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Obras completas de Menéndez... > BIBLIOTECA DE TRADUCTORES... > III : (MALÓN - NOROÑA) > MARTÍNEZ DE LA ROSA, FRANCISCO

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[p. 110]

Nació este elegante y celebrado escritor en Granada el 10 de marzo de 1787. Estudió en el colegio de S. Miguel y a los catorce años defendió públicamente conclusiones latinas sobre el tema methodus analytica aptissima est ad veritates inquirendas. Desde muy joven distinguióse por su claro ingenio y afición a la elocuencia. En 1808 fundó en Granada un Diario patriótico, y fué comisionado por la Junta de aquella ciudad para procurarse en Gibraltar medios de armamento y defensa contra los invasores. De allí pasó a Inglaterra con un encargo parecido, y vuelto más tarde a Cádiz, fué individuo de la Comisión de Libertad de Imprenta, señalóse por lo avanzado de sus ideas liberales, y dió al teatro una comedia, Lo que puede un empleo y una tragedia al modo de Alfieri, La Viuda de Padilla, inspiradas las dos por las circunstancias políticas de aquella era. Así estos ensayos dramáticos como el poema Zaragoza y varias poesías líricas le hicieron una reputación literaria, tal vez superior a su mérito. Pero en los años sucesivos figuró más como político: diputado en las Cortes de 1813, procesado en 1814 y conducido al presidio de El Peñón de la Gomera, de donde vino a sacarle la revolución de 1820; Presidente del Consejo de Ministros en 1822, jefe de la fracción moderada o anillera, bien intencionada, pero impotente para contener el desorden; caído del poder después del 7 de julio, emigrado en 1823; la vida de Martínez de la Rosa sigue todas las oscilaciones de la historia contemporánea. Su actividad literaria no pudo ser grande en estos años: hizo representar en 1821 La Niña en Casa y la Madre en la máscara, comedia agradable y discreta, y compuso una tragedia, Moraima, que no llegó a aparecer en las tablas. Durante su larga emigración escribió la Poética y sus Anotaciones, el Aben-Humeya, el Edipo, La conjuración dé Venecia y muchas poesías sueltas. Vuelto a España y al poder en 1833 redactó con Burgos el célebre Estatuto Real, muerto antes de nacer, puede decirse; mostróse débil para reprimir y castigar la horrible matanza de los frailes en 1834, dejó el poder al Conde de Toreno aquel mismo año, y hubo de emigrar nuevamente en 1835, a consecuencia del pronunciamiento de la Granja. No hay [p. 111] para qué detenernos mucho en los posteriores sucesos de su vida, casi todos del orden político. Sin tomar ya una parte activa en los públicos negocios, figuró en primera línea entre los prohombres de su partido, y representó dignamente al país en Cortes extranjeras, especialmente en París y en Roma. Hallábase de embajador en la ciudad eterna cuando la demagogia de 1848 arrojó del Vaticano a Pío IX, forzándole a refugiarse en Gaeta, donde le acompaño y consoló Martínez de la Rosa.

Murió este patricio en Madrid el 7 de febrero de 1862, siendo Presidente del Congreso, y Director de la Academia Española. Su vida política y literaria fué escrita con toda amplitud en puro y elegante castellano por el distinguido literato portugués Rebello da Silva, a cuyo trabajo me remito.

