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Obras completas de Menéndez... > BIBLIOTECA DE TRADUCTORES... > III : (MALÓN - NOROÑA) > MONTENGÓN, PEDRO

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Texto

[p. 370]

Por diversos conceptos debemos dar un puesto en este catálogo al novicio jesuíta, primero y acaso único novelista español del siglo XVIII, si exceptuamos a Isla, al P. Martínez Colomer y a algún otro. Fué Montengón traductor de diferentes poesías sagradas, fuélo también de un poema ossiánico, y se le ha atribuído, con error, una versión de Sófocles. Por todas estas razones conviene dar una breve noticia de su vida y escritos, remitiendo a los que la deseen más cumplida a la Biblioteca Valenciana de Fuster, y al excelente y amenísimo estudio que sobre Montengón publicó en sus Ensayos críticos (Lugo, 1868) nuestro distinguido amigo y paisano D. G . Laverde y Ruiz.

Nació D. Pedro Montengón en Alicante, el 18 de Julio de 1745. Estudió Humanidades en su ciudad natal y en 1759 entró en la Compañía de Jesús. Cuando sus hermanos fueron deportados a Italia en 1767, Montengón siguió su suerte y en la casa profesa de Ferrara continuó el estudio de la Teología, comenzado en Valencia, hasta la completa extinción de la Compañía decretada por Clemente XIV en 21 de Julio de 1773. Secularizado entonces, le vemos dedicarse de lleno a trabajos literarios, que en su tiempo le dieron no escaso renombre. De las cartas del abate Andrés resulta que nuestro Montengón residía en 1785 en Ferrara, y en Génova en 1791. En junio de 1800 estaba en Madrid, según una nota del diario trilingüe de Moratín. Habíase aprovechado sin duda del permiso concedido a los jesuítas en 1798 para volver a España. En 1801 debió regresar a Italia con sus compañeros de infortunio, y entonces se estableció en Nápoles. Allí fué procurador de las posesiones del Duque de Alcañiz, y murió, o en 1815, como indica Fuster, o después de Año 1820, si no son póstumas sus rarísimas Tragedias.

Contengan, a diferencia de muchos de sus compañeros de hábito, apenas usó en sus escritos otra lengua que la castellana, [p. 371] escrita a la verdad con incorrección y desaliño notables, y afeada sobre todo con numerosos italianismos. Por lo demás contribuyó, aunque en parte secundaria, a aquel notabilísimo movimiento literario que vemos operarse entre los jesuítas expatriados, y sobre el cual, antes de ahora, hemos expuesto breves indicaciones. [1] Sus obras son las siguientes:

Originales

Eusebio, historia sacada de las Memorias que dejó él mismo. Madrid, por D. Antonio de Sancha, 1786 a 1788. 4 t. 8.º Es una imitación del Emilio de Rousseau, curiosa en tal concepto y célebre por haberla prohibido el Santo Oficio; libro por lo demás bastante lánguido y soporífero. Propúsose Montengón hacer un tratado pedagógico en forma novelesca, y de aquí nace su pesadez y monotonía. Produjo grande escándalo la aparición de los dos primeros volúmenes, porque el autor no mentaba la religión cristiana en el plan de educación de su héroe. Nuestro jesuíta cuya pureza de intenciones es innegable, apresúrose a remediar esta falta en los tomos sucesivos, pero no pudo evitar la prohibición fulminada contra su obra. Y como en aquella época todo libro prohibido era devorado con avidez, lo fué el Eusebio, a pesar de ser indigesto y estar malditamente escrito, haciéndose de él repetidas ediciones dentro y fuera de la Península. Hacia 1825 apareció una edición refundida, no sabemos si por el autor o por alguna mano piadosa, en que desaparecieron las dificultades y se remediaron los inconvenientes. El público desde entonces no volvió a leer el Eusebio.

El Antenor. Madrid, Sancha, 1786. 2 t. 8.º mayor. Es una especie de poema en prosa o más bien novelada, en que se refiere la fundación de Venecia por Antenor el troyano y otras aventuras del mismo. Pertenece al género y está cortado por el patrón del Numa del caballero Florián. Montengón tradujo su libro al italiano y le imprimió en Venecia, 1790. 2 t. 8.º

Eudoxia, hija de Belisario. Madrid, Sancha, 1786. Barcelona, 1815. No se publicó más que la primera parte. Es imitación [p. 372] del Belisario de Marmontel, y tan insoportable y de moralidad tan trivial y empalagosa como ella.

El Rodrigo, romance épico (sic). Madrid, Sancha, 1793. Es una especie de novela heroica, del género de las de D'Arlincourt modernamente. Es superior por el mérito de la narración y el lenguaje un poco más castizo a los demás escritos de Montengón. De todas estas obras se han repetido las ediciones a fines del siglo pasado y comienzos de éste en Madrid, Zaragoza, Barcelona, etcétera. Al Rodrigo se refería Lista, al afirmar que «a Montengón sólo le faltó escribir mejor el castellano para ser un novelista estimable».

