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Obras completas de Menéndez... > ESTUDIOS SOBRE EL TEATRO DE... > IV : IX. CRÓNICAS Y... > XXVII.—EL CABALLERO DEL SACRAMENTO

Datos del fragmento

Texto

Lord Holland poseía el original autógrafo de esta comedia, fechado en 27 de abril de 1610. Lope la imprimió en la Parte décimaquinta de sus comedias (1621), dedicándola a D. Luis Bravo de Acuña, embajador de España en Venecia, hermano del D. Pedro de Acuña, gobernador de Filipinas, cuyas hazañas en el extremo Oriente eternizó con clásico estilo el doctor Bartolomé Leonardo de Argensola en su Conquista de las islas Malucas (1609).

Nada de particular ofrece esta comedia, que quizá debiera ponerse entre las leyendas piadosas más bien que entre las históricas, puesto que tiene por principal objeto inculcar la devoción al Santísimo Sacramento. La he reservado, sin embargo, para este lugar, porque, al parecer, se funda en una leyenda relativa al linaje de los Moncadas, de la cual, sin embargo, no he encontrado rastro en los libros genealógicos que he visto hasta ahora.

Hay de D. Agustín Moreto una comedia titulada El Eneas de Dios y Caballero del Sacramento, impresa en la Parte segunda de las suyas (Valencia, 1676), y antes en la Parte quince de Varios (1661). El señor D. Luis Fernández-Guerra, en su excelente catálogo cronológico de las comedias de Moreto (Biblioteca de Autores Españoles), dice que esta comedia y la de Lope han de estimarse rasgos muy diferentes. Diferentes son, puesto que están escritas con diversas palabras, y en los dos últimos actos se apartan bastante, pero no en el primero, como puede juzgarse por el extracto que el mismo señor Fernández-Guerra hace de la Comedia de Moreto:

«Un Moncada, conde de Barcelona, promete en matrimonio su hija D.ª Gracia a Manfredo, rey de Sicilia. Ciega de amores la [p. 71] novia por D. Luis de Moncada, su primo, le cita la víspera de la boda para huir con él aquella misma noche a Castilla. Acude el venturoso amante; pero viendo arder una iglesia inmediata al palacio, abandona el puesto, se lanza en medio de las llamas, y salva el cofrecillo donde estaba custodiado el Santísimo, sacrificando a esta piedad el logro de su amor. Frustrada la fuga, tiene que casarse la ilustre dama, y parte con su esposo a Sicilia en compañía de su prima y rival Celia. Sin más objeto que vindicarse, D. Luis sigue a la Reina, entra en su palacio disfrazado de peregrino, y en sus manos pone un billete, que más tarde ella misma entrega por equivocación a su marido. Júzgase deshonrado Manfredo; encierra en una torre a su mujer, y en otra a don Luis; pero éste se salva con auxilio de Celia; refúgiase en Barcelona, junta un ejército poderoso, vuelve a Sicilia, y mata a Manfredo en el campo de batalla. La mano de la augusta viuda es el premio de su valor.»

«Obra disparatada (añade el sesudo crítico): en vez de enredo, hay confusión y embrollo; en vez de interés, produce cansancio, y el desenlace es atropellada violencia.»

Poco más o menos puede decirse de la de Lope, todavía más informe y desordenada que la de Moreto, aunque mejor escrita.

Como curiosa muestra de lo que era el aparato escénico en el siglo XVII, pueden citarse estas acotaciones: «Salga D. Luis, en la cabeza algunas llamas, que se hacen con aguardiente de quinta esencia.» «Estarán dos maderos de invención bajos, y las cabezas de ellos tendrán el hierro, donde, puestas las hebillas con que los atan, no se eche de ver.»

Notas