Como orador y hombre de estado, Martínez de la Rosa ha dejado una reputación muy contestada por amigos y enemigos. Su fama de poeta y literato no ha sufrido gran menoscabo, pero fuerza es confesar que no llega su mérito a su fama. Es elegante, correcto, atildado, pero apenas ha dejado una línea que conmueva ni arrebate: no son sus versos de los que nunca se olvidan una vez leídos, pertenecen, en general, a una escuela fría y académica. Apenas tiene rasgos de verdadero ingenio, aunque manifiesta siempre buen gusto y talento clarísimo. Conviene exceptuar, sin embargo, de esta general sentencia una joya poética, la Epístola elegiaca al Duque de Frías, y una de sus obras dramáticas, el Edipo, que tiene algo de la grandiosa sencillez del teatro griego y de positivo bastante más que otras imitaciones modernas de Sófocles, por más que del trágico ateniense diste aún infinito. Notable es también, aunque obra de género dudoso, tímida como innovación, y no muy animada La Conjuración de Venecia. Como imitación fácil y diestra de las antiguas comedias de enredo merece citarse El Español en Venecia o la Cabeza encantada. El resto de sus obras dramáticas, con ser de muy agradable lectura, se nos figuran de poco efecto en las tablas. No vale mucho la novela Walter-scottiana D.ª Isabel de Solís, hoy casi olvidada, ni muestran gran talento histórico El Espíritu del siglo y el Bosquejo de la política española. Hernán Pérez del Pulgar se distingue por lo castizo y galano de la dicción. La Poética es, como poema, inferior a la de Pérez del Camino, con quién no fué justa la fama, [p. 112] y en cuanto a las notas y suplementos, bien escritos y muy curiosos, resiéntense de crítica estrecha y apocada, con haberse escrito en el extranjero, en 1827, en medio de la revolución romántica, después de Byron, después de Goethe, después de Schlegel, cuando la crítica ecléctica, representada por Villemain desde su cátedra de la Sorbona, hacía continuamente nuevas concesiones y ensalzaba sin restricción a Shakespeare, cuando ya muchos españoles como Aribau y López Soler, Alcalá Galiano, el Duque de Rivas, Trueba y Cosío y Herrera Bustamante militaban en las filas innovadoras como poetas, críticos o novelistas.

En resolución, Martínez de la Rosa que cultivó, siempre con brillo, casi todos los géneros literarios, apenas ha dejado obras maestras, quizá porque fué condición de su genio fácil, flexible y ameno, tocar con cierta ligereza varios asuntos, agradando en todos, pero sin admirar en ninguno.

Escribió, pues:

Obras | Literarias | de D. Francisco Martínez | de la Rosa. | París | en la Imprenta de Julio Didot, | calle del Puente de Lodi | 1827. Cinco tomos 8.º, de linda impresión. Contiene el primero, la Poética: el segundo, los Apéndices sobre la poesía didáctica, la epopeya, la tragedia y la comedia: el tercero, el poema Zaragoza, la tragedia La Viuda de Padilla y la comedia La Niña en casa y la madre en la máscara: el cuarto, la traducción que luego registraremos y la tragedia Morayma: el quinto, los dos dramas Aben Humeya y La Conjuración de Venecia.

Reimprimiéronse, años después, estas Obras en Barcelona, por Oliva, aunque la portada dice en Londres, si mal no recordamos.

La Poética (sin apéndices) fué reimpresa en Palma, impr. de Villalonga, 1839.

Poesías de D. F. M. de la Rosa. Madrid, impr. de D. Tomás Jordán, 1835. Reimpreso por Salvá en París, 1836, añadiendo dos comedias: Los Zelos infundados y Lo que puede un empleo, y en Barcelona, por Bergnes, de igual manera. Suele añadirse como sexto tomo a la edición de Didot el tomo de poesías que imprimió Salvá.

Obras | Dramáticas | de D. F. Martínez de la Rosa. | Madrid. | Imp. y Est. de M. Rivadeneyra. | 1861. 3 tomos 8.º Contiene [p. 113] además de todas las obras dramáticas publicadas en la edición de París, las siguientes:

Lo que puede un empleo.

Los Zelos infundados o el marido en la chimenea.

La boda y el duelo.

El Español en Venecia o la Cabeza encantada.

Amor de padre.

El segundo y tercero se habían impreso sueltos: el último sólo se halla en la colección de 1861. Precede a casi todas una advertencia, a La Viuda de Padilla un Bosquejo histórico de la guerra de las Comunidades, al Edipo un largo y excelente prólogo, y siguen a la Conjuración de Venecia unas breves Reflexiones sobre el drama histórico.

Hernán Pérez del Pulgar | El de las Hazañas. | Bosquejo histórico | por D. Francisco Martínez de la Rosa. | Madrid: Febrero 1834. | Imp. de D. T. Jordán. Lleva un largo apéndice de documentos, además de la breve Crónica del Gran Capitán que escribió el mismo Pulgar.

Dona Isabel de Solís. Novela Histórica... Tres tomos 8.º

El Espíritu del Siglo. Diez tomos 8.º Es una historia de la revolución francesa.