Compendio de la historia romana, en italiano. Roma, 1802, tres tomos 18.º Le cita Fuster.

Nugæ eruditæ. Sermones quatuor in philosophiam aristotelicam. Sátiras latinas. Sin más indicación cita estos escritos Pastor y Fuster. Probablemente quedaron inéditos.

El Mirtilo o los Pastores trashumantes. Madrid, Sancha, 1795. 8.º Libro curioso, aunque muy mal escrito, por ser el último ensayo de novela pastoril, de que tengamos noticia, en España, como lo fué en Francia la Estela de Florián. Montengon imitó las obras de este género producidas en el siglo XVI, pero como el género de suyo es insulso, la prosa de nuestro jesuíta lánguida y desmayada, y los versos prosaicos y fríos con raras excepciones, de aquí que se caiga de las manos el Mirtilo. apenas leídas algunas páginas. Contiene gran número de poesías intercaladas, anacreónticas, canciones, églogas e idilios (Admeto y Alceste, El Robo de Europa, Hilas, La promesa de Bato, Argos, Filemón y Baucis, etcétera) imitados algunos de ellos de los Metamorfóseos ovidianos.

Frioleras eruditas y curiosas para la pública instrucción. Madrid, 1804, 4.º Verdadero Cajón de sastre. Debe ser traducción de las Nugæ eruditæ.

Traducciones

Odas de Philopatro: su autor, el ex jesuíta escolar D. Pedro Montengón. Ferrara, 1778 y 1779, en la Imprenta Cameral. Forman tres cuadernos en 12.º mayor.

Odas de Philopatro, &. (sólo el primer cuaderno), con notas de D. José Mariano Beristain. Valencia, por los hermanos de Orga, 1782. 4.º

[p. 373] Odas de D. Pedro Montengón. Madrid, Sancha, año de 1794. 8.º mayor. Un tomo. En esta edición faltan veinte composiciones de las publicadas en la de Ferrara, pero en cambio se añadieron dos libros, que no son por cierto los peores.

Divídese en seis la colección impresa por Sancha. Los asuntos de estas poesías son admirables: la ejecución muy débil. De ellas ha dicho ingeniosamente el Excmo. Sr. D. Leopoldo A. de Cueto (Bosquejo histórico-crítico de la poesía castellana del siglo XVIII) que nada tienen de bueno, sino los títulos. Hay, sin embargo, tal cual estrofa recomendable. Montengón dedicó sus cantos a las glorias nacionales, a los progresos administrativos y a las maravillas de la Industria. El libro cuarto se compone exclusivamente de odas sobre asuntos de América, el quinto de poesías horacianas (no del todo infelices) y el sexto, por fin, abraza las traducciones que a continuación se expresan, asimismo recomendables:

Psalmo        I. Beatus vir, qui non abit.

    »        VIII. Domine, Dominus noster.

   »         XVII. Diligam te, Domine, fortitudo mea.

   »   LXXXII. Deus, quis similis erit tibi.

   »        XCIII. Deus, ultionum dominus.

   »          CIII. Benedic, anima mea, Dominum.

   »        CXIII. In exitu Israel de Ægipto.

   »    CXXV. In convertendo Dominus.

Cántico de Habacuc.

Cántico 1.º de Moisés, Cantemus Domino.

Cántico de Isaías, Quomodo cesavit exactor.

Fingal y Temora, poemas épicos de Ossian, antiguo poeta céltico, traducidos en verso castellano. Madrid, 1804, 4.º Tomo I comprende el Fingal.

No tenemos noticia de la publicación del Temora.

La traducción, que está hecha sobre la de Cesarotti, nos parece, salvos siempre los graves defectos de estilo y versificación, el mejor trabajo de nuestro jesuíta.

Las Tragedias de D. Pedro Montengón. Tomo I. Napoli, presso Gio. Battista Settembre. 1820. 8.º marquilla. No hay noticia de la publicación del tomo II. El presente no lleva prólogo ni advertencia alguna. A la vuelta de la portada se lee: «Tragedias [p. 374] contenidas en este tomo 1.º: Agamenon. Egisto y Clitemnestra. Edipo. Antígona y Hemon.»

El malogrado y eminente bibliógrafo señor don Cayetano Alberto de la Barrera comunicó a nuestro amigo D. Gumersindo Laverde una nota bibliográfica del libro citado, pero con notables variantes, pues en vez de las Tragedias de D. P. M., escribe:

«Las Tragedias de Sófocles traducidas en verso castellano por D. Pedro Montengón. &. &.»

