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Obras completas de Menéndez... > BIBLIOTECA DE TRADUCTORES... > IV : (OLIVER-VIVES) > PÉREZ, GONZALO

Datos del fragmento

Texto

[p. 32]

En la Biblioteca Nacional se conserva un códice (J-191) de papeles varios relativos a armas y linajes. Entre ellos hay unos [p. 33] malos versos titulados La descendencia de los Pérez y Garcías de la villa de Hariza. Comienzan:

Conquistando la ciudad
De Cuenca se señalaron
Los Pérez que con bondad
Sirviendo a su Majestad
A Hariza (Sic) illustraron.

Más adelante, dice:

Otros hijos naturales
De esta propia descendencia
Fueron hombres principales
Y también colaterales
De muy alta preeminencia.
Al Emperador sirvió
Gonzalo Pérez fielmente,
Al cual otro no excedió
Y a quien por florón se dió
En su oficio el eminente.

A pesar de esto, no nació Gonzalo Pérez en la villa de Monreal de Ariza, sino en la ciudad de Segovia, según afirman los autores mejor informados. [1] Era hijo de Bartolomé Pérez, secretario de la Inquisición de Logroño. En la catedral de Segovia fué racionero nuestro Gonzalo, que confirmando su carrera eclesiástica obtuvo más tarde el arcedianato de Sepúlveda. Pero más hubo de tener de cortesano que de clérigo, pues bien pronto le vemos figurar en el despacho del Comendador Francisco de los Cobos, secretario de Carlos V. De allí pasó al servicio del Príncipe, a quien acompañó, como secretario, en su viaje de Flandes e Inglaterra en 1548. Con él asistió a la renuncia del Emperador en Bruselas, y creciendo de día en día su poder e influencia vióse secretario de Estado del Rey de España, y el Papa pensó en darle el capelo cardenalicio, a instancias de la Princesa Margarita de Parma y del Cardenal Granvela, a lo cual se opuso Felipe II, por no privarse de tan buen servidor y ministro. Quéjase nuestro traductor en una de sus cartas al Cardenal Granvela de los grandes esfuerzos que hacía el Duque de Alba para arrojarle de la privanza. [2] [p. 34] Para contrarrestarlos, educó con especial cuidado a un hijo natural que había tenido en María de Tovar, dama casada. Éste fué aquel Antonio Pérez, futuro secretario de Felipe II, monstruo de la fortuna y asombro de sus contemporáneos. Por espacio de cuarenta y un años sirvió al Rey Gonzalo Pérez, según afirma su hijo en las Relaciones y Cartas. En 1556 fué trasladado del arcedianato de Sepúlveda a la abadía de San Isidro de León, sucediéndole en su primera dignidad el secretario Erasso. Murió Gonzalo en 1566.

Mantuvo el secretario de Felipe II estrechas relaciones con los más celebrados humanistas españoles de aquella era, cuales fueron Juan Ginés de Sepúlveda, Antonio Agustín, Verzosa, Páez de Castro, Diego Gracián y algún otro. Llegó a reunir una copiosa biblioteca, formada en parte con los restos de la del Duque de Calabria en Valencia y acrecentada con preciosos manuscritos griegos y latinos traídos de las abadías de Sicilia y de los conventos del monte Athos. Esta singular colección fué regalada por Antonio Pérez a Felipe II, que la colocó en el Escorial.

