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Obras completas de Menéndez... > BIBLIOGRAFÍA HISPANO-LATINA... > IV - VI : HORACIO > VI : HORACIO III > DOS PALABRAS A QUIEN LEYERE (ADVERTENCIA DE LA PRIMERA EDICIÓN)

Datos del fragmento

Texto

No necesita prólogo este libro. En el texto de la obra, en el Ultílogo y en la Epístola a Horacio , están expuestas mis ideas sobre el poeta latino y sus imitadores, e indicados en parte los motivos de este pobre trabajo.

Aquí sólo me cumple dar las gracias a cuantos para él me han facilitado noticias o documentos, en especial a mis entrañables amigos D. José R. de Luanco y D. Gumersindo Laverde Ruiz; al Excmo. Sr. D. Leopoldo A. de Cueto, historiador doctísimo y crítico sagaz de nuestra literatura en el siglo XVIII; a mi inolvidable y sabio maestro D. Manuel Milá y Fontanals; al muy diligente bibliógrafo portugués D. Antonio de Silva Tulio; al señor D. José María Latino Coelho, honra asimismo de las letras lusitanas, y talento de los más flexibles y universales de nuestra Península; a mi excelente condiscípulo y amigo de corazón Antonio Rubió y Lluch, que pronto dotará a la lengua catalana de una traducción de Anacreonte, y, en general, a los bibliotecarios de Madrid, Sevilla y Barcelona, lo mismo que a los de Portugal, Italia, Francia y Países Bajos, cerca de todos los cuales he hallado la más fraternal acogida y benevolencia.

No incluyo en este ensayo a los poetas hispano-latinos imitadores de Horacio, que son en gran número. Queden reservados para una obra especial que (Dios queriendo) daré a luz en su [p. 28] día. Una sola excepción he hecho (por tratarse de una imitación muy directa y notable) en favor de Fr. Juan Interián de Ayala.

Las imitaciones que se acercan a ser paráfrasis van incluídas en la parte primera de esta Memoria, entre los traductores . Notaráse, sin embargo, alguna irregularidad en esto, como en otras cosas, porque no todas las noticias vienen a la memoria y a la pluma en el mismo punto.

Escrita tiempo ha la mayor parte de este opúsculo, adolece (lo confieso) de graves imperfecciones de estilo y método, que hubiera yo corregido gustoso, a habérmelo permitido tareas más graves. Esta fué pasatiempo de estudiante que buscaba solaz en la Bibliografía, rendido y fatigado de ciertas explicaciones de metafísica krausista que el reglamento le forzaba a oír, y de las cuales sacó el provecho que fácilmente imaginarán los lectores.

Nada de esto sirva de disculpa. El que lanza al mundo un libro con sus tachas, buenas o malas, debe responder de todas, confiéselas o no. Pero como las tendencias críticas que en algún modo dictaron este librejo son hoy en mí las que entonces eran, no he tenido inconveniente en divulgarle y someterle a la censura de cualquier lector benévolo que busque en los libros más hechos que palabras. Si halla alguna noticia curiosa y quizá nueva, quedarán cumplidos mis anhelos. En lo demás, me reconozco ignorante y pecador.

¿Y quién no lo es en tales materias? Las omisiones son inevitables y los errores frecuentísimos. Ruego, pues, a todos los aficionados a cuyas manos lleguen estas páginas, que se apresuren a repararlos, pública o privadamente, con familiares cartas o acres censuras. Y lo ruego, sobre todo, a este círculo de eruditos y bibliófilos madrileños que nada encuentran tolerable sino lo que ellos o sus amigos hacen. Comuníquenme las peregrinas noticias que de fijo tendrán sobre el horacianismo en nuestra Península, y que yo no me he atrevido a pedirles, temeroso de que me cerraran su puerta.

Esto va con los bibliófilos. De los críticos contemporáneos , [1] diré poco. Paréceme que les oigo clamar: Bajo el nombre de horacianos, [p. 29] confunde el autor a poetas de escuelas distintas . Si no estuviera tan perdida la tradición de nuestros humanistas , inútil sería repetir lo que en España se ha entendido siempre por oda horaciana . No es sólo la imitación pura de Horacio en pensamientos, frases, etc. La oda horaciana tiene por caracteres propios sobriedad de pensamiento, ligereza rítmica, ausencia de postizos adornos, grande esmero de ejecución... y generalmente es muy breve . Cumplidas estas y las demás condiciones externas del estilo de Horacio (acertado uso de los epítetos, transiciones rápidas, etc.), la composición será horaciana , aunque exprese pensamientos españoles y cristianos , y hasta místicos . Tiene en castellano este género formas rítmicas predilectas, cuales son la lira de Garcilasso, la estrofa de Francisco de la Torre , la sáfico-adónica y muchas combinaciones de versos sueltos. Rara vez emplea las estancias largas, y nada hay menos clásico y horaciano que las canciones petrarquistas o las odas que un crítico llamó kilométricas , como si dijéramos las de Quintana. Tampoco sientan bien en la modesta lírica horaciana ciertas aparatosas formas y suntuosos ornamentos, de que usa y abusa la llamada oda pindárica y académica . ¡Pobre Píndaro, si tornase al mundo, y viera cómo le calumnian!

Por lo demás, con decir que en este libro he dado entrada a todas las imitaciones directas o indirectas, próximas o remotas, de composiciones enteras o de frases sueltas que yo recordaba, queda bastante justificada mi laxitud en este particular. Tampoco he sido parco en la inserción de textos y citas, para que el lector pudiera sacar algún provecho y seguir con menos fatiga estas áridas investigaciones.

¿Necesitaré explicar por qué he llamado a este libro HORACIO EN ESPAÑA y no Horacio en Iberia ? Lo primero, porque el nombre de Iberia lo desacreditó entre las gentes de buen seso cierto partido político. Lo segundo, porque el nombre de España , que hoy abusivamente aplicamos al reino unido de Castilla, Aragón, y Navarra , es nombre de región, nombre geográfico , y Portugal es y será tierra española , aunque permanezca independiente por edades infinitas; es más: aunque Dios la desgaje del territorio peninsular, y la haga andar errante, como a Delos, en medio de las olas. No es posible romper los lazos de la historia y de la raza; no vuelven atrás los hechos, ni se altera el curso de la civilización [p. 30] por divisiones políticas (siquiera duren eternamente), ni por voluntades humanas. Todavía en este siglo ha dicho Almeida Garret, el poeta portugués por excelencia: « Españoles somos y de españoles nos debemos preciar cuantos habitamos la Península ibérica.» España y Portugal es tan absurdo como si dijéramos España y Cataluña . A tal extremo nos han traído los que llaman lengua española al castellano e incurren en otras aberraciones por el estilo.

Basta de preámbulo para un libro que no ha de ser leído por nadie. Seguro estoy de ello. ¡Cómo ha de ser! Predicaremos en desierto, o con aquel auditorio al cual Persio se dirige en su primera sátira: uno... dos... ninguno . Los que han saboreado los versos de Horacio.

            «Comme on boit du vin vieux qui rajeunit les sens» ,

que dijo Voltaire, quizá me agradecerán el haber reunido estas noticias.

Notas

[p. 28]. [1] Alúdese a la Revista Contemporánea , y especialmente al malogrado Revilla, con quien traía yo entonces ardientes polémicas, trocadas luego en amistad sincera y en acerbo pesar por su arrebatada muerte.