Publicada esta peregrina noticia por el señor Laverde en sus preciosos Ensayos críticos, llamó poderosamente mi atención por tratarse de un autor griego de quien tan pocas versiones se han hecho en castellano. Pero reflexionándolo bien, hallé ser cosa imposible que dos de dichas tragedias fuesen traducciones de Sófocles, e inclinéme a creer que Montengón había traducido el Agamenón y las Coéforas de Esquilo, dando a la segunda el título de Egisto y Clitemnestra, como dió a la Antígona de Sófocles el de Antígona y Hemon. Admiréme entonces de que un libro que comenzaba con dos piezas de Esquilo se titulase «Tragedias de Sófocles», y no acertaba a explicarme la razón de tal anomalía. Busqué el libro en nuestras bibliotecas, pero en vano; a pesar de la fecha reciente de su impresión, es rarísimo. Dirigíme entonces al señor Prefecto de la Biblioteca Nacional de Nápoles, que inmediatamente se digno contestarme. Su carta aclara enteramente la cuestión. Las tragedias no son traducciones de Esquilo y Sófocles, sino originales de D. Pedro Montengón. Porque puede conducir a la ilustración de este punto, inserto la carta del muy docto bibliotecario napolitano. Dice así: [1]

[p. 375] Vitus Fornari, Bibliothecae Neapolitanae Præfectus.

M. Menéndez Pelayo S.

Statim ac tuas litteras, Vir humanissime, accepi, indagini operam dedi, si forte in hac nostra invenissem Bibliotheca exemplar aliquod Tragœdiarum Sophoclis, quas a Montengon, Societatis Jesu, Hispanico sermone conversas typisque mandatas arbitraris. Sed summam quamvis in hac investigatione diligentiam adhibuissem, nihil tamen reperi quod operi a te suscepto alicui utilitati fore existimem. Expedit autem noscas me forte in ejusdem Montengon rarissimum volumen incidisse, Neapoli item anno MDCCCXX (presso Gio. Battista Settembre, in 8.º) excussum, de quo praeter titulum: Las Tragedias de D. Pedro Montengón, Tom. 1.º nihil amplius addere possum, quippe quod et præfatione et caeteris indiciis prorsus careat. Enimvero haud illud e manibus dimisi, quin prius, iis fabulis breviter ac summatim inspectis, comperissem ipsas neque Sophoclis, neque alius veteris pœtae translationes esse, sed genuinos ipsius popularis tui ingenii partus. Quamobrem id denique in animum induxi fuisse qui illius versionem antea memoraverunt, deceptos a fabularum argumentis ex Graæca Mithologia depromptis atque Æschyleis et Sophocleis titulo pene similibus. Vale, vir clarissime, tuisque studiis viriliter incumbe. Dedi Neapoli, secundo Kalendas Sextilis anni MDCCCLXXV.

Santander, 14 de noviembre de 1875.

Notas

[p. 371]. [1] . Los Jesuítas Españoles en Italia. Artículos publicados en La España Católica, periódico de Madrid.

[p. 374]. [1] . Nota del colector.—La carta de Menéndez Pelayo a la que contesta Vitor Fornari es la siguiente:

«Regiae Bibliothecae Neapolitanae Praefecto.

M. Menéndez Pelayo S. P. D.

Cum conscribendae Hispanorum interpretum Bibliothecae qui vernacula lingua graeca et latina scripta tradiderunt, difficillimum opus suscepissem, tum amore Patriae, tum litterarum dulcedine permotus, ratus scilicet nulla de hac re lucubratio praeter cl. Pellicer specimen quod nostro vocabulo Ensayo appellatur, prodidisset, statui (coelitum numine favente) nihil omittere, nihil intentatum linquere quod ad integritatem hujus operis commodi fore artitraretur. Legi fortasse in scriptis viri doctissimi atque mihi supra modum amici G. Laverde, cujusdam Tragoediarum Sophoclis Hispanicae interpretationis a Petro Montengon Soc. Jesu in Aragoniae provincia olim alumno, Neapoli typis excussae anno MDCCCXX bibliographicam annotationem, quae illi a D. Cajetano La Barrera ardentissimo bibliophilo tradita fuisset. Frustra Hispaniae celeberrimas Bibliothecas adii, frustra doctorum scientiam consului, nemo hujus interpretationis nec nomen quidem audivit. Nec superest ipse La Barrera ad veritatis disquisitionem. Stamina hujus vitae ante hos annos solvit importuna mors quae sacrum omne prophanat. Tali necessitate constrictus te, vir illustrissime, oro atque obsecro per Musarum delicias, per litterarum amorem, per clarissimi viri J. Andressi popularis mei atque in praefectura Neapolitanae Bibliothecae tui antecessoris memoriam, ut mihi interpretationis Sophoclis a Montengon editae integram atque perspicuam annotationem communicare velis, alicujus fragmenti insertione illustratam, judicium insuper tuum de ejusdem fidelitate ac meritis prolatum, si forte aliquod exemplar in Parthenopea Bibliotheca extiterit. Vale. vir illustrissime, perpetua felicitate et Dei patrocinio munite.

Datum Cantabriae in oppido Sancti Andreae, quod nos Santander appellamus. Pridie Nonas Quintilis anni MDCCCLXXV.»