Bosquejo histórico de la política de España, desde los tiempos de los Reyes Católicos hasta nuestros días. Madrid, 1861. Imp. de Rivadeneyra. Dos tomos. 8.º

El Libro de los Niños. Se han hecho de este precioso tratado de educación innumerables ediciones.

Hay edición casi completa de las Obras de Martínez de la Rosa, hecha en París, Baudry, 1845. Cinco tomos 4.º; y más tarde reproducida.

Discursos parlamentarios y académicos. En gran número, pero no coleccionados. Pueden verse algunos en los Discursos de Recepción en la Academia Española.

Traducción

Epístola de Horacio a los Pisones sobre el arte poética. En el tomo IV de las ediciones de Didot y Oliva, en el primero de la de Baudry y en el libro titulado:

[p. 114] Preceptistas Latinos | para el uso de las clases de | Principios de Retórica y Poética:

                    De oratore.

Cicerón:    De claris oratoribus.

                   Orator.

Quintiliano . Institutiones.

Tácito . De causis corruptae eloquentiae .

Séneca . Declamationes.

Horacio. De arte Poética.

Con un análisis razonado de estas obras | por D. Alfredo Adolfo Camus | Profesor de la Universidad de Madrid e individuo de la Academia Greco Latina... Eligat ex omnibus optima. |  Madrid, | Imp. Lib. Encud. y Est. de M. Rivadeneyra y C.ª  | 1846. Desde la página 294 a la 363.

Antecede a la traducción una advertencia muy breve y síguela una Exposición en prosa, tan sucinta como llena de doctrina, en la cual se desarrollan los preceptos horacianos y se comparan con los de la Poética de Aristóteles.

La traducción es en verso suelto, y puede disputar la primacía a la de Burgos, excediendo a todas las demás castellanas. Ni Espinel, ni Zapata, ni el P. Morell, ni Tamayo de Vargas, ni Cabrera, ni Lozano, ni Iriarte, ni Forner, ni Horcasitas, ni muchos otros que pueden verse en esta Biblioteca son dignos de entrar en competencia. Sólo pudieran hacerse dos excepciones a favor de D. Juan Gualberto González y de D. Raimundo de Miguel. El primero tradujo o más bien calcó la Epístola con fidelidad extremada, pero su versificación es dura y premiosa; el segundo atendió tal vez demasiado a la letra, como que destinaba su versión a las aulas, no obstante lo cual su trabajo es de más agradable conjunto que el de González. Pero las dos excelentes traducciones de estos humanistas, como emprendidas con un objeto especial, han de estimarse bajo otro criterio que los de Martínez de la Rosa y Burgos, que ofrecen un carácter más literario. Entre ambos es difícil decidir, cual acontece siempre entre las cosas excelentes en el mismo género. Diremos, no obstante, que en cuanto a fidelidad y buena inteligencia del texto poco dejan que desear uno ni otro; en punto a dotes literarias hay también escasa diferencia, pues aunque Burgos ponía en sus versos líricos más [p. 115] vida y número que Martínez de la Rosa, hijo, como él, de la escuela granadina, en una obra didáctica es claro que ni uno ni otro se apartan de la exquisita y académica elegancia que les caracteriza. Martínez de la Rosa acertó en preferir para su interpretación el verso suelto, que da al traductor más ensanches y carácter más clásico a la obra, pero Burgos es digno quizá de mayor alabanza por haber conseguido igual resultado con la traba del romance endecasílabo. Sin embargo, esto le obligó a desleír tal cual vez el pensamiento y a emplear mayor número de versos que su amigo. Además, el asonante en a-a que adoptó no es feliz, aunque él evitó en lo posible sus inconvenientes. Todo bien considerado y atendiendo a que Burgos es de sobra rico, casi nos atrevemos a afirmar que en la Poética cede a Martínez de la Rosa, al paso que en las Odas, en las Sátiras y en otras Epístolas a nadie es inferior en España ni en los demás pueblos neo-latinos.

Por ser tan conocida y estimada, no reproducimos trozo alguno de la traducción de Martínez de la Rosa.

Santander, 12 de agosto de 1876.

Notas