En la Biblioteca de escritores aragoneses de Latassa, donde está incluído con error Gonzalo Pérez, pueden verse algunos de los elogios que le tributaron sus contemporáneos. Adriano Junio le dedicó sus comentarios a Horacio, y habla de él en diferentes lugares de sus Epístolas (Dordrecht, 1652). Enderezándole asimismo el Dr. Cordero sus Quejas y llantos de Pompeyo (Amberes, 1556) y Blasco de Garay la traducción de la Arcadia de Sannázaro (Toledo, por Juan de Ayala, 1547). Dirigible Juan G. de Sepúlveda la carta segunda del libro 6.º (tomo III, página 282 de la edición de la Academia de la Historia), explicándole un lugar de Plinio. Allí encarece su afición al estudio de las matemáticas, libenter in erudito Mathematicorum pulvere versaris, la diligencia con que reunía libros e instrumentos astrológicos, y el conocimiento grande que de las lenguas griega y latina tenía. Cítale como poeta Matamoros en la Apología pro adserenda hispanorum eruditione. El jesuíta Tomás Serrano compuso, a la memoria del traductor de la Odisea el epigrama siguiente, inserto en sus Poesías, Foligno, 1788:

Venit ad Hesperiam, dum fluctibus errat Ulyses
Nunc idem Hesperio gaudeat ore loqui.
[p. 35] Los escritos de Gonzalo Pérez son muy escasos. Conozco los siguientes:

Epigrama latino inserto al principio del Aphrodisio Expugnato de Cristóbal Calvete de Estrella, en sus varias ediciones. Dice así:

Dum tu Germanis das leges, Maxime Cæsar,
Inque rebellante horrida bella paras,
Dum vel componis nunc haec, nunc dispicis illa,
Ut te distringit Relligionis amor,
Ecce arces Libyae tibi cedunt, Africa victa est,
Subdit et imperio barbara colla tuo.
Nec mirum si Hispana cohors discrimina tanta
Auspiciis superat, Dive Carole, tuis.
Sed si parva manus absenti Caesare vincit,
Quid si acies vultus cerneret ipsa tuos?
Invideat Latium, sileat jam Gallia pugnas
Vincendique modum discat ab Hesperia.
Acceptum Hispanus ferat hoc tibi, tu tamen illi
Quod tulit intrepidas ad tua vota manus.

Epitafio (latino) de D. Francisco-Enríquez de Guzmán, muerto en Bruselas. Hállase en el Viaje de Cristóbal Calvete (página 326).

Tres cartas a Zurita insertas por Dormer en los Progresos de la Historia de Aragón.

Diferentes fragmentos de cartas al Cardenal Granvela, insertas en las Memorias de este repúblico publicadas por el benedictino Próspero Levesque (París, 1753, dos tomos, 12.º, y en la noticia biográfica de G. Pérez, escrita por Arteaga (D. J.).

Carta a Fr. Onuphre Panvino. (En el tomo VII de las obras de Antonio Agustín, edición de Luca, y en un tomito titulado Cartas Eruditas de algunos literatos españoles. Publícalas D. Melchor de Azagra. Madrid, 1775, por D. Joachim Ibarra, impressor de Cámara de S.M.)

Traducción

De la Ulyxea de Homero XIII libros, traducidos de Griego en Romance Castellano por Gonçalo Pérez. Anvers, en casa de Juan Steelsio, 1550. 8.º 4 hs. prls. (dedicatoria a Felipe II) y 239 foliadas.

[p. 36] Cítase otra edición de Salamanca por Andrea de Portonariis del mismo año, que no hemos visto.

La Ulyxea de Homero repartida en 13 libros. Traduzida de griego en romance castellano por el Señor Gonçalo Pérez. Venezia, en casa de Gabriel Giolito de Ferraris y sus hermanos. 1553. 12.º 209 hs. fols., inclusos preliminares, y una en que se repiten las señas de impresión. Cuidó de ella Alfonso de Ulloa.

Del mismo año se cita otra edición de Amberes igual a la de 1550.

Estas tres impresiones son, como se ve, incompletas, abrazando poco más que la mitad del poema. Éste apareció íntegro en la siguiente:

La Ulyxea de Homero, traduzida de Griego en lengua Castellana por el Secretario Gonçalo Pérez. Anvers, Juan Steelsio, 1556. 8.º marquilla. 8 hs. prls. y 440 foliadas.

