Por otro título El gallardo Jazimín , y así está citada en los catálogos de Medel y Huerta. Si es la misma que El gallardo Jacobín, mencionada en la segunda lista de El Peregrino , ha de ser anterior a 1614, lo cual su estilo no contradice. Lope la publicó en la Parte XVII de sus Comedias , una de las más raras, por cierto (Madrid, 1621 y 1622).
Muy poco tiene de histórico esta pieza, que casi podría clasificarse entre las de pura invención. Un D. Juan de Mendoza, sobrino del Marqués de Santillana, roba de palacio a una dama, doña Elvira de Vivero, y se refugia en Granada con ella disfrazada de paje. El Rey moro llega a descubrir que es mujer, se enamora de ella, encarcela al amante y da orden de dogollarle en la Fuente de los Leones. Afortunadamente se apiada de él un generoso Abencerraje llamado Jazimín, y no sólo le salva de la muerte, sino que consigue ponerle en libertad y protege sus amores. El Rey, entre tanto, apura inútilmente todo género de requiebros y persuasiones con la cautiva, que permanece fiel a su primer amor. Complícase la accion con otros incidentes, como el robo de Daraja, mujer de Jazimín, de la cual se apodera, al rayar el alba , entre los álamos verdes que cercan a Dinadámar , el alcaide de Iznatoraf, Sancho de Cárdenas; y después de mil peripecias novelescas, todo logra regocijado fin, mediante los esfuerzos del noble Abencerraje y el perdón de los Reyes Católicos.
El argumento, como se ve, no carece de interés, y tiene cierta novedad y atrevimiento el haber hecho héroe de la pieza, no a ninguno de los caballeros cristianos que en ella intervienen, sino a un moro, a quien se presenta como dechado de todas las virtudes caballerescas, y que, naturalmente acaba por convertirse. Ginés Pérez de Hita y los autores de romances moriscos, iban haciendo a su manera la rehabilitación de la raza proscrita; y Lope, no sólo siguió este impulso, sino que se esforzó en [p. 201] hacer a su Jazimín cristiano de alma, aun antes de recibir el bautismo:
DON JUAN
¿Vos cristiano?
Juraré
Que sois galán
Bencerraje.
JAZIMÍN
Aunque traigo sólo
el traje,
Traeré algún día la
fe.
Más ¿cristiano no
es aquel
Que tiene el alma
cristiana?
DON JUAN
Eso, amigo, es cosa
llana,
Pues habrá bautismo
en él.
En la pasión que el Rey Mahomad concibe por una esclava cristiana, y en los extremos que hace por ella, y en la indignación que esto causa a los principales muslimes, se reconoce, aunque muy alterado, un recuerdo de los tempestuosos y desatinados amores de Abul-Hassán con la Romía Zoraya (doña Isabel de Solís):
—¿Que de esa
suerte está por la cristiana?
—De esta
manera está por doña Elvira,
Bien a pesar del
reino que gobierna;
Porque ni oye a
nadie ni despacha,
Ni trata de la paz
ni de la guerra...
Con esto las
fronteras de Castilla,
Los soldados y
alcaides de Fernando
Corren la vega, y
en la puerta Elvira
Osan clavar las
lanzas y las dagas.
—¡Que se haya
Mahomad cegado tanto
de una mujer!...
—Sólo diré
que si el amor le dura,
Verán presto las
altas Alpujarras
Sus cabezas de
nieve por el suelo
A los pies de
Fernando valeroso...
[p. 202] Al fin de la comedia se leen estos versos:
Belardo dice que
halló
Esta historia en
los anales
De los Reyes de
Granada.
Ella es cierta:
perdonalde.
No sabemos a qué anales se refiere. No es verosímil que conociese la Relación de Hernando de Baeza, que no ha sido impresa hasta nuestros días, y cuyas copias son muy raras, aunque ya la tuvo presente Argote de Molina cuando escribió su Nobleza de Andulucia. Pero seguramente conocía a Mármol, y acaso también el tratadillo de los Reyes de Granada y su origen , que por mandato de la Reina Católica compuso su cronista Hernando del Pulgar. Sospecho esto, porque al paso que Mármol nada dice del linaje de Zoraya, y H. de Baeza habla de ella como de una mozuela de origen humildísimo, Pulgar la supone hija del alcaide de Martos, [1] lo cual conviene mejor con el origen aristocrático que asigna Lope a su doña Elvira.
Al revés de la anterior, esta comedia está bastante bien combinada; pero pobre y débilmente escrita, en cuanto puede esto decirse de Lope de Vega, que hasta en los rasgos más desaliñados pone alguna marca de su genio. Merecen vivir, por ejemplo, estas redondillas con que el Rey Mahomad galantea a la desdeñosa cristiana, y parecen una oriental romántica a estilo de Víctor Hugo y Zorrilla:
Dame en tu desdén entrada,
Así verás tu
persona
Con la famosa
corona
De nuestra imperial
Granada.
Gozarás oro de Dauro,
Verde jaspe de
Genil,
Del Albaicín la
sutil
Toca, y de tu
frente lauro.
[p. 203] Daráte Generalife
Flores que esa mano
arranque;
Comares, en blanco
estanque,
Te dará dorado
esquife;
Bibataubín con soldados
Te hará salva cada
día;
Zacatín y
Alcaicería
Te darán tela y
brocados.
Los cármenes sus acequias,
Que cuando en su
orilla mores,
Te cantarán
ruiseñores
Como el cisne sus
exequias;
Celebrados carmesíes
La calle que es de
tu nombre;
[1]
Granada, porque te
asombre,
Granos de rojos
rubíes;
Bibarrambla sus balcones,
Para que en fiestas
estés,
Y para adornar tus
pies
Bibalmazán sus
pendones;
La vega, con su verdura,
Rojo trigo y verdes
parras;
Su nieve las
Alpujarras,
Corridas de tu
blancura;
Dinadámar su corriente,
Todos los campos
sus frutos,
Mis vasallos sus
tributos,
Y yo el laurel de
mi frente.
Dedicó Lope esta comedia a doña Ana de Piña, hija del escribano Juan Izquierdo de Piña, a quien su grande intimidad con el Fénix de los Ingenios y los servicios que le prestó en buenos y malos lances han dado más notoriedad que la revesada prosa de sus disparatadísimas novelas. [2]