Es comedia muy rara, que se halla sólo en una Parte veintinueve de las llamadas extravagantes , impresa en Huesca por Pedro Blusón en 1634.
El estilo en muchas partes no es indigno de Lope, pero en otras presenta indicios de refundición, y aun podemos dar una prueba indirecta de ello. En el acto tercero se leen estos versos, evidentemente intercalados, pues no es posible que Lope tuviese la candidez de hablar de sí mismo en tales términos:
Heroico Plauto español,
Vega ilustre, a
cuya frente
Es corona
conveniente
Los nobles rayos
del sol:
Describe esta heroica hazaña,
Pues a ti conviene
solo
Ser el coronista
Apolo
De acciones de un
Rey de España.
Se ve que el refundidor era hombre de bien, y que quiso pagar modestamente su tributo al poeta cuya obra remendaba.
Es comedia genealógica, hecha adrede para ensalzar al linaje toledano de los Palomeques, representado por la protagonista [p. 92] doña Violante, que resiste heroicamente a las pretensiones del Rey:
Sabes que desciendo
De una de las ocho
Casas de Toledo.
Don Tel Palomeque
Fué mi bisabuelo,
A quien degolló
El bravo Don Pedro.
En San Antolín,
A honor yace
nuestro,
Coronado el nombre,
Sin cabeza el
cuerpo...
Esta doña Violante, llamada por su nítida hermosura La Paloma de Toledo , es un débil trasunto de las constantes heroínas de La Niña de plata , de La Estrella de Sevilla y de Lo cierto por lo dudoso , tan finas apasionadas de sus galanes, como fuertes y hábiles para defender su honor de las persecuciones regias:
Y mis palomas saldrán
Más lozanas de su
nido
Con un Guzmán por
marido,
Que con un Rey por
galán.
El Rey es el pobre Don Juan II, que hace aquí el mismo papel que en la pieza anterior y con el mismo resultado. También interviene en la acción el viejo señor de Batres, Fernán Pérez de Guzmán, presentado en algunas escenas con menos decoro del que cuadraba al ceñudo historiador y austero moralista que jamás condescendió con las flaquezas regias. Los lances de la comedia son triviales: celos y cuchilladas, ronda nocturna, un encuentro entre dos rivales cerca del castillo de San Cervantes, trueque y confusión de un papel.
Pero la versificación merece alabanza. Ya desde la primera escena nos encontramos con la pintura de un potro,
Que con andaluz
desgarro
El freno tasca
bizarro,
Desempedrando el
portal.
[p. 93] Versos que en seguida traen a la memoria estos otros de don Juan Ruiz de Alarcón en La Verdad sospechosa:
Ya tus caballos están,
Viendo que salir
procuras,
Probando las
herraduras
En las guijas del
zaguán.
En el acto segundo hay tres romances demasiado largos, pero de muy briosa y caballeresca entonación, sobre todo el último de ellos:
Honor de los
Palomeques,
Cuya generosa
sangre,
Del alba que
ilustra a Tormes
Hermosea los
celajes...
Y tú, noble padre
mío,
A quien comunica
Batres
Escaques de sus
Toledos,
Armiños de sus
Guzmanes...
Si la parte seria de esta pieza se distingue por lo noble y urbano del estilo, no vale menos la parte jocosa, especialmente por la originalidad del tipo del gracioso, que en esta pieza es un arbitrista, empeñado en quitar
La niebla a
Valladolid,
Y los lodos a
Madrid,
Y las cuestas a
Toledo;
y que expone en estos términos su programa, no anticuado del todo, según creemos:
Mi
estudio, señor, no trata
En cosas de
ratería,
Si nos traen
mercadería
O si nos llevan la
plata;
Si oro sale, si entra cobre,
Si ganan chento por
chento,
Si con uno y otro
asiento
Tienen a Su Alteza
pobre;
Si está su renta caída,
Pues esto viene a
parar
[p. 94] En que al Rey hemos de dar
La hacienda, como
la vida.
Si es bien moderar el traje,
Rapar al mozuelo el
moño;
Sólo trato que en
otoño
Tenga melones
Getafe,
Ciempozuelos mucho ajo,
La Mancha las
trojes llenas,
Y zocatas
berenjenas
Todas las huertas
del Tajo.
Que es una cosa muy vil,
Digna de que la
repares,
Que esté cerca
Manzanares
Y dependamos de
abril.
Y con un ingenio mío ,
Si en Castilla le dispones ,
Con menos de mil millones
La ha de regar este río.
Abundan los rasgos de grato color local, que indican que esta pieza se compuso en Toledo:
Yo,
cuando amo más tierno,
Doy sólo a lo
toledano,
Albarcoques en
verano,
Y membrillos en
invierno.
De noche, sin alborotos,
Me lo ofrecen los
frutales,
Saltando los
cigarrales
Y vadeando los
sotos.
Algunas de las redondillas que pronuncia Galván, podrían correr sueltas como donosos epigramas, v. gr.:
Uno
sé yo tan pesado,
Que a la corte
tiene ahita,
Que hizo a un
grande una visita
La noche de
desposado.
Nótese, finalmente, una alusión al romance viejo del conde Claros (acto segundo).