Las sucesivas, de igual modo que ésta, contienen los 24 libros:

La Ulyxea de Homero, traduzida de griego en lengua castellana por el Secretario Gonçalo Pérez. Venezia, en casa de Francisco Rampareto, 1562. 8.º 8 hs. prls. y 795 páginas, una hoja con un adorno grabado y el lema in silentio et in spe y otra blanca (Catálogo de Salvá).

Amberes, 1562. Citada sin más indicación por Latassa.

La Ulyxea de Homero, traducida de Griego en lengua Castellana por el Secretario Gonzalo Pérez. Con licencia: en Madrid, en la Imprenta de Francisco Xavier García, año 1767. Dos tomos 8.º, el primero de 5 hs. sin foliar y 374 páginas; el segundo, de 854.

Madrid, 1785. Citada por Latassa. Debe ser simple reproducción de la anterior.

Sobre el verdadero autor de esta versión surgió entre los eruditos del siglo pasado una cuestión pronto decidida, pero de la cual debemos dar cuenta en este lugar. Vid Pérez Bayer en un códice del Escorial, un prólogo o dedicatoria autógrafo de Páez de Castro para la Odisea y algunos trozos de versificación iguales con escasa diferencia a los correspondientes de la traducción de Pérez. Bastóle esto para afirmar que era de Páez la Ulyxea publicada a nombre de Pérez. Pero D. Juan de Iriarte, examinando con más diligencia el asunto, halló nueva copia de dicho prólogo en un ms. de la Biblioteca Real, y allí mismo una carta de Páez [p. 37] que disipa toda duda, pues en ella da gracias a Pérez por haberle enviado el ms. de su traslación de Homero: «Gran merced recibí en que v. m. me diesse parte de esta labor también trabajada, antes que se publicarse entera con los XIII libros que faltaban. Pues allende que me dió tan buena ocasión para tornar a ver la Ulyxea de Homero con tan gran recreación, entendí mejor muchas cossas que antes, con la claridad y lustre que v. m. les da. A Homero siempre le tuve por cosa más que humana, pero con esta traslación de v. m. entiendo muchos lugares dificultosos y me parece que servirá de glosa para los que quisieren cotejar con esto lo griego.» Lo que Páez hizo fué escribir de primera intención la dedicatoria del poema de su amigo a Felipe II, citando en ella versos de la traducción misma, todo lo cual fué causa del error destruído por Iriarte en su admirable catálogo de los códices griegos de la Biblioteca de Madrid. Constan estas últimas circunstancias de la carta misma en que al remitir Páez el proyecto de dedicatoria, dice que no va «muy estudiadamente y como si hubiesse de salir a plaza, sino para que v. m. tenga materia y pueda añadir y quitar lo que le pareciere con la gracia y doctrina que v. m. pone en todas sus cosas».

Precede a la Ulyxea de Gonzalo Pérez una dedicatoria al príncipe Don Felipe, que en las ediciones completas así comienza: «Habiendo acabado de traducir de Griego en lengua castellana, en algunos ratos perdidos que he hurtado a las ocupaciones en que V. M. por su gran bondad me ha puesto, los once libros que me faltaban de la Ulyxea de Homero, &.» Son de notar en esta dedicatoria muchas reminiscencias de la que a Alfonso V de Aragón hizo de las Éthicas de Aristóteles su sobrino el Príncipe de Viana.

Esta versión de Homero fué la primera que en lenguas vulgares se dió a la estampa (según mis noticias): honra no pequeña para nuestra patria. Está hecha directamente del griego, como puede cualquiera fácilmente comprobarlo y como reconocieron los doctos helenistas Páez de Castro y D. Juan de Iriarte, no de la interpretación latina de Henrico Stéphano, como otros aseveran, por más que parezca indudable que el traductor la tuvo muy presente y aun la siguió de cerca en los pasajes difíciles.

