Buscar: en esta colección | en esta obra
Obras completas de Menéndez... > BIBLIOGRAFÍA HISPANO-LATINA... > III : ...CICERÓN-HISTORIA... > COLUMELA

Datos del fragmento

Texto

Códices.

I. BIBLIOTECA UNIVERSITARIA Y PROVINCIAL DE VALENCIA, núm. 65.

L. Junius Moderatus Columella, De Re Rustica. Fol. Ms. en pergamino, letra del siglo XV, con portada e iniciales de adorno. 170 hojas de a 35 líneas seguidas. Encuadernación de tafilete en tabla.

Procede del monasterio de San Miguel de los Reyes, y tiene todos los indicios de haber pertenecido a la librería del Duque de Calabria D. Fernando de Aragón, pero no le encuentro en su inventario, lo cual nada prueba en rigor, puesto que al fin de dicho inventario aparece esta nota:

Todos estos libros que aquí están, y otros muchos que se hallan en el monasterio y no en el inventario y fueron de su Excellencia, se cree que vinieron al monasterio, y creo yo para mí que solos los libros del estudio de su Excelencia, según hallé dello indicio, serían mill volumenes o cuerpos de libros entre grandes y pequeños y pequeñitos, de los quales se vendieron muchos pensando que por ser de mano y de lengua toscana no valían nada, y esta venta fué sin números ni memoria. Estaban también estos libros más principales en unas arcas con sus pies, cuyas tapas servían de mesas para el estudio, cuyo modo y manera se hallarán más adelante.» (Y con efecto no se halla.)

[p. 297] Ediciones

II. IMPRENTA DE SORDO-MUDOS.—Madrid, 1837.

L. Junii Moderati Columelae. De re rustica libri. Matriti MDCCCXXXVII. Ex typographia Sordo-mutorum. 8.º, 241 pp.

Esta edición que intentó publicar la Sociedad Económica Matritense es de la mayor rareza. Por mi parte no he llegado a verla. Da razón de ella D. Braulio Antón Ramírez en su copioso Diccionario de Bibliografía Agronómica (Madrid, 1865), p. 130:

«Hemos tenido el gusto de examinar uno de los pocos ejemplares que se salvaron... Encomendada la corrección de las pruebas a una persona muy erudita en latinidad, observó que en la imprenta no se habían comprendido bien sus correcciones, quizás porque los infelices operarios, sordo-mudos, no habían llegado a perfeccionarse en este arte tanto como al presente... en su consecuencia, rogó y hasta exigió que inutilizándose los moldes, se desistiese de la empresa.»

Traducciones.

[III.] RUIZ TOBAR, Fr. Vicente.—Siglo XVIII.

Versión castellana, sin título. Ms. del siglo XVIII. Consta de 86 hojas en folio. Hízola Fr. Vicente Ruiz Tobar, mercedario calzado, Regente de estudios en el nuevo Colegio Pío de San Adrián de Roma, y Consultor de la Congregación del Índice y Calificador de la Inquisición Romana.

El autor de esta versión la quería imprimir y al efecto la Academia de la Lengua dió su informe, que va al principio del manuscrito. Censura a Fr. Vicente descuidos de estilo; decir que España tenía en tiempo de Julio César 52 millones de habitantes y algunas menudencias como no exponer bien la cronología de los reyes chinos, cual si estas cosas, usando de una frase de Luciano, se supiesen hasta en las barberías.

Toda la versión, de la que falta la conclusión, está en prosa, bastante mediana.

[p. 298] Empieza así: «Oigo muchas veces a algunos personajes de los más principales de nuestra ciudad lamentarse ya de la poca fertilidad de los campos, ya de la continuada intemperie del cielo, lo cual dicen que es la que de muchos tiempos a esta parte causa a los frutos los daños y perjuicios que experimentamos.»

IV. TRIGUEROS, Cándido María.—1778.

En la fecha indicada se ocupaba en traducir a Columela, y de este trabajo hay algunas noticias interesantes en las cartas que por entonces le dirigía D. Gaspar Melchor de Jovellanos (Obras de Jovellanos, ed. Rivadeneyra, tomo 2, pp. 163, 164 y 165).

