con el acero a reclamarte,
para romper tus bodas conjurada,
Y el reino antiguo de tu padre triste
Con el suelo igualar vuelto en escombros.
¡Ay! ¡qué horrenda fatiga está aguardando
A infantes y ginetas! Cuántos lutos
Y cuántos funerales apercibes
A la gente troyana! Vengativa
[p. 268] Ya embraza Palas ponderoso escudo,
Ya ciñe el yelmo y a su carro sube.
En vano tú orgulloso por las Gracias
Y el amparo de Venus, dulce lira
Pulsarás entre hembras, con sus voces
La tuya uniendo en los livianos cantos:
En vano peinarás tu cabellera;
Que evitar no podrás el dardo agudo
Del certero cretense, ni las lanzas
Funestas a tu tálamo, ni el grande
Y fragoso estruendo de las lides.
Ni evitarás el ver a Ayax furioso
Seguirte en pos como ligero rayo.
En polvo y sangre al escapar huyendo
Hundirás ¡ay de ti! la frente impura.
¿No sientes ya que por tu mal avanzan
De Nestor y de Ulises las soldados?
Ya impávido te acosa el Salamino
Teucro, y el luchador Esteneleo
Cual diestro auriga azota los corceles.
También a Merion, con hondo espanto,
Conocerás. Diómedes se presenta,
Aun más valiente que su mismo padre;
Míralo, ardiendo viene en justa ira
Y ansía encontrarle en la feroz batalla.
¿A donde tú, con fatigoso aliento,
Podrás huir, cual ciervo sorprendido
Que paciendo en el valle grama verde,
Vió no lejos de sí la hambrienta fiera?
No es esto, Paris, lo que tú ofreciste.
La cólera de Aquiles el estrago
Suspenderá; después con largo duelo
Llorarán las matronas de la Frigia.
¡Ay, que de Troya los soberbios muros
Abrasarán al fin las griegas llamas!»

Notas