No ha de extrañarse que haya en el trabajo de G. Pérez algunos errores de sentido inevitables cuando el texto de Homero [p. 38] no estaba aún depurado por sucesivas recensiones ni las traslaciones latinas daban bastante luz ni eran con exceso correctas. Pero en general puede afirmarse que el secretario de Felipe II era más que mediano helenista y las más veces entendía bien el sentido general del poeta, aunque en la reproducción de los pormenores no rara vez flaquease. Su traducción está hecha en versos sueltos, a la verdad los más acomodados para trabajos de esta índole, pero como casi todos los que en el siglo XVI se compusieron, débiles y prosaicos, afeados asimismo con frecuentes asonancias y hartos descuidos en su extructura interna tan importante y entonces de muy pocos conocida. Tienen, sin embargo, los endecasílabos de Gonzalo Pérez, a pesar de sus graves defectos rítmicos, la notable cualidad de leerse sin fatiga ni esfuerzo, lo cual depende de su facilidad y fluidez así como del aire de sencillez y antigüedad que a toda la versión caracteriza. Este es su principal mérito, el que la hará vivir y ser leída en todos tiempos por los eruditos: es de las traducciones que más sabor homérico guardan, con ser la primera. Indudable es que el traductor tiene poca variedad de tonos y no da grandes señales de poeta, lo cual presta a su libro cierto aire de monotonía y uniformidad desaliñada, pero lo patriarcal e inafectado de sus frases ofrece tal conformidad con el argumento del poema que basta para compensar la falta de otras dotes, más brillantes y preciadas, pero quizá expuestas a graves inconvenientes cuando se aplican a la versión de un texto como el de Homero, que no consiente perífrasis, amplificaciones ni rodeos o aliños académicos. Pope, Cowper, el mismo Pindemonte y otros intérpretes son claro ejemplo de esta verdad. Quizá Gonzalo Pérez lo es del extremo contrario, pudiendo tildarse no rara vez de bajeza a sus locuciones, pues no todo (aunque sí mucho, y de cierto más que lo que generalmente se cree) lo que en griego era noble y decente lo es asimismo en castellano. Pero siempre parece preferible este segundo inconveniente, dado que el traductor más debe pecar por ajustarse al espíritu y a la letra del original que por componerle y arreglarle a gusto de los melindrosos oídos de su época. Presentaré algunas muestras del trabajo de Pérez, donde se verán patentes las excelencias y los defectos apuntados. El siguiente pasaje es del libro 4.º (Viaje de Telémaco a Esparta):

[p. 39] Mientra en aquesto estaba así pensando
Vino la Reyna Helena que salía
De una quadra olorosa y bien labrada,
Semejante a Diana, cuando trae
Su rueca de oro fino: y en saliendo
Le puso Adrastra una muy rica silla,
Y Alcipe la cubrió con una alfombra
De lana fina, blanda y delicada:
Phylo también le trujo una cestilla
De plata, que le había presentado
Aleandra, mujer casta de Polybo,
Que moraban en Tebas la de Egipto,
Donde en las casas hay muy gran riqueza,
Y a Menelao el rubio dió el marido
Dos vacías de plata muy cendrada,
Dióle también dos mesas harto ricas
Y diez talentos de oro muy subido:
La mujer presentó a la Reyna Helena
Otros dones muy ricos y preciados:
Una hermosa rueca de oro fino,
Y de plata cendrada una cestilla
Redonda, cuyos bordes rodeaba
Oro fino, en extremo bien labrado.
Esta cestilla, pues, la truxo Phylo,
De hilo delicado quasi llena,
Y también le traía dentro della
La rueca y lana fina violada.
Asentóse en su silla, y un banquillo
Debajo de los pies le ponen luego,
Y dijo a su marido que le estaba
Al lado, estas palabras dulcemente: etc.

