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Obras completas de Menéndez... > ESTUDIOS SOBRE EL TEATRO DE... > I : AUTOS, COMEDIAS DE LA... > III. COMEDIAS DE ASUNTOS DE... > IV.—HISTORIA DE TOBÍAS

Datos del fragmento

Texto

Llamó el autor a esta pieza tragicomedia, y la dedicó a Dª Maria Puente Hurtado de Mendoza y Zúñiga, señora de las casas y solares de la Puente de Balmaseda y Traslaviña, mujer de D. Rodrigo de Tapia, caballero de Santiago, caballerizo de Felipe IV, y teniente de la Guardia Real española, insigne hoy únicamente [p. 187] por la dedicatoria que Cervantes le hizo de su Viaje del Parnaso, y Lope de Vega, de su comedia El ingrato arrepentido, que va inmediatamente después de la Historia de Tobías, dedicada a su mujer.

Sigo el texto de la 15ª Parte de las Comedias de Lope (Madrid, 1621).

Lope determinó claramente en su dedicatoria el carácter de esta tragicomedia, diciendo que era «traducción fiel de la lengua latina a la castellana... con la licencia y dilación que la poesía permite, introduciendo figuras dialoguísticas de que también tenemos ejemplo en los Cantares». Es, pues, el Libro de Tobías, adaptado a las condiciones de la escena, traduciendo literalmente todos aquellos pasajes que se prestaban a ello, y aprovechando además el contenido de los capítulos XVII-XX del libro II de los Reyes, en que se narra la milagrosa destrucción del ejército de Senaquerib, en tiempo del piadoso rey Ezequías. La comparación es fácil, y puede hacerla cualquiera abriendo su ejemplar de la Vulgata . Lope ha puesto en acción, con su destreza habitual, todas las obras de misericordia del viejo Tobías consolando, alimentando y vistiendo a sus pobres hermanos de cautiverio, y enterrando muertos. La escena de la ceguera y las reconvenciones de su mujer, los consejos de Tobías a su hijo, el viaje de éste a la Media en demanda de los dineros que adeudaba Gabelo, la aparición del Ángel en el paso del Tigris, la historia de Sara y sus siete maridos muertos en la misma noche de las bodas por el perverso espíritu Asmodeo, la invención del maravilloso pescado cuya hiel y cuyo corazón sirven de amuleto al joven Tobías para triunfar del impuro demonio y para sanar los ojos de su padre: todos los incidentes, en fin, de este sagrado libro a cuya parte literaria parecen haber concurrido elementos persas con los hebreos, están presentados en el drama de Lope con estricta fidelidad escrituraria, no reñida ni un solo momento con el interés creciente de la acción y con la viveza del diálogo. Sólo ha añadido de su cosecha las que él llama figuras dialoguísticas, esto es, los pastores y domésticos Bato, Tamar, Ragel, Jorán.., que sirven para llenar las escenas episódicas.

[p. 188] El carácter patriarcal de esta narración, que para la mayor parte de los exégetas católicos tiene carácter histórico, pero que no por eso deja de despertar el mismo interés que una piadosa parábola; la suavidad y pureza de sus detalles domésticos, que nos hacen penetrar en el interior de la familia judía mejor que ningún otro documento; la divina sabiduría de su parte didáctica, que aparece revestida de formas populares análogas a las de los apólogos y ejemplos de Oriente; la caridad, la resignación, la confianza filial en Dios que de un modo tan tierno inculca, mostrando la intervención directa y eficaz de la Providencia en las tribulaciones y en los consuelos de la vida: todo esto se acomodaba muy bien a la especial índole poética de Lope, que era por sentimiento mucho mejor hombre de lo que resulta por los actos de su azarosa y pecadora vida. Todos los desórdenes de ella no fueron suficientes para borrar de su espíritu aquella especie de ingenuidad primitiva, que le hacía en extremo apto para la expresión de todos los afectos delicados y suaves. Por tales cualidades de apacible poesía se distingue principalmente esta obra. Algún rasgo de mal gusto, como el soneto en ecos de la jornada segunda, está ampliamente compensado por el conjunto de la composición, en que el tono de égloga bíblica rara vez desfallece.

La historia de Tobías dió empleo desde muy antiguo al arte cristiano, y ya dos frescos de las catacumbas, atribuídos a los siglos II y III de nuestra era, nos muestran al joven viajero conducido por el ángel, llevando en la mano derecha el pez del Tigris suspendido de un anzuelo, o bien retornando a la casa paterna precedido de su perro fiel.

En el teatro de la Edad Media, Tobías es protagonista de uno de los seis misterios que sirven de complemento al gran misterio cíclico del Viel Testament, pero, que en rigor no forman parte integrante de él. Entre las Sacre Rappresentazioni [1] coleccionadas por Ancona, hay una, Dell' Angiolo Raffaele e di Tobia, que [p. 189] parece de las más antiguas, a juzgar por lo que predomina en ella la parte narrativa y expositiva sobre la puramente escénica. En el teatro neolatino del Renacimiento, Tobías da asunto a una de las comedias del Terentius christianus del holandés Cornelio de Schoen (Shonæus), que precedió a Lope de Vega en la introducción de personajes episódicos de pura invención, en este argumento. Y sin hablar de piezas alemanas como la del famoso zapatero Hans Sachs, representada en 1533, ni de algunas tragedias francesas de poco nombre, es imposible dejar de mencionar algunas obras españolas sobre el mismo argumento.

Anterior a Lope tenemos, en el tantas veces citado códice de la Biblioteca Nacional (que es el mayor repertorio conocido de nuestro teatro sagrado del siglo XVI), el Auto de Tobías, del cual son figuras Tobías el viejo, Tobías su hijo, Ana, el ángel Rafael, Raquel, Sara, Nabal, y un Bobo que alegra con chistes la pieza.

Después de Lope, debemos mencionar a Rojas, que tuvo el mal gusto de echar a perder la delicada composición de su maestro, convirtiéndola en una monstruosa comedia, altisonante y gongorina, sin rastro de poesía ni de sentimiento místico, que puede leerse, con el título de Los Trabajos de Tobías, en el tomo o parte 2ª de las suyas, impresa en 1645. También se ha impreso suelta, como casi todas las suyas; pero es una de las que menos honran la memoria del bizarro autor de García del Castañar.

Finalmente, he visto sobre este asunto dos poemas castellanos, y habrá seguramente otros. El primero, muy apreciable por la pureza y fluidez de su dicción, es La Historia de Tobías, sacada de la Sagrada Escritura, y compuesta en octava rima por el licenciado Caudibilla y Perpiñán..., natural de la ciudad de Toledo (Barcelona, Sebastián Matevad, 1615, 8º). En la dedicatoria y en las licencias suena el autor con el apellido un tanto modificado de «El licenciado Caudibilla Santarén y Astorga». El segundo se titula Vida de los dos Tobías, historia sagrada escrita en 500 octavas rimas castellanas (1709); es un aborto de la más culterana y pedantesca poesía. Su autor, el prócer sardo don [p. 190] Vicente Bacallar y Sanna, Marqués de San Phelipe, cambió más adelante de gusto, a lo menos en prosa; logró mejor nombre como historiador agudo e inteligente de los sucesos de la Guerra de Sucesión, y fué uno de los fundadores de la Academia Española.

Notas

[p. 188]. [1] . Tomo I, pág. 97.