«Yo no puedo ser buen juez del mérito de Columela, porque le he leído muy de paso, y ha algunos años. Para esta decisión sería preciso un examen más prolijo y meditado; pero suscribiré sin dificultad al dictamen de usted porque desde luego creo que el tiempo en que vivieron los autores no fija de tal manera su mérito, que él solo pruebe la perfección de los unos y los defectos de los otros. ¿Por qué usted, hombre muy versado en los escritos de Cicerón, no podrá parecérsele, aunque hubiere vivido un siglo después? Aun en los tiempos en que ha dominado el mal gusto, se han hallado ingenios singulares, que atenidos a la imitación de los buenos modelos, se distinguieron de sus contemporáneos, y se pusieron al nivel de los que los habían imitado. ¡Cuántos ejemplos tenemos nosotros de esta verdad! (Sevilla, 26 de junio de 1778).»

En carta sin fecha, pero seguramente de Madrid y del año 1784, procura disuadir a Trigueros del proyecto que tenía de escribir un poemazo titulado La España, y cita este párrafo de una carta de D. Eugenio Llaguno, que opinaba lo mismo: «Si yo hubiese de aconsejar a D. Cándido, le diría que pues se ha hecho tan sevillano, hiciese un buen servicio a aquel país, escribiendo unas memorias de la agricultura, artes y comercio de él, a la manera de las que hizo Capmany de Barcelona, y que ínterin juntaba los materiales, conclúyese la traducción y notas de Columela, cuya obra latino-española me encargaría yo de hacer imprimir.

[p. 299] Y añade Jovellanos por su cuenta:

«Muchas veces he hablado yo con este amigo de esta traducción, y muchas nos hemos lastimado juntos de que usted la abandonase; muchas más he hablado con el señor Conde de Campomanes de ella, y siempre me ha rogado que invitase a usted por su conclusión. Ánimo, pues, amigo mío. Renuncie usted a las Musas, a lo menos por un tiempo, y abrace estas dos útiles empresas. ¿Quién podrá desempeñarlas igualmente? ¿Qué otras obras serían más útiles al público? ¿Qué otras darían a usted más gloria, y extenderían a mayores espacios su nombre? Yo he de ser importuno en este punto. Deje usted que los extranjeros nos muerdan; deje usted que otros nos apologicen bien o mal; escriba usted obras útiles, que éstas serán nuestra mejor apología. Cuando los pocos hombres de genio que poseemos se ocupen en obras dignas, en obras que sirvan al mejoramiento de nuestro gobierno, nuestras leyes, nuestras máximas y nuestras ideas, no serán menester mayores esfuerzos para hacer callar a la envidia y a la maledicencia.

Por otra parte, el único hombre que puede mejorar la fortuna de usted (¿el Conde de Floridablanca?) quiere que se trabaje en esta especie de obras con preferencia; y el señor Llaguno, que ha de ser Mecenas ante aquel Augusto, lo desea, y se lastima de que no se cumpla. Por esto me pongo yo de su parte, y conjuro a usted por nuestra amistad, que abandone el pensamiento en cuestión, que continúe y concluya la traducción e ilustración de Columela , y que entretanto vaya recogiendo memorias para la historia del comercio, artes y agricultura de la Bética...»

El bueno de Trigueros se dió por convencido, y abandonó las musas, a lo menos por algún tiempo, dedicándose al Columela y a las Memorias de la Bética, según se infiere de otra carta de Jovellanos, fecha de 10 de julio de 1784 (por equivocación 1781 en las ediciones anteriores a la de Rivadeneyra): «No puedo ponderar a usted él gusto que me ha dado con su última carta de 13 del corriente, y creo que no le tendrá menor el señor Llaguno, a quien he buscado esta misma mañana para leérsela, aunque sin fruto, y a quien voy a escribir una incluyéndosela... porque, se va mañana al Sitio, y tal vez no nos veremos más aquí. Este amigo y yo esperamos de usted tantas cosas buenas, que nos dolía mucho el verle distraído a otras, que aunque lo sean, no [p. 300] ofrecen tanta utilidad para el público, y por lo mismo queríamos convertirle enteramente a las que sin duda lo son. Gracias, pues, muy rendidas por esta deferencia, y siga usted sin desmayar los buenos propósitos...»