¿Se comprende ahora el especial mérito de la Ulyxea del arcediano de Sepúlveda? Véase cómo traduce el razonamiento de Ulises a la Princesa Nausicaa en el libro 6.º:

Reina, yo te suplico que tu quieras
Decirme si eres Diosa, como creo,
O si eres de mortales engendrada:
Que si eres de los Dioses que poseen
El espacioso cielo, yo te quiero
Comparar a la gran Diosa Diana,
Hija del grande Júpiter eterno,
Así en la hermosura y la presencia,
Como en la gracia y aire y la grandeza.
[p. 40] Pero si tú naciste de los hombres
Que tienen su morada acá en la tierra,
Oh bienaventurado muchas veces
El padre que te hizo y más dichosa
La madre que parió tal fruto al siglo,
Oh mas y más dichosos tus hermanos
Por ti, pues pueden ver a la contina
Tal flor, cuando a las danzas salir suele;
Pero aquél felicíssimo entre todos,
Que con dar muy gran dote, mereciere
Llevarte por su dulce compañera,
Que cierto yo no he visto de mis ojos
Persona tal, mujer ni menos hombre:
Que en gran manera estoy dello admirado.
Acuerdáseme a mí que vi allá en Delo
Junto al altar de Apolo un nuevo ramo
De palma que nacía hermoso y fresco,
Cuando allí fui, y conmigo fué gran gente
Siguiendo mi camino, donde supe
Que me habían de avenir diversos males
Y cierto cuando vi aquel grande ramo,
Yo me admiré y me estuve embebecido
Por un gran rato en ver que de la tierra
Nunca salió otro tal ni salir pudo.
Así me admiro agora extremamente
De ver una mujer de tal grandeza,
Y temo de llegarme a tus rodillas
A suplicarte, aunque en verdad me tiene
Un gran dolor el ánimo ocupado. etc.

Como se ve, Gonzalo Pérez no sobresale tanto en la traducción de las arengas como en las descripciones, aunque conserva siempre su sencillez encantadora.

En resolución, no juzgo que esta obra sea digna de Apolo, de las Musas y de las Gracias, como dijo el sabio D. Juan de Iriarte; encuéntrola, por el contrario, desaliñada, incorrecta, desigual, prosaica y desleída en muchos lugares y juzgo que aun nos falta una traducción de la Odisea digna de ponerse al lado de la Ilíada de Hermosilla, ya que los modernos ensayos de Gironella, Esparza y algún otro no son dignos de entrar en cuenta ni bastan para eclipsar al de Pérez. Pero mientras esta deseada versión aparece, leamos la de nuestro secretario con preferencia a las extranjeras que entre nosotros demasiadamente circulan, y de esta suerte los que no conozcan en su original aquel peregrino poema de [p. 41] infortunios, de hospitalidad y de viajes podrán formar idea no sólo de su argumento y desarrollo, sino hasta del espíritu de las costumbres allí descritas y de la apacible y majestuosa sencillez de la narración homérica.

Nuestro P. Sota, escritor de autoridad escasa, cita en su Crónica de los Príncipes de Asturias y Cantabria un trozo de la Odisea «en prosa» como tomado de la traducción de Gonzalo Pérez. Figúraseme que el buen benedictino escribió de memoria en éste como en otros lugares.

Como curiosidad bibliográfica advertiré que los primeros versos de esta traducción

Dime de aquel varón, süave Musa,
Que por diversas tierras y naciones
Anduvo peregrino, conosciendo
Sus vidas y costumbres...

sirven, muy oportunamente, de epígrafe a una Memoria sobre Cantabria, leída en el Ateneo Español de Madrid (1820) por el ciudadano F. C. (Félix Cavada).

En el siglo pasado fué muy leída y estimada esta Ulyxea. El notable estético jesuíta Arteaga escribió unas noticias biográficas del traductor y juicio de su trabajo, publicados en la Colección de documentos inéditos para la historia de España. (Véase el tomo XIII.)

Santander, 26 de julio de 1876.
ADICIONES

Gonzalo Pérez fué colegial del de Oviedo en Salamanca, y dejó allí varios libros griegos apostillados de su mano. En 1538 era capellán de Carlos V y arcediano de Villena, según se infiere de una carta del Bembo. Acompañó a Felipe II (entonces Infante) en su viaje a Lisboa en 1544, a las cortes de Monzón en 1547 y a Inglaterra en 1554. Corrió a su cargo la correspondencia sobre los negocios de Flandes.

