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Obras completas de Menéndez... > BIBLIOTECA DE TRADUCTORES... > II : (DOMENECH-LLODRÁ) > JESÚS MARÍA, FR. ANTONIO DE

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Texto

[p. 274]

Siglo XVII

Ignoramos su apellido familiar, que trocó al entrar en religión, como era costumbre. Fué natural de Madrid. Desde su infancia estuvo en servicio del marqués de Villena, con el cual pasó a Méjico, cuando fué nombrado Virrey en 1640. Allí estudió humanidades nuestro traductor en las escuelas de los jesuítas, tomando luego el hábito de Carmelita Descalzo en el convento de aquella ciudad. Vivió un año ascética vida en el desierto de Santa Fe, y fué más tarde testigo de las cuestiones habidas entre el célebre obispo de la Puebla de los Ángeles y los jesuítas. Volviendo a España [p. 275] en 1650 fué hecho cautivo por los piratas argelinos, en cuyo poder estuvo cuatro años. Redimido al cabo pudo tornar a Madrid, donde adquirió fama de gran predicador y ardiente controversista. Parece que murió por los años de 1681. Escribió una Vida del arzobispo de Toledo, D. Bernardo de Moscoso (Madrid, 1680, por Bernardo de Villadiego), una refutación en dos volúmenes de la herejía de Miguel de Molinos (manuscrito), y vertió del latió al castellano dos obras, de las cuales la segunda pertenece a esta Biblioteca.

Manifiesto de la injusta persecución que padecen los Cathólicos Romanos en Inglaterra, carta escrita por un gran sujeto de Londres a otro residente en Colonia, traducida en castellano del latín. Madrid, por Bernardo de Villadiego, 1680. 4.º La obra que a nuestro propósito interesa es:

El Boecio, de consolación. Manuscrito. Nicolás Antonio le anunciaba, en su Bibliotheca Nova, como existente ya en poder del impresor, pero no llegó a darse la estampa. Pellicer vió el manuscrito en poder de D. Gaspar de Montoya, individuo de la Academia Española. Era un códice en 4.º, sin principios. Faltábanle, además, cinco hojas del libro 1.º, y así empezaba en la prosa V y en el metro VI. Estaba dedicada esta versión a la reina Doña Mariana de Austria, madre de Carlos II. Llevaba el texto latino al frente del castellano, que estaba en prosa y verso de igual suerte que el original. Llevaba algunas notas marginales en latín y en castellano como aclaración de los pasajes oscuros. Terminaba el códice con un Índice de las cosas notables y un Orden alfabético de los metros. Como ejemplar dispuesto para la impresión, iba rubricado en todas sus hojas por el escribano del Consejo. Las hojas que faltan al principio se imprimieron, conforme se deduce de dos cartas del traductor, que dice haber visto Pellicer. Después, por alguna circunstancia imprevista, hubo de suspenderse la continuación y quedó mutilado el manuscrito. Nosotros no hemos podido averiguar otra cosa respecto a él.

Esta es, según entendemos, la última traducción castellana del Boecio , y en el orden la séptima, por lo menos.

Santander, 10 de diciembre de 1875.

Notas