Trigueros debió de proceder con mucha celeridad en lo que le faltaba de su trabajo, puesto que en 10 de agosto de 1784 escribe Jovellanos:

«Venga en buen hora el «Columela» por mano de Pillado, y yo le iré pasando al señor Llaguno. Ha sido gran lástima el fracaso sucedido al autógrafo de que usted me habla; pero a bien que usted sabrá reintegrarle. No lo olvide usted por Dios, ni deje de trabajar en las Memorias lo que pueda.»

V. SANZ, P. Ignacio, S. J.—(En Bover, Escritores), 1782.

«La queja de los PP. Mohedanos de que la España no haya hecho castellano a su paisano Columela, movió al abate Sanz, joven el más hábil de cuantos yo traté, a emprender una traducción en nuestro idioma.»

P. Pou, Specimen, apud Bover, Escritores Baleares, II, 149.

VI. PÉREZ VILLAMIL, Juan. (En Memorial Histórico), 1824.

«Asimismo emprendió una traducción castellana de la obra de agricultura del célebre español Lucio Junio Moderato Columela, acompañada del texto latino, la qual, aunque se empezó a imprimir, no había aun recibido la última línea de mano de su autor, cuando éste murió en esta corte a 20 de febrero de 1824.»

Memorial Histórico Español: Colección de documentos, opúsculos y antigüedades, que publica la Real Academia de la Historia. Tomo II. Madrid: Imprenta de la Real Academia de la Historia, 1851, pág. 404.

Villamil debía de tener comenzada su traducción de Columela años antes de 1812, en que llegó al alto cargo de individuo de la Regencia del Reino, para el cual fué nombrado por las Cortes de Cádiz en 29 de setiembre. Tal se infiere de estas palabras del Conde de Toreno (Historia del levantamiento, guerra y revolución de España, libro vigésimo, pág. 426 de la ed. de Rivadeneyra):

[p. 301] «Humanista distinguido Villamil y erudito jurisconsulto, al paso que magistrado íntegro y adicto a la causa de la independencia como autor que fué... del célebre aviso que dió el alcalde de Móstoles, en 1808, a las provincias del Mediodía, disfruta de buen concepto entre los ilustrados, realzado ahora con su presencia en Cádiz. Pues si bien tornó a Madrid, de Francia, con la correspondiente licencia de la policía, y bajo el pretexto de continuar una traducción que había empezado años antes, del Columela, mantuvo intacta su reputación, y aun la acreció con haber usado de aquel ardid sólo para correr a unirse al gobierno legítimo.»

[VII.] ÁLVAREZ DE SOTOMAYOR Y RUBIO, Juan M.ª —Madrid, 1824.

«Los doce Libros de Agricultura, que escribió en latín Lucio Junio Moderato Columela, traducidos al castellano por D. Juan María Álvarez de Sotomayor y Rubio.

Madrid, imp. de D. Miguel de Burgos, 1824.»

Dos tomos en 4.º pliegos dobles de 16 páginas.

Tomo I.—Contiene XXIV, + 322 páginas.

Tomo II.—Contiene 230 págs. + 3 folios de índice y 52 de un segundo índice de las cosas más notables.

En la pág. VI del Prefacio del traductor (tomo I) se lee la siguiente nota, referente a la traducción en verso del libro X, que constituye el llamado Poema de los huertos:

«A propósito de este poema, no debemos pasar en silencio que su traducción se ha mejorado mucho con las variaciones que ha hecho en la parte métrica don José Virués, quien ha tenido la modestia de no variar más que en la parte que se ha dicho, aunque se le dió facultad para que lo hiciera en toda la traducción.»

Según esta nota, el traductor parece que fué Álvarez de Sotomayor, que es el que habla, y cuya es la traducción en prosa de los demás libros.

Mas he aquí lo que se lee en la pág. 31 del tomo I de la traducción de los Argonautas, de D. Javier de León Bendicho (Madrid, 1868):

«....Mejor éxito (que D. Luis Folgueras en la traducción de [p. 302] las Sátiras, de Juvenal), alcanzó en la suya, como más proporcionada a sus fuerzas, D. Juan Álvarez de Sotomayor, trasladando a castellano elegante y castizo el Tratado de Agricultura de nuestro antiguo compatriota Columela, cuya excelente versión poética del libro X, o sea Poema de los huertos, fué obra de mi amado tío D. José Virués y Espínola, quien más tarde tradujo también los Salmos de David, el poema de La compasión por Delille y la Henriada.»