A los escritos de Gonzalo Pérez debe añadirse un soneto A la muerte de D.ª Marina de Aragón, inserto por Bernardino Deza en sus Emblemas de Alciato. (Lyon, 1540.)

[p. 42] Odisea. Traducción del Cardenal Mendoza «con harto primor y elegancia»... (Vid. Salazar de Mendoza.)

Gonzalo Pérez. Vid. Arteaga (P. Esteban). Biografía de... en los Documentos Inéditos.

Vid. etiam Bibliotheca Graeca Matritensis de Iriarte.

Item. Frac-Perezii Bayerii | Archidiac. et Canon. Valentini | Ser. Hisp. Infantum Caroli III. | Regis Filiorum Institutoris Primarii | Regiae Biblioth. Matritensis Praefecti | Numorum | Hebræo-Samaritanorum | Vindiciae| Valentiae Edetanorum | Ex officina Monfortiana | MDCCXC.

4.º 4 hs. sin fol. (5 con la portada) y 210 pp. + XXIV con cartas del abate Bathélemy y de Olao Gerardo Tychsen. + 10 pp. de Indice.

Página 166. Appendix, de auctore Hispanae Homeri Odysseae versionis, quae sub Gundisalvi Perezii nomine circumfertur. Usque ad pag. 210. Tychsen había dicho que Bayer erró en atribuir la Odisea a Juan Páez de Castro, y que Iriarte había demostrado lo contrario. Bayer contesta en este apéndice.

En 1762 fué Bayer, canónigo entonces de Toledo, al Escorial, con encargo de catalogar los códices latinos, griegos y hebreos de aquella Biblioteca, donde permaneció tres años, y compuso un catálogo en tres volúmenes. Entonces vió el códice Plut. IV, número 22, compuesto de muchos borradores misceláneas de Juan Páez de Castro, cuyo índice transcribe. La mayor parte eran versos latinos, pero de algunos fragmentos castellanos creyó deducir Bayer que Páez de Castro había traducido la Odisea, dedicándola a Felipe II o a Carlos V. Había en el códice una buena parte de la epístola nuncupatoria o prólogo en loor de Homero. Versos citados en el prólogo:

Júpiter Padre, agora veo de cierto
Que hay Dioses en el grande cielo Olympo,
Si es verdad que los vanos amadores
Han pagado los males que hacían.
.................................................
Dioses, queréis saber a do ha llegado
El juicio vano ya de los mortales
Que luego como algún mal trabajoso
Les viene, nos dan culpa afirmando
Que alguno de nosotros lo ha causado.
[p. 43] No miran que les viene de sus culpas,
Y no porque ello fuesse assí fadado
..................................................
¿Cómo quieres que ponga yo en el olvido
El gran valor de Ulyxes el divino,
Y el ánimo y virtud tan excellente
Que le ha encumbrado tanto entre los hombres?
¿Y cómo olvidaré que siempre ha hecho
Tan grandes sacrificios a los Dioses,
Que viven en el cielo eternamente?
.....................................
Porque quieren siempre que se acuerden
De cumplir sin tardar sus mandamientos.
.............................................................
Oh Viejo, allá a tus hijos en tu casa
Adivina las cosas que quisieres,
Porque en lo porvenir no les avenga
Mal o daño, si el hado así lo quiere.
........................................................

En el mismo códice había unos versos latinos de Páez de Castro a Gonzalo Pérez:

Haec tu carmina, quae modo, Perezi,
Tam laeto legis ore, si putasti
Gratis esse data a tuo poeta,
Multum deciperis: tuus poeta
Haec donat tibi ob aureum Philippum.
Rursus falleris, et putas Philippum
Regem dicere me, tuum Patronum,
Quamvis aureus ille sit... Quis ergo
Dices, aureus hic erit Philippus?
..............................................

(Sigue el índice del códice, donde noto los siguientes números. 3. Amatorinm Epigramma. 2. Epigramma Eroticum. 8. Ex Dioscoride, de odoramentis. 14. Excerpta ex Aristotelis Mechanicis. 23. De Adonide marmoreo atque de Hyella, Epigrammata. 27. Tractatus, an Intellectus materialis possit immortalis fieri (de autor incierto). 28. De divinatione. 29. De scientia Dei. 30. De providentia Dei. 32. De abstracto (quizá sean extractos de otros autores). 38. De libro quodan De ordine creaturarum, et miro Creatoris artificio, qui a Philippo II conscriptus videtur. 48. Prologus Paezzi de Homeri Odyssea in Hispanum sermonem [p. 44] conversa. Ep. 49. Epistola Paezii ad virum summumHispaniarum... 52. Recurrit Prologus Paezii in Homeri Odysseum. 56. Recurrit Prologus Paezii Odysseae Homeri. 57. Declaratio verborum quae in Homero obscura sunt Hispanice: «Y porque en Homero, como más antiguo, hay más palabras que no responden a cosa de las que agora usamos, no pude hacer menos que dejar así en griego, o a lo más que ser pudo en latín, con intención de juntarlas y hacer una declaración por rodeo de palabras, cuanto baste a que se entiendan, como las siguientes, Hecatombe quiere decir Sacrificio de cien bueyes.» 63. Paezii, Carta de consejos en español. 68. Catálogo de los Sephirot cabalísticos. 71. Paezii carmen ad Summum Pontificem, de corruptis moribus ac dilapsa disciplina. 83. Doctoris Matthaei Paschalis Hispani versus quos ipse sepulchro suo inscribendos conscripserat.

MATTHAEUS PASCHALIS MORIENS
Semper in adversis vixisti, genus omne malorum
Expertus, quorum non fuit ulla quies.
Nunc morior, nunc finis erit, nunc ista valebunt.
Quod superest, animam suscipe, Christe, meam.

Notó Bayer la identidad entre los versos de Páez de Castro y los de Gonzalo Pérez, y conjeturó que la Odisea era trabajo del primero. En 1764 comunicó su descubrimiento a algunos amigos suyos de Madrid, entre ellos a D. Juan de Iriarte, que hizo que su sobrino D. Bernardo examinara el códice del Escorial, y habló de él en la Biblioteca Matritense. Encontró otra copia de la carta nuncupatoria de Páez en un códice de la Biblioteca Real de Madrid, junto con una carta del mismo a Gonzalo Pérez (Bruselas, último día de mayo de 1555) en que resueltamente parece atribuir la traducción a Pérez. La página en que Iriarte hablaba de Bayer fué sustituída luego por él mismo, a ruegos de D. Juan de Santander, en otra donde los términos son más vagos y generales. Y añade Bayer que Santander tuvo que esforzarse mucho. Quid vero, Deus bone! Si Graecum aut Latinum Distichon sexies ab eo, ut saepe alias, Hispanice ac metrice reddendum, quod summum ipsi in deliciis fuit, in folium quod supprimendum erat, incidisset.? (¡Y no tiene malicia la observación!) Mala voluntad de Bayer contra Iriarte, a quien supone instigador de Tychsen.

[p. 45] Copia luego Bayer la dedicatoria a Felipe II (a nombre de Páez) y la carta a Gonzalo Pérez. De ellas parece inferirse que la dedicatoria de la Odisea la escribió Páez a nombre de su amigo. (Deben copiarse, una y otra, y ponerse íntegras en mi Bibliografía.) Resulta de todo que Gonzalo Pérez tradujo la Odisea y que de la carta de su amigo copió cuanto le vino en talante.

Notas

[p. 33]. [1] . Pidal. Alteraciones de Aragón, tomo 1.º, pág. 284.

[p. 33]. [2] . Véase esta carta en el tomo XIII de los Documentos Inéditos.