[VIII.] TINAJERO, Vicente.—Madrid, 1879.

Columela (Lucio Junio Moderato). Los doce libros de agricultura, nuevamente reimpresos con la biografía del autor, por Vicente Tinajero. Madrid, 1879. Dos tomos en 4.º mayor, 14 pesetas.

(Librería de Bernardo Rico, Travesía del Arenal, 1.)

IX. ÁLVAREZ DE SOTOMAYOR.—Madrid, 1900.

Biblioteca Clásica del Ganadero. Volumen I.

Ganadería. Columela. Prólogo de López Martínez.

Madrid, Imprenta de los Hijos de M. G. Hernández, 1900. 8.º, VII + 159 pp.

[X.] TRADUCTOR DESCONOCIDO.

La labranza, de L. Junio Moderato Columela.

Libro I.

Prefacio a Pub. Silvino.

«Quejarse oigo a los hacendados de esta ciudad nuestra muchas veces, ora de la esterilidad de los campos, ora de la intemperie del cielo, como que ya muchos años no sea favorable a los frutos; y también a otros que, suavizando en cierta manera aquellas quejas, creen que, cansada y extenuada la tierra con la colmada fertilidad del pasado tiempo, no puede ahora, así liberal como primero, proveer a los mortales de alimento. Cuyas quejas tengo para mí, Publio Silvino, que caen muy lexos de la verdad; porque irreligioso de pensar que la naturaleza de la tierra, a quien [p. 303] el primer criador del mundo dotó de fecundidad perpetúa, contraxo esterilidad a manera de achaque... Ya no soy tampoco yo quien crea que el mal de ahora provenga de la intemperie del cielo, sino de la culpa nuestra, por haber abandonado al más ruin de los esclavos, como a verdugo, la labranza, cual si dañina cosa fuese aquella en que los mejores de nuestros abuelos con tanto esmero se ocuparon.»

Este es el primer párrafo de la traducción del Columela que posee D. Andrés Villalón, de Morón. El libro no tiene principio ni portada. Ignoro, por tanto, quién sea el traductor. El texto latino aparece en la plana de la izquierda. La obra está incompleta, pues no es más que un tomo (y éste falto de las últimas hojas y de algunas de enmedio) que comprende los cuatro primeros libros del Columela. Dicho tomo no llega más que a la página 368, cuya última línea es esta:

«extrema et media flagella submittendo, nec mi.»

La última línea de la pág. 367 es como sigue:

«partes del brazo, y no suministra igualmente el xu-»

Le faltan además las páginas 207 y 208, o sea una hoja.

En la pág. 135 aparecen los versos siguientes:

«.....................aun he oído
El trigo desdecir muy escogido.
He visto que después de gran cuidado
Desdice poco a poco, si el humano
Velar en cada un año lo granado
No escoge, y lo mejor con propia mano:
Que ansí por ley en todo lo criado
Descae, y vuelve atrás el ser liviano,
Y viénese empeorando de contino
A estado menos bueno y menos dino.»

Cuyos versos son traducción de los siguientes de Virgilio que figuran en el texto de Columela:

«Vidi ego lecta diu, et multo spectata labore
Degenerare tamen, si vis humana quotannis
Maxima quaeque manu legeret: sic omnia fatis
In pejus ruere, ac retro sublapsa referri.»

¿Quién será el traductor?

[p. 304] Miscelánea.

[XI.] TINAJERO, Vicente.—1880.

Biografía de Columela por D. Vicente Tinajero (publicada en 1880). La Correspondencia del 4 de marzo dedica un suelto.

Tirada muy corta.

XII. LIBROS DE AGRICULTURA.—[Sección de anuncios de El Cantábrico, de Santander.]

Ganadería, por Columela, y prólogo de D. Miguel López Martínez; precio, 2 pesetas.

Las aves de corral, por Columela; precio, 1,50 pesetas. En Biblioteca clásica del avicultor.

Notas